Fotograma de la película ‘Sueños de una escritora en Nueva York’.
La imagen de la teniente Ellen Ripley abriéndose paso con un lanzallamas en entregas sucesivas de Alien es una metáfora muy gráfica de lo que ha sido la carrera de la estrella que le da vida, Sigourney Weaver (Nueva York, 1949). Esta actriz aupada inicialmente en el teatro, inició su senda en Hollywood como una rara avis.
Su metro 82 centímetros dificultaba a los estudios, tan propensos a
encasillar, otorgarle una etiqueta. Ese inconveniente de partida se
convirtió con el tiempo en una ventaja que hizo aflorar su versatilidad y
le procuró papeles atípicos en el cine de acción. De su pesadilla a
bordo de la nave Nostromo a Los cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984), pasando por El bosque (M. Night Shyamalan, 2004) y Avatar (James Cameron,
2009), el cine de terror y de ciencia ficción tiene en la neoyorquina a
uno de sus más icónicos referentes. En películas dramáticas como Armas de mujer (Mike Nichols, 1988) y La tormenta de hielo (Ang Lee,
1997), sus papeles se han caracterizado por una aparente frialdad,
redomada inteligencia y estoicismo que también transmite al último
personaje con el que llega a nuestras pantallas, el de la editora
literaria Phyllis Westberg, quien al frente de Harold
Ober Associates, una de las más celebradas agencias literarias de
Estados Unidos desarrolló bajo su ala las carreras de, entre otros, JD Salinger.
El 4 de junio se estrena Sueños de una escritora en Nueva York,
donde se desmenuzan las memorias de una joven secretaria que, bajo las
órdenes de Westberg, se hizo cargo en la empresa de la correspondencia
del autor de El guardián entre el centeno y Franny y Zooey. La propuesta del director Philippe Falardeau
le sirvió a Weaver durante esta entrevista promocional en la Berlinale
para ahondar en la sororidad intergeneracional y en su deleite en la
lectura en tiempos de comunicación fast food. No en vano, su nombre real es Susan Alexander, pero lo cambió por el de un personaje secundario de El gran Gatsby tras leer la novela de Francis Scott Fitzgerald a los 11 años.
¿Consideras Alien tu Guardián entre el centeno, en el sentido de que te supuso tanto la entrada en el séptimo arte por la puerta grande como el encasillamiento?
La teniente Ripley nunca ha supuesto un freno a mi carrera. Creo que es
mi altura la que tiene la culpa de que no haya protagonizado más
historias de amor. Y eso que se me dan muy bien. En breve estrenaré una
adaptación de la novela de Ann Leary Una buena casa,
en la que, por cierto, interpreto a una alcohólica, pero todo el mundo
tiene problemas… Ha sido muy divertido reencontrarme con Kevin Kline tras Dave, presidente por un día (Ivan Reitman, 1993) y La tormenta de hielo. Cuando yo empecé nadie hablaba de sagas ni de secuelas. Ni siquiera estaba muy interesada en el cine cuando acepté Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott,
1979). En ese momento estaba muy enfocada en el teatro. Aquella
película de ciencia ficción no hizo más que abrirme puertas. Quizá otras
se han cerrado, pero no fueron importantes.
La película de Ridley Scott te convirtió en la primera
heroína de acción moderna. ¿Consideras que sin Ripley no habría hoy
tantas mujeres en el cine de puñetazos y explosiones?
Oh, por supuesto que existirían. Solo tienes que mirar atrás, al tiempo
de los pioneros, en el salvaje oeste las mujeres se quedaban al frente
de los ranchos, armadas con pistolas. El cine de acción protagonizado
por mujeres se habría abierto paso.
En la ceremonia de los Oscar 2020, acompañada de Gal Gadot y
Brie Larson reivindicaste la condición de superheroínas de todas las
mujeres. ¿Te sientes satisfecha con el trato que reciben tus compañeras
de profesión en Hollywood en la actualidad?
Sí, ahora ha mejorado bastante la representación femenina. Cuando dije
aquello en los Oscar, realmente lo creía: las mujeres sostenemos al
mundo, cuidamos de las familias y de las personas mayores. Cuando se
produce un desastre climático, estamos en primera línea, así que me
reitero: somos heroínas.
Hillary Clinton abrió una puerta con su candidatura a las
elecciones presidenciales. ¿Qué opinas de la presencia femenina en la
política estadounidense?
Hillary era la persona más preparada para aspirar a la presidencia. A continuación, vivimos cuatro años de estupor.
Leí en una antigua entrevista que piensas que el hecho de no
haber participado en demasiadas películas románticas es la razón de que
sigas trabajando.
Nunca fui un objeto sexual. Creo que después de Alien la
industria no sabía muy bien qué hacer conmigo. Yo tenía un perfil de
cómica, y he hecho algunas comedias. Nunca me canso, son lo mío, pero
las historias de amor… ¡Es que era más alta que los productores! Cuando
pensaban en el ideal de actriz para esos papeles les venía a la cabeza
la imagen de una mujer menuda, rubia y de ojos azules. Han hecho falta
cabezas pensantes muy originales para creer que yo podía interpretar
ciertos papeles. No era una opción lógica. Siempre fui una alternativa
extraña.
Hablando de comedia, tu nueva película combina el humor con la tragedia.
El humor de la película es delicioso. La manera en que todos estos geeks
de los libros se hablan entre ellos nos da acceso a un mundo entrañable
y extraño. Adoro el humor de mi personaje, es muy seco, muy cortante.
Ella emplea ese recurso para distanciar a la gente. No tengo la
oportunidad de interpretar a muchos personajes así. Siempre me ha
gustado la comedia, más que ningún otro género, y la oportunidad de
formar parte de una película que es tan divertida como relevante, es muy
importante. El enero pasado rodé un episodio de la serie Call My Agent y de nuevo hay humor, así que estoy en racha.
Fotograma de la película ‘Sueños de una escritora en Nueva York’.
¿Tú también usas el humor como arma?
Me gusta hacer reír a la gente, me van la mordacidad y la ironía. Lo uso
como arma, pero no de tipo afilado, más bien como un pequeño bastón
(risas). No hay demasiado humor en este mundo, así que es divertido
servirse de él como escapatoria.
¿Recibes cartas de admiradores y admiradoras?
Donde más tiempo paso con los fans es en las ComicCon. En esos eventos
vienen junto a sus padres y hermanos y la cita se convierte en una
visita familiar (risas). Es increíble comprobar cómo unen a tantas
personas películas como Alien o Los cazafantasmas.
Siempre me emociona. Pero si llegase una carta a mi domicilio postal,
nunca la leería, porque he de mantener unos límites. Si es en una
promoción, normalmente me piden una foto, lo cual no es molestia. Hay
una persona que trabaja para mí y lee las cartas que recibo. Soy un poco
como mi personaje en la película (risas). Mi manera de responder es
intentando hacerlo lo mejor posible en cada película y enviar mensajes a
través de ellas.
¿Cuáles son los que querías enviar a través de esta película?
Esta película aboga por la lectura y por perseguir tus sueños de
juventud. Y plasma la mentorización que llevan a cabo mujeres adultas
con jóvenes y lo que ese intercambio supone para ambas. Es una dinámica
habitual, pero el cine no suele reflejarla. Las películas suelen abordar
coming of age masculinos. Es raro ver nuestras historias de paso a la vida adulta recogidas en la gran pantalla.
¿Alguna vez ejerces de mentora de actrices más jóvenes?
Cuando entras a un set rodaje con mi edad, muchas veces eres la mayor.
Recuerdo que, en mi primer trabajo remunerado, mi mentora fue Ingrid Bergman.
Me sentía tan afortunada de que una estrella así fuera tan generosa,
tan talentosa, divertida y agradable conmigo… Si hubiera sido un
monstruo, no habría aguantado en este negocio. Aprendí tanto solo
estando cerca de ella… Creo que las generaciones mayores tenemos esa
obligación con las jóvenes.
Comentabas que la película aboga por la lectura, ¿qué tipo de lectora eres tú, lees en papel o en libro electrónico?
Cuando viajo, utilizo un Kindle y lo agradezco, porque implica que puedo
transportar todos mis libros en un pequeño dispositivo, pero no creo
que nada pueda sustituir la experiencia del tacto de un libro, pasar sus
páginas, mirar la portada…
Phyllis Westberg rechazaba utilizar tecnología moderna. En la
oficina de la agencia literaria se empleaban dictáfonos y máquinas de
escribir. ¿Cómo te relacionas tú con apps, internet y teléfonos móviles?
En la medida en que sé utilizarlos, me gustan mucho, pero cuando estoy
sentada al lado de alguien que tiene la mitad de años que yo y resuelve
lo que yo tardo media hora en un nanosegundo, me enfurruño. Internet es
maravilloso, pero no es mi medio. Y ha cambiado el mundo, en el sentido
de que ya no disponemos de esas personas que eran especialistas en temas
y acumulaban un gran saber, todas las fechas y hechos en sus cabezas.
En el pasado eran muy valorados, pero ahora la gente ni siquiera aspira a
ese conocimiento renacentista, porque todo está al alcance de nuestros
dedos, cualquiera puede ser una persona experta.
¿Hay algo más que eches de menos de los años 90?
No miro atrás en el tiempo. Leer era mi vía de escape de niña. Espero
que los niños todavía participen de este acto, que los padres se tomen
el tiempo para leer a sus hijos, porque es una experiencia disfrutable y
esta suerte de agresión digital no es muy tranquilizadora. Como te
comentaba antes, espero que esta película recuerde la riqueza de la
lectura, que abra una conversación al mostrar lo mucho que han
significado ciertos libros a determinadas personas. Del mismo modo que
hay cinéfilos, hay amantes de Salinger.
Fotograma de la película ‘Sueños de una escritora en Nueva York’.
¿Qué opinas de las críticas de Martin Scorsese al cine de Marvel que asemeja a parques de atracciones?
Pensé que había sido Coppola. ¿No fue él quien lo dijo?
Ah, fueron los dos. Entiendo lo que quieren decir. Ahora es raro ver
una película como una película pequeña, de personajes, como Sueños de
una escritora en Nueva York. Cada vez son más difíciles de levantar
proyectos de autor. Vivimos una época distinta para el cine. Yo ya no
veo las películas de Star Wars, pero sé que estas franquicias
apelan a los nuevos públicos. No olvidemos que para la gente a la que le
gustan las películas, las historias son relevantes. Y estas películas
que están basadas en cómics… son lo que son. Hay que ser muy buen actor
para interpretarlas bien. Veo el calibre de los actores que fichan y lo
entiendo, porque hay que volcarse por completo para decir esas líneas de
guion. Me gustó Capitana Marvel (Anna Boden, Ryan Fleck, 2019). Fue muy divertida, pero no veo muchas. Sé que mi hija las ve, y estoy segura de que tú también…
¿Cómo celebraste tus 70 años?
En Nueva Escocia, donde estaba grabando la película con Kevin Kline.
Fue una fiesta maravillosa, con tres pasteles. Decoraron el tráiler y
me regalaron tonterías. Ha sido uno de mis mejores cumpleaños. Creo que
los actores tenemos suerte, porque estamos obligados a mantenernos en
forma y no pensamos en estas cosas de la edad. ¡Si haces teatro, son
ocho funciones a la semana! El aguante es un ingrediente esencial. Le
agradezco a mi trabajo que me permita mantenerme en forma. Y lo digo,
por ejemplo, por Avatar.
¿Qué nos puedes adelantar sobre las nuevas y esperadas entregas?
Empezamos a rodar en 2017 y terminamos en octubre de 2018, pero he ido y
vuelto periódicamente, Cameron ha rodado tanto y tiene tanto que
editar, que hay que intentar acoplar el proyecto a otros rodajes que los
actores tenemos apalabrados. Filmamos la segunda y la tercera película
al mismo tiempo. Está muy bien escrita. Para estas grandes historias
llenas de acción, hay mucha humanidad. La gente se va a quedar
conmocionada cuando se estrene la segunda, van a ver cosas que ni
siquiera se pueden imaginar. Impresiona toda la nueva tecnología que ha
aplicado.
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