Por Jenaro Villamil
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Manuel Velasco, el gobernador “más joven”
del peñismo, recoge del peor bagaje autoritario la famosa frase de
Gustavo Díaz Ordaz, el patriarca priista de la represión del 68: “Hemos
sido tolerantes hasta excesos criticables…”
Casi simultáneamente, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, lanza el viernes 1 de julio un mensaje en Periscope que es
ampliamente replicado en medios electrónicos e impresos: “El tiempo se
ha agotado”. Frase que repite para quienes no entiendan. Simula que está
a favor del diálogo, al tiempo que endurece la quijada y su mirada
hidalguense se convierte en preámbulo de una escalada política.
La escalada declarativa contra la CNTE se convierte en un coro
sincronizado. En estricto sentido, esta escalada la inició Enrique Peña
Nieto desde Canadá cuando tiró “línea”: “La ley no se negocia”…
solamente cuando hayan empresarios o intereses poderosos del Grupo
Atlacomulco en juego.
Sorprendido, el gobernador Velasco ofreció este lunes 4 una
“disculpa” por utilizar la frase de Díaz Ordaz. “No fue correcto decir
que hemos sido pacientes a excesos criticables, pero en ningún momento
utilizo esta expresión para amenazar a nadie y mucho menos al
magisterio”, declaró el mandatario chiapaneco.
Su disculpa sólo acentúa su torpeza. Lo grave no es citar a Díaz
Ordaz sino actuar y pensar justo como lo hizo el expresidente priista en
vísperas de la matanza del 68, pero ahora magnificando la amenaza de
los maestros de la CNTE a quienes algunos cartonistas, comentaristas y
no pocos “analistas” llaman “hordas”, “vándalos”, “fascistas”,
“asesinos”, en plena sincronía con el lenguaje del poder.
En el colmo, comparan los bloqueos con el “sitio” hitleriano a Londres.
Más indignante resulta esta resurrección del diazordacismo como
método, gesto y discurso cuando oficialmente existen ocho muertos y
decenas de heridos tras la sanguinaria represión en Nochixtlán, Oaxaca,
el 19 de junio. ¿Entonces los llamados al diálogo, la mesa de
negociaciones en la Secretaría de Gobernación y los exaltados discursos
son sólo máscaras de la represión para ganar tiempo?
En los cinco primeros días de julio los medios masivos han insistido
en el mismo guión dictado desde Los Pinos: presentar a los maestros de
Oaxaca como los artífices del desabasto, la “hambruna” y las pérdidas
millonarias del sector turístico en la entidad del sur.
Nunca se han preocupado por difundir los bloqueos y cobros de peaje
del crimen organizado en las carreteras del país. Ahora que se trata de
las protestas de maestros, la CNTE se convierte casi en asesinos de
pollitos “que deberán ser sacrificados por sufrir deshidratación”, según
el reportaje de El Noticiero, de Canal 2.
En el colmo de la repetición del discurso como parodia, Joaquín López
Dóriga asume el mismo papel que tuvo Jacobo Zabludovsky en el 68 y
presenta en su otoñal noticiero sólo la versión oficial de la mano dura.
Sus reporteros “entrevistan” a ciudadanos que pueden morir de cáncer
de próstata o de alguna enfermedad crónica porque el “bloqueo” de los
maestros les impide llegar a los hospitales. Lo mismo hacen Milenio TV o
TV Azteca: hay que criminalizar al extremo a los maestros.
Poco importa que en las redes sociales sean desmentidas una y otra
vez las versiones de que los bloqueos en Oaxaca sean causantes de
desabasto alguno. En la revista Proceso, los
reporteros Arturo Rodríguez y Pedro Matías hacen lo que no les permiten
a los camarógrafos de las televisoras: contrastar la versión oficial
con los hechos. “El desabasto en Oaxaca, gran mentira”, se titula el reportaje de la edición que circula esta semana.
“Durante un recorrido por la ciudad de Oaxaca y la región de Valles
Centrales, los reporteros no sólo corroboran el abasto de todos los
productos, sino que algunos eran más baratos que en la Ciudad de México o
los que ofertan los supermercados”, describen Rodríguez y Matías en su
reportaje.
Las sorpresivas movilizaciones y el paro de maestros en Nuevo León son acallados en los medios masivos. Jaime Rodríguez, El Bronco, presume
su verdadera naturaleza autoritaria: responde a las marchas como si
fuera prefecto de la época de Díaz Ordaz. “Si es necesaria la fuerza
pública, así va a ser”, remata el secretario de Gobierno del bronconato, Manuel González Flores.
Los pronunciamientos de escritores, intelectuales, maestros y
ciudadanos en México y en una decena de ciudades latinoamericanas y
europeas no existen en el concierto de medios que claman por la mano
dura.
Hasta la rechifla al secretario zombie de Educación
Pública, Aurelio Nuño, en su evento de este lunes 4 en Guadalajara,
Jalisco, es silenciado en la cobertura de los telenoticiarios, aunque
está en todas las redes sociales.
¿A quién quieren engañar? ¿Qué consenso quieren crear?
Díaz Ordaz vivió obsesionado con una “conjura comunista” que se
preparaba en las protestas de los estudiantes universitarios de 1968. No
entendía ni quería comprender a una generación que pedía lo más
elemental de ese momento: ganar derechos y libertades frente a un
régimen autoritario que intervenía en la UNAM y mandaba a la cárcel a
dirigentes sindicales u opositores bajo el delito de “disolución
social”.
Peña Nieto vive obsesionado con una “conjura populista” que se
esconde en las protestas de la CNTE. No entendió la lección que la misma
Elba Esther Gordillo le lanzó antes de caer presa ante el escarmiento
peñista a la vieja aliada y cómplice. Una reforma educativa sin contar
con los propios maestros será la tumba de su sexenio y del propio
sistema priista.
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