Obtienen castigos penales desproporcionados
La integrante de la Red Feminista Antimilitarista, Marta Restrepo,
reveló en esta entrevista cómo las mujeres colombianas se han integrado
en el negocio del narcotráfico ocupando los peldaños inferiores tanto en
el campo como en la ciudad y las consecuencias que esto ha supuesto.
-Begoña Barberá Orozco (BBO): Son muchas las mujeres encarceladas en Colombia por narcotráfico, ¿a qué se debe?
-Marta Restrepo (MR): En el narcotráfico hay una división del trabajo y
también es sexual. Está el químico, el raspachín y el propietario del
pedacito de tierra que no son grandes estancias, sino varias
extensiones de varios propietarios.
El cocalero campesino es el que siembra la mata, la saca, la pisa y ahí
entra el quimiquero o quimiquera, que en muchas regiones del país son
hoy mujeres, que son las que adicionan los químicos.
Nos encontramos con que cocaleros, cocaleras, raspachines o quimiqueros,
que son la base del trabajo productivo, son los que son encarcelados.
Igual, cuando hay extinción de dominio se extingue sobre una familia
campesina que son dos viejitos y hay 300 o 400 matas ahí.
-BBO: ¿Cómo afecta este modelo de persecución a las mujeres?
-MR: En muchas regiones del país, producto de la guerra
contrainsurgente, las mujeres se quedaron solas en el campo. Ellas son
las que siembran, son las cocaleras. En Arauca y en Bocoa, al suroriente
del país, ellas son mayoritariamente las que conforman las asociaciones
cocaleras. También porque en algún momento pareciera que ser mujeres
las iba a proteger de la criminalización.
En la parte urbana cada vez más se desempeñan como microtraficantes. Son
las que arman, empacan y, en algunos casos, venden en una plaza o en
una casa. Los hombres ocupan un lugar de cuidado, de seguridad. Al
momento de hacer la persecución al microtráfico, ahí están las mujeres,
que están casi siempre solas porque están en un escenario de
narcotráfico que ha tenido sicariato, muchas han perdido a sus maridos
por haberse enlistado militarmente en las mafias. Otras vinieron
desplazadas, vienen solas porque a sus maridos los perdieron o se
quedaron en la guerra, entonces son mujeres solas con hijos e hijas.
A esas mujeres es a las que se les aplica la extinción de dominio.
¿Qué es la extinción de dominio? Si usted en su casa tiene un negocio de
droga, yo, Estado, le quito su casa porque entiendo que esa casa es
producto de ese negocio ilícito, pero además le llevo a la cárcel.
Alrededor del 60 por ciento de la gente que va a la cárcel en Colombia
es por drogas y en ese porcentaje, entre el 11 y el 15 por ciento son
mujeres.
En el país podemos tener alrededor de 20 mil mujeres presas por
microtráfico, o sea, por delitos de narcotráfico que no son violentos,
lo que quiere decir que ellas no han asesinado a nadie, no han portado
un arma, no han producido un desplazamiento forzado por eso, sino que se
han dedicado a esa cuestión que es a vender en la plaza. Muchas de
ellas en relaciones de control social territorial donde no hay otra
opción. Otras, sus compañeros las meten al negocio, les dejan la
mercancía para que ellas la vendan. Ellas ni siquiera saben cómo llegó
ni nada sino que son simplemente las que están detrás de una puertica,
venden, entregan y reciben el dinero. Ellas no saben más del negocio
porque se mantienen al margen.
Las mujeres que terminan vinculadas al microtráfico lo hacen como una
salida última, por no tener la posibilidad de tener otro empleo o por
ser un empleo que podría representar algún nivel de autonomía y que está
asociado con la necesidad de estar en casa y cuidar a los hijos e hijas
porque no hay nadie más que apoye en el cuidado.
-BBO: Dices que muchas acaban en prisión, ¿el encarcelamiento les afecta de manera diferente?
-MR: Lo que sigue pareciendo natural para esta sociedad es que
exclusivamente las mujeres se hacen cargo de las familias. Si las
mujeres llevan la carga de la familia, al ponerlas en la cárcel eso pone
en mayor vulnerabilidad al resto del grupo familiar. Como ella era la
única fuente de ingreso, puede que miembros más jóvenes de su familia se
desplieguen hacia esa o cualquier otra actividad ilegal o que ella
tenga que, desde la cárcel, estar en constante preocupación. En
investigaciones que ha hecho una organización aliada, la Corporación
Humanas, habla de las entrevistas que ha realizado en cárceles de
Colombia donde la mayor preocupación de las mujeres todos los días son
sus hijos e hijas, dónde están.
Además, a veces fue delatada porque se les entrega más fácil,
entreguemos a esta mujer que con eso damos un positivo en la policía y
la policía muestra la gran captura pero ella es la más débil de la
cadena. El más grande de la cadena, el que acumula, el que tiene todas
las rutas, el que viaja entre París, Nueva York, Argentina, Brasil,
Chile, ése no, ese además puede salir del país todas las veces que
quiera.
Las mujeres están confinadas territorialmente en una casa y ahí está su
mayor vulnerabilidad porque, aunque supuestamente han cometido un delito
que atenta contra la salud pública, son mujeres sin ningún poder en lo
social.
Ese tipo de cosas hacen que el castigo que se produce sobre las mujeres
sea absolutamente desproporcionado. La política antidrogas de
persecución al microtráfico en Colombia, además que ya de por sí es
injusta, representa una desproporción en términos de la aplicación de
justicia y eso constituye una vulneración de derechos humanos de parte
del Estado colombiano.
Eso tiene que cambiar, tendría que ser abolida esa persecución. Todos
esos recursos en la persecución del microtráfico y ese silencio respecto
a los grandes responsables, lo que hacen es que toda la cadena crezca.
-BBO: Existen varios puntos en los acuerdos de paz que se han firmado
entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-
Ejército del Pueblo (FARC-EP) donde se abordan aspectos relativos a las
drogas ilícitas. ¿Hace una distinción con relación a las mujeres?
-MR: En el acuerdo se plantea la titulación de la tierra como un
patrimonio de familia, favoreciendo la devolución y la titulación de
tierras a quienes la han habitado, privilegiando que eso se haga a
nombre de las mujeres. Siempre han sido las mujeres las que más siembran
el pancoger (cultivos que satisfacen parte de las necesidad
alimenticias) para la autonomía familiar.
A la mujer le cuesta más asalariarse en el jornal en el campo porque
solo lo puede hacer como empleada doméstica. En cambio el hombre se
puede vender a múltiples tareas.
-BBO: Hay un punto de los acuerdos que habla de dejar de perseguir a
quienes se dedican al cultivo de coca. ¿Ya no se encarcelará a las
cocaleras?
-MR: Las mujeres que hoy se encuentran presas porque estaban en
funciones de microtráfico, cocaleras y eso, tendrán que quedar libres
bajo el acuerdo de justicia.
-BBO: ¿De qué cifra estamos hablando?
-MR: En prisiones hay 17 mil mujeres por delitos asociados al
narcotráfico. Lo que ahora están estableciendo es cuántas de esas son
asociadas al delito de rebelión.
Pero las otras, que están en las ciudades, que no tienen ninguna
relación con la insurgencia, se dice que habrá un cambio en la política
en la que ese delito no será objeto de prisión.
* Puedes leer la entrevista completa en http://aventuriar.blogspot.com.co/
Marta Restrepo | Foto: Begoña Barberá Orozco
Por: Begoña Barberá Orozco, corresponsal*
Cimacnoticias | El Salvador.-
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