Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
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“Que el fraude electoral jamás se olvide”
La semana pasada un grupo de importantes intelectuales se manifestó ante la opinión pública, mediante un desplegado periodístico titulado “No a la Generación del No”. Su importancia hace mérito al estudio de su propuesta y a posicionarse ante ella. Procedo.
Para cerrar. No acostumbro acudir a la descalificación de quienes opinan de manera diferente a la mía pero, en este caso no la puedo dejar pasar. Los responsables de la publicación del manifiesto son Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín, autores también de la propuesta que, entre otras linduras, promueve la anexión de México a los Estados Unidos y que ya comenté en estas páginas. Castañeda es responsable de la destrucción del prestigio de México en el ámbito internacional, como secretario de relaciones exteriores de Fox. Aguilar Camín cuenta en su brillante curriculun el haber sido el intelectual orgánico del tenebroso Carlos Salinas, tapadera de todas sus trapacerías. De Castañeda habrá que agregar su membrecía en el club del No: fue él quien en 2005 declaró públicamente que a López Obrador habría que pararlo a “como dé lugar”, lo que para algunos significó una invitación al magnicidio o, por lo menos, la legitimación del fraude electoral ¡El gran demócrata! ¡Desvergonzado!
1.- El documento inicia con una aseveración confusa: “Trece años llevan detenidas las reformas de fondo que el país necesita”. ¿Cuáles reformas? La derecha tiene su catálogo de reformas neoliberales pendientes, como también lo tiene la izquierda en sentido diametralmente opuesto. En tanto que intelectuales, los firmantes tendrían que honrar su función de ilustración a la sociedad y no caer en la ambigüedad.
2.- Se refieren a la propuesta de reforma política de Calderón –materia central del manifiesto- como amenazada por la parálisis legislativa y, con un sesgo impropio de un intelectual respetable, formulan la sospecha de si el rechazo obedece a que, por primera vez, la propuesta está diseñada para beneficiar al ciudadano y no a los partidos. Tendrían que explicar en qué se beneficia al ciudadano. ¿Con la reelección de legisladores y ediles? o ¿Con candidaturas por fuera de los partidos? A simple vista este humilde servidor no encuentra el tal beneficio. ¿Por qué no mejor se propone que el régimen de partidos se corrija para impedir su burocratización?
3.- Dicen los intelectuales que la propuesta significa el mayor cambio político desde 1994 y, sobretodo, que es la llave para introducir cambios mayores en otros ámbitos: económico, social, internacional, jurídico y de seguridad. Seguramente no les pareció importante la reforma de 2007 que dispuso un principio de control de la intervención de los poderes fácticos y mediáticos en los procesos electorales. Como no me las doy de intelectual me puedo permitir la sospecha: ¿Será que no les gustó que le quitaran el negocio a Televisa y TV Azteca?
4.- Para rematar, los manifestantes sugieren: “amigos legisladores: aprueben las reformas y demos inicio al debate de fondo”. Aunque usted no lo crea, la cita es textual. En lenguaje llanero: como cuates, no la hagan de tos con las reformas y luego platicamos de lo que quieran. ¿No será que lo que hay que debatir son precisamente las dichas reformas?
Francamente y a despecho de ser incluido en la “generación del No”, lamento el desperdicio de espacio y de nombres respetables –muchos de ellos- que accedieron a firmar tan deleznable documento. Yo, tal como reza el título de este artículo, me declaro por el “SI a la generación del NO”. Mis argumentos:
1.- Coincido con el manifiesto en el hecho de que México está entrampado, pero somos muchos los que consideramos, y lo hemos argumentado y demostrado, que ello obedece a la adopción de un modelo depredador desde hace más de veinte años, justamente el de las llamadas “reformas estructurales y de fondo”. Somos los que no supimos o no pudimos decir que no a quienes, desde Miguel de la Madrid y Salinas, aceptaron, sin mayor negociación y menos patriotismo, las recetas impuestas por el FMI, el BM y la OMC para desmantelar al estado y hacerlo abandonar su responsabilidad en la conducción de la economía en beneficio de la población. Con Zedillo, Fox y Calderón se ha mantenido el mismo designio neoliberal y nuestra insuficiente capacidad para cancelarlo. Todos esos atropellos a la vigencia del estado nacional fueron, voluntaria o involuntariamente, aceptados por una generación del Sí, la que ha venido decayendo en la medida que se ha cobrado conciencia de la perversidad del modelo. El No resulta obligado.
2.- También coincido con esos intelectuales que afirman que la generación del No “tiene detenido a México”. En efecto, de haberse aprobado todas las iniciativas de nuestros ilustres gerentes presidenciales, ya no habría quedado nada para rescatar al país. Desde la calle, con tomas de tribunas y, cuando ha habido oportunidad, en el debate parlamentario, hemos podido detener a México en su caída a la debacle. Pero, además, la lucha se da en afirmativo, con la bandera del Proyecto Alternativo de Nación.
3.- Desde luego que la propuesta de reforma política que defienden facilitaría la aprobación de las otras reformas que les interesan. Con ello me dan motivo más que suficiente para rechazarla. No podemos permitir que impongan su reforma laboral, ni la privatización de las empresas nacionales de la energía, ni el IVA en alimentos y medicinas.
Para cerrar. No acostumbro acudir a la descalificación de quienes opinan de manera diferente a la mía pero, en este caso no la puedo dejar pasar. Los responsables de la publicación del manifiesto son Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín, autores también de la propuesta que, entre otras linduras, promueve la anexión de México a los Estados Unidos y que ya comenté en estas páginas. Castañeda es responsable de la destrucción del prestigio de México en el ámbito internacional, como secretario de relaciones exteriores de Fox. Aguilar Camín cuenta en su brillante curriculun el haber sido el intelectual orgánico del tenebroso Carlos Salinas, tapadera de todas sus trapacerías. De Castañeda habrá que agregar su membrecía en el club del No: fue él quien en 2005 declaró públicamente que a López Obrador habría que pararlo a “como dé lugar”, lo que para algunos significó una invitación al magnicidio o, por lo menos, la legitimación del fraude electoral ¡El gran demócrata! ¡Desvergonzado!
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