Managua, Nicaragua, 06 jul. 16. AmecoPress/SEMlac.- Una joven veinteañera falleció el 18 de junio en un hospital privado de esta ciudad horas después de realizarse una cirugía estética.
En redes sociales la discusión de caso se ha vuelto viral.
Desde el anonimato, personas como Glenda A, se lamentan del
fallecimiento de la joven, pero deploran el que ella, aparentemente, se
sometió a la cirugía para agradar al esposo, según la opinante, “ningún
jodido aprecia el esfuerzo de su mujer no vale la pena”. Otras, acusan
al marido de frívolo por haber financiado la cirugía y, en su pesar,
reafirmar que su esposa era “bella”.
Tras
el fatal desenlace, una tensa discusión se mantiene entre quienes
acusan a la fallecida de ser vanidosa y quienes reclaman la
responsabilidad del facultativo. El control sobre el cuerpo femenino es
uno de los pilares fundamentales del patriarcado. Según tiempo y
geografía, éste regula en qué espacio se mantiene, qué se muestra, qué
se cubre, cómo, cuándo y con quién se reproduce, indicó Eva Blanco del
Grupo Feminista de León.
El debate sobre esta muerte se inserta en
un terreno clave de la confrontación feminismo/patriarcado: el control
del cuerpo. Muchas han criticado la presión social hacia las mujeres
para encajar en un modelo de belleza que no coincide con las mujeres
reales y cómo ese mandato empuja a muchas a poner en riesgo su salud y
su vida. Al mismo tiempo también defienden la idea de que cada persona
decide sobre su cuerpo y puede intervenirlo para alcanzar comodidad con
la identidad sexual respectiva.
En este sentido la autora y
feminista Gracia Oro, en un ensayo disponible en la web: “Soy feminista y
tengo un implante de mamas” manifiesta su irritación porque entre
algunos feminismos, “hay un fuerte apoyo al derecho a decidir sobre su
vida y lo más importante, su cuerpo, por ejemplo, a practicarse un
aborto, pero el quirófano para fines cosméticos es un paso demasiado
lejos. ¿No se deberían respetar todas las opciones de las mujeres acerca
de la modificación del cuerpo – ya sea que estemos hablando de
maquillaje, color de pelo, tatuajes, piercings o sí, incluso, la cirugía
estética? asegura.
En el caso de las operaciones de cirugía
plástica, otras personas las ubican dentro de las “burkas ideológicas”,
una opinión en línea con Fatema Mernissi, desaparecida feminista
marroquí, quien escribió en uno sus más famosos libros, El harén de
Occidente que “La diferencia básica entre musulmanas y cristianas,
consiste en que el velo de las segundas es invisible. El ayatolá de las
mujeres occidentales, es, pues, la anorexia…y su extremismo, la moda…la
burka de occidente es la talla”, ha escrito.
Los paradójicos mandatos
Refiriéndose a las cirugías estéticas, Frank Hooker Solano,
del Programa Feminista La Corriente, muestra lo paradójico del mandato,
de ser atractivo, pues “el sistema (patriarcal), que produce y fomenta
estereotipos de belleza y vigila a los cuerpos que no encajan en tales
estándares, [mientras que a la vez], culpa cruelmente a la joven que
murió tras cirugía estética de “provocarse su muerte” por “vanidosa”.
El
médico, David Páramo, quien ha sido acusado de iatrogenia o mala
práctica médica por otros casos, la semana pasada fue acusado por
homicidio involuntario. Páramo, que guarda prisión preventiva, se
anuncia en revistas de carteleras de cine o redes sociales, y ofrece un
catálogo de procedimientos que va desde el aumento de glúteos hasta
maquillaje permanente. El listado ya no incluye agrandamiento de pene,
procedimiento que lo hizo “famoso” al médico en el año 2001, después de
que un joven ingresara a un hospital público con piel necrotizada en el
pene a causa de un mal implante de grasa, supuesto a mejorar el
desempeño viril del paciente.
A pesar de ese escándalo, Páramo
continuó ofreciendo toda suerte de procedimientos que van de la
liposucción, el aumento de glúteos, aplicación de botox, levantamiento
de párpados y glúteos, abdominoplástia, hasta el maquillaje permanente,
con un rango de costos de entre los 233 mil 200 dólares.
La
mayoría de las personas pide un castigo para el médico ya que, aunque él
caracterizó el resultado de la intervención como “una desgracia
quirúrgica”, hay otras cinco denuncias en su contra. Una de ellas es la
de Allison Molina, de 26 años que data de julio del 2014. Precisamente
el día de la fatídica cirugía, ella esperaba el médico en un juzgado
local para que Páramo respondiera por mala práctica. El médico, le
practicó a Molina un aumento de senos que presuntamente derivó en una
complicación pulmonar, ya que le perforó el tórax y la pleura (el tejido
que rodea los pulmones).
“Lo peor de todo es que yo me salvé,
pero esta otra mujer no, yo sé lo que es eso, casi muero, y por eso me
solidarizo con su familia y voy a mantener mi denuncia, declaró Molina
públicamente. Ella dijo que desincentivó a otras mujeres de tratarse con
Páramo, pero se lamenta de no haber hecho público su caso con
anterioridad. La joven agregó que hay muchas personas que tuvieron
problemas y no quisieron denunciar por temor a someterse al examen
popular.
Sin embargo, desde el año 2001, el urólogo Jorge Saborío,
acusó a Páramo de “negligencia médica y falta de profesionalismo”.
Según el urólogo, quien salvó la vida y el miembro viril del paciente
con las iniciales A.M., el cirujano plástico no comunicó al paciente que
desconocía cómo hacer una cirugía de elongación y engrosamiento de
pene, y la realizó en condiciones inadecuadas, sin equipos médicos
apropiados ni medicinas y antibióticos.
Esta antigua negligencia
médica estuvo en los juzgados capitalinos, pero el director de
regulación y acreditación del Ministerio de Salud, en ese tiempo Norman
Jirón, aseguró que en esta institución no se interpuso ninguna denuncia
sobre este caso, quedando Páramo libre de toda responsabilidad.
Por
su parte el director Armando Siú director del Colegio de Cirujanos
Plásticos, declaró esta semana a un medio televisivo, que Páramo tiene
una deuda con el Colegio y que este último decidió no aceptarlo en el
mismo.
De 55 cirujanos plásticos existentes en el país, solo 35
estas colegiados. Cada cirujano realiza por lo menos tres cirugías al
mes, las más comunes son la liposucción, el aumento mamario.
En el
año 2010 una enfermera anestesióloga fue a la cárcel por la muerte de
una paciente, mientras el médico se libró de la condena, con el pago de
una indemnización económica a la familia de la víctima.
En medio
de esta controversia, el tema no ha sido parte del debate feminista.
Pero la docente universitaria Ana Victoria Portocarrero, dijo que “hay
que profundizar en la reflexión, enfocándose en que “en efecto existe
una gran presión hacia las mujeres para que calcemos con estereotipos de
belleza determinados, y que esto tiene que ver sin duda con elementos
patriarcales y raciales que deben cuestionarse, pero tampoco se puede
ver esto únicamente como un acto de vanidad y complacencia genérica,
pues no debemos olvidar que la “belleza” constituye para mucha gente,
también una suerte de capital que permite obtener trabajos y notoriedad,
entre otras cosas”.
Portocarrero también precisó que mujeres y
hombres intervienen su cuerpo para sentirse bien con ellas mismas y con
el estilo que les define. “El ejercicio, el teñirse el pelo, el hacerse
un tatuaje o instalarse una chapa en la nariz, son todas modificaciones
corporales que se hacen no necesariamente para agradar a otras personas,
sino para sentirse cómodas con cierto estilo”, dijo.
Finalmente,
dijo que ella defiende el derecho de las trans, por ejemplo, a “hacer y
rehacer sus cuerpos, y ¿por qué no podrían hacerlo las mujeres cisgénero
o los mismos hombres”. Estas últimas son las personas conformes con el
género que le fue asignado al nacer. Lo que se debe atender es cómo
funciona la industria alrededor de esos temas, y exigir los derechos a
la salud y a la información completa y veraz sobre estos procedimientos,
concluyó.
Foto: SEMlac.
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