Armando Hernández Cruz*
La rendición de cuentas es uno de los componentes fundamentales de un gobierno democrático. Mediante ella el gobierno y, específicamente, los servidores públicos explican sus acciones, tomando responsabilidad de las mismas y dando paso a la transparencia de la información a fin de abrirlo al escrutinio público.
La desconfianza social, el descrédito y la falta de legitimidad de los servidores públicos en nuestro país actualmente, hacen necesario reflexionar sobre la necesidad de construir parámetros que permitan realizar una evaluación objetiva de la labor de los servidores públicos.
Debemos incentivar una cultura de la rendición de cuentas como un medio para ayudar a los servidores públicos a mejorar su desempeño, generando profesionalismo y una actuación apegada a la ética.
Por tanto, la rendición de cuentas no debe apreciarse como un acto negativo en la gestión pública, tratando de lesionar y afectar intereses particulares, por el contrario, debemos generar una cultura de la rendición de cuentas para garantizar que los gobernantes, partidos políticos y servidores públicos cumplan con trasparencia y eficacia el mandato otorgado a través de elección o designación a fin de evitar abusos en el manejo de los bienes públicos.
Recientes casos de remociones de algunos servidores públicos nos hacen cuestionar si existen verdaderos parámetros objetivos para su evaluación.
En ese sentido, es necesario reflexionar sobre la necesidad de construir parámetros que permitan realizar una evaluación objetiva de la labor de los servidores públicos. Las actuales situaciones de desprestigio y descalificación mediática en medios de comunicación y de manera más abierta en redes sociales, se centran en buscar los aspectos negativos como único método para hacer una evaluación intrínseca de su actividad, ello nos remite a la simple valoración subjetiva y a la construcción de prejuicios sociales de manera anticipada.
Sí, debemos evaluar a los servidores públicos, pero no mediante el aplauso o el abucheo, sino por la construcción de parámetros objetivos de evaluación, con el fin de fomentar una cultura real de rendición de cuentas, que vaya más allá de la evidencia pública o el linchamiento mediático
Respecto a este tema, el sector académico, la sociedad organizada y la ciudadanía en general tenemos mucho que hacer y aportar para superar la brecha que ha desvirtuado a la rendición de cuentas, con el propósito de reconstruir una cultura de la misma a fin de recuperar su verdadera esencia por medio de la cultura de la legalidad y la ética en el servicio público.
No debemos olvidar que nuestros servidores públicos son miembros de la sociedad, quienes deben transmitir y reproducir dicha cultura, junto a sus valores, con el propósito de ser ejemplos para la sociedad.
Flor de loto: El servicio público es otra forma de lucha social.
*Magistrado presidente del Tribunal Electoral de la Ciudad de México
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