Pedro Echeverría V.
1. Si no hubiera desempleo, miseria y salarios de hambre; pero tampoco empresarios explotadores y gobiernos multimillonarios y estúpidos, quizá no habrían secuestros ni asesinatos. Con ingresos seguros a los trabajadores y sin nadie enriquecido con probada capacidad económica para pagar rescates, los secuestros y asesinatos serían sólo para desequilibrados. Pero si ante nuestra vista tenemos a un pueblo en un 70 por ciento pobre y 40 por ciento miserable y al mismo tiempo a una clase social racista, que se enorgullece por sus posesiones, así como por seguir incrementando sus fabulosas riquezas, estos problemas (secuestros, asesinatos, robos, asaltos) continuarán sin duda. Por tanto, el asesinato del adolescente Fernando Martí, hijo de un poderoso empresario, (suceso ampliamente cacareado por los medios de información) así como los asesinatos de cientos de luchadores sociales por el gobierno, son efectos de este sistema capitalista que pone en primer lugar la acumulación de riquezas y poder.
2. En el sistema capitalista es legal (según sus leyes) acumular gigantescas riquezas mediante la explotación y los negocios; pero, por otro lado, también es legal (se permite) que la gente no tenga trabajo, ingresos ni qué comer. ¿Acaso no es esto extremadamente injusto? ¿Cómo puede permitirse que unas cuantas familias (no más de un 5 por ciento) tengan todo lo que quieran y el 40 por ciento de la población apenas tenga para malcomer y malvivir? ¿Quién hizo, quién puso de cabeza a esta maldita sociedad que ya lleva miles de años beneficiando a esclavistas, señores feudales, capitalistas e imperialistas? ¿Lo hizo el famoso Dios a propósito para castigar a los pecadores que no dan limosnas o dan muy poca? Parecería que en estas diferencias abismales de vida de clase social están las causas de las confrontaciones y todos esos problemas de los que siempre se queja la gente. Unos se enferman por comer y consumir como chinos y otros se enferman por no tener qué comer.
3. El coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, perteneciente a la “casta divina yucateca” (unión del alto clero y los viejos hacendados terratenientes) acaba de pedir “a nivel personal” la aprobación de la pena de muerte en México. Inmediatamente los medios de información encabezados por Televisa, TV Azteca y Radio Fórmula, así como los empresarios y el sector más reaccionario de la población (que sólo ha aprendido a repetir como loro lo que los medios aplauden) lanzaron campanadas de alegría para festejar al diputado que lleva 30 años (sexenio tras sexenio) ocupando cargos que ha negociado en el cieno de la “alta política”. Pero estos personajes exigen pena de muerte para los secuestradores de empresarios ricos y sus familiares, para los policías y personas de la delincuencia social. ¿Por qué guardan silencio ante los problemas que ocasionan esos delitos? ¿Por qué no hablan del crecimiento del desempleo, del alza de los precios y de la desesperación de la gente?
4. ¿Cómo pedir la pena de muerte contra un secuestrador en México si ésta no se ha aplicado contra Bush, Blair, Aznar, Pinochet, Videla, Uribe, los gobernantes de Israel, cuyos asesinatos por bombardeos e invasiones han sido en masa? Otra vez quiere repetirse la impunidad para los que ejecutan los crímenes de Estado y el castigo para los criminales comunes. En México se exige en los medios de información (y éstos arman una gran campaña) la pena de muerte contra el “mochaorejas”, el “mataviejitas” o la “robaniños”, pero el expresidente Fox y su familia, así como funcionarios del gabinete presidencial, gobernadores, los curas pederastas, pueden saquear el país, desaparecer miles de millones de pesos, dilapidar el prepuesto público o dañar a niños para toda la vida y, no sólo no los castigan, ni siquiera los investigan. ¿Es esta la justicia por la que claman en radio y televisión los locutores insulsos como López Dóriga, Loret de Mola, Gómez Leyva, Alatorre, Cárdenas, Ruiz Gilli o Sarmiento?
5. La pena de muerte, si acaso fuera necesaria, sólo puede aplicarse en tiempos de guerra y de revolución contra los enemigos probados del pueblo. De ninguna manera contra quienes se roban una gallina, una cartera o un anillo. Los enemigos del pueblo pueden identificarse claramente: son los que se aprovechan de una posición personal, de un poder, para pasar por encima de los derechos de los demás. No me imagino a Juárez perdonando a Maximiliano y a los líderes reaccionarios que lo trajeron a México en 1864; a Fidel Castro perdonando a los invasores de Playa Girón en abril de1962; a los allendistas perdonando al asesino golpista Pinochet; al pueblo argentino dejando sin castigo a los generales que impusieron la dictadura asesina en 1976 o a Hugo Chávez sin castigar a los que le dieron un golpe de Estado (de 48 horas) en abril de 2002. Pero en tiempos de paz sólo se aplica la pena de muerte en países que tiene un odio profundo hacia los de abajo: en EEUU contra las minorías (negros, mexicanos, marginados) aunque los verdaderos asesinos sean otros.
6. En México no pediría la pena de muerte contra quienes han mantenido a la población en la miseria, contra personajes como Fox y su familia, contra los multimillonarios mexicanos Slim, Bailleres, Zambrano, Salinas Pliego, Azcárraga, Aranburozavala, Roberto Hernández, Servije, Harp, Saba, Vázquez Raña, pero por lo menos hay que exigir con la mayor energía posible, que así como a la producción petrolera del país se le quita el 45 por ciento de sus ganancias para el presupuesto público, a ellos también se les quite el 45 por ciento de sus ingresos y propiedades para que en México se construyan las refinerías necesarias y se creen las fuentes de empleo que el pueblo tanto necesita. Sin embargo en vez de obligar a pagar impuestos acordes a sus ingresos (a esos personajes que pertenecen a las listas de los hombres más ricos del mundo) los gobiernos se ponen a sus órdenes para proteger sus extraordinarias ganancias. Pero no hay que olvidar que el sistema capitalista y sus leyes sirven para legalizar y garantizar la gran propiedad privada.
7. El gobierno ilegítimo de Calderón quiere aprovechar todo el ruido que realizan los medios de información alrededor del asesinato de Fernando Martí, para llevar “agua a su molino”. Busca desesperadamente un reconocimiento del PRD porque con ello Calderón alcanzaría enterrar su ilegitimidad. En este contexto habría que analizar a fondo lo que ha pasado en el país con la ocupación de varios estados de la República por decenas de miles de soldados del ejército con el pretexto de la persecución de narcotraficantes. El asunto es de suma gravedad y muy poco se ha hecho para analizar el problema. Han muerto miles de inocentes, además de soldados y narcotraficantes. Es urgente que los legisladores informan a los electores acerca de lo que sucede. Quizá sea ya necesario exigir que el ejército regrese a sus cuarteles y que se trace otra estrategia que permita acabar con el problema. La situación en México se ha complicado mucho en los últimos meses. Es urgente que la izquierda social comience a movilizarse porque casi nada se puede esperar de los partidos políticos electoreros.
pedroe@cablered.net.mx
1. Si no hubiera desempleo, miseria y salarios de hambre; pero tampoco empresarios explotadores y gobiernos multimillonarios y estúpidos, quizá no habrían secuestros ni asesinatos. Con ingresos seguros a los trabajadores y sin nadie enriquecido con probada capacidad económica para pagar rescates, los secuestros y asesinatos serían sólo para desequilibrados. Pero si ante nuestra vista tenemos a un pueblo en un 70 por ciento pobre y 40 por ciento miserable y al mismo tiempo a una clase social racista, que se enorgullece por sus posesiones, así como por seguir incrementando sus fabulosas riquezas, estos problemas (secuestros, asesinatos, robos, asaltos) continuarán sin duda. Por tanto, el asesinato del adolescente Fernando Martí, hijo de un poderoso empresario, (suceso ampliamente cacareado por los medios de información) así como los asesinatos de cientos de luchadores sociales por el gobierno, son efectos de este sistema capitalista que pone en primer lugar la acumulación de riquezas y poder.
2. En el sistema capitalista es legal (según sus leyes) acumular gigantescas riquezas mediante la explotación y los negocios; pero, por otro lado, también es legal (se permite) que la gente no tenga trabajo, ingresos ni qué comer. ¿Acaso no es esto extremadamente injusto? ¿Cómo puede permitirse que unas cuantas familias (no más de un 5 por ciento) tengan todo lo que quieran y el 40 por ciento de la población apenas tenga para malcomer y malvivir? ¿Quién hizo, quién puso de cabeza a esta maldita sociedad que ya lleva miles de años beneficiando a esclavistas, señores feudales, capitalistas e imperialistas? ¿Lo hizo el famoso Dios a propósito para castigar a los pecadores que no dan limosnas o dan muy poca? Parecería que en estas diferencias abismales de vida de clase social están las causas de las confrontaciones y todos esos problemas de los que siempre se queja la gente. Unos se enferman por comer y consumir como chinos y otros se enferman por no tener qué comer.
3. El coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, perteneciente a la “casta divina yucateca” (unión del alto clero y los viejos hacendados terratenientes) acaba de pedir “a nivel personal” la aprobación de la pena de muerte en México. Inmediatamente los medios de información encabezados por Televisa, TV Azteca y Radio Fórmula, así como los empresarios y el sector más reaccionario de la población (que sólo ha aprendido a repetir como loro lo que los medios aplauden) lanzaron campanadas de alegría para festejar al diputado que lleva 30 años (sexenio tras sexenio) ocupando cargos que ha negociado en el cieno de la “alta política”. Pero estos personajes exigen pena de muerte para los secuestradores de empresarios ricos y sus familiares, para los policías y personas de la delincuencia social. ¿Por qué guardan silencio ante los problemas que ocasionan esos delitos? ¿Por qué no hablan del crecimiento del desempleo, del alza de los precios y de la desesperación de la gente?
4. ¿Cómo pedir la pena de muerte contra un secuestrador en México si ésta no se ha aplicado contra Bush, Blair, Aznar, Pinochet, Videla, Uribe, los gobernantes de Israel, cuyos asesinatos por bombardeos e invasiones han sido en masa? Otra vez quiere repetirse la impunidad para los que ejecutan los crímenes de Estado y el castigo para los criminales comunes. En México se exige en los medios de información (y éstos arman una gran campaña) la pena de muerte contra el “mochaorejas”, el “mataviejitas” o la “robaniños”, pero el expresidente Fox y su familia, así como funcionarios del gabinete presidencial, gobernadores, los curas pederastas, pueden saquear el país, desaparecer miles de millones de pesos, dilapidar el prepuesto público o dañar a niños para toda la vida y, no sólo no los castigan, ni siquiera los investigan. ¿Es esta la justicia por la que claman en radio y televisión los locutores insulsos como López Dóriga, Loret de Mola, Gómez Leyva, Alatorre, Cárdenas, Ruiz Gilli o Sarmiento?
5. La pena de muerte, si acaso fuera necesaria, sólo puede aplicarse en tiempos de guerra y de revolución contra los enemigos probados del pueblo. De ninguna manera contra quienes se roban una gallina, una cartera o un anillo. Los enemigos del pueblo pueden identificarse claramente: son los que se aprovechan de una posición personal, de un poder, para pasar por encima de los derechos de los demás. No me imagino a Juárez perdonando a Maximiliano y a los líderes reaccionarios que lo trajeron a México en 1864; a Fidel Castro perdonando a los invasores de Playa Girón en abril de1962; a los allendistas perdonando al asesino golpista Pinochet; al pueblo argentino dejando sin castigo a los generales que impusieron la dictadura asesina en 1976 o a Hugo Chávez sin castigar a los que le dieron un golpe de Estado (de 48 horas) en abril de 2002. Pero en tiempos de paz sólo se aplica la pena de muerte en países que tiene un odio profundo hacia los de abajo: en EEUU contra las minorías (negros, mexicanos, marginados) aunque los verdaderos asesinos sean otros.
6. En México no pediría la pena de muerte contra quienes han mantenido a la población en la miseria, contra personajes como Fox y su familia, contra los multimillonarios mexicanos Slim, Bailleres, Zambrano, Salinas Pliego, Azcárraga, Aranburozavala, Roberto Hernández, Servije, Harp, Saba, Vázquez Raña, pero por lo menos hay que exigir con la mayor energía posible, que así como a la producción petrolera del país se le quita el 45 por ciento de sus ganancias para el presupuesto público, a ellos también se les quite el 45 por ciento de sus ingresos y propiedades para que en México se construyan las refinerías necesarias y se creen las fuentes de empleo que el pueblo tanto necesita. Sin embargo en vez de obligar a pagar impuestos acordes a sus ingresos (a esos personajes que pertenecen a las listas de los hombres más ricos del mundo) los gobiernos se ponen a sus órdenes para proteger sus extraordinarias ganancias. Pero no hay que olvidar que el sistema capitalista y sus leyes sirven para legalizar y garantizar la gran propiedad privada.
7. El gobierno ilegítimo de Calderón quiere aprovechar todo el ruido que realizan los medios de información alrededor del asesinato de Fernando Martí, para llevar “agua a su molino”. Busca desesperadamente un reconocimiento del PRD porque con ello Calderón alcanzaría enterrar su ilegitimidad. En este contexto habría que analizar a fondo lo que ha pasado en el país con la ocupación de varios estados de la República por decenas de miles de soldados del ejército con el pretexto de la persecución de narcotraficantes. El asunto es de suma gravedad y muy poco se ha hecho para analizar el problema. Han muerto miles de inocentes, además de soldados y narcotraficantes. Es urgente que los legisladores informan a los electores acerca de lo que sucede. Quizá sea ya necesario exigir que el ejército regrese a sus cuarteles y que se trace otra estrategia que permita acabar con el problema. La situación en México se ha complicado mucho en los últimos meses. Es urgente que la izquierda social comience a movilizarse porque casi nada se puede esperar de los partidos políticos electoreros.
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