Escrito por Arantza Díaz

.-Ciudad
de México.- La teórica feminista Celia Amorós describió en 1994 que el
cuerpo y la sexualidad de las mujeres ha sido controlado a través de
normas morales, leyes sociales e instituciones como el matrimonio, todas
creadas por el sistema patriarcal. Dentro de este paradigma, la
sexualidad femenina ha sido objeto de dependencia; sólo obtener el
placer a través del otro y la exaltación constante de la relación
penetrativa, derivado de esto, nace el debate de la opresión sexual, el
falocentrismo y el mito de que el destino biológico – sexual de la mujer
es, única y exclusivamente, la penetración.
En aras de ampliar el debate, Cimacnoticias conversó
con la sexóloga Brisa Armenta para deshilar la idea de cómo las mujeres
pueden desafiar las normas tradicionales del placer sexual y encontrar
la liberación más allá de la cultura impuesta del falocentrismo. Y es
que, la discusión también apunta a una búsqueda de autonomía e incluso,
en un arma de autodefensa para erradicar la violencia no consentida
durante el sexo.
Uno de los apuntes esenciales, dice la
especialista, es la idea de que el placer sólo se centraliza en los
genitales, cuando el placer sexual puede llegar desde distintos espacios
como el tocamiento; nombrar esto también es promover una sexualidad más
diversa, particularmente, si se habla de aquellas personas que tienen
alguna disfunción – discapacidad que, con frecuencia, son colocadas como
asexuales, cuando en realidad, el placer llega desde conocer nuestro
cuerpo.
Entre otras de las ventajas prioritarias está el
consentimiento para las mujeres jóvenes, pues implica hacerles saber que
hay más alternativas que sólo el acto sexual, especialmente, para
aquellas que aún no desean dar ese paso, pero sí gozar del erotismo.
¿Por qué resulta un desafío quebrar estar normas sexuales?
Para Brisa Armenta, además de lo ya mencionado sobre desgenitalizar
el sexo, es fundamental que se pueda concebir distinto el placer y que
este es extensivo, es decir, que no empieza, ni termina sólo con la
penetración; implica una revolución de vivir en contacto con el cuerpo y
con la claridad suficiente de qué es el placer.
¿Cómo se puede lograr esto?:
La educación sexual inclusiva y feminista es un elemento
importantísimo, es hablar de la diversidad sexual y del orgasmo de las
mujeres. Es necesario que se promueva la autonomía y la agencia de las
mujeres, [tenemos que] dejar de creer que el otro debe darnos placer y
más bien, buscar el propio.
En «
Niñas en el 8M con la primera mujer presidenta: ¿En dónde estamos fallando?»
Cimacnoticias entrevistó a Juan Martín de la Red Tejiendo Infancias
quien apuntó a un fenómeno generalizado que ha documentado la
organización: La violencia en los primeros actos sexuales. El activista
refirió que, la edad promedio de inicio de vida sexual es a los 15 años y
la mayoría de las adolescentes refirió que fue un primer contacto
violento.
El especialista acotó que, de acuerdo a lo
documentado por la red, los primeros contactos con el sexo de los
adolescentes hombres es a través de la pornografía; videos, en extremo,
violentos donde se fuerza la penetración, la dominación y el sexo sin
preservativo. En relación con esto, las mujeres se relacionan a través
de un espacio de sumisión donde es su pareja quien lidera los encuentros
sexuales.
Sobre esto, la sexóloga sostiene que, de aquí deviene la
importancia de una educación sexual feminista donde las jóvenes tengan
el poder de la autonomía de saber en dónde quieren ser tocadas, cómo,
qué les produce placer y lo más importante: Que el sexo no es
penetración, ni violencia.
En añadidura, Brisa Armenta
recuerda que, con frecuencia, se desconoce que el tipo de placer es
proporcional a la diversidad de mujeres, es decir, no todas las mujeres
alcanzarán el placer a través de lo penetrativo, por el contrario, se
debe recordar que muchas mujeres no gozan de la penetración, por el
contrario, les resulta incómodo y/o doloroso, sin embargo, como el
sistema ha instaurado que la única manera de consumar el acto es a
través del coito, muchas de ellas, se ven forzadas a complacer a su
pareja, aun cuando la práctica les resulte violenta o dolorosa.
«Saber
que existe la diversidad de las mujeres y con ello, en su placer,
particularmente cuestionar estos valores culturales que se tienen
alrededor del placer sexual y cómo al final esto de tener una educación
falocéntrico nos limita a tener control de nuestros cuerpos, nos hace
creer que dependemos de algo penetrativo, aunque muchas mujeres no
gustan nada de la penetración y están constantemente haciéndolo porque
es lo que se espera de ellas, aunque no tengan placer.»
La
teórica feminista Marcela Lagarde ha sustentado que el cuerpo de las
mujeres persigue una ideología de dominación; es un cuerpo predestinado a
ser poseído, ocupado y apropiado a los hombres. Aún, cuando ya existe
una «valoración social negativa» a la violencia contra las mujeres, los
valores patriarcales se filtran a muchos otros espacios de la esfera
privada donde esta asimetría se ha normalizado, una de ellas, es la
sexualidad.
De esto se desprende la idea de que reconocer el
placer y el autoerotismo no es sólo una revolución individual, sino todo
un cambio de paradigma que impulsa la autonomía desde la adolescencia y
sería freno a las violencias que se experimentan en los primeros
encuentros sexuales. Como ya se apuntaba, una educación sexual con un
enfoque feminista sería una de las claves.
Olga Nelly Estrada e
Irma Ochoa de la Universidad Autónoma de Nuevo León, recuperan a Rosario
Castellanos en «Ficciones, realidades y utopías de la liberación sexual
de las mujeres», quien sostiene en «Mujer que sabe Latín» que,
“no es equitativo, luego no es legal, que uno sea dueño de su cuerpo y
disponga de él libremente, mientras el otro se reserva ese cuerpo no
para sus fines, sino para que en él se cumplan procesos ajenos a su
voluntad. En estos procesos ajenos subyace la construcción cultural de
las mujeres de ser seres-para-otros. En este caso, para reproducir vida y
cuidarla, o ser seres sexuales-para-dar placer a otros.
Despojarse el falocentrismo: Una práctica de autocuidado por la salud sexual
¿Qué
pasaría si se despojara la penetración como único valor del sexo? Para
Brisa Armenta, esto nos daría la oportunidad de que el placer sexual es
individual y diverso. Una primera herramienta que, incluso, pone en
jaque los valores patriarcales de la sumisión – dominancia en el sexo.
En
un idóneo, las mujeres, desde la adolescencia, explorarían su cuerpo,
serían consciente de los límites de su cuerpo y hasta dónde, otras
personas, deben trasgredir sus territorios. Sabrían que el placer no
emana de otros, sino de ellas mismas; no habría complacencias de ser
para otros, sólo la imperante necesidad del goce propio y por supuesto,
un arma poderosísima: El consentimiento.
«[El
sexo sin penetración] nos da la oportunidad de saber que el placer
sexual es individual: no buscarías iniciar tu vida sexual tan temprano
por querer experimentar, pues si una mujer viviera primero un contacto
sexual acorde a su edad, podría conocerse, saber sus límites de su
cuerpo para cuando decida llevar esto a la práctica con otra persona,
pueda tener las herramientas emocionales para relacionarse,
especialmente, el consentimiento.
[También] permitiría que no exista
esta urgencia por llegar a tener placer penetrativo cuando hay miles de
opciones más para vivir nuestra libido de manera independiente, esto
sumaría un montón, porque no nos meteríamos en violencias que pueden
surgir cuando somos muy jóvenes, nos permitiría cuidarnos
emocionalmente, tener mayor madurez y eso nos sumaría bastante, sobre
todo, en temas de violencia y salud sexual»
A estas alturas, se deben nombrar prácticas frecuentes que representan la coerción, como el stealthing,
la práctica de retirar el preservativo durante el encuentro sexual sin
el consentimiento de la otra persona; representa la violencia y una
amenaza a la salud reproductiva, teniendo como principal víctima, a las
mujeres. En México esta práctica no ha sido legislada para considerarla
dentro del Código Penal Federal como un acto de agresión sexual, sin
embargo, en muchos otros países, como España, esta práctica puede
implicar medidas de cárcel.
Sobre esta misma línea de
vulnerabilidad en la que oscila la penetración como causa última del
sexo heterosexual; la violencia de la pornografía y las prácticas de stealthing,
se recuerda que son las mujeres quienes tienden a vivir los mayores
picos de VPH, usualmente, contagiado por su pareja de hecho. Cifras que
se recrudecen entre las adolescentes y mujeres en contextos de
violencia, analfabetismo y pobreza.
Según la investigación
«Infección por virus del papiloma humano» de la Gaceta de Oncología de
la UNAM, existe una disparidad importante donde la región del norte
cuenta con menores tasas de mortalidad a causa del cáncer cervicouterino
derivado del VPH, mientras que el sur, destaca con una tasa de hasta
17.5 de tasa de mortalidad; 10 puntos porcentuales más que el norte.
Además,
las mujeres al sur de México tienen una mayor incidencia de infección
del VPH tipo 16 (con mayor probabilidad cancerosa) así como los
serotipos 58 y 18.
De estas prácticas y teniendo como
prioridad la salud sexual, resulta necesario que educación sexual
coloque al centro las prácticas penetrativas y, por el contrario, tenga
como eje rector impulsar el consentimiento, la libertad de los cuerpos y
la autonomía de las mujeres a través de la exploración, el autoerotismo
y el goce de su placer bajo una bandera concreta: No se depende de
nadie para gozar de nuestra libido.
El sexo sin penetración es un
paso desafiante que cuestiona el falocentrismo patriarcal, pero también,
que se retribuye en un autorreconocimiento del poder del cuerpo como
territorio, permite atenderlo, escucharlo y habitarlo desde la empatía,
la compasión y el amor.
De acuerdo con la Segunda Fase de
Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes
2021- 2024, el 14.7% de las mujeres de entre 20 y 24 años tuvieron su
primer encuentro sexual entre los 10 y los 14 años, a causa de
convencimiento, manipulación o abuso; un síntoma del despojo violento
que se ejerce contra la el cuerpo de las adolescentes.
La
autopropiedad del cuerpo es uno de los ejes más importantes para la
liberación, según expone la teórica feminista Josefina Brown. Reconocer
el placer, decidir sobre el sexo, la maternidad, la autoexploración, la
masturbación, la planificación familiar, las relaciones sexoafectivas,
priorizar la salud sexual y elegir cómo se conducirá nuestra corporeidad
en el mundo, es un acto político.
«El control del cuerpo y la
capacidad de las mujeres para decidir sobre sí mismas, es visto como el
elemento que permitiría la emancipación de las mujeres. La sujeción del
cuerpo de las mujeres a complejos mecanismos de prohibiciones, es punto
nodal sobre el cual se asienta el dominio patriarcal. Es un cuerpo mucho
más social que el de los varones, por cuanto, el cuerpo de las mujeres
resulta apropiado por el esposo, la familia, la iglesia, el Estado»
(Josefina Brown en Mujeres y ciudadanía en Argentina: debates teóricos y
políticos sobre los derechos NO reproductivos y sexuales)
Y a todo esto, ¿cómo lograr el sexo sin penetración?,
la sexóloga Brisa Armenta responde: Existen practicas diversas que nos
pueden producir placer, desde el sexting seguro, el tocamiento por
encima de la ropa, hay miles de juegos con exploración sensorial donde
hay que explorar los sentidos, eliminando, por ejemplo, el sentido de la
vista, colocando una venda en los ojos para activar el resto del cuerpo
y esto se pueden hacer diversos juegos, pasar cosas por ahí como
plumas, tocar, besar. También existen otros juegos sexuales, entre este
está el bondage, juegos con cera, cosas como comida o fruta, es muy
diverso que se puede hacer en pareja que va más allá de la penetración,
concluye la especialista.
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