2/10/2024

¿De verdad?

 Estamos en 2024, en pleno siglo XXI y 176 años después de la Convención de Seneca Falls, que fue la primera sobre derechos de las mujeres en Estados Unidos en 1848. El resultado fue la publicación de un documento llamado por las organizadoras de la Convención Lucrettia Mott y Elizabeth Cady Stanton, “Declaración de sentimientos” en el que denunciaban las restricciones, sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas, ni asistir a reuniones política.

Es cierto que desde entonces las mujeres hemos avanzado mucho en derechos. Pero es igualmente cierto que seguimos viviendo en una sociedad en la que somos sometidas a feroces normas patriarcales que nos hipersexualizan desde niñas, en la que somos violadas y asesinadas por ser mujeres, usadas como materia prima en las esclavitudes sexuales de la prostitución y reproductivas de los vientres de alquiler.

En nuestros cuerpos de mujeres se siguen librando batallas en las cuales las religiones nos quieren imponer sus dogmas o los puteros sus derechos. O son usados en el porno para consumo masivo de una forma de relacionarse sexualmente basada en la dominación y en la violencia sobre nosotras.

Una sociedad en la que el uso del lenguaje sigue en demasiados casos marcando diferencias insalvables en la determinación de los estereotipos que se han de seguir para mantener los privilegios del patriarcado y que los señoros de la Academia se niegan a actualizar con discursos vacuos que ya no convencen a nadie.

 Si bien es cierto que desde la Declaración de Sentimientos el feminismo ha ido evolucionando, no es tampoco menos cierto que el patriarcado ha ido evolucionando también para poder seguir camuflándose para su perpetuación y, por tanto, para seguir con su dominación.

 Si bien es cierto que el machismo no entiende de siglas políticas y que está presente tanto en la derecha como en el centro y en la izquierda, nuestros “compañeros” de las izquierdas parecían más sensibles a nuestras reivindicaciones, aunque su discurso siempre era el mismo independientemente de tratarse de un partido político, sindicato u ONG: Mujeres, ayudadnos a conseguir nuestros objetivos y después os ayudaremos a conseguir vuestras metas.

Pero se retiran cuando consiguen sus objetivos, siempre con nuestra ayuda y nunca se acuerdan de la segunda parte del pacto: nuestras reivindicaciones. Ahí ya se dispersan y se van a otras cosas como la de seguir apuntalando en sistema que tantos privilegios les sigue brindando por haber nacido hombres.

 Y la historia se repite. Ya sean, insisto, sindicalistas, políticos, activistas, etc. La historia siempre se repite. Y en estos momentos se vuelve a repetir con la canción que representará a España en un más que casposo, clasista y capitalista festival de Eurovisión.

 Un festival que permite la participación de un estado sionista como lo es Israel que ha asesinado a más de 26 mil personas palestinas, mayoritariamente niñas, niños, adolescentes y mujeres quienes representan el futuro de un pueblo.

 Pero a los organizadores del festival esto no parece importarles porque lo único importante es que el espectáculo debe continuar. A pesar de los asesinatos de Israel o a pesar de la falta de respeto de canciones como la elegida por España para con los derechos de las mujeres a quienes se permite insultar y vejar llamándolas “zorras” y disfrazándolo de empoderamiento femenino.

 El mundo al revés. Y todo ello con el gobierno más progresista y feminista de la historia. Vivir para ver.

 Gracias a la “inestimable ayuda” de la gestión del Ministerio de Igualdad en los últimos cuatro años que se ha encargado de poner en manos del lobby capitalista toda la gestión y al cual ha regado con muchos millones destinados a luchas contra las violencias machistas y que, también se ha encargado de proscribir el feminismo radical con la aprobación de una ley mordaza y terrible como lo es la ley trans.

 Una ley que permite barbaridades y deja en la indefensión más absoluta a la infancia y a quienes inoculan ideas como la del empoderamiento femenino a través del insulto y la vejación a las mujeres.

 Y ahora y de nuevo, ese lobby capitalista se ha apropiado no solo del lenguaje feminista, sino que además lo está usando para definir e implantar lo que es y debe ser el feminismo moderno, dejando fuera, eso sí a las lesbianas y al resto de mujeres feministas.

 Un lobby que deja fuera de su agenda la verdadera agenda feminista con la lucha contra todas las violencias machistas y que se permite frivolizar la hipersexualización de las niñas enviando mensajes muy perturbadores y confusos para esas niñas, pero muy claros para los pedófilos.

Y, ¿todavía existe gente que defiende que el feminismo radical no es necesario? Muy al contrario. No solo es necesario. Es posiblemente más necesario que nunca puesto que, al pretender borrarnos a las feministas radicales y buscar que cualquier cosa sea feminismo, hemos de reforzar nuestros esfuerzos y sumar muchas más voluntades para buscar convencer de la necesidad de acabar con las violencias machistas, abolir la prostitución, los vientres de alquiles, la pornografía y los estereotipos que conforman el género.

Porque hemos de recordar, queremos recordar que el sexo es el origen de nuestra opresión que utiliza el género para someternos. Y precisamente el género, como constructo social opresor para con las mujeres, ha de ser abolido para la construcción de una sociedad realmente más igualitaria y socialmente más justa entre mujeres y hombres.

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