La
antropología, como una disciplina académica-científica, se ha
interesado históricamente por el estudio y la interpretación de los
Otros no occidentales, particularmente, de las culturas indígenas y/o
africanas. No obstante, paulatinamente, se ha preocupado en investigar
las sociedades a las cuales pertenecen, es decir, las Occidentales, y
las repercusiones de unas sobre las otras.
En Venezuela,
desde la antropología, ha habido cierto desapego de las nuevas
generaciones en proceso de formación por el tema indígena en las últimas
décadas, aun a sabiendas de lo altamente afectadas que se encuentran
estos pueblos por las relaciones de subordinación en las que se
desenvuelven frente a la globalización y el sistema capitalista mundial.
Feminismo tradicional
Los
movimientos feministas en Occidente surgieron en los años 70, en los
cuales se luchó por los derechos y la visibilización de las “mujeres”
dentro de estas sociedades estructuralmente masculinizadas. Esta
sublevación fue realizada fundamentalmente por grupos de mujeres con
características e interés comunes, en otras palabras, mujeres blancas,
clase media, ama de casas, etc. quienes se manifestaron públicamente
puesto que, consideraban que se encontraban en una posición de
inferioridad frente a los varones, porque sus vidas transcurrían
alrededor del quehacer doméstico y muchas no podían acceder a otros
espacios públicos [1].
Por lo que, empezaron a rebelarse
ante las normas represivas y excluyentes para ellas, logrando insertarse
en múltiples espacios de orden público, donde pudiesen hablar y sobre
todo, ser escuchadas.
No obstante, el feminismo
constituido por estas mujeres no ha pretendido una igualdad para todas
las demás, es decir -consciente o inconscientemente- han ido excluyendo a
una cantidad de mujeres que no encajan dentro de sus referencias y
agendas de lucha, véase, las lesbianas, indígenas, negras, entre otras.
Puesto
que han concebido a la “mujer” (en singular) como una categoría
universal, en la cual, todas compartimos las mismas problemáticas,
luchas y consecuentemente, soluciones. No obstante, esto no es así de
simple, puesto, como se hizo mención, existen una gran diversidad de
mujeres y lógicamente, no priorizamos las mismas reivindicaciones. Esto
dependerá no sólo de nuestro género, sino también de nuestra posición
económica, ascendencia étnica y/o racial, religiosa, etc.
West
y Fenstermaker [2], señalan: “El término ‘mujer’ funciona en realidad
como un poderoso falso genérico en el pensamiento de las feministas
blancas”. Por eso, aciertan en exponer, que una de las razones porque el
feminismo no puede dar respuesta a todos los cambios que se han dado en
las sociedades actuales: la globalización y el sistema mundo
capitalista, es por el valor -casi ciego- que le conceden a la categoría
de género, sin preocuparse por unirla a otros conceptos los cuales
también integran las identidades individuales y colectivas en cualquier
sociedad.
Mujeres indígenas
Particularmente,
las mujeres indígenas, viven múltiples tipos de discriminación no sólo
por su origen étnico sino además, por su género, tanto dentro como fuera
de su comunidad.
Un ejemplo de esta complejidad son las
mujeres indígenas, quienes provienen de una cultura distinta a la
Occidental, por lo que tienen una visión de mundo y de género
particulares de la cosmovisión de cada cultura, pero al estar los
pueblos indígenas dentro de Estados-Naciones, han tenido que integrarse
paulatinamente a estas sociedades para sobrevivir, aunque constantemente
luchando por conservar y mantener sus identidades y culturas.
Éstas
no están exentas de discriminaciones sexistas tanto dentro como fuera
de su cultura de origen, pero, evidentemente, no en las mismas
condiciones que las mujeres criollas. Por este motivo, también se han
encontrado discrepancias con las agendas del feminismo clásico (quienes
comúnmente consideran que deben “salvarlas”) viéndose en la necesidad de
organizarse entre ellas para poder luchar por sus propios derechos.
Propuesta Decolonial
A
partir de estas reflexiones han surgido múltiples movimientos
feministas que no se sienten identificadas con el primero antes
expuesto, y militan para sus propios intereses y problemáticas, en
ocasiones, hasta rebatiendo aquellas.
En este escenario,
aparece el feminismo decolonial, el cual: "se proclama revisionista de
la teoría y la propuesta política del feminismo dado lo que considera su
sesgo occidental, blanco y burgués" [3].
Buscan observar
la problemática desde múltiples perspectivas, tanto las clásicas como
las propuestas marginales y subalternas, para cuestionar y modificar los
planteamientos universalistas dentro de este movimiento.
Asimismo,
se ha cuestionado el “racismo del género” intrínseco a la misma
categoría, por ser concebida desde la academia occidental para entender
su propia realidad social, por lo tanto construido a través de una
lógica heterosexista, binaria y dicotómica. "Una imposibilidad de la
teoría feminista de reconocer su lugar de enunciación privilegiada
dentro de la matriz moderna colonial de género” [3].
De
igual forma, se observa el tratamiento poco relevante o invisibilizante
que se le da a las diferencias entre las mujeres, independizando las
distintas opresiones sufridas por ellas como si fueran de orden
distinto, y enfocándose en los conflictos que para su parecer son los
más importantes. Desvinculando “el género” de otras perspectivas y
realidades.
Desde un punto de vista antropológico, esto es
de vital importancia puesto que conocemos mejor que cualquier otra
ciencia social, el grado de relevancia de la diversidad cultural para la
solución de problemas de cualquier índole, y más cuando nos referimos a
sociedades no Occidentales.
En el constante quehacer de
esta ciencia, se ha redimensionado los estudios de género, debido a la
perpetua interacción con pueblos indígenas y/o afrodescendiente con
cosmologías diversas a la de nosotros(as). Todo esto, demuestra que no
podemos regirnos por una sola perspectiva cuando las problemáticas
alrededor del género tienen tan amplio espectro de posibilidades y
realizaciones.
Por consiguiente, la instauración de una
perspectiva decolonial en cuanto a las problemáticas de género, debe ser
intrínseco a cualquier formación antropológica y académica en general, y
principalmente desde Nuestra América, siendo especialmente sensibles a
las dificultades que viven constantemente los grupos subalternos ante un
sistema capitalista, opresor y excluyente.
- Ivel Urbina es antropóloga. Investigadora en el Museo Antropológico “Francisco Tamayo Yépez”. Venezuela
[1]
hooks, b. (2004). “Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista”.
En: Las otras inapropiadas. Madrid: Traficante de sueños. (Pp.33-50)
[2]
West, C. y Fenstermaker, S. (2010). “Haciendo la diferencia”. (p.174).
En: Estudiar el racismo textos y herramientas. Documento de trabajo N°8.
México: Proyecto Afrodesc/Eurescl
[3] Espinosa-Miñoso, Y. (2014). “Critica descolonial a la epistemología feminista crítica”. El cotidiano. N° 184. (P10)
[4] Aixelá Cabré, Y. (2005). Género y Antropología social. España: Editorial Doble J.
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