Madrid, 08 Mar. 21. Amecopress.- La pandemia de la COVID-19 ha mostrado las costuras de un sistema sostenido en relaciones desiguales, de expolio y violencia, y ha agudizado y acelerado las múltiples crisis estructurales que existían previamente: ecológica, económica, social y de género. Nos encontramos ante un prólogo civilizatorio, un acontecimiento que incide en todos los ámbitos de la vida y lo cambia todo.
La respuesta a la emergencia sanitaria solo afronta a los síntomas, pero no a las raíces, que son la fuente del problema, que provoca la rápida desaparición y degradación de los ecosistemas, debido a la acción humana, el mal uso de las energías fósiles, la hipermovilidad, la ganadería industrial, las industrias extractivas, la deforestación y la destrucción de la biodiversidad. De la misma manera que nuestro modelo de desarrollo se apropia de la naturaleza, también se apropia del trabajo y los cuerpos de las mujeres, especialmente de aquellas que viven en territorios del Sur global. La desigualdad de género, el sexismo, el racismo, la LGTBfobia y otras formas de dominación, han condicionado el devenir de la pandemia para miles de personas. Todos estos factores nos han llevado a adoptar un modelo de habitar el planeta, que es incompatible con la vida, que solo tiene beneficios al corto plazo y crecimiento ilimitado, en un planeta con recursos finitos. Un modelo que funciona gracias a los trabajos de cuidados y mantenimiento de la vida realizados principalmente por mujeres que se realizan en condiciones de explotación y precariedad.
En este contexto de crisis sanitaria, Ecologistas en Acción señala que se necesita promover otro orden social que enfrente las desigualdades y relaciones de poder existentes y tenga en cuenta la interdependencia y la ecodependencia. Por ello, la organización ecologista ha elaborado un decálogo de medidas que haga posible vivir vidas dignas y compatibles con el equilibrio de la naturaleza, y que defiendan la justicia social, la equidad, la sostenibilidad y lo comunitario, como una transición ecológica justa, para alcanzar una sociedad sin energías fósiles, que revierta la perdida de biodiversidad y que respete los límites de los ecosistemas. También piden una reforma profunda y urgente del sistema fiscal para que sea progresivo, justo, verde y ecofeminista. Se debe reconocer el derecho al cuidado como un derecho fundamental universal en todos los niveles, tanto público como comunitario, sacarlo del ámbito privado y doméstico y de la responsabilidad exclusiva de las mujeres, que los vienen realizando de manera gratuita e invisible. Se debe garantizar la corresponsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados entre todas las personas, la sociedad y el Estado.
Piden una reorganización socioeconómica de nuestro sistema productivo, orientándolo hacia una economía de los cuidados que priorice las tareas necesarias para el mantenimiento de nuestras vidas y evite su mercantilización, también una justicia antirracista y decolonial. Abogar también por una dieta sana, ecológica y sostenible, a parte, garantizar servicios y suministros esenciales como agua, comida, saneamiento, energía, vivienda digna y el derecho a la educación pública de calidad, incluyendo la educación para la sostenibilidad, la educación ecofeminista, educación para la paz, educación sexual, la justicia restaurativa, la interculturalidad y empoderamiento de mujeres y hombres como ciudadanos y ciudadanas globales y el derecho a la salud, ya sea física, ambiental, comunitaria, sexual y mental, lo que exige que sea una sanidad 100% pública y universal.
Muestran la necesidad que las ciudades y pueblos sanos y habitables, con especial cuidado a las periferias, donde se priorice la participación comunitaria y no organizando el trabajo y el consumo en función del capital y en oposición y disociación con la naturaleza. Deben ser entendidas como espacios comunes, producidos y reproducidos por quienes los habitan. Lugares inclusivos y saludables que prioricen la coexistencia intergeneracional y la proximidad de espacios naturales, una movilidad sostenible que prime la cercanía, el uso peatonal y en bicicleta y el transporte colectivo, basadas en una economía no lineal sino circular, que cierre ciclos. Y por último reclaman una sociedad libre de violencia machista y racista, que garantice los derechos humanos.
Además de publicar este decálogo ecofeminista, Ecologistas en Acción quiere poner en valor luchas de mujeres que trabajan en dirección a los objetivos planteados. «Desde el sindicalismo feminista de las jornaleras en lucha, a las activistas de la PAH dejándose la piel por el derecho a la vivienda, Territorio doméstico luchando por el 189, Ganaderas en red visibilizando la situación de las mujeres en la ganaderías, o las defensoras del territorio poniendo el cuerpo contra los proyectos extractivistas», destacan.
Rosana Cervera, portavoz de Ecologistas en Acción ha dicho "Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Ecologistas en Acción hacemos un llamamiento a todas las personas, y especialmente a las mujeres, para seguir tejiendo alianzas entre las organizaciones feministas y las ecologistas, junto con organizaciones sociales de todo tipo, como las organizaciones que trabajan en defensa de los servicios públicos o los derechos humanos. Porque sabemos que está en riesgo la sostenibilidad de la vida, y que solo podremos asegurarla trabajando desde el ecofeminismo por la justicia socioambiental. El futuro será ecofeminista, o no será".
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