9/03/2009

Los periodistas pal café.....



Julio Hernández López: Astillero
Felipe Calderón rindió protesta ayer como candidato del PAN a la Presidencia de la República durante un acto masivo realizado en Palacio Nacional. Emocionado, el aspirante michoacano convocó a los mexicanos a un cambio profundo, a salir de la modorra y a elaborar una detallada agenda de transformaciones que necesita el país. En su discurso llamó a revisar, corregir y replantear los diversos tópicos de la realidad nacional, y para ello propuso un decálogo de acciones que en esencia ya habían sido planteadas en su anterior intento de hacerse del máximo cargo nacional, en julio de 2006. Crítico de lo que ha hecho el Poder Ejecutivo federal de entonces a la fecha (Calderón nunca mencionó por su nombre a la persona que durante este trienio perdido ha ocupado el cargo presidencial, acaso por considerarlo espurio), el punzante Felipe dijo que son necesarias nuevas reformas políticas, pues las habidas hasta ahora no se han traducido aún en resolver los problemas de los ciudadanos o en garantizar mejores gobiernos (...) Hay que reconocerlo: los ciudadanos no están satisfechos con la representación política y perciben una enorme brecha entre sus necesidades y la actuación de sus gobernantes, representantes y políticos.
La vibrante alocución del líder opositor señaló con dureza que a la vista del México al que aspiramos, lo logrado es claramente insuficiente y que a este ritmo, tomaría muchos años, y quizá décadas, el poder vislumbrar en hechos concretos el México que queremos. Nada de administrar lo logrado o instalarse en la inercia, lo que se necesitan son cambios profundos y, con su muy reconocido aire de valentía, advirtió que luchará por tales transformaciones con todos los riesgos y con todos los costos que ello implica (¿a la guerra contra el narco ahora querrá sumar una guerra por el cambio?). El histórico deslinde respecto de sí mismo también incluyó la mención de que las grandes posibilidades de éxito que aún tiene México no deben quedar frustradas en sus posibilidades por la falta de visión de los actores políticos, pues es la hora de cambiar, y es la hora de cambiar a fondo, pasando de la lógica de los cambios posibles, limitados siempre por los cálculos políticos de los actores, a la lógica de los cambios de fondo, que nos permitan romper las inercias y construir, en verdad, nuestro futuro. En sus nuevos cálculos políticos de posibilidades, el actor Calderón se lanzó contra mitos, tabúes, sombras y miedos colectivos, pues las cosas no pueden seguir igual, y no van a seguir igual (...) Hoy tenemos que hacerlo, porque además ya no quedan otras alternativas porque el tiempo y los recursos se nos agotan, porque las necesidades de la población son cada vez más apremiantes (nota del Astillero: se desconoce cuánto tiempo durará la campaña del candidato Calderón, aunque fuentes normalmente bien desinformadas, sus Gargantas Superficiales, aseguran a esta columna que será por el resto del sexenio, si es que éste no revienta antes).
Marcelo Ebrard aprovechó el jolgorio matutino de Palacio para avanzar en su estrategia de acercarse gradual pero inequívocamente a Calderón y de deslindarse de López Obrador con el menor ruido posible. El jefe del gobierno capitalino montó nuevamente su treta de rehuir la prueba específica de la fotografía cuando en los hechos políticos ha cumplido con creces el proceso concreto de reconocer legitimidad a Calderón y acoplarse físicamente a los ceremoniales de interés del panista. Ya antes Ebrard había ido a la reunión de seguridad nacional que forzaron las circunstancias del hijo asesinado del empresario Martí, y meses atrás se apersonó en una reunión calderónica aunque también echando mano de recursos escénicos como un tapabocas que supuestamente daba fe de que sólo por esas urgencias sanitarias se sentaba en el corro quemante que antes decía rechazar. Hoy, Ebrard ya no tuvo pretexto de emergencias o máximo interés nacional: fue a la fiesta privada de Calderón y aplaudió pasajes del discurso de complacencias del celebrante. En realidad, es un pasaje más de una historia sabida, pues Marcelo apuesta su viabilidad de 2012 al desgaste de la opción ríspida que representa López Obrador y la conversión de él, Ebrard, en la alternativa civilizada. Clic.
Un puñado de diputados federales, entre los que destaca Gerardo Fernández Noroña, fueron maltratados por policías federales y miembros del Estado Mayor Presidencial que les impidieron pasar a Palacio Nacional mientras Calderón pronunciaba un discurso personal sobre el informe un día antes presentado por escrito al pleno legislativo del que forman parte los cinco agredidos. El episodio pondrá a prueba la validez del fuero de los diputados frente a un Poder Ejecutivo asustadizo y la posición del presidente de la mesa directiva de San Lázaro, ampliamente conocidas en Jalisco sus credenciales de partidario de la represión y en el plano nacional su condición de dependiente político de Los Pinos, pues Ramírez Acuña deberá tramitar la discusión en la Cámara de Diputados sobre las agresiones de ayer a cinco de sus integrantes y la eventual presentación de una ejemplar denuncia penal contra los policías y militares involucrados en los hechos.
Y, mientras Jesús Ortega se ha declarado más que listo para entrarle a la alianza nacional que para remontar la crisis ha propuesto Calderón (siempre y cuando el ya reconocido como presidente plantee cosas por el bien de México, y no temas gatopardescos), y Guanito sigue deshojando la margarita de Iztapalapa que ya parece telenovela, ¡hasta mañana, en esta columna que ve a la PGR encarcelar a delegado y subdelegado en Quintana Roo (¿y por qué no en los demás estados?), a un subsecretario de seguridad pública de Michoacán ser asesinado (además de tres personas, dos de ellas escoltas del funcionario) y a Carlos Ahumada con una órden de reaprehensión en su contra!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx
Hubo una época en que el presidente en turno nombraba a cada uno de los 300 diputados y los dos senadores que tenía cada estado de la República; todavía no se inventaban los plurinominales. Se ganaron el mote de borregos porque simplemente alzaban la mano para aprobar, a veces sin leer, las propuestas que enviaba el jefe del Ejecutivo. Obviamente, también designaba a los pastores, priístas probados en la disciplina y la ignominia. Las cosas han cambiado radicalmente; cada partido tiene su pastor –uno en el Senado y otro en la Cámara de Diputados–, reflejan una gran diversidad de intereses, la voluntad del presidente tiene peso, pero no es decisiva. Antes de pensar si cuajará alguno de los sueños guajiros propuestos por el licenciado Calderón, los 10 puntos que son un refrito que viene meneando en el comal desde la campaña presidencial, habría que pulsar lo que piensan, en primer lugar, los gobernadores, porque son los nuevos jefes de la mayoría de los legisladores. Sólo la parvada gaviotil se compone de más de 100. Ayer mismo el PRI hizo una contrapropuesta con sus propias recetas para la crisis. Plantea revisar la partida presupuestal llamada Gastos Fiscales, cuyo monto es de más de 400 mil millones de pesos, y agrupa los conceptos por los que el fisco pierde dinero: subsidios, deducciones de impuestos, estímulos, regímenes especiales y un largo etcétera. La idea es tapar los agujeros en vez de extender el IVA a alimentos y medicinas, inclusive podría suprimirse el IETU. No es mala idea pero, como siempre, el problema es la corrupción. ¿A quiénes se beneficiaría y a quiénes se perjudicaría?
Empresas de alto riesgo
Los fraudes de empresas que ofrecen al público el pago de altos intereses por manejar su dinero es un problema de todos los días. Tomen nota de lo siguiente. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores informa que Grupo Inmobiliario Verhome, con el nombre comercial Invergroup, así como MXBK Group, también conocido como Mexbanl Financiera, W.M. Advisors y Yakey MX son cuatro empresas que no forman parte del sistema financiero mexicano y, por tanto, no cuentan con autorización para captar recursos del público ni para llevar a cabo las actividades reservadas para los intermediarios financieros.

Carlos Fernández-Vega: México SA
Renovarse o morir es la consigna, y por eso el cambio que como candidato prometió y como inquilino de Los Pinos incumplió, Felipe Calderón lo vuelve a prometer –sólo que ahora disfrazado de novedad– para la segunda mitad de su estadía en la residencia oficial, porque cambiar de fondo no sólo es la mejor, sino la única alternativa, aunque para llegar a tan sesuda conclusión arrojó tres largos años al bote de la basura, pues –como si fuera necesario que lo reconociera– lo logrado (sic) es claramente insuficiente.
¿Qué es lo logrado? Nada, salvo 10 millones adicionales de pobres y el desplome de la economía, pero en el faraónico acto de ayer en Palacio Nacional, engrudo de por medio, Calderón relanzó sus incumplidas promesas de campaña y resumió sus frases célebres de tres años de discursos, para concluir que ahora sí, por ésta, vamos por el cambio (marca Fox) a través de reformas, muchas de ellas, que nos permitan construir el México que queremos, es decir, aquel que resumía la frase célebre de quienes lo llevaron a Los Pinos: apostarle a algo distinto sería retroceso.
Pues bien, ¿de qué reformas habla para ese México del futuro? De las mismas que un trienio atrás, en tiempos electorales, prometió poner en práctica una vez que se (lo) instalara (n) en Los Pinos (el 2 de julio celebraremos el triunfo de la opción del empleo, la estabilidad económica, la transparencia y la unidad de los mexicanos, decía), las cuales 33 meses después no ha concretado, pero que, oportuno relanzamiento mediático de por medio, ofrece realizar –me cae que sí– por el bien de la patria, y en el entendido de que en todo cambio hay siempre la oportunidad de replantear prioridades y estrategias (dicho sea de paso, el heraldo calderonista a la vez que inquilino de Bucareli, Fernando Gómez Mont, puntualizó en qué consiste el cambio pregonado: “no creo que en política operen los virajes… Los golpes de timón o virajes me parecen prácticamente ilusorios…”).
Para la segunda mitad del gobierno calderonista (si es que la libra), las 10 nuevas líneas de acción establecidas por el inquilino de Los Pinos son: combate a la pobreza, cobertura universal de salud, educación de calidad y lucha frontal contra el crimen, más las reformas de las finanzas públicas, de las empresas públicas del sector energético, del sector de las telecomunicaciones, la del sector laboral, la regulatoria de fondo y la política de fondo (los pormenores de cada una de ellas pueden consultarse en dos documentos: el del mensaje pronunciado ayer en Palacio Nacional –2 de septiembre de 2009– y en otro denominado El reto de México –campaña electoral, junio de 2006–, ambos con la firma de Felipe Calderón; por cierto, en este último también se comprometió a que en caso de no contar con una mayoría legislativa estoy dispuesto a integrar un gobierno de coalición al que se sumen aquellas fuerzas políticas con las que podamos tener coincidencias en acciones específicas de política pública... Y cuando menos esta parte sí se le cumplió a la mitad del camino).
¡Ah!, las nuevas reformas. Por ejemplo, la relativa a las empresas públicas del sector energético, ayer planteada en tal sentido por el inquilino de Los Pinos, no es otra que la intentona de siempre: privatizar. Lo mejor del caso es que oficialmente esta reforma se habría concretado en 2008, y fue tan exitosa (no es de corto plazo o coyuntura, sino de largo aliento, Calderón dixit) que con su aprobación “es factible y, lo aseguro, garantizar enterrar la pobreza extrema y garantizarle a cada joven mexicano un lugar en la universidad, de manera que no haya un solo mexicano que no curse una carrera técnica o profesional por falta de oportunidades; se podría captar, a través de Pemex, uno por ciento del producto interno bruto adicional por año; a partir de 2011 o 2012 México podría recibir un promedio de 150 mil millones de pesos anuales…”, y de pasadita hacernos menos dependientes de los recursos petroleros (ídem).
Resulta que en los hechos la “reforma ni de lejos logró enterrar la pobreza extrema (por el contrario); tampoco garantizar a cada joven mexicano un lugar en la universidad (hay que ver el número de jóvenes rechazados por falta de espacio); mucho menos cortar la dependencia de las finanzas públicas de los recursos petroleros, ni concretar el abultado cuento de la lechera calderonista inherente a cada reforma alcanzada (Ley del ISSSTE, fiscal, etcétera), el cual, además de los mencionados, incluía generación de empleo; incremento de la inversión, nacional y extranjera; pagar la deuda social; distribuir la riqueza y el ingreso; fomentar las exportaciones; desarrollo y crecimiento económicos; infraestructura social, económica, de comunicaciones, salud, educación, drenaje, agua potable; incremento sostenido de la competitividad y la productividad; recursos suficientes para escuelas y hospitales; acabar con los privilegios en el sistema tributario; fondos para los estados de la República; tarifas eléctricas más justas para la población y más competitivas para la industria; supercarreteras; servicios más elementales para la población; liberar recursos públicos para programas sociales; cerrar de una vez la brecha de México con ese México agraviado, con ese México olvidado, con ese México de la pobreza que marca toda la geografía nacional y así por el estilo.
Por si fuera poco, en el citado documento El reto de México (2006) Felipe Calderón subrayaba su propuesta “imprescindible (de) pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva para reducir la brecha que existe entre los ciudadanos y sus representantes…” Y como no muchas ideas fluyen por los pasillos de Los Pinos, ayer (2009) el mismo personaje propuso algo por demás novedoso: hay que pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva.
En síntesis, el tercer Informe de gobierno con sus nuevas reformas y sus nuevas ideas, porque –dice Calderón– es la hora de cambiar.
Las rebanadas del pastel
En sentido contrario, los legisladores tricolores proponen una ley de recuperación económica para crear plazas laborales y combatir la pobreza, con incentivos fiscales para las empresas generadoras de empleo formal de largo plazo y que impulsen la actividad económica. El planteamiento del grupo económico de dicha bancada –Oscar Levín y David Penchyna, entre otros– parte de una base elemental: el actual modelo económico está agotado… Concluido el show mediático del tercer informe, llegan los movimientos en el gabinetazo y la propuesta económica 2010.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

Calderón: intenciones y vacío
En su discurso ayer en Palacio Nacional con motivo del tercer Informe de gobierno, el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, tras reivindicar algunas de las acciones de su administración en el último año, llamó a emprender cambios profundos en beneficio del país y por encima de las diferencias políticas. A renglón seguido, delineó un decálogo de reformas en materia de combate a la pobreza, salud, educación, racionalización de las finanzas públicas, sector energético, telecomunicaciones, política laboral, desregulación, seguridad pública y política electoral, las cuales, según dijo, serán parte central de la agenda del gobierno durante el resto de su mandato.
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El Correo Ilustrado
En recuerdo de Margarita Suzán
Compañero Reinaldo Alonso: A propósito de la vida de su amada esposa, compañera y amiga Margarita Suzán. Parafraseando a Bertolt Brecht “Hay quienes luchan muchos años de su vida y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: esos son los imprescindibles…”
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Como algún analista subrayó, las dos elecciones generales más recientes en países del Grupo de los Siete, es decir, en alguna de las mayores economías industriales, han tenido resultados trascendentales: la de Estados Unidos, en noviembre pasado, llevó por vez primera a un afroestadunidense a la presidencia, y la de Japón, el 30 de agosto, expulsó del poder, no por primera vez, pero de modo contundente, al Partido Liberal Demócrata (PLD), que lo había mantenido en las más de cinco décadas pasadas desde que el país recuperó la capacidad de autogobierno tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Ignoro el equivalente japonés del eslogan echar al PRI de Los Pinos, pero eso fue precisamente lo que hicieron los electores del sol naciente con el PLD. En 1993, una variopinta coalición circunstancial había conseguido la hazaña, pero sólo logró mantenerse en el poder algo menos de un año. (Este acontecimiento recordó el éxito electoral obtenido en México en 1988 por una coalición similar, el FDN, rechazado por el equivalente mexicano del PLD.) Ahora, todo indica que el cambio de preferencias políticas en Japón ha sido muy profundo y que, en efecto, se ha producido una alternancia a la japonesa.
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Hace poco fuimos invitados por el senador Alfonso Sánchez Anaya, coordinador de la Comisión de Reforma para la Refundación del PRD. La idea fue que participáramos como ponentes en esa primera reunión con tal propósito. Asistimos Enrique Dussel, Miguel Ángel Granados Chapa, Armando Rendón Corona, Carlos Payán Velver, Axel Didriksson y quien esto escribe. Arnaldo no pudo asistir.
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Son tantas las objeciones que se hacen al quehacer de los políticos, que se va perdiendo la sensibilidad para distinguir entre lo razonable y lo patético, entre las minucias del día a día y los problemas permanentes. A fuer de ser más antiautoritarios que nadie (que no es lo mismo que más democráticos) quisimos restar poderes al Presidente, minimizando los rituales del presidencialismo, en particular la ceremonia del Informe que se había convertido en la expresión simbólica de la subordinación del Legislativo al monarca sexenal, pero la operación reformadora se quedó en la superficie y salió mal: así, junto con el espectáculo decadente se canceló la oportunidad de renovar de manera positiva la complicada relación entre el Congreso y el gobierno federal.
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Uno de los reclamos sostenidos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ha sido el control para sí de la educación nacional. Lo ha logrado gracias a la alianza con gobiernos panistas, y el costo para los niños mexicanos es, ha sido y será impagable: entregar al SNTE la Secretaría de Educación Pública es poner la Iglesia en manos de Lutero, como dirían los entendidos. El arreglo político entre los panistas y el liderazgo magisterial es una ironía de la historia.
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En la reciente cumbre de la Unasur sobre la instalación de las bases militares de Estados Unidos en Colombia, el mecanismo de integración suramericano continuó consolidándose como espacio reconocido por todos los gobiernos para el debate y la concertación política regional. Hay ideas rescatables en las intervenciones de casi todos los presidentes, que se esforzaron visiblemente en trabajar como equipo en una atmósfera cordial sin dejar de exponer al mismo tiempo sus puntos de vista pero las intervenciones de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales marcaron un hito fundamental por su solidez argumentativa y conceptual, desnudando a Estados Unidos en su condición histórica y estructural de potencia agresiva e intervensionista a escala mundial y cuestionando su discurso falso e hipócrita sobre el narcotráfico y el terrorismo. Correa demolió las justificaciones que intentó dar Uribe a las nuevas bases, demostró el fracaso del Plan Colombia en su objetivo de contener el narcotráfico y cómo se ha elevado la eficacia de Venezuela, Bolivia y Ecuador en la lucha contra ese flagelo desde que expulsaron a la DEA de sus países. Chávez aportó profundidad al debate al leer a sus colegas reveladores fragmentos de un documento académico estadunidense que analiza la proyección del poder militar aéreo hegemónico de Estados Unidos en la región y en el mundo y en este contexto asigna un papel de primer orden a Palanquero, una de las nuevas siete bases yanquis en Colombia; recordó también con ejemplos irrefutables la complicidad de Bogotá con el golpismo y la sedición en Venezuela. Evo fue muy auténtico y convincente al relatar su experiencia con la política injerencista y represiva de Washington, primero como líder cocalero y luego como jefe de Estado, y al igual que Chávez y Correa se opuso resueltamente a la instalación de las bases de Estados Unidos. Es inteligente su propuesta de prohibir todas las bases militares extranjeras en la región. No es casual que estos tres hombre hayan promovido enérgicamente y, a la par, sean fruto de los tres grandes procesos constituyentes latinoamericanos de honda raíz popular.
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Orlando Delgado Selley: Comparaciones
Entre las muchas consideraciones que se han hecho sobre la crisis actual está la que la compara con la depresión de 1929-33. En esos años la economía estadunidense se redujo 27.6 por ciento y en la crisis actual, que, de acuerdo con la Oficina Nacional de Investigación Económica, empezó en diciembre de 2007, la caída ha sido de 3.7 por ciento. En aquella crisis las respuestas de política económica fueron lentas e inadecuadas, mientras en ésta ha habido respuestas rápidas y enérgicas. Según diferentes análisis, en estas diferencias pudieran ubicarse las razones por las que la crisis actual no ha sido tan profunda y probablemente tampoco tan duradera como la de 1929.
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Luis Maldonado Venegas
En la defensa de nuestra UNAM
El mandato del artículo tercero constitucional es inequívoco: “Todo individuo tiene derecho a recibir educación”.
Educación —establece nuestra Carta Magna— orientada a luchar contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Educación laica, democrática, nacional, tendente a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano. Educación que contribuya a una mejor convivencia humana y a evitar los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos.
Las universidades públicas son vitales en este empeño educativo, crucial para la nación. Señaladamente una de las más prestigiadas de América y del mundo: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por eso resulta absurda, por decirlo suavemente, la decisión de recortar en 1% el presupuesto de las universidades públicas del país, de por sí agobiadas por la anoxia financiera.
De los 800 millones de pesos de esa mutilación irracional, 200 millones corresponderían a la UNAM, nuestra “máxima casa de estudios”. La universidad pública, por excelencia, del Estado: nacional, autónoma y de México, inscrita en junio de 2007 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Analista y prestigiado universitario, Raúl Trejo Delarbre ha señalado puntualmente el problema: que desde el Estado, insensatamente, se asuma que la autonomía de la UNAM otorga pretexto suficiente para desentenderse financieramente de la institución.
De una institución conformada por una comunidad con 305 mil alumnos en sus planteles de bachillerato, licenciatura y posgrado; más de 35 mil investigadores, profesores de carrera, técnicos académicos, profesores de asignatura y asistentes; de una casa de estudios con tareas de divulgación cultural que incluyen conciertos, teatro, danza, cine, exposiciones, actividades literarias y talleres, así como conferencias, cursos, apoyos y becas para la formación académica, proyectos de investigación, intercambios y más de 140 bibliotecas con casi 7 millones de volúmenes.
El Estado tiene la obligación de atender sus responsabilidades financieras ante las crisis que hoy golpean al país. Pero no debe, de ninguna manera, dar la espalda a las universidades públicas, particularmente (cito de nuevo a Trejo Delarbre) a “su” universidad pública.
México necesita más y mejor educación. La necesita porque la educación es rumbo: de ella parten todos los caminos hacia el desarrollo, el bienestar, la igualdad de oportunidades y la justicia social. Una sociedad sin educación deviene en pueblo a la deriva.
Apoyemos a la casa emblemática de las universidades públicas; apoyemos al rector José Narro Robles en su cruzada en defensa del presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México, hoy que la insensibilidad política y social lleva a malos gobernantes a suponer, erróneamente, que el Estado es tan sólo un “gestor monolítico del poder”.
luismaldonado@senado.gob.mx
Presidente del CEN de Convergencia y senador de la República
Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Calderón: última llamada
Quiero creer que lo dijo. Quiero creer en lo que dijo. Quiero creer que al fin se convenció: que es la hora de cambiar, que en nuestras manos está el decidir si seguimos en la inercia o si impulsamos cambios de fondo para transformar al país; que es tiempo de actuar y de tender puentes de diálogo; que ha estado atento a las voces que han propuesto distintos mecanismos de entendimiento a fin de definir la agenda del país, particularmente en materia económica; que es sincero cuando exhorta a ser la generación que puso por encima de cualquier otro interés particular el interés de México; que está convocando a una gran alianza entre todos los sectores de la vida nacional. Y finalmente —música para mis oídos— que en los próximos días se reunirá con diversos liderazgos sociales, políticos, económicos y académicos a fin de analizar todas las alternativas.
A riesgo de parecer ingenuo quiero creer.
Porque es lo que Felipe Calderón debía de haber hecho desde el principio. Cuando severamente cuestionado y por la puerta de atrás llegó a la Presidencia de este país y ante la disyuntiva de mano abierta o mano dura optó por apretar el puño; y buscó legitimarse mostrando que podía poner al Ejército en la calle —porque él es su comandante— en una guerra desorganizada contra el crimen organizado. A tres años de distancia tiene que haber acabado esa obsesión compulsiva. Él gobierna de cualquier manera. Y ahora, al fin, parece dispuesto a abrir la mano y buscar consensos y sumar y no sólo oír, sino también escuchar y actuar en consecuencia. Y es que su tiempo se agota. Más vale tarde que nunca.
Por eso, de todo el mamotreto por escrito del martes y de todo lo dicho ayer miércoles me quedo con esas frases. Aunque valen algunas aclaraciones: por más que quiera mostrarse optimista sabe bien que no es verdad que en la crisis ya tocamos fondo y que lo peor en —por lo menos— los próximos 12 meses está todavía por venir; que si de verdad quiere impulsar un cambio debe aceptar que el país ya no está para maquillajes; que urgen una reforma del Estado, una auténtica revolución educativa y una revisión a fondo del modelo económico para abatir la brutal desigualdad que nos confronta. Como dice Granados Chapa, hay que rehacer la casa, que está cerca del derrumbe. Así de grave, así de crítico, así de decisorio el momento histórico que vivimos.
Calderón está empeñando su palabra y no puede ni debe traicionarla. Por supuesto que nadie espera un país al gusto de cada quien. Pero lo que sí es exigible es el entendimiento de que estamos al borde de la quiebra no sólo económica sino también política, social y sobre todo moral. A un paso de romper con el pacto de convivencia que a 200 y 100 años de historia nos dieron la Independencia y la Revolución.
El Presidente tiene que dejar los lastres que lo atan al pasado cercano y demostrar que está dispuesto no sólo a salvar su gobierno, sino a evitar que este sea otro sexenio perdido. Es la última llamada para el país. También para Felipe Calderón.
Lydia Cacho
Plan B
El estallido o la paz
Ayer escuché a un niño de 10 años que azorado escuchaba las historias del 68 como un cuento de terror ¿Pero por qué los mataron por quejarse?, preguntó el pequeño.
A veces restamos importancia al contenido real y simbólico de las palabras. El niño imagina un estallido social como una guerra civil, y hubo que explicarle que en la guerra civil la población de un mismo país se mata entre sí; un estallido social es una manifestación generalizada de inconformidad, un acto de desesperación de grupos sociales convencidos de que todos los recursos del sistema se han agotado.
Cuando un gobierno persiste en negar la realidad a quienes la padecen, se dan marchas, huelgas, paros y manifestaciones tumultuarias. Cuando un gobierno opera adecuadamente, la sociedad se siente contenida y representada, en mayor o menor grado, y considera que el Estado administra bien sus impuestos y protege su seguridad. En ausencia de esa contención la sociedad busca salidas desesperadas. El estallido permite desahogar la ira contenida y la impotencia, pero también las alimenta. Puede ser el recurso que hace de antesala a una dictadura.
Empresarios advierten estallidos sociales en Oaxaca y Puebla, mientras Ulises Ruiz y Mario Marín reprimen más que nunca. El problema con advertir un estallido social incontrolable con catervas iracundas y violentas, que inundarán las calles y robarán para comer, es que se alientan y justifican las estrategias políticas que nutren la polarización social, que se fortalecen con la represión. El problema con buscar la utopía revolucionaria incitando a un estallido social violento es que el resultado será siempre contraproducente, la historia lo demuestra plenamente.
Plantear que tras el estallido vendrá la represión y a partir de esa represión la mayoría se rebelará y surgirá un cambio drástico es falso. Lo que acaba sucediendo es que las fuerzas políticas se unen para defender al Estado. Es decir, las acciones violentas fortalecen la represión y la justifican. Llamar a la violencia como respuesta es vaciar de contenido al pensamiento democrático. El gran acto político y revolucionario es educar para la paz y los derechos civiles.
Jorge Javier Romero
La Iglesia simula, el Estado se dobla
La Iglesia católica ha puesto el grito en el cielo porque en los libros de texto se menciona las excomuniones dictadas en su tiempo contra los curas Hidalgo y Morelos por actos cometidos durante sus rebeliones. La jerarquía mexicana quiere presentar una cara patriótica y pretende subirse al carro de los festejos del bicentenario. De manera contradictoria y poco clara, los voceros episcopales arguyen que si el obispo Abad y Queipo era electo y no en funciones, o que si la excomunión de Hidalgo quedó sin efecto con su confesión —y, se deduce, arrepentimiento, por lo que fue enterrado, al igual que Morelos, en tierra consagrada—. Allá ellos y sus galimatías de derecho eclesiástico. A mí si comulgaron o no antes de morir me tiene sin cuidado; lo que me interesa es el papel que jugó la Iglesia durante la guerra de Independencia y el papel que pretende jugar hoy en la vida pública del país.
Sorprende tristemente la escasez de estudios históricos actuales sobre la guerra de Independencia, principalmente sobre su etapa inicial. Bueno sería que en estos tiempos de festejos, en lugar de actos de oropel, se hubiera propiciado la investigación seria, desde una perspectiva moderna, sobre los hechos que se conmemoran. No hay una biografía contemporánea de Hidalgo en español y la más reciente hecha en la academia norteamericana data de una década. Aquí seguimos con los cuentos infantiles de Ignacio Manuel Altamirano o de José Rubén Romero, que narran la vida del curita ilustrado castigado en un pueblo. Entre esas visiones dulcificadas y la acritud humorística de Ibargüengoitia, me quedo con el López de pasos a ciegas.
Hace falta que revisemos con nuevos ojos el significado real de las primeras rebeliones del siglo XIX y que se estudie con seriedad su verdadera influencia en la posterior independencia. Y ahí es importante ubicar el papel de la Iglesia católica, entonces única.
El decreto de excomunión de Hidalgo es un documento histórico incontrovertible. No así la excomunión de Morelos, pues no se conoce más que por referencias en su juicio ante la Inquisición. Ambos fueron sometidos a la tortura física y sicológica, lo que incluyó la mutilación de las yemas de los dedos y el raspado del cuero cabelludo, y fueron condenados por la Inquisición antes de ser juzgados por el brazo secular. La Iglesia oficial en la Nueva España se mantuvo leal a las autoridades enviadas por los invasores franceses y a Fernando VII con la restauración de la monarquía absoluta. Sólo se pusieron de lado de Iturbide cuando éste representó la posibilidad de mantenimiento de sus privilegios frente al restablecimiento de la Constitución liberal de Cádiz en España.
La Iglesia católica sí fue enemiga del movimiento popular milenarista de Hidalgo y lo siguió siendo de la guerra de Morelos. Muchos curas del clero secular —más de 100— militaron en las filas insurgentes, pero las órdenes monásticas y la jerarquía defendieron el orden colonial. Así, su clamor actual no es más que mera simulación hipócrita.
Lo relevante es que no estamos haciendo un balance histórico serio del movimiento de Hidalgo, del de Morelos y, en conjunto, del proceso de Independencia, que finalmente no se debió a esos precursores, sino a un movimiento reaccionario y antiliberal que también resultó frustráneo. Y mientras no se enfrenta críticamente nuestra historia, la Iglesia católica sí que se aprovecha y gana terrenos en detrimento del Estado laico.
Los libros de texto gratuitos siempre fueron un ariete del Estado laico contra las pretensiones clericales y han sido blanco de los ataques de curas y obispos. Sólo que ahora ha salido el secretario de Educación, el ilustrado Alonso Lujambio, a decirles que sí, que van a revisar los textos. Eso sería lo de menos si no se estuvieran dando las reformas deseadas por la Iglesia sobre el derecho a la vida o si no le estuvieran abriendo espacios en los ámbitos de supuestos gobiernos de izquierda.
El Estado laico, débil, retrocede, mientras los medios de comunicación, el PRI y el PAN se alían con la Iglesia católica para construir la nueva dominación oligárquica sobre una población empobrecida y víctima de una profunda catástrofe educativa. El hecho de poner en el centro del debate si Hidalgo o Morelos tuvieron o no derecho a participar en un rito es prueba de que lo realmente importante se ha dejado de lado para ser sustituido por el mero ruido espectacular.
Politólogo

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