*¿No vale más un proyecto de país que un candidato presidencial?
¿De
qué “orden y tranquilidad social” habla el presidente Enrique Peña
Nieto, para justificar “que el Estado tenga que recurrir al uso de la
fuerza”, en referencia a los acontecimientos de Nochixtlán, en Oaxaca el
domingo 19 de junio?
¿Qué no el gobierno debe respetar los
derechos humanos, establecidos en la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos? ¿Acaso México es un país moderno y por ello suscribe todo tipo de acuerdos y tratados con otros países, respetándolos? Se supone que por el control de convencionalidad, los compromisos son deudas y se cumplen, porque así lo determinan las leyes internacionales además.
Es
por eso que, por ejemplo, el país vecino del norte, los Estados Unidos
de América (EUA o EE.UU.), exigen el cumplimiento de los acuerdos
suscritos en el TLCAN con todas sus adversidades y México obedece. Los
acuerdos pactados no se quedan en el papel. En este sentido el
cumplimiento es de los sucesivos gobiernos, desde su entrada en vigor en
1994, pese a la oposición de muchos sectores que se ven afectados en
términos de la economía real.
¿Por qué entonces cargarle siempre
la mano al desprotegido, como si careciera de derechos? ¿Para qué es el
Estado de derecho si no es para reconocer los derechos de la población?
¿Los tiene, o sólo obligaciones? ¿Qué no con la misma lógica de pagar
impuestos se gana el derecho de recibir servicios por parte de los
gobernantes a cambio?
¿Entiende este gobierno cuál es su
responsabilidad en materia de derechos humanos —así como otros derechos—
con la sociedad? ¿Acaso el pueblo no puede opinar, expresarse,
manifestarse sobre aquellos asuntos que, convertidos en política pública
le afectan, sólo porque se han convertido en leyes?
¿Qué no
—hablando en positivo— las leyes son y tienen por origen el servir a las
mayorías en términos de bienestar y no para su retroceso? ¿No se
entiende —hablando en negativo— que en este país las leyes se elaboran
sin el aval de la representación legislativa de las mayorías? ¿Acaso las
imposiciones legales no existen? ¿Por qué entonces las críticas a los mayoriteos, a la aplanadora, al cochupo, para obtener mayorías calificadas y ganar en votos?
¿Qué
el actual gobierno no entiende, o ha comprendido el sentido la
existencia de las minorías opositoras? Ciertamente las minorías
legislativas terminan siendo orgánicas para el funcionamiento
de los partidos mayoritarios, pero muchas veces y con dignidad son la
expresión de los sectores no atendidos dentro de la propia producción de
las leyes.
¿De cuándo acá la sociedad, o una parte de ella, no
puede expresar su inconformidad por una —o incluso la totalidad— de las
leyes cuando no se tiene en cuenta el interés general, como el de la
educación, la salud, las pensiones, los salarios, por citar algunos?
¿Desde
cuándo un Estado que se declara constitucionalmente democrático
abandona la negociación, el diálogo, la interlocución, la concertación,
el respeto a la opinión del otro y recurre “al uso de la fuerza”; con
qué legitimidad utiliza la imposición, la cerrazón, cuando un
sector importante se resiste a las reformas en materia educativa si los
fines no están claros tanto para los involucrados (profesores) como para
los afectados (alumnos)?
¿Cuál es la parte que el gobierno no
entiende, cuando el sector magisterial organizado en torno a la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), sólo pide
revisar el fondo de dicha reforma que son los propios fines de la educación de los niveles de primaria y secundaria?
¿Sólo porque se trata de los críticos
dentro del propio Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE)? ¿Es que en el fondo no les asiste la razón y contra ellos se
puede y debe aplicar el Estado de derecho, entendiendo por esto el uso
de la fuerza pública?
Es verdad que México es un país “abierto al
escrutinio de organismos internacionales que velan por los derechos
humanos y que se han creado instituciones, así como andamiaje legal
mucho más robusto para fortalecer la defensa de las garantías
individuales”, señor Presidente según sus declaraciones desde Quebec, en
Canadá al asistir con motivo de la Cumbre de líderes de América del
Norte a efectuarse en ese país.
Pero a su gobierno ni siquiera los
escrutadores le han dado la razón en materia de derechos humanos, todo
lo contrario. Y con esa misma tónica se intenta imponer que ¡ni la
reforma educativa ni ninguna otra ley están sujetas a negociación! ¡De
verdad no se entiende el fondo del asunto! Puras preguntas, ¿y las
respuestas cuándo?
¿Por qué se minimiza el tema educativo, y se desdeña a la CNTE, cuando ya devino en violencia? ¿Para tapar otros asuntos mal tratados como la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa? ¿Para cubrir
al presidenciable titular del área, Aurelio Nuño Mayer, que parece ser
el favorito de Carlos Salinas? ¿No vale más un proyecto de país que un
candidato presidencial? ¿Por qué el secretario de Gobernación, Miguel
Osorio Chong, le da tantas vueltas al tema?
28 junio 2016
- Salvador González Briceño – Reporte Global
No hay comentarios.:
Publicar un comentario