1/22/2018

Nos han quitado tanto, que hasta el miedo se llevaron


Marcela Guadalupe Zazueta Pillado*

Desde el 15 de abril de 2016 inicia nuestro viacrucis. Por no estar de acuerdo con la privatización de la educación, en Sonora a 46 maestros nos retiraron de nuestras escuelas como delincuentes utilizando gendarmería. Las imágenes están grabadas en la memoria de nuestros alumnos, padres de familia, compañeros de trabajo y en la nuestra. Un año después, en marzo 2017 fueron cesados otros siete profesores de una preparatoria de Navojoa, Sonora.
Los maestros estudiamos con muchos sacrificios económicos. Somos pueblo, creemos y estamos convencidos de que el crecimiento de un país depende de la preparación académica de nuestro pueblo. De ella queremos ser parte formando ciudadanos, desarrollando sus destrezas y habilidades para incorporarlos a la sociedad.
Después de nuestro cese, la vida sigue. Vivimos cada día en una situación inesperada. Nuestras familias no pueden entender por qué nos están tratando de esa manera, si somos maestros y no delincuentes, nos dedicamos a la enseñanza, y hemos brindando una vida entregada a nuestros alumnos y padres de familia. Lo hemos hecho con mucho gusto porque para eso estudiamos y nos preparamos constantemente.
La ambición de los empresarios y políticos por apoderarse de la educación pública fue el detonante para que nos reprimieran en Sonora, un estado en el que, según algunos medios de comunicación, no pasa nada. La realidad no es así. La mayoría de los maestros a los que obligaron a evaluarse están bien económicamente pero no emocionalmente. Se evaluaron en contra de su voluntad, solamente para darles de comer a sus hijos y creyendo que, con un verdadero cambio político este 2018, se acabará la reforma educativa y volverá la tranquilidad a sus vida.
Este sexenio la represión marcó las vidas de los 53 maestros cesados de Sonora y de todo el magisterio. En cada uno de nosotros hay sentimientos que a veces nos hacen sentir como boxeadores a punto de ser noqueados. Estamos viviendo una situación económica desastrosa, con gasolinazos, aumentos de los servicios y de la canasta básica. Nuestros hijos ven a su corta edad cómo las decisiones de las cúpulas del poder pueden hacer tanto daño.
Andar nuestro camino nos puso esta prueba tan fuerte e inesperada. Lo que no te mata te fortalece. Ahora nos disponemos a tomar ese poco o mucho aliento que nos queda para dar un golpe fuerte y contundente como lo sabemos hacer los trabajadores de la educación, con organización y el apoyo de nuestros compañeros, de padres de familia y de la sociedad en general.
Los maestros de Sonora acordamos en asamblea estatal realizar un plantón indefinido en la Secretaría de Educación de la entidad. Es que, como dijo el maestro Rosario Robles, cesado de Ciudad Obregón, el agua ya nos sobrepasó. Llevamos un proceso jurídico con el licenciado Raymundo So Urquijo y el pasado 5 de diciembre suspendieron la primera audiencia. Los maestros actuamos bajo la legalidad, pero las autoridades correspondientes buscan boicotearlo.
Así nos sucedió ya con las niñas que nos cesaron de las guarderías. Mi hija expulsada de la guardería fue reinstalada a los dos meses de su dimisión porque se ganó el amparo. Pero hasta para reprimir hacen mal las cosas. El juez ordenó la reinstalación de mi niña Karol Marcela Pacheco Zazueta, de dos años de edad cuando fue cesada de la guardería, por que se estaba violentando su derecho a recibir educación. La niña Selene Cebreros Vázquez, de tres años de edad, hija del maestro Alberto Cebreros y la maestra Selene Vázquez de Ciudad Obregón, Sonora, matrimonio de cesados que tratan de aferrarse a la venta de carnitas para sobrevivir, fue reinstalada hasta después de un año y cuatro meses de su expulsión.
Duele mucho cómo cada uno de los maestros cesados hemos tratado de incorporarnos en lo laboral. Mi compañero de escuela, el maestro Manuel Pérez, anda de pescador en el puerto de Yavaros, Sonora. Él no creía lo que nos sucedería con la reforma educativa, porque estaba seguro de que los maestros somos nobles y de buen corazón, y no creía que contra nosotros podía haber tanta maldad. Me entristezco cuando me dice que se tiene que ir en una embarcación durante meses porque no tiene cómo darles estudios y de comer a sus hijos.
Nosotros nacimos para ser maestros. Lucharemos por volver a nuestras escuelas porque nuestros alumnos y padres de familia nos esperan. Este 6 de febrero iniciaremos el plantón por tiempo indefinido e en la Secretaría de Educación y Cultura de Hermosillo, Sonora. Exigimos nuestra reinstalación. Y como ya casi estamos en huelga de hambre por lo que nos están haciendo vivir, le daremos su formalidad a la huelga de hambre en el plantón. Así haremos ver que no nos rendiremos hasta lograr nuestro objetivo.
*Doctorado en Administación Educativa

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