La
doble moral de los establishments políticos y mediáticos
estadounidenses y europeos se plasma diariamente en las declaraciones y
escritos de políticos y periodistas de conocido renombre que aparecen
en los medios. Tales personajes pertenecen a países que se definen como
democráticos y que incluso se presentan como defensores de la libertad
y de la democracia. Tal interesada definición de sí mismos contrasta
con la manera como presentan a países productores de petróleo según la
sensibilidad política que los gobierne.
A países del Oriente Medio,
como por ejemplo Qatar y otros, se los presenta frecuentemente como los
grandes modernizadores, habiendo utilizado su mayor recurso, el
petróleo, para llevar a cabo esta supuesta modernización. La prensa de
mayor difusión en Europa y en EEUU está llena de artículos e informes
muy favorables a los grandes avances en aquellos países, aplaudiendo
desde el edificio más alto del mundo en Dubai, a la construcción de los
grandes museos del Louvre y Guggenheim en Abu Dhabi (citados por
Pancela Sampson, de ‘Agencia Press’, 09.03.13). Esta modernización
significa la “buena” utilización del mayor recurso que tienen estos
países –el petróleo-. Y las universidades europeas y norteamericanas
están intentando también beneficiarse de tal riqueza, estableciendo sus
sedes y sucursales en estos países, contribuyendo a su modernización.
El mejor club de fútbol de Europa, el ‘Barça’, promueve Qatar en su
camiseta. Y el expresidente Sarkozy de Francia está creando una entidad
financiera de alto riesgo, con la ayuda de Qatar, que centrará sus
actividades en España.
El hecho de que en ninguno de estos países promovidos por tales establishments haya nada parecido a una democracia, siendo sistemas de características feudales, cuyas infraestructuras dependen de una clase trabajadora inmigrante sin ningún derecho político, civil o laboral, y donde la discriminación de la mujer es de las más acentuadas hoy en día, parece no ser obstáculo para que estos países se presenten como ejemplo de la buena utilización de su petróleo. Dichos países tienen muy buena prensa, y son considerados amigos de los países a los dos lados del Atlántico Norte.
Comparen, ahora, esta buena prensa con la mala prensa (en realidad, prensa hostil) hacia el Gobierno venezolano presidido por Chávez, el dirigente del país más vilipendiado en los medios de mayor difusión en EEUU y en Europa. Veamos como tal Gobierno ha utilizado el petróleo que nacionalizó (otros Gobiernos como el noruego han nacionalizado el petróleo sin que ello haya creado tal hostilidad). El Presidente Chávez invirtió en áreas sociales, desarrollando una gran red de servicios y programas para las clases populares que incluyó bancos de alimentos, transferencias públicas a familias, escuelas de infancia, centros de atención primaria en el servicio sanitario, escuelas públicas y oportunidades de trabajo. Como consecuencia de éstas y otras intervenciones públicas de carácter redistributivo, la pobreza fue reducida del 50% (antes de que Chávez fuera elegido) al 31,6%, siendo el descenso de la pobreza incluso más marcado en la pobreza extrema. Es precisamente esta redistribución de la riqueza (que le hizo enormemente popular, venciendo limpiamente elecciones tras elecciones, como ha reconocido el centro de análisis electorales liderado por el ex Presidente Carter de EEUU) la que creó tal hostilidad en los medios de mayor difusión de EEUU y de Europa.
Como bien ha escrito uno de los mejores analistas de la economía mundial, Jeff Faux, fundador del Economic Policy Institute en Washington, en su libro ‘The Global Class War’, existe una alianza de clases a nivel internacional. Y las clases de rentas superiores de EEUU o de España se sienten incómodas y amenazadas cuando en otro país se aplican medidas exitosas para las clases populares que afectan negativamente a los intereses de las clases pudientes, con las cuales las primeras tienen simpatías y afinidades de intereses. Así, hablan de los milagros de Qatar, por ejemplo, contrastándolos con el supuesto desastre de Venezuela. Lo que no se dice es para quién es “milagro” y para quién “desastre”. Y de ahí su enorme hostilidad hacia Chávez. Como bien dijo Bertrand Russell acerca del revolucionario estadounidense Thomas Paine, odiado por el establishment estadounidense, “Thomas Paine tenía faltas y vicios, como cualquier otro ser humano. Pero no eran éstos los que motivaron el enorme odio que los poderosos y sus aliados le tenían. Le odiaban precisamente por sus virtudes, que aquéllos consideraban sus faltas”.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.
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