Lenguantes
Por: Dirce Navarrete Pérez*
Luego
de dos semanas, sigo sin poder digerir todo lo que experimenté en el
Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, convocado por las
mujeres zapatistas en diciembre del año pasado, allí empezó el viaje que
nunca más terminará.
La convocatoria y todo el encuentro fue un testimonio de la
experiencia de las zapatistas en la construcción de autonomía y
comunidad. En cada detalle se podían leer los principios zapatistas
manifestándose en sus formas de crear otras alternativas de mundo:
obedecer y no mandar, convencer y no vencer, proponer y no imponer,
construir y no destruir, representar y no suplantar, bajar y no subir,
servir y no servirse .
Para la historia quedarán todos los hermosos registros audiovisuales y
los escritos que muchas ya han hecho, todos vibrantes y llenos de amor.
Por mi parte, he terminado por decidirme a tratar de hablar de lo
potente y sanador del encuentro, pues es en mayor medida, de lo que mi
cabeza puede entender y mis palabras contar. Así que solo vengo a
compartir las preguntas que me han rondado estos días y que me han
llevado a cuestionarme mis formas de activar y luchar. Considero que
será necesario que empecemos a colectivizar para reflexionar y seguir el
encuentro.
Desde la convocatoria las compañeras zapatistas fueron claras al
proponer que, “el encuentro es para juntarnos como mujeres que luchan y
se rebelan contra el sistema capitalista y patriarcal”. En todo el
encuentro se estuvo reflexionando esta apuesta y en las palabras finales
se observó así: “Como ya lo vimos y escuchamos, que no todas están
contra el sistema capitalista patriarcal, pues respetamos eso y entonces
proponemos que lo estudiemos y discutamos en nuestros colectivos, si es
cierto que el sistema que nos imponen es el responsable de nuestros
dolores.”
Que la lucha contra el patriarcado es también contra el capitalismo,
parece tema superado, cuantimás si nos nombramos feministas, vamos
morras ¿a poco no lo tenemos bien claro? Pues me ha dado insomnio
pensando en que no. Que “patriarcado” y “capitalismo” han salido tanto
de nuestras bocas, que damos por hecho que todas estamos en contra de
estos sistemas, pero, parece que nos ha pasado como con las palabras
“empoderamiento”, o como con “juventudes”, apuestas políticas que ahora
aparecen en todo comunicado oenegero, así como en cualquier política
pública que quiera aparentar ser progresista, o en todo conmovedor
discurso en Naciones Unidas, pero que cada vez están más vacías de
contenido político. ¿Si me explico?
Entonces me acuesto pensando, ¿cuántas de nuestras acciones en contra
del patriarcado son realmente anticapitalistas? ¿cuántas de nuestras
formas activistas realmente están atentando contra el sistema
patriarcal? En nuestros mundos, que no son ni tantito cercanos al
contexto de las comunidades zapatistas, y en nuestros tiempos ¿cómo
podemos construir modos de lucha que al mismo tiempo atenten y erosionen
realmente estos sistemas de opresión? Sin caer en propuestas
“radicales” que se quedan a nivel individual, porque colectivizarlas
nada más no podemos, ¿cómo construimos autogestión? ¿cómo podemos
apostar en conjunto por la autonomía? ¿cómo la aterrizamos y la volvemos
práctica para no quedarnos encerradas en el discurso?
El capitalismo y el patriarcado son sistemas de muerte, por eso
“acordamos vivir, y como para nosotras vivir es luchar, pues acordamos
luchar cada quien según su modo, su lugar y su tiempo”. Pero, esto en
términos políticos ¿qué implica? Es una apuesta muy potente que, tal
como la aprendimos en el encuentro, tenemos que enfrentar conjuntamente.
¿Cómo le hacemos para que, con nuestra diversidad, podamos construir
estrategias que nos permitan el accionar político en conjunto?
El encuentro fue una enorme muestra de que es posible juntarnos como
mujeres y como feministas diversas, para construir la sororidad y la
colectividad, para compartir y regalarnos el baile, los juegos, la
poesía y el fuego de la digna rabia. Las zapatistas nos volvieron a
dejar claro que la competencia por ver quién es la mejor (ponga aquí el
adjetivo que quiera), sólo sirve al sistema capitalista y patriarcal,
pues lejos de estos sistemas de opresión, nadie gana. ¿Podemos en
nuestros mundos, nuestros tiempos y con nuestras formas, continuar con
esta apuesta por la articulación desde la diversidad?
Algo me queda claro, la lucha zapatista y la lucha feminista no
volverán a ser las mismas después de este suceso. Pienso, aunque con
temor a equivocarme, que en México ningún otro movimiento había logrado
juntar a más de 7 mil mujeres y feministas en un mismo lugar para llegar
a un acuerdo así de grande, así de profundo y político. Considero que
el zapatismo pudo ver la fuerza que ha retomado estos últimos años el
movimiento feminista y que las generaciones más jóvenes que quizá no
estábamos tan cercanas al EZLN, recobraremos con esto un nuevo aliento
de lucha.
Esto ya no puede parar, este fuego sólo crece. Los años que vienen
nos dejarán ver la potencia de estos movimientos haciendo posible, poco a
poco, un mundo donde caben muchos mundos.
*Dirce Navarrete Pérez es politóloga feminista @agateofobia_
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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