Julio Hernández López: Astillero
No me defiendas, comadre. Que dice la siempre calculadora Hillary que en México y Centroamérica la amenaza de las redes del narcotráfico se transforma o hace causa común con lo que se podría considerar una insurgencia (in some cases, morphing into or making common cause with what we would consider an insurgency: parte casi final de Hillary Clinton en conversación en Washington, disponible en http://bit.ly/ao7jZq con miembros del Council of Foreign Relations, a pregunta de Carla Hills).
Notabilísimo grado superior: ya no delincuencia, sino insurrección que Estados Unidos se siente llamado a combatir, sobre todo teniendo como referente lo sucedido con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que al mismo tiempo o en distintos momentos llegaban a tener bajo su control hasta 40 por ciento del territorio de su país, según el preocupado diagnóstico de la jefa de la diplomacia mundial intrusiva. Espejo humeante de 20 años atrás utilizado por la secretaria gringa de Estado para advertir que el narco mexicano es un peligro para el continente, en particular Centroamérica, y sobre todo para los intereses estadunidenses, siempre listos a intervenir con sus iniciativas para que los incendios ajenos acaben asando sabrosamente sus bombones imperiales.
Obviamente, los representantes precolombianos pegaron el grito en la Siedo: nada de que México se parece cada vez más a la nación sudamericana emblemática, falso que la aparición de coches bomba tenga algo que ver con insurgencia o insurrección, mentira que deba pensarse en México en métodos parecidos a los usados en Colombia para enfrentar el problema que aquí sí se está combatiendo a tiempo. La canciller, Patricia Espinosa, y el vocero del gobierno federal para condolencias y partes informativos relacionados con el narcotráfico, Alejandro Poiré, pusieron todo de su parte para tratar de convencer con sus palabras optimistas al receloso público nacional e internacional. Pero la esposa de Bill ya había dejado encajada la daga de las similitudes del México de hoy con la Colombia de dos décadas atrás. E incluso habló de que es necesario encontrar equivalentes del Plan Colombia para aplicarlos en México, Centroamérica y el Caribe. En México, en realidad, no hay nada qué buscar: está en marcha el caballo de Troya denominado Iniciativa Mérida que es una variante, sin presencia armada explícita de gringos, del ahora tan invocado Plan Colombia.
Mala jugada declarativa de la mujer pegada a una sonrisa plástica, pues desnudó de golpe las sabidas, pero nunca antes confesas intenciones del belicismo calderónico, manejado desde el Pentágono, de usar la presunta guerra contra el narcotráfico como una operación apenas encubierta contra oposiciones e insurgencias. No es solamente la batalla armada contra un negocio de drogas, que muy bien podría seguir durmiendo el sueño de los injustos (pero bien apalabrados), como sucedió durante el jurásico priísta y podría seguir durante el kinderato panista, sino el emplazamiento de fuerzas represivas ante la inconformidad social acumulada, ante los anunciados brotes de violencia politizada a los que las efemérides de siglos convocarían, ante la oposición creciente que en el país se ha ido dando, y ni siquiera por estrictas razones electorales, partidistas o políticas, sino por la miseria extrema, por la desigualdad económica ofensiva, por la inviabilidad humana de decenas de millones de seres, por la condena en vida a una existencia sin esperanza, por la creación diaria de los ejércitos del resentimiento que hoy van explotando al amparo del nuevo poder que cree reivindicarse mediante la crueldad y la destrucción, en esta historia del abatimiento de la institucionalidad mexicana no por la vía de los caminos ortodoxos, en los que cabría incluso la guerrilla tradicional, sino por la irrupción salvaje de las hordas que mezclan el tráfico de drogas y otras formas delincuenciales con la revancha y el odio sociales.
Calderón, pues, ha seguido las instrucciones marciales de Washington desde los primeros días de su imposición en Los Pinos, creando las condiciones de extrema descomposición del de por sí raído y roído aparato institucional mediante su guerra sin sentido y sin victoria posible (¿contener a balazos la oferta mexicana de lo que plácidamente consumen los gringos?). Calderón buscó legitimidad entre el estruendo mortal, haciéndose cuando menos de alguna bandera aunque esta fuera fúnebre, pero además de esos motivos, relacionados con su pecado electoral de origen, emplazó sus fuerzas militares –su única base posible, su único sostén alcanzable– a lo largo del país por si es necesario dar continuidad obligada a los planes del neofranquismo pinolero, de la transexenalidad patriótica, del seguir en el poder haiga de ser como haiga de ser.
Astillas
Mientras el país se estremece, Felipe Calderón pierde el título de presidente ante Twitter porque esta firma no lo quiso legitimar. La increíble historia de pastelazos cibernéticos comenzó porque el ocupante de Los Pinos no pudo recordar la contraseña que había usado al abrir su cuenta @presidente_FCH y ante lo cual acudió a Twitter en busca de ayuda, como puede verse en http://bit.ly/bhxxh9 y a partir de lo cual no le quedó más que aceptar el dictamen adverso del TwIFE, perdón, del Twitter, y cambiar a @FelipeCalderon, ya sin el perdido carácter de presidente. En la comedia de enredos tecnológicos, la cuenta original, @presidente_FCH fue ocupada por un Juan Pérez que duró unas horas en posesión del título no reconocido, hasta que fue desalojado para dejar solamente el nombre de la discordia. En la madrugada, compareció ante el honorable Congreso del Tuiter la jefa de comunicación social de Los Pinos, @asota, para explicar que la cuenta válida, ya verificada, es @FelipeCalderon.
Y, mientras Quique y la Gaviota se casan a finales de año, según el contrayente, y César Nava y Patylú el próximo dos de octubre, ¡hasta mañana, con el platillo del día: Cordero económico a la San Lázaro!Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
No me defiendas, comadre. Que dice la siempre calculadora Hillary que en México y Centroamérica la amenaza de las redes del narcotráfico se transforma o hace causa común con lo que se podría considerar una insurgencia (in some cases, morphing into or making common cause with what we would consider an insurgency: parte casi final de Hillary Clinton en conversación en Washington, disponible en http://bit.ly/ao7jZq con miembros del Council of Foreign Relations, a pregunta de Carla Hills).
Notabilísimo grado superior: ya no delincuencia, sino insurrección que Estados Unidos se siente llamado a combatir, sobre todo teniendo como referente lo sucedido con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que al mismo tiempo o en distintos momentos llegaban a tener bajo su control hasta 40 por ciento del territorio de su país, según el preocupado diagnóstico de la jefa de la diplomacia mundial intrusiva. Espejo humeante de 20 años atrás utilizado por la secretaria gringa de Estado para advertir que el narco mexicano es un peligro para el continente, en particular Centroamérica, y sobre todo para los intereses estadunidenses, siempre listos a intervenir con sus iniciativas para que los incendios ajenos acaben asando sabrosamente sus bombones imperiales.
Obviamente, los representantes precolombianos pegaron el grito en la Siedo: nada de que México se parece cada vez más a la nación sudamericana emblemática, falso que la aparición de coches bomba tenga algo que ver con insurgencia o insurrección, mentira que deba pensarse en México en métodos parecidos a los usados en Colombia para enfrentar el problema que aquí sí se está combatiendo a tiempo. La canciller, Patricia Espinosa, y el vocero del gobierno federal para condolencias y partes informativos relacionados con el narcotráfico, Alejandro Poiré, pusieron todo de su parte para tratar de convencer con sus palabras optimistas al receloso público nacional e internacional. Pero la esposa de Bill ya había dejado encajada la daga de las similitudes del México de hoy con la Colombia de dos décadas atrás. E incluso habló de que es necesario encontrar equivalentes del Plan Colombia para aplicarlos en México, Centroamérica y el Caribe. En México, en realidad, no hay nada qué buscar: está en marcha el caballo de Troya denominado Iniciativa Mérida que es una variante, sin presencia armada explícita de gringos, del ahora tan invocado Plan Colombia.
Mala jugada declarativa de la mujer pegada a una sonrisa plástica, pues desnudó de golpe las sabidas, pero nunca antes confesas intenciones del belicismo calderónico, manejado desde el Pentágono, de usar la presunta guerra contra el narcotráfico como una operación apenas encubierta contra oposiciones e insurgencias. No es solamente la batalla armada contra un negocio de drogas, que muy bien podría seguir durmiendo el sueño de los injustos (pero bien apalabrados), como sucedió durante el jurásico priísta y podría seguir durante el kinderato panista, sino el emplazamiento de fuerzas represivas ante la inconformidad social acumulada, ante los anunciados brotes de violencia politizada a los que las efemérides de siglos convocarían, ante la oposición creciente que en el país se ha ido dando, y ni siquiera por estrictas razones electorales, partidistas o políticas, sino por la miseria extrema, por la desigualdad económica ofensiva, por la inviabilidad humana de decenas de millones de seres, por la condena en vida a una existencia sin esperanza, por la creación diaria de los ejércitos del resentimiento que hoy van explotando al amparo del nuevo poder que cree reivindicarse mediante la crueldad y la destrucción, en esta historia del abatimiento de la institucionalidad mexicana no por la vía de los caminos ortodoxos, en los que cabría incluso la guerrilla tradicional, sino por la irrupción salvaje de las hordas que mezclan el tráfico de drogas y otras formas delincuenciales con la revancha y el odio sociales.
Calderón, pues, ha seguido las instrucciones marciales de Washington desde los primeros días de su imposición en Los Pinos, creando las condiciones de extrema descomposición del de por sí raído y roído aparato institucional mediante su guerra sin sentido y sin victoria posible (¿contener a balazos la oferta mexicana de lo que plácidamente consumen los gringos?). Calderón buscó legitimidad entre el estruendo mortal, haciéndose cuando menos de alguna bandera aunque esta fuera fúnebre, pero además de esos motivos, relacionados con su pecado electoral de origen, emplazó sus fuerzas militares –su única base posible, su único sostén alcanzable– a lo largo del país por si es necesario dar continuidad obligada a los planes del neofranquismo pinolero, de la transexenalidad patriótica, del seguir en el poder haiga de ser como haiga de ser.
Astillas
Mientras el país se estremece, Felipe Calderón pierde el título de presidente ante Twitter porque esta firma no lo quiso legitimar. La increíble historia de pastelazos cibernéticos comenzó porque el ocupante de Los Pinos no pudo recordar la contraseña que había usado al abrir su cuenta @presidente_FCH y ante lo cual acudió a Twitter en busca de ayuda, como puede verse en http://bit.ly/bhxxh9 y a partir de lo cual no le quedó más que aceptar el dictamen adverso del TwIFE, perdón, del Twitter, y cambiar a @FelipeCalderon, ya sin el perdido carácter de presidente. En la comedia de enredos tecnológicos, la cuenta original, @presidente_FCH fue ocupada por un Juan Pérez que duró unas horas en posesión del título no reconocido, hasta que fue desalojado para dejar solamente el nombre de la discordia. En la madrugada, compareció ante el honorable Congreso del Tuiter la jefa de comunicación social de Los Pinos, @asota, para explicar que la cuenta válida, ya verificada, es @FelipeCalderon.
Y, mientras Quique y la Gaviota se casan a finales de año, según el contrayente, y César Nava y Patylú el próximo dos de octubre, ¡hasta mañana, con el platillo del día: Cordero económico a la San Lázaro!Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero
Los diputados priístas presentaron una iniciativa a su Cámara con el fin de que el IVA baje un punto porcentual el año próximo. Volvería a 15 por ciento y a 10 en la frontera, que estuvieron en vigor hasta diciembre. ¿Pretenden ganar nuestro aplauso? Tal vez confían en la desmemoria colectiva, ese concepto raro que parece sacado de algún texto de Jung o Freud. Suponen que los contribuyentes ya olvidamos que el año pasado votaron a favor no sólo del aumento del IVA, también del impuesto sobre la renta y el nuevo gravamen de las telecomunicaciones. Nos golpearon sin piedad, cuando un millón de mexicanos perdía su empleo y millares de negocios bajaban la cortina, en el remolino de la peor crisis de los últimos tiempos. ¿Cómo olvidar que aquella noche de la votación un grupo de diputados perredistas y petistas, del ala lopezobradorista, tomó la tribuna de San Lázaro para impedirlo? Y que más de 30 priístas se insubordinaron a la consigna de Francisco Rojas. Fue un desafío valiente porque Beatriz Paredes se paseaba vigilante por el recinto para que no fueran a salirse del huacal sus diputados. Luego vendría el penoso espectáculo del reparto del botín, los gobernadores metiendo la mano al presupuesto para sacar el pedazo grande. Y ahora que, según el presidente Calderón, la economía está volviendo a crecer, y no obstante que nos dijeron que el aumento de los impuestos era una medida de emergencia, temporal, resulta que los señores del PRI sólo proponen la mezquindad de que baje un punto porcentual el IVA. ¡Vaya miseria! Temo que el aumento del año pasado al impuesto sobre la renta, al IVA y el nuevo gravamen a las telecomunicaciones llegaron para quedarse. Igual ha sucedido con la tenencia, nos dijeron que sería una ayudita para costear los gastos de los Juegos Olímpicos del 68, han transcurrido más de 40 años y aquí sigue.
Los diputados priístas presentaron una iniciativa a su Cámara con el fin de que el IVA baje un punto porcentual el año próximo. Volvería a 15 por ciento y a 10 en la frontera, que estuvieron en vigor hasta diciembre. ¿Pretenden ganar nuestro aplauso? Tal vez confían en la desmemoria colectiva, ese concepto raro que parece sacado de algún texto de Jung o Freud. Suponen que los contribuyentes ya olvidamos que el año pasado votaron a favor no sólo del aumento del IVA, también del impuesto sobre la renta y el nuevo gravamen de las telecomunicaciones. Nos golpearon sin piedad, cuando un millón de mexicanos perdía su empleo y millares de negocios bajaban la cortina, en el remolino de la peor crisis de los últimos tiempos. ¿Cómo olvidar que aquella noche de la votación un grupo de diputados perredistas y petistas, del ala lopezobradorista, tomó la tribuna de San Lázaro para impedirlo? Y que más de 30 priístas se insubordinaron a la consigna de Francisco Rojas. Fue un desafío valiente porque Beatriz Paredes se paseaba vigilante por el recinto para que no fueran a salirse del huacal sus diputados. Luego vendría el penoso espectáculo del reparto del botín, los gobernadores metiendo la mano al presupuesto para sacar el pedazo grande. Y ahora que, según el presidente Calderón, la economía está volviendo a crecer, y no obstante que nos dijeron que el aumento de los impuestos era una medida de emergencia, temporal, resulta que los señores del PRI sólo proponen la mezquindad de que baje un punto porcentual el IVA. ¡Vaya miseria! Temo que el aumento del año pasado al impuesto sobre la renta, al IVA y el nuevo gravamen a las telecomunicaciones llegaron para quedarse. Igual ha sucedido con la tenencia, nos dijeron que sería una ayudita para costear los gastos de los Juegos Olímpicos del 68, han transcurrido más de 40 años y aquí sigue.
Carlos Fernández-Vega: México SA
El partido tricolor oficializó su intención de reducir la tasa del IVA y retomar el nivel observado en 2009 (15 por ciento general; 10 por ciento en la frontera), porque el incremento aprobado por el Congreso para 2010 (un punto porcentual) sólo fue temporal. Con ello, iniciativa de reforma fiscal de por medio, el PRI intenta presentarse como un ente solidario con los mexicanos (a quienes –también solidariamente– a cambio les pedirá su voto) y, por ende, representante de sus genuinos intereses, según dice. Con tal acción arrancó formalmente la temporada anual de rebatinga político-económica sobre el armado de los ingresos y el reparto del pastel presupuestal.
Cumplidores que son, los priístas respetaron la temporalidad pactada en noviembre del año pasado, cuando 415 diputados aprobaron el incremento de la tasa del IVA (de 15 a 16 por ciento) y sólo 24 de ellos se manifestaron en contra de tal disposición. Qué bueno que tengan memoria y respeten los acuerdos, pero a los tricolores se les olvidó la temporalidad anterior, es decir, el brutal aumento por ellos aprobado al mismo impuesto en 1995, cuando crecieron dicha tasa de 10 a 15 por ciento, temporalidad que se prolongó por tres lustros hasta concretar un nuevo aumento.
Un rápido recorrido por la historia reciente hace recordar lo siguiente: en 27 años (1983-2010) la tasa del IVA se ha incrementado temporalmente en tres ocasiones; la primera, en el arranque del gobierno de Miguel de la Madrid, cuando aumentó de 10 a 15 por ciento; esta temporalidad se prolongó ocho años (1983-1991), cuando la regresaron a su nivel original (10 por ciento). El gusto sólo duró un cuatrienio, pues por imposición de Zedillo, en marzo de 1995 los diputados y senadores (priístas y panistas, con la roqueseñal de rúbrica) retomaron el camino de la temporalidad y dicha tasa regresó a 15 por ciento, medida transitoria que se prolongó hasta noviembre de 2009, fecha en la que decidieron aplicar nueva temporalidad a la tasa del IVA y aumentarla de 15 a 16 por ciento.
Ahora, los desmemoriados tricolores se manifiestan a favor de regresar al 15 por ciento, lo que supondría motivo de alegría para los mexicanos, aunque más contentos estarían si la tasa del IVA retornara a su nivel original: 10 por ciento, sin temporalidad, y más aún si la susodicha iniciativa de reforma fiscal incluyera la derogación de las múltiples exenciones fiscales favorables al gran capital (Iglesia incluida), la verdadera causa del profundo cuan permanente cráter fiscal del país. Pero sueños aparte, obvio es que la citada propuesta priísta inflamó el hígado a los panistas, porque recortar impuestos es contrario a ser responsable en el manejo de las finanzas públicas, según dicen.
Pues bien, los también desmemoriados buenos muchachos (Martin Scorsese dixit) blanquiazules deberían recordar lo siguiente: “para que el gobierno cuente con suficientes recursos para enfrentar la crisis económica es necesario un recorte de 30 por ciento a los gastos asignados a todas las secretarías de Estado… El aumento de impuestos y de precios y tarifas del sector público, muy por encima de los incrementos salariales anunciados, indica que el gobierno ha optado por cargar el peso del sacrificio fiscal en los contribuyentes y en los trabajadores”. ¿Y quién dijo esta barbaridad? Pues un señorcito que hoy despacha en Los Pinos (14 de abril de 1995, Felipe Calderón), el mismo que hoy procede exactamente en sentido contrario de lo que tanto cuestionó en aquella ocasión.
No sólo eso. La tesis de los panistas (15 años atrás, desde luego) versaba así: “hoy existe solamente una realidad, querámosla o no, el ingreso personal de la inmensa mayoría de los mexicanos es muy bajo, el desempleo abunda, la carestía nos castiga, la micro, pequeña y mediana empresa está en quiebra o a punto de cerrar. Tenemos una mayor carga tributaria, tasas de interés altísimas, un gasto público sin ajustarse y todo esto derivado de una política errática y aún indefinida… El costo de la crisis ya no puede ser trasladado a la sociedad como hasta hoy; debe corresponder al gobierno absorber la mayor parte de ella. En este modelo que nos propone el Ejecutivo no vemos el sacrificio del sector público, únicamente observamos el sacrificio del pueblo y subrayamos que entre más se empobrece el pueblo, en sentido inverso o directamente proporcional, el gobierno también se debilita. La modificación fiscal afecta con mayor rudeza, desproporción e iniquidad a las clases marginadas... es inflacionaria, disminuye el poder adquisitivo del pueblo, provoca un desorden en la regulación de precios… Hoy todos los sectores sociales sienten y viven los efectos de esta crisis hasta llevarnos a una situación de emergencia”.
Micrófono en mano, los jilgueros panistas advertían: “cuando un pueblo se siente bien gobernado, es capaz de aceptar los mayores sacrificios y afrontar los más grandes desafíos. Pero cuando la desconfianza, la imposición, la incomprensión de una medida de gobierno no le convence, simplemente el pueblo la rechaza. Es sabido que estos programas con diferentes definiciones técnicas, sólo han beneficiado a unos cuantos privilegiando el interés particular sobre el general, y han socializado la deuda y los costos de los errores del gobierno. Así pues, es tiempo de rectificaciones históricas, ya que no es posible seguir construyendo el destino nacional con base en proyectos ideales de nación, sujetos a caprichos sexenales, despreciando el sentir de la nación real. Hoy todos estamos pagando el precio de estas oligarquías sexenales. La falta de sensibilidad política para la adecuación de estos compromisos puede derivar en consecuencias todavía más dañinas a la nación. Estamos convencidos que la crisis no sólo es económica, sino política. Hoy estamos frente a la realidad de un gobierno que ha sido desobediente, que no supo escuchar y que no quiso actuar… El gobierno se lava las manos, y hoy el pueblo de México, como siempre, tiene que pagar la factura… El sacrificio que se le solicita al pueblo de México es para pagar la mala administración y la mala conducta del gobierno… ¿Cuál es el objeto de seguir apoyando un programa que ha fracasado rotundamente?”
Las rebanadas del pastel
Eso sí, discursos aparte, los panistas, abrazados a los priístas, aprobaron el aumento a la tasa del IVA (en 1995 y en 2009), más la asfixiante lluvia de impuestos (en ese último año con el apoyo de ciertos perredistas). Y quieren más.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Andrés resintió la bofetada de Jacinta con una cólera triste y se dio cuenta de su error: ciertamente no había sido capaz de imaginar la vida sin aquella mujer, pero en ese momento del reencuentro confirmó que habría de ser mucho más arduo vivir con ella, y pensó que, a la larga, tendría que tomar la decisión de dejarla, y sintió nostalgia por anticipado. “Está bien –se dijo para sus adentros–; a ver cuántos años perdidos me cuesta esta historia”. En seguida, y sin poder evitarlo, entró en un trance de miradas al infinito y de monosílabos sordos. Por supuesto, Jacinta acusó recibo de aquella desolación, mas no quiso enfrentar la causa.
El Correo Ilustrado
Critican presencia de tropas de otros países
A solicitud extemporánea del Ejecutivo federal, el Senado de la República acordó en su sesión del 8 de septiembre que en el desfile militar conmemorativo del bicentenario del inicio de la Revolución de Independencia marchen –el 16 de septiembre– contingentes militares de varios países invitados, incluyendo Estados Unidos.
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Héctor Díaz-Polanco: El valor de los valores
En días pasados hubo dos reuniones en las que se abordó el tema de los valores. En el coloquio Valores para la sociedad contemporánea, organizado por la UNAM, centelleó uno de los pocos puntos luminosos que le quedan al país por lo que hace al pensamiento ilustrado y crítico. En cambio, la Conferencia Mundial de Juventud, merced a la deplorable intervención del secretario de Desarrollo Social, inició poniendo sobre la mesa otro tipo de valores.
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Hace 100 años Porfirio Díaz no dudó en organizar una gran celebración del centenario del inicio de la lucha por la Independencia. Con una década de antelación empezó los preparativos, que estuvieron a cargo del canciller Ignacio Mariscal.
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Adolfo Sánchez Rebolledo: Notas sobre la Independencia
Se pretende que la ciudadanía –el pueblo llano– asuma las fiestas del bicentenario con un sentido histórico particular, aderezado por el entusiasmo patrio y la renacida confianza en el futuro, pero el ánimo no levanta: en las capitales se anuncian grandes espectáculos mediáticos, en los que el menú oficial, recortado por incumplimientos y omisiones, deja en la sombra la razón de ser de estas conmemoraciones: saber quiénes somos y hacia dónde vamos como nación; en definitiva, establecer qué significa hoy la Independencia. Dado que pertenecemos a un mundo a la vez fragmentado y global, en el cual la soberanía ha sido materialmente recortada, sin que esté a la vista la constitución de un nuevo orden de gobierno democrático, esas preguntas adquieren vigencia, so pena de convertir la historia en un relato trivial y al final inútil.
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Ángel Guerra Cabrera: Irán y la lucha de Fidel por la paz
Los preparativos del ataque a Irán continúan sin pausa a juzgar por el comportamiento de la jauría mediática, el ejército del imperio para la guerra sicológica. Lo que ocurre deja una inquietante sensación de déjà vu por su semejanza con el clima mediático fabricado antes del ataque a Irak con la fábula de las armas de destrucción masiva.
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John Saxe-Fernández: Advertencias del Macondo
El estallido del yacimiento Macondo en el Golfo de México, que ocasionó el mayor derrame y desastre ecológico en la historia de Estados Unidos y del mundo, es una señal de lo que significa para la biosfera planetaria y la humanidad la era del agotamiento de los recursos naturales no-renovables, en este caso el peak oil, sus peligros y consecuencias ambientales, socio-económicas y político-militares.
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José Caballero tradujo junto con Rosamarta Fernández –quien, a pesar de ser más conocida como videoasta la dirigió en 2001– La controversia de Valladolid de Jean-Claude Carrière para la Antología de teatro francés publicada por la editorial El Milagro. El dramaturgo francés es ya conocido entre nosotros, además de por esa edición y ese montaje anterior, por los libretos escritos para algunas películas de Luis Buñuel y por su estrecha colaboración con Peter Brook, sobre todo con El Mahabarata que fue profusamente difundido por el canal 22 de televisión. La recreación por un ojo contemporáneo del hecho histórico del siglo XVI permite advertir claramente la doble moral de la Iglesia católica que por un lado pretendía salvar almas y por el otro protegía los intereses de los conquistadores. En efecto, el encuentro llevado con sumo secreto entre Fray Bartolomé de las Casas y el letrado Ginés de Sepúlveda, para debatir si los indios mexicanos eran seres plenamente humanos y con un alma, en un convento dominico de la ciudad española, pone de relieve la complicidad de los jerarcas eclesiásticos con los encomenderos españoles. Tiempo después, esa misma codicia terminaría con el importante Teatro para Evangelizar.
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Vilma Fuentes: En alas de la Independencia
Veo en un primer momento, con la serenidad que inspiran las cosas en apariencia evidentes, las imágenes de dos de las cuatro fotografías que me envía Carmen Parra.
La primera representa el vuelo majestuoso de un águila que se eleva en el cielo de la región más transparente del aire: acaso vuelve a la constelación septentrional, al oeste de Pegaso y al sur de Cisne, de donde vino.
La segunda reproduce una estatua en bronce del ave rapaz, erguida sobre su cetro, con las alas plegadas, pasmada. Junto al bronce, la pintora, de perfil, tiene en la mano derecha una foto o un croquis del águila en vuelo. No puede saberse si sus ojos se posan en ese papel o en la tela a donde dirige la mano derecha con una brocha. Termina el retrato del águila con la columna del Ángel de la Independencia tras ella. El bronce parece mirar su retrato.
Margo Glantz: Un olor acre
La primera ciudad que conocí en la India fue Delhi. Desembarqué en 2004. Me llamó la atención ver algunos hombres con la barba y la cabellera teñidas de rojo –la henna– tinte natural que aquí utilizan sobre todo los varones; también verlos escupir sangre: el betel que continuamente mastican, mancha sus dientes como si padeciesen una enfermedad maligna en las en-cías. Algunos llevan grandes mostachos de diversas formas: una de las numerosas líneas de demarcación antes establecidas en la India para diferenciar a las clases sociales entre sí, ahora mucho menos notoria. Existen varios rituales relacionados con el cabello, los brahmanes lo llevaban largo y aceitoso, y sobre la nuca les crecía el churki, mecha de pelo que no se cortaba jamás, emblema ancestral de los brahmanes, adorno ritual que las mujeres de la familia cuidaban con esmero, lavándolo a menudo y haciéndolo brillar gracias a un producto especial.
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