Alejandro Nadal
El gobierno mexicano afirma constantemente que las bases de la economía mexicana son sólidas. Éste es el mensaje subyacente de su retórica sobre los
fundamentalesde la economía. Pero mucha gente se pregunta: si eso verdad, ¿por qué no mejora mi situación?
La afirmación del gobierno parte de una premisa equivocada. En realidad los
fundamentalesno están sólidos. Un examen somero sobre el desempeño de los principales indicadores macroeconómicos revela debilidades decisivas. Lo más sobresaliente es quizás la magnitud y tendencias con el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y con el déficit de las finanzas públicas.
El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos fue
equivalente a 2.8 por ciento del PIB para 2015. Puede que para algunos
este resultado negativo no represente un foco rojo o señal de alarma
importante. Ciertamente está muy lejos del nivel desastroso que alcanzó
en 1994 (7.6 por ciento del PIB) justo antes de estallar la crisis de
diciembre de ese año. Pero si se observa que este indicador está muy por
arriba del promedio histórico para el periodo 1980-2015 (1.8 por
ciento) entonces empiezan a surgir las preguntas.
Dentro de la cuenta corriente el saldo de la balanza comercial sigue
presionando en sentido negativo. El déficit comercial para abril de 2016
superó 2 mil millones de dólares (mmdd) y las exportaciones para el
primer trimestre de este año cayeron 6.4 por ciento. Por supuesto, el
colapso en el precio del petróleo y en la cantidad de crudo exportada
juegan un papel importante en estas cifras. Las importaciones también se
redujeron por varias razones, entre otras el deterioro de la paridad y
el estancamiento en el que permanece la economía mexicana.
El déficit en la cuenta corriente adquiere un semblante más sombrío
si se considera el desempeño de las exportaciones no petroleras
dirigidas al sector manufacturero estadunidense. La balanza comercial de
estas exportaciones está pronosticada para arrojar un saldo negativo de
hasta 15 mmdd para 2016. A eso hay que añadir el hecho de que la
producción de crudo mantiene una fuerte tendencia negativa (pasó de 3.4
millones de barriles diarios en 2004 a 2.3 en 2015). Además, el rubro de
inversión extranjera se mantiene en niveles mediocres, sobre todo si se
le compara con otros de los mal llamados
mercados emergentes. Otra gran promesa del TLCAN que tampoco se pudo concretar.
Lo más grave es la presencia del
otrodéficit, el de las finanzas públicas. En efecto, para 2015 el déficit primario alcanzó 3.5 por ciento del PIB. Cabe señalar que para el modelo neoliberal éste es uno de los peores datos. El déficit primario significa que los ingresos fiscales totales (tributarios y no tributarios) han sido inferiores al gasto programable (el gasto público neto de cargas financieras).
Desde luego, el gobierno anuncia que podrá generar un
superávit primario en 2017, pero ya nadie le cree. Los supuestos para
alcanzar dicho resultado son inalcanzables. Para empezar, los ingresos
totales deberían aumentar significativamente y ese resultado no es para
nada evidente. Por ejemplo, se pronostica un descenso de 25 por ciento
en los ingresos petroleros y en cuanto a los ingresos tributarios, éstos
tendrían que aumentar 6.7 por ciento para alcanzar un superávit
primario. Ese resultado tampoco se ve factible.
El gobierno planea recortes de hasta de 8 por ciento en el gasto
público para poder alcanzar su meta de superávit primario. Ese recorte
es equivalente a 2 por ciento del PIB. Aún si el gobierno logra
administrar su presupuesto para imponer ese recorte, el impacto sobre el
nivel de actividad económica será negativo. Y dicho impacto recesivo
sobre la economía afectará la recaudación fiscal. Este panorama en el
que se ve difícil alcanzar superávit primario no le cae nada bien al
capital financiero.
En los últimos cuatro años la relación deuda/PIB se ha seguido
deteriorando y se proyecta que pasará de 37 a 48 por ciento del PIB
entre 2012 y 2016, respectivamente. Aunque a nivel internacional ese
indicador no se antoja desorbitado, lo que importa es la tendencia y
ésta no se ve que pueda mejorar. En todo caso, los pronósticos sobre
este indicador por parte de la Secretaría de Hacienda han sido
irrealistas e invariablemente han sido desmentidos por la realidad.
Desde hace más de un cuarto de siglo el gobierno de México castigó a
la población y generó un superávit primario. Ese resultado aplaudido por
el capital financiero fue alcanzado a través de restringir el gasto
público y eso explica el estancamiento en términos reales del gasto per
cápita en salud, educación y en casi todos los rubros de lo que debe
constituir una verdadera política de desarrollo. Es la versión mexicana
del neoliberalismo austero. Los resultados están a la vista.
El retorno de los déficit gemelos es el mejor indicador de las
contradicciones del modelo neoliberal impuesto en México desde hace casi
tres décadas.
Twitter: @anadaloficial
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