Carlos Bonfil
Un mundo secreto, primer
largometraje del realizador, fotógrafo y editor mexicano Gabriel
Mariño, fue sin duda uno de los momentos más intensos en el pasado
Festival Internacional de Cine de Guadalajara. No sólo dejó constancia
de la presencia de un joven artista muy dueño de su oficio, de la
revelación de una estupenda actriz, Lucía Uribe, en el papel estelar,
sino también de la eficacia y complejidad del relato intimista
relacionado con el tema del viaje –exploración combinada del mundo
físico y aprendizaje sentimental–, tal como se ha presentado últimamente
en diversas ficciones nacionales: Viaje redondo, de Gerardo Tort; Noticias lejanas, de Ricardo Benet; Vete más lejos Alicia, de Elisa Miller, o Norteado, de Rigoberto Perezcano, por mencionar unas cuantas.
En el relato de Mariño asistimos a la exploración del mundo secreto
de María (Lucía Uribe), joven de 18 años que emprende un viaje de la
ciudad de México a Baja California Sur para romper por un tiempo con su
entorno familiar y satisfacer de modo muy independiente un vago anhelo
de comunión con la naturaleza. Acostumbrada a una muy libre gerencia de
su sexualidad, con encuentros anónimos rara vez satisfactorios, su
contacto en el viaje con una madre joven y con otro viajero, cómplice
afectivo, le permitirá acceder a una dimensión nueva de su propia
sensibilidad. La parquedad verbal de María, su aire a la vez perdido y
seguro de sí, su fragilidad engañosa y un físico desgarbado que se
ofrece con abandono indolente a las aventuras sexuales, crean un
personaje femenino pocas veces presentado en el cine mexicano. Lucía
Uribe consigue el tono idóneo para transmitir la complejidad de ese
hermetismo femenino, y para transitar también, llegado el momento
oportuno, a un enorme júbilo vital. Cabe destacar el trabajo del
cinefotógrafo Iván Hernández, su lirismo discreto y sus riesgos lúdicos
en las escenas finales, todo muy a tono con la mirada intimista que
propone Mariño. El encuentro de María con la naturaleza, su experiencia
itinerante emprendida con decisión y brío, van de la mano con un nuevo
entendimiento de su propio cuerpo y de su vida afectiva. Relatar una
búsqueda semejante en los mismos territorios donde hoy impera la
violencia, y hacerlo con buen dominio del oficio cinematográfico, se
vuelve una apuesta artística original y muy estimulante.
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