San Luis Potosí, SLP. El 15 de marzo, Diana, quien
se desempeña como reportera en uno de los medios de comunicación más
importantes del estado de San Luis Potosí, acudió al cajero electrónico
para retirar su salario; sin embargo, notó que el depósito que se le
hizo por esa quincena no estaba completo, sino que consistía únicamente
en la mitad de lo que percibe.
El rumor respecto a que la empresa estaba buscando reducir sus gastos
con cargo a la economía de sus reporteros había comenzado a circular
días antes, pero enterarse de un pantallazo en el cajero pegó duro en el
ánimo de la joven, quien, como muchos periodistas mexicanos, labora, ya
de por sí, en un entorno donde la media salarial apenas queda en 5 mil
300 pesos por mes, según la estimación al 11 de mayo de 2020 que exhibe
el portal global de búsqueda de empleo, Indeed.
“Nos dijeron que iba a ser la única vez, que es por la situación, que
no hay dinero, que la empresa está en números rojos pero que al menos
no iban a despedir a nadie”, relató. Diana reconoció que a raíz de la
noticia decidió limitar sus salidas para reportear en campo, pues en
muchas ocasiones los traslados requieren el uso de taxis u otros
servicios de transporte que de por sí en las condiciones regulares de
pago se hacen pesados. “A una compañera le estaban pagando solamente ¡el
25 por ciento de su salario!”
Trabajar sin contrato y sin prestaciones
El 1 de mayo de este año, el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) reveló que un 15.8 por ciento de las personas ocupadas
como periodistas o locutoras en México enfrenta la pandemia de COVID-19
sin contar, por lo menos, con un contrato que lo una a su centro de
trabajo; además, se expuso también que apenas un 66.4 por ciento cuenta
con algún tipo de prestación y, en un momento en que la salud es el
activo con mayor exposición al riesgo, solo 59.1 por ciento cuenta con
atención médica como parte de sus prestaciones laborales.
Es por eso que Daniela, corresponsal de un medio de comunicación
huasteco en la capital del estado, expuso su molestia y preocupación,
pues quien la emplea “quiere notas del día, con video, (y trabajamos)
sin viáticos, ni saldo, mucho menos celular y ni se diga de cubrebocas,
gel o guantes. Nada”.
Diana, por su parte, coincidió con Daniela en que los dueños de los
medios de comunicación, no sólo escatiman en apoyo para que sus
trabajadores se mantengan en activo, sino que mantienen el nivel de
exigencia e incluso, dado el flujo de información que ha traído consigo
la pandemia, el trabajo se ha incrementado.
Positivos al COVID
Justo el día de ayer, la organización suiza Campaña Emblema de Prensa
(Press Emblem Campaign/PEC), reveló que América Latina es la región del
mundo donde se han presentado más casos, en total 62, de personas
periodistas que perdieron la vida tras un diagnóstico positivo por
COVID-19. 13 de esos casos ocurrieron en México.
En San Luis Potosí, Magui López, reportera del diario “El Mañana de
Valles”, fue sometida al proceso para detectar COVID-19 el pasado 7 de
mayo, en Ciudad Valles. Días antes había estado haciendo coberturas en
calle y particularmente, recordó, realizó una transmisión en vivo desde
un tianguis a donde cientos de personas acudían sin que mediara
protocolo alguno para la prevención de contagios.
“Yo estuve trabajando desde el inicio de la pandemia; yo creo que al
inicio sin las medidas de precaución necesarias, hay que reconocerlo. Mi
jefe me insistía mucho: ‘ponte el cubreboca’ pero, insisto, hasta que
no te pasa, no la crees”.
“Los síntomas no me pegaron tan fuertes; yo comencé a sentirme mal un
miércoles. De hecho, no me presenté a trabajar y, de hecho, me
obligaron a que fuera al médico. Fui, pero había pacientes. Duré dos
horas y media afuera y mejor decidí retirarme porque dije, ‘me pega
dengue de tanto zancudo que hay’, ríe.
Finalmente, un día después fue ingresada al hospital. “Desde que
entras es un miedo. Te reciben doctores y enfermeras con sus trajes
completitos; sí te empiezas a poner de nervios. Yo sentía que no podía
respirar, pero no tan grave. Me dio una temperatura muy rara. A los
veinte minutos se me quitaba y luego bien fría. Altibajos feos, pero no
grave. (…) Te empiezan a hacer preguntas y pues la prueba es un cotonete
hasta la… nariz y otro en la boca. Doloroso, asco, todo. Duré un día
aislada”.
Aunque 12 días más tarde, durante los cuales se mantuvo completamente
aislada, Magui recibió la noticia de un diagnóstico negativo. No
soslaya que el trabajo periodístico seguramente la colocará de nuevo
frente al riesgo de contagio: “yo siempre he dicho que todo trabajo
tiene su riesgo y el de nosotros un poquito más, pero pues alguien tenía
qué hacerlo, ¿no?”.
La reportera huasteca aseguró que el medio de comunicación para el
que labora le ha proporcionado el equipo necesario para trabajar de
manera segura; sin embargo, su caso es excepcional.
De acuerdo con otros testimonios recolectados para este trabajo en
San Luis Potosí y con el secretario general del PEC, quien, en relación
con los casos en que el contagio ha derivado en el deceso de personas
periodistas, apuntó:
“Los trabajadores de los medios tienen un papel importante que
desempeñar en la lucha contra el coronavirus, tienen que informar sobre
la propagación de la enfermedad. Algunos murieron por falta de medidas
de protección adecuadas en el ejercicio de su trabajo”.
Censura y obstaculización en el trabajo periodístico
En el documento “Periodismo, libertad de Prensa y COVID-19”, emitido
por la UNESCO el 3 de mayo pasado, la organización reconoció que, entre
otros, un obstáculo que enfrentan las personas periodistas alrededor del
mundo es el impedimento para accesar a las fuentes de información.
La UNESCO citó que han sido documentados “140 casos de violaciones a
la libertad de prensa relacionadas con la pandemia del COVID-19,
incluyendo arrestos y cargos criminales, censura, restricciones al
acceso a la información, regulaciones excesivas sobre “noticias falsas” y
ataques verbales o físicos alrededor del mundo.
México no es la excepción y en latitudes menos expuestas, como el
interior del país, el funcionariado público, en algunas dependencias más
que en otras, ha representado un impedimento para que las personas
periodistas accedan a la información y la presenten ante la ciudadanía.
Diana, reportera desde hace varios años de la fuente local en la
capital de San Luis Potosí, denunció que desde que fueron suspendidas
las actividades en algunas dependencias públicas, se ha convertido en un
reto conseguir información oficial pues aunque algunos funcionarios se
muestran dispuestos a responder llamadas telefónicas, otros han
aprovechado la pandemia para poner distancia y evitar los
cuestionamientos de la prensa.
Si en la capital es difícil hacerse de información oficial, en zonas
como la Huasteca el reto es todavía mayor. “Andamos perreando la nota,
batallas un chingo para encontrar la información, sobre todo las
dependencias estatales”, relató Magui López quien ejemplificó que ni
siquiera la temporada de incendios forestales logró que el encargado de
la oficina de Comisión Nacional Forestal (Conafor) en esa zona del
estado se apersonara para informar a la ciudadanía, a través de los
medios.
Paradójicamente, mientras que las y los periodistas hacen lo posible
por buscar historias que contar -incluso desde el encierro, la
precarización laboral, o la censura- no pueden contar abiertamente la
suya, pues hacerlo, en muchos casos, significaría poner en riesgo su
fuente de trabajo en un momento de profunda incertidumbre laboral.
“También está la parte del miedo”, reconoció Diana, “¿y si no trabajo
y luego me corren? Entonces tratas de mandar tus notas, tus videos,
etcétera (…) Seguimos saliendo a la calle, seguimos entregando los
videos. Estoy resistiendo. Sobreviviendo”.
20/MJPZ/LGL
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