John M. Ackerman
La fuerza no sirve para despejar carreteras. Después
de un desalojo, los manifestantes siempre pueden reagruparse para
establecer otro bloqueo un par de kilómetros más adelante. Simplemente
no hay suficientes policías para establecer vallas de ambos lados de
todas las carreteras del país, o siquiera en un solo estado de la
República, para garantizar el paso libre de todos los camiones
repartidores de Coca-Cola, Sabritas, Bimbo y Starbucks. El violento
desalojo en Nochixtlán, Oaxaca, el pasado 19 de junio, no tuvo el efecto
de reducir la cantidad de bloqueos, sino de multiplicarlos a lo largo y
ancho de la nación.
Las escuelas tampoco se pueden abrir por la fuerza. A los maestros no
se les puede obligar a impartir clases a punta de pistola y los
policías no cuentan con el entrenamiento magisterial necesario para
remplazar a los docentes. De cualquier manera, pocos padres de familia
enviarían sus hijos a estudiar a escuelas custodiadas por militares.
Las amenazas de Miguel Ángel Osorio Chong el pasado viernes, sobre la
inminente utilización de la fuerza con el fin de acabar con el
movimiento magisterial, no son más que ladridos del proverbial perro que
no puede morder. Una nueva represión violenta contra el movimiento
magisterial no apagaría el fuego de la resistencia, sino que incendiaría
la pradera de la indignación en todo México. La única forma para
resolver el conflicto es por medio del diálogo y la negociación.
El contexto internacional tampoco es propicio para la utilización de
la fuerza. Durante su viaje a Canadá, la semana pasada, quedó
perfectamente claro que Enrique Peña Nieto ya no cuenta con un cheque en
blanco de parte de la opinión pública internacional y que su gran
amigoBarack Obama no lo respalda como antes. Durante la cumbre de
líderesde América del Norte, Peña Nieto fue perseguido por constantes protestas de la sociedad civil, duramente cuestionado por su erróneo concepto de
populismo, interrogado severamente sobre la masacre de Nochixtlán y, en general, ignorado por los líderes de Canadá y Estados Unidos.
Es vergonzoso atestiguar cómo quien se ostenta como presidente de
todos los mexicanos reciba un trato tan indigno y tenga un
comportamiento tan servil frente a los gobiernos vecinos. Sin embargo,
es también alentador advertir que haya finalmente estallado la burbuja
de mentiras sobre la supuesta sofisticación del presidente mexicano en
el extranjero. El rey Peña ahora camina tan desnudo en el ámbito
internacional como lo ha hecho desde hace mucho tiempo en su propio
país. El mundo entero lo desprecia, con toda razón, por su baja estatura
política, intelectual, moral y ética.
Este movimiento ya no es magisterial, es popular, señalan las autoridades municipales y las comunidades de Oaxaca que se han unido a la causa de la CNTE. Para ellos la lucha no es solamente en defensa de la educación pública, sino también en defensa de sus territorios, el medio ambiente, las culturas indígenas y la historia de México. Se trata de una rebelión generalizada de los pueblos del sur contra el saqueo y la violencia a las cuales han sido sometidos desde hace décadas por el colonialismo interno. El sur rechaza la guerra racial y de clases desatada en su contra y busca generar una nueva institucionalidad democrática y participación popular desde las raíces.
En Nochixtlán, los habitantes ya expulsaron del pueblo a los caciques
locales del PRI, Daniel y Herminio Cuevas. En su lugar han establecido
su propio consejo de gobierno autónomo y popular, que rinde cuentas a la
comunidad. Este importante ejercicio de soberanía popular tendría que
ser imitado en todo el país, no solamente a escala local, sino también
nacional. Como ya hemos comentado en estas mismas páginas, el
acercamiento entre el nuevo partido ciudadano, Morena, y el movimiento
magisterial tiene el potencial de generar una irrupción histórica de
grandes proporciones (véase).
El pasado 24 de abril, el Grupo de Trabajo sobre Detenciones
Arbitrarias de la ONU solicitó al gobierno mexicano la liberación
inmediata de los 25 activistas oaxaqueños, la mayoría jóvenes y muchos
de pueblos indígenas, encarcelados hace un año, el 7 de junio de 2015,
con cargos totalmente fabricados. Pero en lugar de tomar medidas para
distender el conflicto y cumplir con las exigencias de la comunidad
internacional, el gobierno de Peña Nieto cada día se encierra más en su
torre de la ignorancia e insiste en intensificar la represión y las
agresiones contra el pueblo mexicano.
El gobierno despótico está acorralado y empieza a ahogarse en un
pantano de ineptitud y descrédito. ¿Será capaz Peña Nieto de comportarse
como un demócrata y aceptar su derrota a manos de la sociedad mexicana?
¿Cuántas más patadas sangrientas insistirá en dar el dictador antes de
finalmente rendirse al pueblo o simplemente huir del país?
Se acerca el momento de la victoria. Caminemos con paso firme y con
la seguridad de que los vientos de la historia soplan a nuestro favor.
Twitter: @JohnMAckerman
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