La devaluación hace crecer la deuda pública
Trump, se esfuma su relección
El debut del sub(riano)
En su informe de
resultados correspondiente a los meses de enero a abril de este año, la
Secretaría de Hacienda presenta un dato que atrae la atención:
La deuda neta del sector público se situó en 12 billones 361 mil millones de pesos, dice. La deuda neta incluye todo: gobierno central, Pemex, CFE y banca de desarrollo. La pregunta: ¿por qué creció si la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha rehusado consistentemente a tomar préstamos? En el reporte de 2008, la deuda neta sumaba 10 billones 829 mil 906 millones de pesos. Incluía –e incluye– un componente en dólares: 201 mil 307 millones. Al dispararse el precio del dólar, explica la Secretaría de Hacienda, la deuda en pesos automáticamente se incrementó a su nivel actual: más de 12 billones. Desde luego, también sube el pago de intereses, cuyo monto se acerca a un billón de pesos al año. El prianismo dejó en quiebra las finanzas públicas. De ahí la oposición de López Obrador a contraer más deuda, a pesar de la presión de algunos dirigentes del sector privado, cuyo interés consiste en que el gobierno tenga recursos para rescates empresariales.
Debuta el Frente AntiAmlo
El Frente Nacional AntiAMLO (FRENA), cuya creación
anunció recientemente el sub(riano) Pedro Luis Martín Bringas, ex
consejero del Grupo Soriana, debutó el sábado con manifestaciones no muy
concurridas en varias ciudades de la República. Hubo una petición
común: la renuncia inmediata del presidente López Obrador. No hubo
alteraciones al orden público, mas allá de los claxonazos de los
automóviles de los manifestantes. Muchas personas se manifestaron sin
cubrebocas, les estorbaban para gritar. En los meses que precedieron a
la elección de 2008, en el círculo cercano del lopezobradorismo, se
comentaba que la oposición probablemente reaccionaría con
manifestaciones públicas en su contra en caso de que ganara. Pero
triunfó en forma tan aplastante que la oposición quedó petrificada.
Reacciona un año y medio después, y en forma débil, como lo mostró el
sábado. En este punto, AMLO cuenta con tres apoyos muy importantes: sus
programas sociales –80 por ciento de la población estará incorporada a
alguno de ellos la próxima Navidad–, un reconocimiento internacional
claro, en particular su buena relación con el presidente Donald Trump,
que ha resultado una sorpresa, y la lealtad del Ejército y sus mandos
renovados. Eso no significa que la oposición no pueda crecer. Tiene poco
tiempo. Hay elecciones el próximo año en 15 estados y las encuestas
indican que en 14 ganará AMLO, a pesar del desorden en Morena.
Trump: la relección
Con el coronavirus lejos de ser contenido, 40 millones de
desempleados y la violencia convulsionando algunas ciudades, las
posibilidades de relección del presidente Trump parecen esfumarse. Una
encuesta llevada a cabo por el diario The Washington Post y ABC
News muestra que el electorado favorece con 53 por ciento al aspirante
del Partido Demócrata, Joe Biden, frente a 43 por ciento de Trump.
Informa el Post que el sondeo se llevó a cabo entre el 25 y el
28 de mayo con la participación de 1001 adultos, de los que 75 por
ciento fueron encuestados por teléfono celular. Las elecciones serán el
martes 3 de noviembre. Parece difícil que Trump consiga en cuatro meses
crear 40 millones de empleos, conseguir una vacuna y apaciguar las zonas
violentas de su país, pero sí puede recurrir a otros medios
impredecibles para ganar la elección.
Otra vez: oposición fallida
Fantasma del comunismo
Pifias de fondo y forma
Covid-19: riesgo de relajamiento
En busca de
reformulaciones mercadotécnicas que les permitan salir de un pasmo
operativo ya muy prolongado, casi los mismos organizadores de otras
protestas desangeladas contra Andrés Manuel López Obrador lanzaron una
nueva ofensiva, esta vez mediante caravanas de vehículos motorizados en
varias partes del país, con resultados numéricos igualmente escasos.
La incapacidad para dar cauce eficaz a las dudas, distanciamientos o
abiertos rechazos al presidente de la República y sus políticas
proviene, entre otras cosas, del desesperado acelere de sus principales
convocantes, los directivos de las agrupaciones denominadas Congreso
Nacional Ciudadano (CNC) y su más reciente reetiquetación, el Frente
Nacional antiAMLO (Frenaa).
La convocatoria a las movilizaciones de este sábado y, ya en menor
grado, el domingo, se hizo a partir de una premisa incendiaria pero
infundada, retorcida y, en tales condiciones, política y socialmente
improductiva: AMLO es un dictador comunista y la defensa de la patria
debe llevar a quitarlo del poder.
Una proclama así no logra prender masiva y organizadamente porque no
corres-ponde a la realidad percibida a nivel general en una sociedad en
la que, ciertamente, hoy hay menos adhesiones acríticas al obradorismo
y, al mismo tiempo, más observación y crítica a formas y fondo de
algunas de las aplicaciones políticas del gobierno federal, sobre todo
en las cúpulas empresariales y en la clase media.
Una década de publicar
Premiación al personal hospitalario
Una lotería interesante
Te he tratado de conectar por teléfono sin
conseguirlo, supuse que como cuando te conocí (con González Avelar), te
presentaste como el presidente de la Asociación Mexicana de Hipocondría
AC, sería totalmente explicable que en esta etapa cartujana que vivimos,
tú habrías incorporado a doña Susana Distancia hasta a la comunicación telefónica. Tengo muchos comentarios guardados (entre ellos el deceso de tu
adversariohistórico, así se dice ahora que ya oficialmente no existen los enemigos, ¿verdad?, pero para eso te enviaré un correo cuando me ratifiques tu dirección. Por ahora sólo quiero felicitarte porque de tantas opiniones, sugerencias, rogativas, reclamos que la columneta ha publicado en los pasados 10 años, jamás autoridad alguna te ha tomado en cuenta (conste que no me refiero a la multitud, como tú nos llamas irónicamente a tus lectores).
En la década que tienes de publicar (predicar) consejos,
admoniciones, rogatorias, sugerencias, opiniones y, alguna vez,
críticas, el espacio oficial te ha ignorado: en el ámbito gubernamental:
ni te ven, ni te oyen, menos te leen.
Rescatar la justicia
La última encuesta del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía indica que más de 68 por
ciento de la población considera que los jueces son corruptos, y que hay
muy poca confianza en la administración de justicia en el país;
independientemente de la indudable existencia de juzgadores honorables y
capaces en todos los niveles y estructuras judiciales, pero que, por
encontrarse en minoría, no han logrado modificar la percepción señalada.
El actual Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
que se ha caracterizado por su honradez y valentía para enfrentar esta
situación y esas malas prácticas largamente arraigadas, ha descalificado
contundentemente la corrupción y el nepotismo judicial, demostrándolo
en los hechos; mientras ha propuesto, ante el Poder Legislativo, cambios
fundamentales en la carrera judicial, en su capacitación, en la gestión
procesal, en los criterios aplicables y en la organización
institucional, así como en otros temas que ya se encuentran ante el
Congreso.
Si la gran mayoría de la población, así como quien preside el Poder
Judicial federal, coinciden en este diagnóstico, no se puede tener la
menor duda de que esta situación tan negativa es una realidad reconocida
e innegable; y, por tanto, es una obligación ética aportar capacidades y
experiencia para corregir esta grave crisis de justicia, ignorada
durante décadas, en razón de que ha funcionado como un contundente
instrumento de control y sujeción que el poder público ha utilizado
sobre una población abandonada e indefensa; y, por esas razones,
consideramos que deben tomarse en cuenta los siguientes cambios
prioritarios:
Frente a los resultados que ha dado el garantismo procesal, que
protege a los acusados ante el abuso de la autoridad y la ineptitud
oficial, ahora es indispensable equilibrar y fortalecer al sistema legal
para defender, con igual contundencia y prioridad, a las víctimas del
delito que, al día de hoy, son más de 36 millones de ofendidos en
materia penal, para quienes no existe, en la realidad cotidiana, ni
reparación del daño ni justicia alguna.
PIB, 1er trimestre 2020
El cálculo anual
del Producto Interno Bruto (PIB) en México es realizado desde 1943 y,
desde hace décadas, ha sido estandarizado en el mundo para posibilitar
su comparación internacional. Su objetivo es cuantificar el valor de la
producción de bienes y servicios, y sus variaciones (no más, no menos) a
fin de conocer el comportamiento de la economía nacional en su
totalidad, de sus grandes actividades, sectores y ramas, y determinar
así donde hay crecimiento, estancamiento o decrecimiento a fin de
orientar las políticas procedentes.
El PIB es por ello una estadística básica para conocer cómo marcha
una economía y tomar decisiones. Su medición no tiene ideología. Es una
medición cuantitativa y sólo eso. Ciertamente no es indicador del
desarrollo, de la distribución del ingreso y la riqueza, del avance o
retroceso social, ni del bienestar.
Visto así, el exhorto presidencial para una revisión de los
indicadores existentes (deficientes y deshilvanados) del desarrollo
social incluyendo un eventual indicador total del bienestar, cobra pleno
sentido, dado que efectivamente al neoliberalismo no le interesa en
absoluto el desarrollo social. De enorme importancia sería, por lo
tanto, que todo el aparato estatal y desde luego el INEGI se abocaran a
sistematizar y presentar datos estadísticos de alta calidad y
oportunidad sobre sus áreas de responsabilidad.
Para medir el bienestar, México requiere estadísticas precisas,
completas y oportunas sobre la distribución del ingreso, la
concentración de la riqueza, el empleo formal y las características de
la ocupación, el acceso a la salud, la educación y la seguridad social
(vivienda, pensiones), a los servicios básicos (agua potable,
electricidad, drenaje, telefonía, internet,...); a los niveles de
salarios e ingresos personales y de las empresas y su aportación fiscal;
también sobre la (in) seguridad física, económica y anímica de la
sociedad; y la calidad medioambiental, del aire, el agua y los
alimentos, de las cuencas hidrológicas, del procesamiento de la basura y
los desechos tóxicos,...; información estadística hay mucha pero
dispersa, parcial y poco útil para medir el bienestar social
Nueva normalidad
Pero el bicho sigue aquí
Con la nueva normalidad
se inicia el sexto mes de este agitadísimo año, y algunos ilusos creen
que todo está superado y lo peor de la pandemia quedó atrás. No es así,
de tal suerte que se mantienen el Quédate en Casa y el resto de las
medidas sanitarias conducentes, porque el bicho no se ha ido; de hecho,
lo más seguro es que se quede un buen rato y no hay que bajar la
guardia.
Al respecto, el subsecretario López-Ga-ttel ha sido puntual: la
“nueva normalidad no quiere decir salir a la calle a las actividades
habituales. Que quede clarísimo, tampoco es que comercios, negocios y
empresas pueden abrir. No, no. Donde hay semáforo rojo (…) sólo pueden
estar en función las actividades esenciales, incluyendo las tres nuevas,
como construcción, minería y el sector automotriz, nada más; la nueva
normalidad implica hacer cosas nuevas, que pongamos todos de nuestra
parte para que este retorno sea seguro, saludable y solidario”.
En este tenor, como bien lo advierte la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal), “la pandemia ha provocado una
conmoción en las sociedades y economías y obliga a ser más creativos,
aumentar el intercambio de experiencias, fortalecer el aprendizaje entre
pares y aprovechar el multilateralismo en un tiempo en que la
cooperación y la colaboración entre los actores es muy importante y en
el que nadie se salva solo. No hay país ni organismo internacional o de
cooperación que no haya cambiado su forma de operar.
La pandemia ha obligado a todos los actores a redefinir sus planes y
rencauzar los recursos disponibles para poner en el centro de su
accionar no ólo la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible; es decir,
avanzar hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental sin dejar a
nadie atrás, sino también las respuestas a la crisis sanitaria,
económica y social.”
Con la nueva normalidad, la economía poco a poco se reactivará, en el entendido de que la pandemia del Covid-19
impactó América Latina y el Caribe en un momento de debilidad de su economía y de vulnerabilidad macroeconómica. En el decenio posterior a la crisis financiera mundial (2010-2019), la tasa de crecimiento del PIB regional disminuyó de 6 a 0.2 por ciento; más aún, el periodo 2014-2019 fue el de menor crecimiento desde la década de 1950 (0.4). A medida en que la pandemia se propaga en la región, su caracterización como crisis sanitaria, económica y social es cada vez más evidente. La dimensión y la duración de sus efectos, si bien difíciles de cuantificar debido a la incertidumbre, comienzan a ser percibidas con claridad.
Blues
El grito colectivo de
furia que estalló en las calles de decenas de ciudades de Estados
Unidos en la última semana proviene de lo más hondo y antiguo de la
historia de este país, y es una expresión contemporánea, con tintes del
blues, de la acumulación de injusticias violentas que son parte integral
del american way of life.
Las escenas de violencia en las calles y los saqueos mostrados por
los medios estos días suelen ocultar el crimen real: la violencia
racista oficial sistémica contra minorías (los afroestadunidenses son
víctimas de balas policiacas dos veces más que los blancos) e
inmigrantes en el país más encarcelado del planeta, el saqueo económico
legaldonde sólo en 10 semanas de pandemia –mientras más de 40 millones perdieron su empleo– unos cuantos multimillonarios compartieron ganancias de más de 400 mil millones de dólares, y en el país más rico del mundo, uno de cuatro niños podrían padecer hambre este año, entre otros delitos.
Todo esto ha quedado al descubierto con los resultados del manejo
político criminal de la pandemia (más de 80 mil de los 100 mil muertos
podrían haberse salvado) y la crisis económica que afecta de manera
desproporcionada a afroestadunidenses, latinos y pobres. Las condiciones
socioeconómicas y el resultado de cuatro décadas de neoliberalismo está
matando a muchos miles más de afroestadunidenses y latinos que la
policía, y asfixiando la vida de millones de trabajadores de todas las
razas.
El reverendo Martin Luther King concluyó que no se podía hablar de
racismo sin hablar de la injusticia económica y el fin de políticas
imperiales (como la guerra de Vietnam en ese tiempo), algo que sigue
vigente más de 50 años después.
En los años 60 con revueltas en los guetos de varias ciudades, King
comentó que le habían solicitado hacer un llamado contra los actos
violentos de los manifestantes y respondió que
sabía que nunca más podría alzar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos sin antes haber hablado claramente sobre el mayor provedor de la violencia en el mundo actual: mi propio gobierno.
Creo que estamos atestiguando Estados Unidos como un experimento social fallido, comentó el intelectual afroestadunidense Cornel West, profesor de filosofía en Princeton y Harvard, hace un par de días.
Doy gracias a Dios de que la gente esté en las calles. Imagínate que este tipo de linchamiento ocurriera (en referencia al asesinato de George Floyd en Minneapolis que detonó esta ola de protestas) y que la gente se quedara indiferente.
Editorial La Jornada
Se acopló ayer a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) la cápsula tripulada estadunidense Crew Dragon, lanzada el sábado e impulsada por el cohete Falcon 9, ambos propiedad de la empresa SpaceX, del magnate de origen sudafricano Elon Musk.
Piden traer a 3 alumnos varados en Argentina
Secretaría de Relaciones
Exteriores: el mundo enfrenta una crisis de salud debido al Covid-19, y
ante las medidas tomadas por los países, tres estudiantes de la Facultad
de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México están
varados en Buenos Aires, Argentina.
En sólo 12 semanas el
Covid-19 es responsable de más de 100 mil muertes en Estados Unidos. La
cifra supera a la de los soldados de ese país que murieron en las
guerras de Vietnam, Irak y Afganistán. Quienes condujeron el destino
estadunidense en los años que duraron esos acontecimientos, admitieron
la gravedad de su responsabilidad por haber enviado a miles de soldados a
morir en ellos. Pero Donald Trump, después de ignorar las llamadas de
atención que desde enero le hicieron especialistas dentro y fuera de su
gobierno sobre la presencia y el peligro que entrañaba el Covid-19,
ahora dice no ser responsable por la devastación que ha ocasionado. Un
estudio de la Universidad de Columbia revela que se pudieron salvar
decenas de miles de vidas de haberse atendido los llamados de los
especialistas.
Ningún fenómeno
natural, político o social había puesto a prueba la capacidad de
respuesta del mundo en la historia moderna como la pandemia del
Covid-19, desafío monumental para los países desarrollados, más aún para
las economías emergentes y rezagadas. Hoy toca el turno de América
Latina, con un crecimiento exponencial en número de contagiados y de
muertos y sin la infraestructura hospitalaria y la fortaleza económica
para enfrentar el desafío. Hoy, más que nunca, la atención de la OMS
está centrada en esta parte del orbe.
En Estados Unidos
hoy se levanta el pueblo indignado no solamente a causa del cobarde e
indignante asesinato de un ciudadano afroestadunidense por un policía
blanco en Minneapolis, sino también por el fracaso de un sistema
neoliberal cada vez más injusto, excluyente, racista e imperial.
Es tiempo de acercarse, no de mantener distancia. Y eso puede cambiarlo todo.
Mientras en medio de la
emergencia sanitaria del Covid-19 millones de personas en el orbe,
presas de la desinformación y la manipulación e inoculadas por el miedo,
viven en un traumático confinamiento cuasi total –sometidas a
profilácticas medidas disciplinarias equivalentes al estado de sitio, la
ley marcial o el toque de queda−, se estaría desarrollando un proceso
totalitario de reingeniería social, cuyo objetivo fundamental sería
desencadenar una restructuración económica, social y política global,
que según algunas hipótesis será regida por un nuevo
gobierno mundial(o
soberanía supranacional), controlada por una élite de poderosos especuladores financieros y banqueros de Wall Street; las grandes firmas farmacéuticas y petroleras, incluidas sus fundaciones
filantrópicasy sus laboratorios de pensamiento ( think tanks); el complejo militar industrial; las grandes compañías tecnológicas digitales y los medios de comunicación corporativos.
El 16 de mayo se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Acuerdo del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) por el que se busca
garantizar la eficiencia, calidad confiabilidad, continuidad y seguridad del sistema eléctrico nacional. Por dicho acuerdo se suspendieron las pruebas preoperativas de las centrales fotovoltaicas y eólicas privadas. Y quedó sin efecto la autorización para establecer nuevas. El motivo:
disminución del consumo eléctrico debido al coronavirusy porque
la generación intermitente de las centrales eléctricas eólicas y fotovoltaicas privadas afectan la confiabilidad del Sistema Eléctrico Nacional.
El sentido y las
consecuencias del neoliberalismo, entendido de modo llano como el
predominio prácticamente exclusivo de los criterios del mercado en el
extenso campo de las condiciones económicas y sociales, está, como bien
se sabe, abiertamente cuestionado. Corresponde, ese sistema, a procesos
sociales complejos que representan un armazón que se ha tornado
altamente conflictivo. Las manifestaciones de ese conflicto son
múltiples.
Menos visible que las
acciones y experiencias bajo cuarentena en las ciudades, hay una
especie de contraacción en poblaciones periféricas, aún urbanas, que
minimiza, desafía y niega al coronavirus. ¿Cuánto hay ahí de meramente
irracional o ignorante y cuánto de resistencia, rebeldía contra un
pensamiento único ante eventos reales que nos pone a todos en la
estacada vida o muerte? Por lo percibido en ciudades grandes, donde
coexisten todos los estratos sociales –desde el ultramillonario hasta el
pobre o migrante que aterriza en cinturones de cartón y come basura–,
hay un componente de clase muy poderoso. La plebe urbana se irrita con
los ordenamientos oficiales y los cuidados obedientes de las clases
medias y ricachonas. Sabe, o al menos intuye, que para trabajadores y
trabajadoras la cuarentena resulta una simulación. Al cumplir sus
labores se exponen al contagio inevitablemente, incluso si se cuidan. En
la calle, el transporte, los sitios de trabajo, los mercados. Y así
devienen vectores potenciales que amenazan a quien cumple la cuarentena y
las nuevas reglas
normales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario