Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Una lenta reacción del gobierno mexicano ante el golpe de Estado en Honduras, perpetrado en las primeras horas del domingo 28, y acaso atribuible a la lentitud burocrática en día de descanso, permite perder de vista la firme y consecuente posición asumida por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
Eduardo Ibarra Aguirre
Una lenta reacción del gobierno mexicano ante el golpe de Estado en Honduras, perpetrado en las primeras horas del domingo 28, y acaso atribuible a la lentitud burocrática en día de descanso, permite perder de vista la firme y consecuente posición asumida por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
Firmeza y consecuencia es preciso subrayarlo –sobre todo en este espacio que ejerce la crítica sin reparar en las destructoras consecuencias de los bloqueos publicitarios a la edición impresa de Forum y la digital de Forumenlinea, ordenados por la Secretaría de Gobernación--, de una conducta que hizo su aporte a la inédita unidad latinoamericana frente al gobierno espurio de Honduras, paradójicamente apuntalado por la Corte Suprema y el Congreso.
Si bien no hubo un solo gobierno, ni organismo regional y mucho menos global que reconociera al gobierno designado por la oligarquía hondureña, no es pertinente omitir el papel que desempeñó en la construcción del consenso la cumbre del Sistema de Integración Centroamericana, en la que participó Calderón Hinojosa, por un lado, y por el otro la junta del Grupo de Río, con la asistencia de 18 jefes de Estado y representantes de igual número de naciones, y de la cual ejerce la secretaría pro tempore el titular del Ejecutivo.
Como parte de las acciones acordadas en Managua por el Sica y el Grupo de Río para profundizar el aislamiento del gobierno espurio de Roberto Micheletti Bain, fue retirado el embajador azteca de Tegucigalpa, Tarcisio Navarrete, una vez que cumplió la misión de rescatar a la canciller Patricia Isabel Rodas Baca y la trasladó al Distrito Federal.
Naturalmente que no todo es consenso y los intereses regionales e imperiales en juego son múltiples y opuestos en América Central.
Y los intereses de Estados Unidos están en primer plano. Barack Hussein Obama no titubeó en considerar que será un “precedente terrible si nos empezamos a mover hacia atrás, a una era en la que vemos golpes militares como medio de transición política... No queremos regresar a un pasado oscuro”. Mas no se pronunció por restituir al presidente José Manuel Zelaya Rosales y mucho menos por suspender la colaboración militar que le permite disponer de 600 elementos en la base aérea Soto Cano, como parte de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, bajo las órdenes del Comando Sur de EUA.
Hillary Rodham Clinton fue más lejos que su jefe al asegurar: “todas las partes tienen una responsabilidad de abordar los problemas de fondo que llevaron a los eventos de ayer”, en una clara alusión a los alcances y los ritmos de las transformaciones políticas que impulsaba el gobierno legítimo; también en respuesta a Raúl Castro Ruz, quien planteó en Managua que no se produzca negociación alguna con los golpistas, ya que hay intereses oligárquicos empeñados en mantener un orden injusto e insostenible. Tesis que recibió el apoyo de los presidentes de Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Dominica, Honduras, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, integrantes junto a Cuba de la fortalecida Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América.
Lo evidente es que la máxima de Fidel Castro Ruz de “No hay golpista que respire sin el apoyo de Estados Unidos” y el emplazamiento a Obama para que demuestra su sinceridad “con hechos y no con la palabra”, es la batalla que se dilucidará en la próximas semanas y meses.
Las horas, mientras tanto, están contadas para el presidente espurio que abandonará la Presidencia para que el legítimo termine de cumplir el mandato. La condena unánime de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas no le dejó ni un milímetro de espacio de maniobra.
Acuse de recibo
“Conservadurismo y abuso electorero intenta enlodar el nombre de Michael Jackson”, asegura la profesora universitaria Irisela Sánchez Pérez y añade: “Cuando vi el título de esta entrega de Utopía me imaginé que hablaría del cínico, irreverente e insultante diagnóstico de ese hombre pequeño que está tan ávido de capitalizar toda ‘nota’ emergente en los últimos días previos a la elección intermedia, que se atrevió a afirmar la muerte del justamente llamado Rey del Pop, Michael Jackson, según él, por abuso de drogas. Ni Michael era un vulgar ‘adicto’, ni comerciaba con drogas ni se tiró a ellas por ‘desorientación’ o ‘falta de estructura’. Y sí, en este momento no se sabe exactamente qué hizo su último médico y qué hicieron por él durante su vida los merca-médicos y familiares. Pero bueno, la ignorancia de ese pequeñito cuyo nombre no es necesario escribir, es harto conocida…”. Para el periodista Marcos Antonio Heredia Pérez: “’ Se ignoran olímpicamente las causas socioeconómicas y socioculturales del auge de la economía criminal’. En estas líneas de la Utopía 701 está el faltante a toda crítica que se presuma seria sobre la cuestión de las drogas y narcotráfico en ascenso, para no citar la crisis general de la sociedad. Una sociedad que padece la enfermedad terminal del capitalismo no puede arrojar otros resultados…”
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