El desempeño virtuoso del youtuber, capaz de atrapar una sucesión de peces gordos con una carnada infalible, en tanto su competidor involuntario apenas acierta a una esporádica pesca exitosa, exacerba los ánimos de los dos en un duelo silencioso que es reflejo del impiadoso afán competitivo que suele privar en el mundo del espectáculo audiovisual y en la carrera por obtener el mayor número de likes y emoticones favorables de múltiples seguidores. Fuera de este terreno de éxito, donde los grandes peces devoran sin merced a los más pequeños, todo lo demás, todo lo que suele quedarse en las márgenes del triunfo, se vuelve sólo pesca barata, material humano desechable, pronto arrinconable en el campo de la frustración y el resentimiento social.
Lejos de apaciguar las tensiones entre Ho-Jun y Nam, la llegada de Hee-Jin (Leem Chae-young), una joven actriz amiga del cineasta, avivará y complicará la comedia de equívocos. Es notable la manera en que el cine francés, en especial el marcado por la vieja tradición de la nueva ola, sigue ganando inesperados adeptos entre algunos realizadores surcoreanos, como el ya mencionado Sang-Soo, y ahora Joong-ha Park. En Pequeños peces ronda todavía el gusto rohmeriano por las combinaciones del azar y la ironía de súbitas contrariedades afectivas. Detrás de la engañosa sencillez del relato, se produce un juego sutil entre realidad y ficción. Al espectador le queda el placer, o la desesperación, de unir los cabos sueltos de este relato caprichoso o de hilar las fantasías y frustraciones de cada protagonista en lo que semeja un rodaje virtual dentro de la filmación real de esta ópera prima. Un viejo juego de cine de autor que no ha perdido aquí un ápice de su atractivo formal ni de su finísima capacidad de intriga.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional Xoco a las 16:15 y 21 horas.
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