Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
La adquisicíón de Monsanto por la farmacéutica Bayer sacudió al mundo agrícola. Según ambientalistas, se trata de un
matrimonio hecho en el infiernoFoto Xinhua
La industria agrícola
global sufre un giro telúrico de alcances geopolíticos cuando se han
escenificado varias megafusiones a los dos lados del Atlántico-Norte,
sumadas a la repentina aparición de China.
La adquisicíón de Monsanto, reina de los polémicos transgénicos, por
Bayer, consagrada a la industria farmacéutica, sacudió al mundo
agrícola.
Si para Hugh Grant, mandamás de Monsanto, la adquisición por Bayer es un
matrimonio celestial, para los ambientalistas Amigos de la Tierra condensa un “matrimonio hecho en el infierno (https://goo.gl/Fznu06)”.
Werner Baumann (WB), el mero mero de Bayer, exulta que la mega-fusión
creará un líder global en agricultura, ya que constituye el género de
abordaje revolucionario (sic) en el sector que será necesario para alimentar al mundo, cuando se espera un crecimiento de 3 mil millones de personas en 2050 que habrá que alimentar.
Para WB no se trata de un recorte de costos, sino de
crecimiento e innovación de dos empresas que son muy complementarias en términos de cobertura regional y productos de portafolios.
Mas allá de que Europa se opone a los transgénicos –no se diga del
choque de dos culturas empresariales y alimentarias–, la amalgama de
Monsanto y Bayer, los dos principales vendedores de cultivo de algodón
en EU, oligopolizará 70 por ciento de los acres de cultivo.
Con una inocencia que no le queda, la británica BBC cuestiona: “¿Cuál
es exactamente (sic) el interés del gigante Bayer en Monsanto, el mayor
productor de semillas del mundo (https://goo.gl/n9JTpk)?”
Bayer no vende sólo aspirinas;
sus actividades van desde la producción e investigación de medicinas hasta semillas, pesticidas, abonos e ingeniería genética. Del negocio de la compañía alemana, 49 por ciento procede del sector médico. Del resto, 26 por ciento corresponde a su división especializada en materiales científicos (llamada Covestro), y 22 por ciento a lo que la empresa denomina ciencia de los cultivos, según BBC.
Su
interés en el negocio agrícola y su captura de Monsanto–cuya marca tendrá que ser borrada de la faz de la tierra por el rechazo de ambientalistas y consumidores europeos por su laxa producción de transgénicos– radica en posicionarse como
líder agrícola global, ya que “la mitad del volumen de negocio del nuevo conglomerado –que será el mayor suministrador agrícola del mundo– estará relacionado con la agricultura”, a juicio de la BBC.
¿Cuál es la razón del giro brutal de Bayer de su principal enfoque farmacéutico?
Según el portal ruso Sputnik, “la compra de Monsanto se da en una época de reorganización en el sector agrícola mundial (https://goo.gl/NpXqmP)”.
En 1996 existían 600 empresas independientes de cultivo, cuya mayoría
ha sido adquirida por seis grandes jugadores, tres de Estados Unidos
(Monsanto, Dow Chemical y DuPont), dos de Alemania (Bayer y BASF) y uno
de Suiza (Syngenta), que ahora controlan 63 por ciento del mercado
global.
Las tres recientes grandes adquisiciones o megafusiones –las
estadunidenses Dow Chemical y DuPont (130 mil millones de dólares);
ChemChina y Syngenta (44 mil millones), y ahora Bayer/Monsanto (66 mil
millones) “reducirá de seis a cuatro el número de jugadores globales en
el sector agribusiness (https://goo.gl/NgTZ1n)”.
Llama la atención la quietud de la alemana BASF, que opera en más de
80 países con ingresos por 78 mil millones de dólares en 2015.
Nada nuevo bajo el sol agrícola cuando una de las tendencias
inherentes a la globalización financiera es su oligopolización, cuando
no su monopolización, como expuse desde hace 16 años en mi libro El lado oscuro de la globalización: post globalización y balcanización (https://goo.gl/JylqXV)”.
Es notorio el malestar de los medios anglosajones, como The New York Times y Financial Times, que ahora se propulsan como defensores de los agricultores y consumidores en Estados Unidos, cuando sus homólogos en el
México neoliberal itamita, Latinoamérica, África y Asia nunca les importaron un comino (http://nyti.ms/2cITuKR).
Según The New York Times, las cuatro principales adquisiciones del agribusiness en el lapso de un año
han creado la posibilidad de mayores costos para los agricultores, mientras Roger Johnson, presidente de la Unión Nacional de Agricultores de Estados Unidos, invoca en el desierto la amenaza a la
seguridad nacional.
The New York Times mueve el tapete del muerto en pleno periodo electoral para impedir la adquisición alemana de Bayer, que
ha capturado la atención de los legisladores y reguladores en Washington, ahora preocupados por sus regulaciones antitrust, que aplican en forma selectiva.
Por lo pronto, la implacable calificadora Fitch amenazó con degradar a Bayer, lo cual denota el malestar anglosajón.
La consolidación global, que tiende a un oligopolio de cuatro
empresas –donde ha aparecido China, cuya estatal (¡ojo!) ChemChina
adquirió a la suiza Syngenta–, se escenifica cuando los precios de los
cultivos se han desplomado –en particular la soya y el maíz–, lo cual
presagia el ocaso de los campesinos en el mundo, de por sí al borde de
la extinción en países como el
México neoliberal itamita, totalmente (des)integrado al esquema agrícola estadunidense.
El aniquilamiento en el
México neoliberal itamitade sus miserables campesinos –25 por ciento de la población (¡31 millones!), más de la mitad inactiva–, con un salario de muerte de 60 dólares al mes (https://goo.gl/FSSlST), antecedió la agonía similar de los agricultores de Estados Unidos, quienes han emitido su canto de cisne por la venta de Monsanto, sin contar la futura robotización agrícola con la participación de drones (aviones automatizados).
Y eso que Estados Unidos, superpotencia agrícola cabal, subsidia
generosamente su sector agrícola con 956 mil millones de dólares (https://goo.gl/q9e8rq), casi el PIB nominal de México. ¿Cómo competir?
WB, mandamás de Bayer, comentó que necesitan el consentimiento de 30
jurisdicciones y la aprobación de los reguladores de EU, Canadá, Brasil y
la Unión Europea. Es curioso que WB que no haya citado a México.
Se da por descontado que la disfuncional Comisión Federal de Competencia (sic) Económica del
México neoliberal itamita, franquicia del proyecto irredentista de Estados Unidos, obedecerá lo que ordene Washington.
Las muy bien lubricadas
comisionesen el
México neoliberal itamita–nidos parasitarios de su kakistocracia– nunca son escudriñadas por el Congreso ni por los ciudadanos, operan con opacidad, como la fracasada Comisión Nacional (sic) de Hidrocarburos, que encabeza el itamita Zepeda Molina, acoplada al entreguista Fondo Mexicano (sic) del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, donde destaca Federico Reyes-Heroles, que ni ha de saber de qué color es el
oro negroque remata; ya no se diga el inolvidable SAM, que ni fue
Sistemani
Alimentarioni
Mexicano(https://goo.gl/9CqVy0) y que provocó una hambruna artificial en México, hoy totalmente capturado por los esquemas estadunidenses y, peor aún, arrumbado en la irrelevancia ante el giro telúrico de la oligopolización agrícola global.
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