Pedro Echeverría V.
1. En 2016-17 vi en Javier Corral a un político honesto por su
confrontación con Televisa y por algunos enfrentamientos con sus colegas
panistas. En mi ingenuidad llegué a pensar que pronto se pasaría al
bando de la izquierda y escribí dos artículos apoyando su confrontación
discursiva frente al gobierno de Peña Nieto. Me propuse incluso
acompañar en algún tramo a la Caravana Ciudad Juárez/CDMX para observar
en vivo el ánimo de la gente. En uno de los artículos repetí la denuncia
de Corral a la CONAGO y a partidos por no apoyar esta batalla que no se
concretaba sólo a que le devuelvan dinero del presupuesto, sino que
aparecía un asunto crucial: demostrar que en todas las campañas
políticas del PRI se triangulaban miles de millones de pesos en
beneficio del PRI que ponían al borde del castigo a Manlio Fabio, al
secretario de Hacienda, a Peña Nieto.
2. Hoy puedo decir –yo que he estado en por lo menos seis: con el
EZLN, con los electricistas, con la CNTE, tres con Sicilia- que esta
caravana, encabezada por el gobernador de Chihuahua, fue un gran triunfo
del gobierno de Peña dando continuidad –como gran burguesía explotadora
y opresora- a todas las batallas en las que ha sometido a los
trabajadores: ferrocarrileros, médicos, profesores, estudiantes,
guerrilleros (Chihuahua, Guerrero, Morelos, CDMX), electricistas,
mineros, campesinos, etcétera. Repetimos desde hace más de 50 años que
“el triunfo es la participación y la lucha”, aunque para mí siga siendo
una ilusión. Entre tanto pasan los años, los siglos y más del 80 por
ciento de la población sigue produciendo riquezas y casi sin qué comer.
Esas batallas traicionadas o que llegan a la mitad, desaniman la
participación de la gente.
3. Por ello los pesimistas y nihilistas parecen tener razón cuando
demuestran que por lo menos en los últimos 100 años todas las luchas de
los trabajadores han sido traicionadas y derrotadas. En muchas de ellas
sus líderes han terminado en la cárcel o asesinados y en otras sus
dirigentes han terminado negociando vergonzosamente con el gobierno o el
empresario, dinero, cargos políticos, o, de plano, se han retirado de
la política. Sería importante revisar históricamente cuántas veces los
trabajadores hemos ganado batallas y cuántas veces hemos perdido dando
paso a que la clase dominante se consolide. ¿En los últimos cinco años
cuántas decenas de veces nos ha parecido que “ahora sí la burguesía no
se podrá salvar de las evidentes acusaciones en su contra” y con la risa
en los labios y la burla, usando sus experiencias, se sale de todos los
problemas?
4. Apunta muy bien mi amigo Hernández Navarro en su artículo: “La
bolsa o la justicia” en la La Jornada: “Juzgada la movilización
únicamente por esos grandes objetivos, su saldo final es decepcionante.
No logró ninguna de esos ambiciosos propósitos. Fue el parto de los
montes (los montes parieron ratones)… Con la negociación de Javier
Corral y el gobierno federal, Ricardo Anaya recibió una bocanada de
oxígeno, nada despreciable en una campaña electoral que tiene un
candidato puntero y dos que marchan en tercer lugar. Que cada quien
saque sus conclusiones de ello. Recuerdo los debates de Fernández Noroña
en el congreso de los diputados donde éste despedazó a Corral y a los
diputados panistas. Luego el mismo Noroña me comentó que Corral no era
tan malo porque era “un demócrata progresista” influyendo en mí esa
idea. La bolsa o cuello, como diría el japonés.
5. ¿Por qué los trabajadores somos siempre derrotados en nuestras
demandas, protestas, luchas, por los grandes políticos y empresarios? Yo
desde hace 50 años se lo atribuyo al enorme poder político y económico
de la clase dominante y al entretenimiento del que son víctimas los
trabajadores por el enorme peso ideológico de los medios de información.
La clase dominante, desde el triunfo de su revolución burguesa 1910-17,
sólo en un 10 por ciento ha usado el poder bruto de sus fuerzas
armadas; el 90 por ciento de su dominio ha descansado en la ideología,
el entretenimiento, la confusión, usada por los medios de información y
en parte por la misma escuela burguesa. O sea, en vez de poner el acento
en el encarcelamiento y el asesinato de los luchadores de oposición,
pone el acento entre diversas formas de entretenimiento, en la mentira
informativa y en la tergiversación de los hechos.
6. El asunto de Chihuahua, la triangulación de miles de millones del
presupuesto público para repartirlo en beneficio de las campañas del
PRI-gobierno, el desfalco de Odebrecht, el asunto de los gobernadores
corruptos y mil casos más, pronto el gobierno les dará una solución:
saldrán de la cárcel o de plano no llegarán a ella. Si no hemos ganado
nunca batalla alguna, pienso que cuando los trabajadores ganen una o dos
batallas importantes a la burguesía podríamos pensar que estamos en las
puertas de la gran revolución, es decir, que la burguesía ya no puede
gobernar porque han enloquecido y los trabajadores ya no soportan ningún
gobierno y ocupan todas las calles del país. Será el momento en que
repiquen las campanas, las luces voladoras se lancen al cielo y las
fronteras se cierren para capturar a inversionistas y explotadores.
(6/II/18)
alterar26@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario