Por garantizar a las mujeres el acceso a la propiedad de la tierra
Por Anayeli García Martínez
México, D.F., 8 sep 10 (CIMAC).- Para lograr construir sistemas de vida sustentable, no basta con incluir la perspectiva de género en los temas del medio ambiente, el cambio climático y la defensa del territorio, también hay que buscar herramientas que doten de autonomía a las mujeres, así coincidieron académicos especialistas en género y medio ambiente.
Durante el debate “Mujeres indígenas frente a la guerra por el control de los recursos naturales y el territorio”, Ericka Fosado, especialista en género y desarrollo ambiental, afirmó que el eco-feminismo busca promover políticas públicas que responden a necesidades diferenciadas entre mujeres y hombres, esto con el objetivo de reducir las brechas de género.
Actualmente se considera a las mujeres como vulnerables, poseedoras de conocimientos, hábiles en el cuidado y protección del medio ambiente, pero no se les ubica como personas con derechos y necesidades propias, consideró Ericka Fosado, quien dijo que se debe garantizar que ellas tengan acceso pleno a la propiedad de tierra y de recursos naturales.
LA TIERRA NO ES MADRE
Durante la presentación que hoy se llevó a cabo en Ciudad Universitaria, la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), Marisa Belausteguigoitia, aclaró que la tierra no es una madre sacrificada y abnegada, “es un referente de producción, de libertad, de cuidado, de uso de tecnología y de saber”. Señalo que en la tierra debe converger lo antiguo y lo moderno, y por lo tanto debe ser significado de trabajo bien remunerado, no de sacrificio sin límites. “Las mujeres se merecen formas de representación que las liberen de la naturaleza o que las ligue de forma más plena y autónoma”, argumentó. Belausteguigoitia criticó que se hable de los recursos naturales y de la “madre tierra” pues eso equivaldría a hacer una metáfora de la familia y del conservadurismo, “la tierra se merece una figura que la libere de la madre abnegada y sufrida”, mencionó.
TERRITORIO Y REPRESIÓN
Martha Pérez, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), relató la experiencia de este movimiento atenquense, el cual luchó por sus tierras y fue reprimido pero que no ha dejado de lado su ideal de protección a su territorio. Recordó que el FPDT logró echar para atrás la construcción de un nuevo aeropuerto en las inmediaciones de Texcoco y San Salvador Atenco en 2001; aunque después vendría la represión del 3 y 4 de mayo de 2006 donde la participación de las mujeres fue fundamental para mantener viva su lucha.
Esta vez, Martha Pérez no portaba su machete -símbolo del trabajo de la tierra- sino una mata de maíz, porque dice: “nuestro instrumento de trabajo fue estigmatizado y aquí, en la ciudad, tengo miedo que mi machete sea secuestrado”, no obstante –dijo- en Atenco aún se usa el machete, se siembra y se defiende la tierra. Para Alberto Betancourt, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, como éste, hay muchos otros casos de mujeres indígenas en resistencia que se oponen a la violencia, pero que además tienen una función trascendente en las relaciones “medioambientales” y en la producción de los recursos naturales.
México, D.F., 8 sep 10 (CIMAC).- Para lograr construir sistemas de vida sustentable, no basta con incluir la perspectiva de género en los temas del medio ambiente, el cambio climático y la defensa del territorio, también hay que buscar herramientas que doten de autonomía a las mujeres, así coincidieron académicos especialistas en género y medio ambiente.
Durante el debate “Mujeres indígenas frente a la guerra por el control de los recursos naturales y el territorio”, Ericka Fosado, especialista en género y desarrollo ambiental, afirmó que el eco-feminismo busca promover políticas públicas que responden a necesidades diferenciadas entre mujeres y hombres, esto con el objetivo de reducir las brechas de género.
Actualmente se considera a las mujeres como vulnerables, poseedoras de conocimientos, hábiles en el cuidado y protección del medio ambiente, pero no se les ubica como personas con derechos y necesidades propias, consideró Ericka Fosado, quien dijo que se debe garantizar que ellas tengan acceso pleno a la propiedad de tierra y de recursos naturales.
LA TIERRA NO ES MADRE
Durante la presentación que hoy se llevó a cabo en Ciudad Universitaria, la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), Marisa Belausteguigoitia, aclaró que la tierra no es una madre sacrificada y abnegada, “es un referente de producción, de libertad, de cuidado, de uso de tecnología y de saber”. Señalo que en la tierra debe converger lo antiguo y lo moderno, y por lo tanto debe ser significado de trabajo bien remunerado, no de sacrificio sin límites. “Las mujeres se merecen formas de representación que las liberen de la naturaleza o que las ligue de forma más plena y autónoma”, argumentó. Belausteguigoitia criticó que se hable de los recursos naturales y de la “madre tierra” pues eso equivaldría a hacer una metáfora de la familia y del conservadurismo, “la tierra se merece una figura que la libere de la madre abnegada y sufrida”, mencionó.
TERRITORIO Y REPRESIÓN
Martha Pérez, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), relató la experiencia de este movimiento atenquense, el cual luchó por sus tierras y fue reprimido pero que no ha dejado de lado su ideal de protección a su territorio. Recordó que el FPDT logró echar para atrás la construcción de un nuevo aeropuerto en las inmediaciones de Texcoco y San Salvador Atenco en 2001; aunque después vendría la represión del 3 y 4 de mayo de 2006 donde la participación de las mujeres fue fundamental para mantener viva su lucha.
Esta vez, Martha Pérez no portaba su machete -símbolo del trabajo de la tierra- sino una mata de maíz, porque dice: “nuestro instrumento de trabajo fue estigmatizado y aquí, en la ciudad, tengo miedo que mi machete sea secuestrado”, no obstante –dijo- en Atenco aún se usa el machete, se siembra y se defiende la tierra. Para Alberto Betancourt, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, como éste, hay muchos otros casos de mujeres indígenas en resistencia que se oponen a la violencia, pero que además tienen una función trascendente en las relaciones “medioambientales” y en la producción de los recursos naturales.
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