México,
D.F., 02 abr. 13. AmecoPress.- Las decisiones de Estado a favor de las
mujeres, a pesar de todos los discursos sobre sus derechos y su
autonomía, caen con una frecuencia que alucina, en decisiones
asistenciales y no de promoción y desarrollo sino para que se cumpla su
destino principal de cuidadoras de su prole o familia.
Con
estas decisiones se reafirma la situación subordinada y dependiente de
la mitad de la población y la reacción de los sectores críticos de
mujeres siempre es lenta y poco efectiva cuando la hay. No encontré
ninguna crítica a este programa, pero diré tampoco ningún aplauso.
Y preocupa porque sabemos de qué se trata.
En la época de
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), en nombre de la solidaridad con
las mujeres, se otorgaron recursos a las más pobres para que los niños
fueran a la escuela y fueran atendidos por servicios de salud y
alimentación, por cierto, el 17 de abril es la Jornada Internacional de
los Movimientos Campesinos.
Como parte de
este programa, ellas tenían su obligación para ir al “control” o sea
los puestos médicos para recibir educación y servicios de
anticoncepción. Urgía cumplir la meta de menos de dos hijos por mujer
en función de los acuerdos con los bancos internacionales que se
dedican a financiar “el desarrollo”.
Este dinero se
convirtió, según estudios posteriores, en la rebatinga directa en las
familias campesinas siempre sin recursos –sobre todo donde había padre,
el hombre de la casa- y, por tanto, en esos años creció
sistemáticamente la violencia de pareja. Los estudios los realizaron
diversas instituciones públicas y privadas, las que demostraron que
aquellas jornadas de solidaridad finalmente reafirmaron el papel
subordinado de las mujeres y éstas quedaron sujetas a nuevos riesgos,
el de la violencia sobre todo y el del despojo de sus recursos.
Ahora el
anuncio de un Seguro de Vida para las jefas de familia, dentro de la
Cruzada contra el Hambre, presentado con bombos y platillos el pasado
14 de marzo, deja claro que se apoya a mujeres que se hacen cargo
directamente de sus hijos, pensando en la familia, siempre en este
sentido.
Serán
beneficiarias, según los datos oficiales, 1.7 millones de mujeres,
aproximadamente 22 por ciento de 7 millones de jefas de familia, es
decir, mujeres que se hacen cargo completamente de la manutención de
sus familias, si hemos de creer en las estadísticas del Instituto
Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
¿Y que
significa este seguro? Que en caso de que alguna de estas mujeres
“falte” sus hijos no quedarán a la intemperie. Lo que no está mal.
Entonces es un seguro para los niños y las niñas y no para las mujeres.
Y sería correcto que nos digan la verdad y no manipulen diciendo que
con esta acción se favorece a las mujeres, cuando se beneficia su
condición de madres futuro.
Es un programa
que operará el Sistema para Desarrollo Integral de la Familia (DIF),
que de acuerdo a la tradición preside la esposa del presidente en turno
y generalmente funciona como un órgano asistencial y de reafirmación de
la familia, concebida en forma tradicional, pensando que necesariamente
ha de estar formada idealmente con padre, madre e hijitos.
Reafirmo que
es claro que no se trata de recursos -400 millones depositados en
instituciones financieras- que provean el progreso y autonomía de las
mujeres, sino un recurso utilizable si las mujeres mueren y para que
aseguren el futuro de su prole. Esto es una visión que ratifica el
papel tradicional de las mujeres, hoy beneficiarias del Estado,
considerando que su vida y su eterno destino es cuidar de su familia.
Lo que hacen es enviarnos un mensaje que irá en este sentido y no en
otro.
Por eso es
engañosa y manipulada la explicación del presidente Enrique Peña Nieto
cuando dijo: "Esta es una acción de justicia social. Es una acción
ética del Estado mexicano el asegurar que quienes están en mayor rezago
social y menos tienen, tengan un mínimo de ingreso y mínimo de
bienestar". ¿Cuándo se muera la madre?
Lo que no
hallo por ninguna parte es dónde un seguro utilizable para el caso de
que desaparezca la madre que se hace cargo de la familia, impacta a la
productividad del país. Más bien entiendo que impacta el desarrollo del
sector financiero, porque detentar y administrar 400 millones de pesos
no es despreciable para ese sector.
Peña Nieto en
este anuncio también dijo: “este seguro va más allá de ser un programa
estrictamente asistencial, porque hoy buscamos y estaremos reorientando
el esfuerzo del Estado mexicano, a través de los distintos programas
sociales, para alentar la productividad entre los mexicanos, y no sólo
garantizar mínimos de bienestar para quienes menos tienen”, al informar
que los recursos irán primero a las zonas rurales, más rezagadas y
luego, en otro momento, a las zonas urbanas.
Son recursos
para que los niños y niñas, eventualmente desamparados, sin su madre
puedan, supongo yo, ir a la escuela, comer, desarrollarse y prepararse
para que en algún momento puedan incorporarse a procesos de
productividad, dentro de algunos años. El Estado los protegerá hasta
los 23 años. La información disponible lo explica y se asume que es un
asunto de “justicia social”, para futuras generaciones.
Durante mucho
tiempo, desde los primeros diagnósticos sobre la condición de las
mujeres, sabemos que éstas necesitan programas directos para su
desarrollo, considerando varias cosas: la discriminación, la falta de
oportunidades laborales justas; la posibilidad de compartir las tareas
de cuidado a los demás; la necesaria e importante posibilidad de
adquirir habilidades para su propia vida, reconocimiento a sus
aportaciones a la economía nacional y en los últimos tiempos sabemos
que además necesitan justicia y no impunidad frente al tamaño de la
violencia contra ellas.
En acuerdo a
los compromisos del gobierno de Peña Nieto de incluir con visión de
género éstas necesidades, el anuncio de este seguro, pareciera que se
ha iniciado un proceso en sentido contrario a las promesas de campaña y
a las declaraciones de emprender acciones que realmente desplieguen
procesos para el desarrollo y la seguridad de las mujeres, para su vida.
Urgen
acciones, una cruzada sí contra el hambre, donde la pobreza alimentaria
de millones de mujeres sea realmente un tema de gran preocupación. Por
ejemplo, la muerte materna, en miles y miles de mujeres tiene que ver
con esa pobreza, además de la falta de programas de salud integrales,
de promoción de campañas durante el embarazo y de la construcción de
hospitales en las regiones más pobres, con personal, instrumentos y
medicinas.
Y para abril
en que el movimiento campesino retoma, como cada año, sus demandas, las
mujeres del campo necesitan créditos, apoyo técnico para sus siembras;
programas efectivos de comercialización, tierras, de modo que no tengan
que migrar cada año hacia las zonas de mayor productividad de productos
agrícolas donde se emplean en condiciones miserables como en el Valle
de San Quintín, en Baja California. Y sus hijos también requieren
oportunidades y no como en ese Valle, donde reiteradamente se ha
denunciado el trabajo infantil en condiciones degradantes, para no
hablar de los campos de Sinaloa o del Bajío.
Es muy
importante que la Cruzada contra el Hambre y todos los anuncios que en
tan poco tiempo hemos oído del nuevo gobierno, sean realmente modernos
y abarcadores, porque estamos cumpliendo casi 40 años desde que la
igualdad entre hombres y mujeres se inscribió en la Constitución.
Veremos.
Foto: Archivo AmecoPress.
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