Nael Ramírez Domínguez
Rebelión
Hablar de la juventud es hablar del presente, del futuro en construcción y del pasado como herencia y legado histórico, cada generación a lo largo del devenir de la humanidad tiene características propias, pensamientos propios como reflejos de las condiciones materiales en la que habita, pero así mismo, sueños y esperanzas cultivados en periodos de crisis generales y trazados como guías de acción.
El maestro Vicente Lombardo Toledano reflexionaba hace exactamente sesenta años sobre las nuevas generaciones e identificaba dos aspectos del problema de la juventud, que al igual que hoy siguen vigentes, el primero hace referencia a la “seguridad en el porvenir individual de cada joven” y el segundo “en la necesidad inherente a la juventud, de una orientación común a todos quienes forman una nueva generación” [1] .
Estos dos aspectos del problema de la juventud cada día se hacen más notorios en cuanto más se agudizan las contradicciones del régimen de producción actual, el capitalismo.
I
El capitalismo es finito
El capitalismo al igual que todo lo que existe, existió y existirá tiene un carácter histórico, es un proceso que como tal, tiene un inicio y un final; en cuanto a las diferentes formas en que los humanos nos hemos organizado para producir y distribuir los bienes materiales de consumo, hemos pasado del comunismo primitivo al esclavismo, de este al feudalismo, y del feudalismo al capitalismo, cada nueva forma es superior y revolucionaria respecto a la anterior.
El capitalismo en sus orígenes fue todo un proceso revolucionario que buscaba destrabar las obsoletas formas de producción del feudalismo, en el ámbito económico propugnó por la libertad de comercio y producción, mientras que en el ámbito ideológico-jurídico combatió los fundamentos de la Iglesia sustituyéndolos dentro del ideario colectivo, con pensamientos aparentemente autónomos, como el derecho natural a la libertad y la propiedad.
En México, por la implantación de diversas formas de producción durante la colonia, desde el esclavismo hasta el capitalismo, las revoluciones burguesas (capitalistas) de todo el siglo XIX y la de 1910, tienen un carácter profundamente progresista, en cuanto buscaban destrabar el atraso y las limitaciones en el desarrollo comercial-industrial por parte de la corona española y la dependencia al exterior durante el gobierno de Porfirio Díaz.
Nuestra Constitución Política surgida del proceso revolucionario en 1917, sienta las bases para el desarrollo de nuestro país, al ser una constitución liberal-burguesa, democrática y antiimperialista, fue un gran paso respecto de las condiciones y estructuras sostenidas en el porfiriato. Nuestra constitución fue una de las más avanzadas en su momento, porque dejaba atrás el carácter “natural” del derecho a la propiedad sostenida en toda Europa, para indicar que toda propiedad era una concesión del Estado y que sólo se atribuía a los particulares en cuanto no contraviniera al interés colectivo.
Este fue el carácter progresista, revolucionario, que trajo la revolución burguesa en México, y sentó durante décadas un elevado desarrollo de la industria, el comercio y la seguridad social; a inicio de los años ochenta, este desarrollo se vio interrumpido con la llegada de los neoliberales al poder, quienes propugnaban la teoría del libre mercado en una etapa en la cual el capitalismo mundial se había desarrollado hacia su fase monopolista.
El neoliberalismo se implantó en México, desde entonces más de mil empresas estatales o paraestatales han sido privatizadas, los ferrocarriles, los altos hornos, las aerolíneas, el sector energético y muchas más han sido desmanteladas para dar paso a los capitales privados en su manejo y usufructo.
El modelo económico neoliberal no sólo se ocupó de rematar la propiedad colectiva de los mexicanos, sino a legislar en contra de la gran mayoría, desde la privatización al manejo de las pensiones, el rescate de todos los mexicanos a un puñado de banqueros, (contra) reformas laborales, que no sólo limitan los derechos de los trabajadores, sino que cancela logros obtenidos durante largas luchas sindicales y sociales en el México nacionalista, hasta la más reciente aprobación de la Ley de Seguridad Interior, que tiene como propósito mantener por medio de la violencia y el miedo todos los agravios cometidos contra el pueblo de México por más de treinta años.
El capitalismo en México, el plasmado en la constitución de 1917, fue sin duda un gran paso de la nación hacía su industrialización como base a una plena independencia, tras la traición y abandono del proyecto nacionalista por parte de los neoliberales y la imposición de su programa venido desde el exterior, el capitalismo subordinado que hoy existe en México representa el atraso y la cada vez más aguda contradicción de intereses, entre la minoría que busca preservar el modelo de saqueo y corrupción y la gran mayoría de mexicanos que buscan una alternativa al proyecto actual.
El capitalismo en su fase imperialista, en nuestro México en su carácter subordinado, tiene grandes contradicciones, no sólo de clases, sino interclase, contradicciones que se reflejan en la crisis generalizada que hoy pasa nuestro país.
II
México y la juventud
La juventud padece de gran incertidumbre a futuro, el problema de la “seguridad en el porvenir individual de cada joven” es totalmente vigente, el modelo económico neoliberal ha minado y destruido cualquier sendero que la juventud se plantee para una vida de firme construcción y desarrollo tanto en lo escolar como en lo profesional, así lo demuestran diversos estudios del sector.
México es un país de gran desigualdad social en donde el 10 % de las familias poseen dos tercios de la riqueza nacional, y el 1% de la población posee el 33% [2] , producto de esto se generan problemas sociales dentro del sector juvenil, así tenemos que alrededor del 47.1% del total de 33 millones de jóvenes están en condiciones de pobreza, y esto se acentúa en los jóvenes indígenas, llegando a ser el 72.8% de su universo [3] , esto por consiguiente trae resultados nefastos tanto en el ámbito escolar como laboral.
En la educación sólo tres de cada cuatro adolescentes de entre 15 y 17 años tienen un espacio en el nivel media superior, mientras que en el nivel superior esto se reduce a tres de cada diez jóvenes entre 18 y 24 años de edad[4].
En el ámbito laboral, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, durante el primer trimestre del 2017 “la población económicamente activa (PEA) de 15 a 29 años ascendió a 16 millones de jóvenes, de los cuales 15 millones se encuentran ocupados. Sin embargo, 60.6% de ellos se encuentran en el sector informal” [5], teniendo esto como obvio resultado la falta de seguridad social y derechos laborales.
El resultado social de la marginación juvenil en estos dos últimos sectores trae consigo un fenómeno que hoy día conocemos como “Ninis”, jóvenes que no estudian ni trabajan, los cuales representan el 22.5% de la población juvenil en México [6] .
Todos estos fenómenos que agudiza el modelo neoliberal y que limitan los derechos de los jóvenes a nivel nacional, tienen repercusiones en nuestra sociedad, los elevados índices de violencia, deserción escolar, embarazos no planeados, migración y muchos problemas sociales tienen como origen esta discriminación y marginalización institucionalizada hacia el sector juvenil, los jóvenes de hoy no tenemos una seguridad en el porvenir, y no la tendremos mientras el régimen oligárquico imponga sus intereses por encima del bienestar colectivo.
III
Por nuestra segunda y definitiva independencia
Ante este lúgubre panorama que hemos estado viendo desde hace años, la juventud tiene el deber de pensarse así misma y cuestionarse el papel histórico que debe asumir en la actualidad, reconocer que el modelo económico neoliberal como política del imperialismo, tiene el objetivo de saquear las riquezas de la nación para una minoría nacional entregada a los intereses externos, entender al imperialismo como fase superior y última del capitalismo.
El capitalismo en todo el orbe ha entrado a su etapa senil, lo que una vez representó un progreso revolucionario respecto del feudalismo, hoy aparece como un sistema que traba todo el desarrollo de la sociedad mundial, y esta congestión que a sangre y lodo busca perdurar la minoría acaudalada, tiene un reemplazo revolucionario, el socialismo.
La reflexión sistemática, científica, del devenir de la humanidad ha mostrado que todas las formas de organización social tienen un principio y un fin, la construcción del socialismo se hace necesario para la humanidad ante la barbarie que hoy día presenciamos; es en esta disyuntiva entre la necesidad de un nuevo orden social y la preservación, por parte de algunos, del capitalismo, en que se cierne un aspecto de la problemática de la juventud, el de la “necesidad de una orientación común a todos quienes forman la nueva generación”.
Esa necesidad de una orientación común, obedece a las condiciones materiales en que la nueva generación se desarrolla, en el caso de México, un país capitalista subordinado a países capitalistas imperialistas, el paso necesario para la construcción de una sociedad socialista, está en luchar por la plena independencia económica y política de México, y esto lo podemos puntualizar hoy como la lucha contra el imperialismo y su política neoliberal.
La juventud en México tiene el deber histórico de lograr la plena independencia de nuestro país, este 2018 tenemos una gran oportunidad de avanzar hacia tal sentido, apoyar el Proyecto Alternativo de Nación que lidera Andrés Manuel López Obrador, como proyecto que busca recuperar las áreas estratégicas de la economía privatizadas durante la larga noche neoliberal, será un paso necesario en la construcción de una sociedad superior. “Porque no es cierto que el socialismo se empieza a construir sólo desde el momento en que la clase trabajadora, manual e intelectual, asume el poder. En el seno del régimen capitalista, y especialmente en un país como el México de hoy, se crean y se deben impulsar con todo vigor las formas de producción y las instituciones que rompen con la ideología y con los métodos originales del capitalismo, premisas para el advenimiento de la sociedad socialista” [7].
Este 2018 México necesita de una juventud con una orientación antiimperialista, antineoliberal y socialista
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