Por lo visto, del “cielo de la oposición” al “infierno del gobierno” (o “suelo, como dice Presidencia que dijo el michoacano) sólo hay un foro Económico Mundial de por medio, en el que Agustín Carstens, a la diestra de Calderón, repetía el estribillo: en el “rescate” bancario “se hizo lo mejor que se pudo”.
Del doctor “catarrito” se entiende: nunca ha negado su amor y pasión por el Fobaproa (“soy totalmente Banco de México”), y como director de Investigación Económica (1994-1998) de esa institución colaboró para tal fin con los dos gobernadores (Miguel Mancera Aguayo y Guillermo Ortiz, primero como secretario de Hacienda de Zedillo) que dieron cuerpo al “rescate” bancario y su 20 por ciento del PIB. En ese equipo también participaba Francisco Gil Díaz, como vicegobernador, a la postre, según sus palabras “enterrador” oficial del Fobaproa.
¿Pero Felipillo, el “opositor”? En aquel caliente mayo de 2006, en plena batalla electoral, el michoacano se retorcía por la denuncia pejista sobre su abierta cuan decisiva participación en la “legalización” del Fobaproa (1998). Una y otra vez lo negó en la rebatinga mediática de aquellos tiempos, para casi tres años después no sólo aceptarlo, sino presumirlo y promoverlo como “solución mundial” a la crisis.
“Ahora te comprendo mucho mejor”, dijo Calderón a Zedillo en Davos. Pero, ¿qué decía el michoacano cuando vivía en “el cielo de la oposición”? Ejercitemos la memoria: el 9 de diciembre de 1998 Felipe, entonces presidente nacional del PAN, juró que su partido “no votará a favor de la propuesta oficial sobre el Fobaproa (...) si Guillermo Ortiz Martínez no renuncia al cargo de gobernador del Banco de México; es su bronca”. Ese día la directiva panista sostuvo dos reuniones –en una de ellas se apersonaron Vicente Fox y Diego Fernández de Cevallos– con los dirigentes de sus fracciones parlamentarias, en las que determinaron “no aprobar ni un centavo para el servicio de la deuda del Fobaproa”. Incluso, Carlos Medina Plascencia –a la sazón líder de la bancada en San Lázaro– decía que “Ortiz Martínez no es un chivo expiatorio para darle una salida al Fobaproa; más bien es un chivo en cristalería”.
Un día después, por la mañana, Felipillo reiteraba que su partido “no dará marcha atrás en su exigencia de que renuncie el gobernador del Banco de México y no votará en la Cámara de Diputados el Fobaproa”, y reprendía a los banqueros por su apoyo a Guillermo Ortiz. Aseguraba, también, que “el problema bancario y financiero es producto de la ineptitud gubernamental (...) que ahora implica causar un daño irreversible para muchas generaciones; se desecha por improcedente la iniciativa y pretensión del Ejecutivo (Zedillo) de convertir a deuda pública los pasivos del Fobaproa. ¡No al Fobaproa!...”
Por la noche de ese mismo 10 de diciembre de 1998 se conoció que el PAN “cedió en su demanda de que renuncie el gobernador del Banco de México, y llegó a un acuerdo con el Ejecutivo (Zedillo) en torno al Fobaproa, lo que (...) fue negado tajantemente por el PAN. Sin embargo, los priístas apuestan a que Medina Plascencia maneje bien la situación al interior de su bancada, y el dictamen que crea el IPAB se apruebe el 12 de diciembre. Parte del acuerdo PAN-gobierno era no difundir la concertacesión, pero un gobierno presionado y un PRI desesperado se encargaron de filtrar el convenio, negociado en el Club de Banqueros”. Además, el PRI y el Ejecutivo (Zedillo) aceptarían algunas de las propuestas panistas, entre ellas las reformas para que el capital extranjero participara a 100 por ciento en los tres grandes bancos del país (Banamex, Bancomer y Serfin). El presidente de la Asociación de Banqueros de México, Carlos Gómez y Gómez anunció: “tenemos Fobaproa este fin de semana”.
Y lo tuvieron el domingo 13 de diciembre de 1998. Ese día el secretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Germán Martínez (hoy presidente del blanquiazul por dedazo calderonista) presumía: “ha quedado cerrada la herida, pues se terminó el debate del Fobaproa... ya no podrán seguir lucrando con el Fobaproa... los panistas seguiremos cerrando las heridas de los problemas nacionales”.
El mismo día Felipe Calderón justificó la aprobación del Fobaproa-IPAB por parte del PAN: “si no se hubiera aprobado la iniciativa el sistema financiero mexicano hubiera quebrado, el peso mexicano hubiera dejado de tener el apoyo del Banco de México, y se hubieran registrado efectos mucho más graves que su costo fiscal actual de 320 mil millones de pesos; el panismo pretende reducir hasta la mitad el saldo” (al 31 de diciembre de 2008, dicho costo superó los 745 mil millones de pesos, o 133 por ciento de aumento entre una y otra fecha, sin considerar el pago de intereses y la amortización de pagarés, los cuales, con el voto panista, se entregaron a cuatro grandes bancos).
La crónica de aquel día señala: “Calderón destacó que es inminente la salida de Guillermo Ortiz como gobernador del Banco de México (ratificado en 2005 por el entonces presidente Fox), y de Eduardo Fernández de la presidencia de la CNBV (sólo dejó esa posición al cierre del sexenio zedillista). La conferencia de prensa de Calderón fue apresurada, pues al dirigente nacional del PAN le urgía presenciar la final del partido de futbol entre Necaxa y Chivas... Cinco de los seis gobernadores panistas en el país, Vicente Fox, Fernando Canales Clariond, Ignacio Loyola, Alejandro González Alcocer y Felipe González –no asistió Alberto Cárdenas Jiménez– se presentaron en la sede nacional del blanquiazul para apoyar al Comité Ejecutivo, a los diputados y senadores en torno a las decisiones que adopten relacionadas con el problema bancario y financiero en el país”.
Junto con el dirigente nacional panista (Calderón), los diputados blanquiazules anunciaron su decisión en torno al Fobaproa: “se fincarán responsabilidades políticas y penales a funcionarios, empresarios y banqueros que hayan incurrido en desviación u operación ilegal en el manejo del fondo bancario; no encubriremos a nadie, no cejaremos en nuestra exigencia” (reunión panista –legisladores y dirigencia– en Puerto Vallarta, 17 y 18 de agosto de 1998, en la que participó el Felipillo como líder nacional). Resultado: encubrieron a todos.
Las rebanadas del pastel
Casi una década atrás (13 de diciembre de 1998), Felipe Calderón se comprometió a dar “una explicación pública a los mexicanos del por qué el PAN aprobó la iniciativa (sí al Fobaproa). La haré a fin de evitar consecuencias de tipo electoral y político para mi partido”. Pues bien, lento pero seguro: recién la dio en Davos.
Ciudad Perdida
Miguel Ángel Velázquez
ciudadperdida_2000@yahoo.com.mx
■ No más desgracias para Coyoacán
■ Otra amenaza en ciernes
Aunque nadie lo crea, después de la desgracia que significó, y aún significa, Heberto Castillo para los habitantes de la delegación Coyoacán, ahora los panistas pretenden prolongar la desdicha de la gente de esa delegación y mandan como candidato a uno de los representantes más conspicuos de la derecha en todo el país: a Obdulio Ávila Mayo, quien en numerosas ocasiones ha demostrado que lo que menos le importa, como a la mayoría de los azules, son los ciudadanos.
Ese azul es, nada más, el monstruo, la creatura que formó, que nació de la ineficiencia y la incapacidad del delegado actual, y no del trabajo o el compromiso de Ávila por mejorar las condiciones de vida de los coyoacanenses.
Dos gobiernos fallidos: primero el del inefable Miguel Bortolini, aquel que se hizo famoso por la leche Betty y por sus constantes desatinos, esos que le hicieron ganarse el mote de tontolini. Otro trágico invento de René Bejarano que pagó la población de esa emblemática delegación. Luego fue Castillo, que ha hecho desbocar la desesperanza de la gente de aquella demarcación.
Y si no fuera ya suficiente con los dos personajes, ahora hace su aparición Obdulio Ávila. Es verdad, entonces, que los dos gobiernos a los que hacemos mención han creado un verdadero hartazgo de la gente hacia el PRD, pero aún se guardan esperanzas, principalmente entre quienes viven en los pedregales, donde habita la mayor parte de la gente pobre de la delegación, de que esta vez alguien se tiente el corazón manden al político adecuado.
No obstante, están decididos a no apoyar más a ese partido si la candidatura se queda en manos de alguno que, como el caso de Castillo, o el de Agustín Torres en Cuauhtémoc, sea impuesto en la delegación sin que tenga un plan efectivo de gobierno.
Y es que el dedazo evita, también, que quien vaya por la delegación requiera de un proyecto de gobierno que pueda exponer frente a los ciudadanos, es decir: fulano o zutano son cobijados por una corriente, en este caso por Bejarano, y luego se compran voluntades y se hace topillo y el impuesto llega al poder delegacional con la instrucción de proteger al jefe de la tribu y a su jefe inmediato, aunque de la delegación, y de sus necesidades, no sepa un carajo.
Por eso la gente poco o nada quiere saber del PRD, pero el cambio que se les propone es agudizar la desgracia, porque para Obdulio como para Felipe Calderón, Coyoacán es una meta de poder, un compromiso entre ellos. Calderón ha puesto los ojos en esa delegación como parte de la estrategia para arrebatar el DF a la izquierda, pero en ese plan no entra la gente mas que como mero instrumento para hacerse del poder.
Cosa de ver de cerca cuáles son las acciones que lleva al cabo el Poder Ejecutivo para treparse en la delegación. El ataque está listo. Ahora es en Coyoacán donde la Secretaría de Desarrollo Social federal hace listas para regalar las electorales despensas, con el auspicio del panismo. Bien se podría decir que está acción, dirigida hacia los más necesitados, resulta buena, así, a secas, pero por qué hacerla ahora en plena temporada electoral.
Se necesita ser ciego, estar loco o ser muy necio para ignorar las intenciones del gobierno panista, y esto lo sabe la gente a la que la necesidad obliga a recibir la dádiva de los azules, pero esa misma gente tiene claro que no será por el lado de quien los quiere comprar por donde han de transitar para la próxima elección, bueno, eso si el voto sigue siendo secreto.
De esa manera, el futuro del PRD está en manos del propio PRD, un candidato equivocado hará que todo cambie para empeorar, ojalá y se den cuenta a tiempo.
De pasadita
Dicen que el profe cuando recibe a los presuntos candidatos lo hace en su despacho, donde una cámara bien visible registra los movimientos y las palabras de quienes acuden al lugar. ¿Qué querrá decir con esto ese político? ¿Será cierto que el que se quema con atole hasta al jocoque le sopla?
Bernardo Bátiz V.
Mano dura
Hace ya varios meses, en un debate que tuvo lugar sobre la llamada reforma judicial, en el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), uno de los defensores de los proyectos que estaban ya circulando en las cámaras dijo, en defensa de la posición oficialista y en un arranque de sinceridad, que en realidad lo que pretendían era “mano dura”.
Se hablaba por supuesto de los juicios orales, de la transparencia y de la sustitución de los procesos inquisitorios por procesos controversiales en los que cada parte se encuentre en igualdad de situaciones, derechos y recursos frente a un juez imparcial; las objeciones que hacíamos entonces siguen siendo válidas para la oralidad no se necesitaba reforma constitucional, los juicios en buena medida ya eran orales en los careos, en las audiencias, en los interrogatorios a testigos y comparecencias de peritos; los juicios ya son controversiales desde las reformas impulsadas por Carranza en la Constitución de 1917, lo único que faltaba era experimentar a fondo el procedimiento y limpiarlo de corruptelas e ineptitudes.
Señalábamos también que lo que se buscaba en el fondo era justificar la “mano dura”, como se aceptó expresamente, dándoles como se hizo al reformar el artículo 21 constitucional, más facultades y fuerza a las policías, restándoselas en la misma proporción a la institución del Ministerio Público. El nuevo texto del artículo 21 constitucional equipara en cuanto a la posibilidad de investigar delitos a la policía con el Ministerio Público y estamos viviendo ya las consecuencias de esa apertura no bien meditada, apresurada y justificada en apariencia por el aumento de los delitos violentos y por la campaña, que tendrá que explicarse un día, tendiente a meter miedo a la población.
Se multiplican los cateos ordenados por jueces especializados, algunas veces, otras sin orden especial; los retenes se vuelven cotidianos y no es remoto que se dispare a quienes consciente o inconscientemente los desobedecen, pensando quizá que las garantías individuales siguen vigentes; la Universidad Autónoma Metropolitana, sus alumnos y profesores reclaman en un desplegado la muerte del joven investigador y estudiante Luis Eduardo Cisneros, detenido indebidamente por policías de Chalco, golpeado y robado por ellos, a quienes denunció ante el Ministerio Público.
Su denuncia, en lugar de haber sido el detonante de un proceso para sancionar a los policías arbitrarios, fue el inicio de un calvario para el joven universitario y su familia; recibió amenazas, tuvo que abandonar la averiguación previa, pero, a pesar de todo, finalmente fue secuestrado de nueva cuenta y durante varias semanas no se supo de él hasta que apareció su cadáver en el Semefo del municipio de Chalco, con múltiples contusiones y signos de violencia.
Los culpables son sin duda los policías que actuaron directamente en los dos atropellos al universitario, pero también lo son los funcionarios que no actuaron con imparcialidad y eficacia ante la primera denuncia, así como quienes durante 15 días conservaron el cuerpo del joven en la gaveta del servicio forense, sin dar aviso a la familia, sin colaborar con quienes buscaban a un hijo y en franca complicidad con quienes cometieron inicialmente los delitos, pero, además, dando muestras de una insensibilidad total, falta de humanidad y una carencia de ética inaceptable en un servidor público.
Otros excesos de los que nos enteramos por noticias recientes de los medios de comunicación son los verdaderos saqueos que se cometieron al catear las propiedades del defenestrado Mariano Herrán Salvatti y la muerte de un campesino en Guanajuato durante el interrogatorio y tortura a que fue sometido por los policías que investigaban un robo de ganado.
Siempre han existido, lamentablemente, abusos policiacos; sin embargo, estamos viviendo un incremento de casos en los que no sólo se produce el atropello, sino que se trata de ocultar y proteger a quienes lo cometen; estamos ante la presencia de los que los entusiasmados reformadores buscaban: “mano dura”, con objeto de dar la impresión de mayor seguridad a la población, pero con el costoso pago de la violación sistemática a los derechos humanos. La verdad es que, en efecto, queremos seguridad y justicia, pero no a ese costo.
León Bendesky
La tormenta y los jinetes
El título no alude a la sesentera canción de The Doors. ¿De quién habrá sido la ocurrencia de llamar así a la sesión en el Foro de Davos para vender oportunidades de negocios en México? Las metáforas le rindieron bien a Jim Morrison, aunque ésa fue su última grabación y murió poco después.
La economía mexicana se tambalea, pero según el gobierno pueden más las ilusiones. “Prefiero un escenario equilibrado que el manejo de cifras negativas”, dijo frente a la declaración de Guillermo Ortiz, del Banco de México, acerca de que ya estamos en una recesión. Esa tónica marcó las intervenciones en Davos, donde nadie se hizo ilusiones de nada, al contrario.
La marcha de la economía y los conflictos políticos del país no se someten a la voluntad. Los mitos tienen ciertas funciones para los seres humanos, pero no sirven para regular las relaciones sociales. Un poco de realismo es indispensable.
Hemos pasado, entonces, de tratar de gobernar mediante los cazadores de talentos a la promoción con las relaciones públicas y a fabricar una imagen de México para crear percepciones favorables. La imagen de la tormenta y de quien la cabalga es muy poco afortunada.
A los mitos sucumbe el secretario de Hacienda Carstens. Dijo hace unos días en el foro ¿Qué hacer para crecer?, organizado por el Congreso: “aun considerando las acciones realizadas y las que acordemos, es inevitable que la economía mexicana experimente algunos periodos de estancamiento o de contracción”.
Y esto qué significa. Es, cuando menos, un análisis pobre y difuso de la situación en términos técnicos y un señalamiento político vacío de contenido. Exactamente lo que no se necesita en esta sociedad. Ya ni siquiera es un discurso posible en el Fondo Monetario Internacional.
Los datos que se generan en el Inegi, el Banco de México y Hacienda son bastante contundentes y expresan los crecientes problemas de las grandes empresas para pagar sus deudas, así como la cada vez más frágil situación de los negocios y de las familias. También son indicativos los datos que vienen de fuera, especialmente de Estados Unidos. En efecto, hay una tormenta y los jinetes que cabalgan en ella suscitan grandes cuestionamientos. Complacerse porque la economía haya crecido 1.5 por ciento en 2008 es un tanto inútil puesto que el problema es hacia delante. Esto parece obvio.
La actual crisis no proviene sólo de una falla en el mercado y en la regulación de los créditos hipotecarios y que puedan aislarse. Tiene un sustrato estructural que pone en cuestionamiento una forma de acumulación del capital y de gestión de los asuntos públicos que se impuso de manera general desde hace 30 años.
Pero el discurso del gobierno está desfasado, no se corresponde con el tiempo de la crisis ni con las transformaciones que se requieren. Lo mismo ocurre con la visión que se mantiene de las políticas públicas; se sigue hablando de la regulación y la competencia, de las políticas financieras y comerciales como si no pasara nada relevante, como si al superarse la tormenta todo volvería a ser igual.
En los meses por delante habrá fuertes presiones sobre la producción, el empleo, el crédito, el endeudamiento y el valor del peso. El sustento estructural de la economía se va a resentir de manera significativa. Esto va a ocurrir en un entorno de creciente desigualdad social, con mayor inseguridad pública y presiones sobre la capacidad del Estado para imponer la legalidad y con mayor descontento de la gente.
Los jinetes que tenemos no parecen, necesariamente, los más adecuados para cabalgar en la tormenta. Aunque según el presidente Calderón son los mejores del mundo. Falla la memoria. Lo mismo se dijo del equipo económico de finales de la década de 1980 en el gobierno de Salinas.
El equipo económico, en especial en el banco central y Hacienda, es el mismo de hace 20 años con un reciclado endogámico difícil de encontrar en otras partes del mundo. Esta cuestión no se puede seguir trivializando y menos ahora.
Ahí encaja la reunión de Calderón con Zedillo en Davos, donde el ex presidente afirmó que costó más a México la crisis financiera de 1995, con el fiasco del Fobaproa, que lo que costará a Obama su plan de salvamento bancario. ¿Era necesario ese encuentro público en estos momentos? ¿A quién convienen esas declaraciones?
Zedillo también se tomó la foto con Ángel Gurría, otro avezado jinete de tormentas, protagonista de 1982 y 1995. Afirmaron que son expertos en crisis. Ambos representan no el cinismo de las altas esferas del poder, sino que son una muestra de la irrefrenable frivolidad que se ha instalado (en un sentido literal de ser ligero, veleidoso e insustancial).
Ahora los hombres del poder en México –pasados y presentes– se disputan quién ha tenido la peor crisis. Ése es el entorno que prevalece desde hace casi tres décadas. Y esto no es irrelevante.
Mientras, la atención y las acciones del gobierno están desenfocadas. Así se advierte de las discusiones que se entablan, las prácticas que se siguen y las políticas públicas que se ejecutan
Hermann Bellinghausen
Su Excelencia atiende en Davos
Tal vez nos estamos acostumbrando demasiado a asumir que los políticos mienten, que los gobernantes y ex gobernantes de hasta arriba se salen siempre con la suya y la impunidad les queda rendidamente garantizada bajo cualquier circunstancia.
Pero algunos exageran. Ya ven la aparición de Ernesto Zedillo Ponce de León en Davos, Suiza, como anfitrión del presidente Felipe Calderón Hinojosa (quien por cierto fue allá para reducir gozozamente nuestro país a “otro ladrillo en la pared”, en ese tipo de deslices que se les ocurren a los que son asesorados por publicistas y no por gente seria, antes de salir de gira o tomar decisiones políticas). Y se hablaron en inglés, para mayor elocuencia de su condición verdadera.
Zedillo entronizado es un misterio. ¿Cómo le hace? Ese hombre debe vidas. Bajo su gobierno se practicó, como en ningún otro, y más de una vez, el genocidio de Estado. Pero en lugar de comparecer ante las cortes internacionales, despacha en las juntas directivas de los bancos internacionales y las trasnacionales más grandes. Comparte paneles con un peculiar club de CEOs y ex presidentes latinoamericanos que van predicando aquel neoliberalismo que aplicaron en sus países con el daño hoy evidente, como el boliviano Sánchez de Losada (otro que debe vidas) o el chileno Lagos. Son los testigos protegidos del gran capital, y radican en el extranjero.
Si al menos se ahorraran el cinismo. Zedillo en Davos de plano no se midió al alardear que su salvamento de los bancos extranjeros en México, llamado Fobaproa, salió más caro que el realizado recientemente por el gobierno de Estados Unidos para rescatar su sistema financiero. La hazaña lo hace salvador de los mismos bancos que ahora saquean las reservas de dólares del Banco de México para resucitar a sus matrices en Inglaterra y España. Con presidentes así, para qué temer a “un extraño enemigo”.
Zedillo nos está diciendo: “yo lo hice peor, y mírenme”. Por un curioso error fonético del inglés, fue a parar a los claustros de Yale (la prestigiosa universidad), y no jail (cárcel). Se la pasa “de a jefe”, y la justicia quedó perdida en la traducción. El presidente que no traía cash. El que fue electo para el cargo en 1994 pagado por el salario del miedo. El que con el patrimonio actual y futuro de los mexicanos rescató a la banca extranjera en una operación fraudulenta y antinacional.
La movida fue gorda. Cabe recordar que la denuncia con pruebas del Fobaproa en la década pasada cimentó un liderazgo opositor nacional para Andrés Manuel López Obrador, antes de sus candidaturas, su gobierno de la esperanza, sus pragmatismos y su presidencia legítima.
No obstante, Zedillo se fugó exitosamente para adelante. Amarró colchones con el capital global y se cubrió la espalda con los gobiernos nacionales del PAN que lo sucedieron. Como le acaba de refrendar en Suiza el presidente Calderón con su lenguaje corporal y su torpe inglés, el doctor Zedillo está blindado.
. Ni siquiera el poderoso y temido Carlos Salinas de Gortari, villano reconocido, vituperado, y eso sí, respondón. Luis Echeverría Álvarez morirá en el ostracismo, salvado por la campana de un juicio que la Historia ya le hizo, y lo condenó. De Miguel de la Madrid ni quien se acuerde. Vicente Fox a nadie le cae ya en gracia. Y menos tras tanta Marta, tantos hijastros bribones y tanta metida de pata.
No olvidar que Zedillo resultó candidato y presidente a raíz de un baño de sangre en las filas de su propio partido, el PRI, con los asesinatos del candidato presidencial y el dirigente nacional. De aquella macbethiada tricolor quedan sólo rescoldos. Los asesinos fueron “solitarios” o pagados por el tendero de la esquina, y sobre el muerto las coronas.
¿Cómo le hace para seguir flotando el ex presidente que se bautizó con una catástrofe financiera y una traición: el “error de diciembre” en 1994, y la invasión militar a los pueblos indígenas zapatistas dos meses después, que garantizaría la duración de la guerra por todos los medios en vez de la negociación comprometida? Todavía en 1996 se aventó el puntadón de no reconocer la firma de su gobierno estampada en los Acuerdos de San Andrés. Es que, ¿saben?, el secretario de Gobernación estaba bien gis en ese momento. Sorry. (Pero bien que le sirvió de fusible tras la masacre de Acteal).
Con tal expediente en su favor, Zedillo pertenece al selecto grupo de potentados globales que, en medio del actual colapso financiero y laboral del que son corresponsables, siguen sacando una buena rebanada, no pierden su empleo ni sus prestaciones y nos lo presumen en la cara
Ricardo Varela
Que desaparezcan los salarios mínimos
En 1934, el presidente de la República Abelardo Rodríguez fijó por primera vez en el país el salario mínimo. No se tenía clara la importancia de ese hecho, se temía que fuera una fórmula de presión para los patrones y que muchas empresas cerraran. Se demostró lo contrario; la presión se revirtió para los trabajadores, el gobierno fijaría un mínimo y eso era todo; la empresa acataba la Ley y ya no tenía por qué pagar más.
Actualmente los salarios mínimos sólo sirven para fijar multas y cuotas para el pago de servicios, y pocos son los patrones que continúan pagando únicamente ese miserable salario, si quieren tener trabajadores.
En este milenio, el concepto del salario mínimo requiere de una revisión a fondo con equidad para los empresarios y sus capitales y los trabajadores; con un fin común, la búsqueda de un bienestar para incorporar a ese fin social la creación, mantenimiento y crecimiento de las empresas y las personas, lo cual, en nuestra actual legislación no se contempla como un derecho común originando relaciones antagónicas.
Los trabajadores y los patrones saben perfectamente negociar. Reconocen que el “mini-salario” se utiliza para fijar multas y que es una mentira que la familia pueda vivir con los $54.80 diarios; sin embargo, el gobierno y sus mecanismos de “conciliación social” entorpecen la libre oferta y demanda, que llevaría a un salario más competitivo.
Cada gobierno, según las demandas políticas de su momento, ha fortalecido al sector privado o a las bases obreras, afectando a la economía con motivos políticos–históricos, no como resultado de estudios económicos y mucho menos sociales.
En los últimos 75 años los precios promedio de casi cualquier producto y servicio ha excedido, por mucho, el incremento al salario mínimo. Por ejemplo, con base en el análisis de anuncios clasificados con características similares en el DF desde 1934 vemos que para rentar un departamento en la colonia Roma hace 75 años hacía falta un promedio de 32.9 salarios mínimos; hoy se requieren 119.8. En Santa María la Ribera se necesitaba antes de 28.9 y ahora de 89.5. La colonia Doctores pasó de 25 a 71.8 salarios mínimos.
Para comprar un kilogramo de 15 productos de la canasta básica —arroz, azúcar, frijol, papa, chile ancho, café (400gr), carne de res, jitomate, cebolla, manzana, naranja, tortilla, aguacate, aceite (1L) y huevo—, bastaba con 192.34 pesos en el año 2000; hoy se requieren 364.18. Si todos estos artículos se consumieran en un mismo periodo y en la misma cantidad se requeriría, hace 9 años, de 5.1 salarios mínimos para adquirir esos productos, mientras que ahora se necesitan 6.9.
Resulta evidente que el salario mínimo como está calculado hoy, no cumple con los ordenamientos de nuestra Constitución. La creación del salario mínimo históricamente tenía la responsabilidad social de proteger a la empresa y al trabajador, esto no se ha cumplido; trabajadores y patrones han pagado las consecuencias por 75 años.
Su manejo político —sin importar el periodo presidencial—, ha tomado como rehén al salario mínimo despareciéndolo de la escena laboral incrementando la corrupción de sus participantes
Su presencia como un logro laboral, es ahora un freno económico que lejos de colaborar con la planta productiva entorpece las posibilidades de desarrollo, el salario mínimo no tiene un futuro viable de crecimiento. Es un punto de acuerdo nacional la petición de que desaparezca o se replantee desde la raíz de su concepción, de no hacerlo será un factor de disputa irreconciliable.
Nuestra sociedad laboral necesita varios tipos de salarios mínimos acordes a las realidades y actividades disímbolas del trabajo, no los tradicionales salarios mínimos profesionales que nadie ha actualizado. En la lista de estos, además, se anotan profesiones que han dejado de existir. Ante el fantasma del desempleo se requiere de un nuevo concepto de salario mínimo: por hora, por obra terminada, por trabajo a distancia, por trabajo escalonado, etc.
No es ético, ni moralmente aceptable “hacer como que te pago” y exigir trabajo profesional comprometido, bien hecho y rápido, con un cálculo basado en jefes de familia que ganan $54.80 el día, porque de esta forma aspiraremos a tener una planta laboral que “hace como que trabaja” y así no se compite en un mundo actual.
Profesor e investigador de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM
Macario Schettino
Cita con la historia
Acaban de iniciar las precampañas rumbo a la elección intermedia. Ahora ya tenemos regulada esa parte del proceso electoral, como usted posiblemente se haya enterado. Es cierto que en esta ocasión las precampañas no tienen muchos participantes, porque los partidos decidieron reservar para su dirigencia la mayoría de las candidaturas, pero de cualquier manera les servirá este mes para promocionarse.
La elección de este año forma parte de este proceso histórico que no percibimos en su real magnitud. La Legislatura que terminará sus funciones con esos comicios ha sido, reitero, la primera en la historia de este país en atacar problemas de fondo, aunque lo haya hecho de manera muy superficial, con miedo e ignorancia. Es que tampoco los legisladores se dan cuenta de lo histórico del momento. Tal vez podría uno argumentar que el primer Congreso, el de 1822, o el primero de la República Restaurada, en 1867, también eran autónomos frente al Ejecutivo, pero el primero lo único que logró fue su disolución, y el segundo fue claramente superado por Juárez, quien ignoró siempre al Legislativo y prefirió gobernar por encima de la Constitución.
Los tres Congresos Constituyentes de la tradición liberal tal vez puedan ponerse en distinta canasta, pero tampoco crea usted que tanto. El primero, en 1824, como todos los fundacionales de América Latina, hizo poco más que traducir la Constitución estadounidense al español, agregándole aquello de “éste es un hogar católico, no aceptamos propaganda protestante”. El segundo, en 1857, dominado por los “rojos”, los liberales intransigentes, actúa en contra del Ejecutivo, dando pie a la Guerra de Reforma. El tercero, en 1917, también se enfrenta al Ejecutivo de Carranza, porque se agrupa en torno a otro caudillo, Obregón.
En cualquier caso, la Legislatura actual ocupa un lugar con aquéllas. Así como los ve usted, ya están en los libros de texto del futuro. Y lo mismo ocurrirá con el Congreso que resulte electo en julio. La Legislatura entrante tendrá que regresar a los temas que los actuales diputados, timoratos, apenas rasguñaron. Nueva reforma fiscal, para evitar una crisis en 2010; nueva reforma energética, para garantizar el abasto interno, al menos; nueva reforma en seguridad social, ahora ampliada a la cuestión laboral; y sin duda se tendrá que volver al asunto electoral, cuando quede claro que la ley que hicieron es contraproducente. Tema aparte es el asunto de la seguridad, que implica considerar con seriedad si debemos o no ser una República Federal. No sé si podamos conseguir medio millar de diputados capaces de entender ese problema.
Usted elegirá en julio esta histórica Legislatura. Tal vez tenga la excusa de que, cuando eligió en 2006, no sabía la importancia que tendría su voto, pero ahora ya no tiene ese pretexto. Usted decide, con su voto, si quiere repetir los experimentos del siglo XX, que nos convirtieron en un fracaso, o si prefiere convertir a México en un país serio. No se raje.
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
Jorge Chabat
Los gobernadores
Durante décadas hemos sido educados con la idea de que el poderío de Estados Unidos se debe a su actitud imperialista, y a su falta de escrúpulos para defender sus intereses en el mundo. Y en efecto, ése es un elemento de la hegemonía estadounidense, pero no explica por qué se ha mantenido dos siglos como superpotencia.
Y lo cierto es que hay algo más que tiene que ver con la fortaleza interna. Y ahí es donde está la clave del poderío estadounidense: su sistema político, que le permite renovarse y corregir los errores naturales del quehacer político. Un ejemplo muy claro al respecto es la remoción del gobernador corrupto de Illinois, Rod Blagojevich. El góber en cuestión intentó vender el escaño que dejó Barack Obama en el Senado de Estados Unidos. Blagojevich fue grabado en la movida y tres meses después el Senado de Illinois votó de manera unánime destituirlo del cargo, con el voto de todos los senadores demócratas a pesar de ser él mismo miembro de ese partido. Esto es, no hubo la solidaridad partidista, que tanto se estila por estas tierras, para defender a un corrupto.
Obviamente, los demócratas se dieron cuenta que dejar al gobernador de Illinois en el cargo les iba a costar políticamente y decidieron cortar por lo sano. Ello suena muy racional en términos políticos. La pregunta que surge aquí es ¿por qué en México los partidos políticos sí defienden a sus corruptos y evitan a toda costa que sean removidos de sus cargos?
La respuesta a este acertijo político tal vez esté más en los votantes que en los partidos. Es obvio que los políticos mexicanos, si los dejan, van a ser corruptos y van a cubrirse entre sí, como ha ocurrido durante décadas. Pero, ¿por qué esa conducta irracional? Por la simple y sencilla razón de que los electores no pasan la factura cuando deben. La victoria contundente en elecciones locales del PRI en Puebla o en Oaxaca, después de los escándalos de los gobernadores priístas en el poder demuestra que el elector simplemente tolera los abusos de sus gobernantes. Es cierto, también es responsabilidad de los congresos locales y hasta de la Suprema Corte de Justicia que no le quiso entrar al toro en el caso de las violaciones de derechos humanos de parte del gobernador poblano. Pero en última instancia es responsabilidad del elector.
Mientras el ciudadano no haga su chamba y no castigue conductas reprobables de los gobernantes, el sistema democrático no va a funcionar. Y si la democracia no funciona, no se pueden corregir los errores naturales en cualquier sistema político. En otras palabras, mientras el ciudadano mexicano no ejerza su derecho fundamental —pasarle la factura a gobernantes corruptos, ineptos e irresponsables—, seguiremos siendo un país de tercera, que veremos con envidia cómo en otros lares los gobernadores corruptos se van a su casa mientras aquí se quedan para llenar las listas de candidatos con sus cuates o parientes. La culpa no es del góber sino de quien lo mantiene en su puesto…
Analista político e investigador del CIDE
Lydia Cacho
Plan B
La semana entre sordos y ciegos
El viento frío de las calles de Londres mueve las pancartas de los cientos de personas en la marcha. Con cada consigna las palabras tibias saltan acompañadas de una pequeña nube. Las y los trabajadores exigen a su gobierno priorizar la contratación de personas inglesas antes que a otras de la Unión Europea. Su ministro de Economía se opone, pues asegura que de hacerlo, romperían los acuerdos con el resto de los países del continente.
Muy cerca, en Francia, dos millones y medio de personas salen a las calles a reclamarle a Sarkozy que haya utilizado sus impuestos para blindar a los bancos, a pesar de que tuvieron ganancias este año. En España grupos de trabajadoras y obreros se unen para exigir medidas de protección al trabajo. En Estados Unidos millones de pobres sueñan con que Obama les escuchará. En Davos, a las afueras del búnker en que los líderes de diversos países debaten la crisis económica mundial y las complejidades de una globalización desarticulada, miles de representantes de organizaciones civiles del mundo insisten en ser escuchadas; el argumento principal es que no se puede discutir una crisis económica sin tomar en cuenta la crisis de desarrollo social.
En México, comienza a suceder algo similar. Marchas contra los despidos masivos, el campo abandonado, la pobreza, la inequidad, la falta de acceso a la salud y al agua.
Hablo con dos trabajadores ingleses, lo único que diferencia sus reclamos a los de los obreros mexicanos es el idioma. Luego de décadas de trabajar para una gran compañía, fueron despedidos. Perdieron su seguro social, están endeudados pagando su casa. Luego de externar la rabia, su mirada se rasa de lágrimas.
Tienen miedo, como millones de personas en diversos países. Tienen miedo de la pobreza; sienten que los políticos están demasiado ocupados escuchando a los dueños del dinero, para darse cuenta de lo que sucede en los hogares de personas que desean una vida digna. Quieren tener la certidumbre de su derecho al alimento en casa, a medicinas, a servicios médicos. Se respira en el mundo la sensación de que un puñado de hombres son los amos del mundo. Viajan en sus jets privados, hacen búnkers para poder discutir sobre democracia; ante la inseguridad viajan blindados y protegidos, y aquí afuera en las calles de Latinoamérica, de Europa, de Asia, de África, la gente que salió a votar por sus líderes reclama sus derechos ciudadanos y se siente ignorada.
Durante años los movimientos globalicríticos anunciaron que las brechas entre riqueza y pobreza se agrandarían con los tratados de libre comercio, con una globalización que ignoraba, en su esencia, el desarrollo social y la equidad. Se les olvidó añadirle un rostro humano. Pequeño detalle.
La gente tiene miedo y razón para tenerlo. Si las respuestas no se conocieran sería más difícil encontrar salidas. Sin embargo, el problema es que allí han estado siempre, sobre la mesa, pero los líderes del mundo han decidido ignorarlas intencionalmente porque su visión de la vida no se parece a la de las mayorías. Por eso las trabajadoras y los obreros tienen razón cuando dicen que los políticos ni les miran ni les escuchan. Gobernar paras las mayorías y favorecer el bienestar humano; el concepto más antiguo del mundo ante el cual parecen incapaces los líderes actuales
Manuel Camacho Solís
Estado fallido: ¡no!
La tesis del Estado fallido puede convertirse en una profecía autocumplida si no se esclarecen sus motivaciones y se construye una respuesta política que saque a nuestro país del acorralamiento al que ésta conduce. La comparación con Paquistán no fue accidental; su sola mención pone los nervios de punta.
La situación de México no es comparable con la de Paquistán. Sin embargo, no se puede pasar por alto que en nuestro país están creciendo los riesgos de ingobernabilidad por el nivel de violencia en algunas regiones, la circunstancia económica y social excepcionalmente adversa, las limitaciones políticas y el desprestigio que provocan la corrupción y la penetración de las instituciones por el crimen.
La secuencia política está trazada. Primero vinieron las filtraciones desde los altos niveles del gobierno estadounidense. Siguieron las declaraciones coincidentes de altos mandos militares, policíacos y de justicia. Los medios, y particularmente de televisión, han puesto el tema en la agenda y presionarán al Congreso y a su propio gobierno.
El corolario de esta percepción y posicionamiento será cada vez más claro: crecerán las presiones para militarizar la frontera y, en su caso, para una participación directa de las Fuerzas Armadas estadounidenses en México, así sea con asesores. Para ello se busca crear un ambiente de opinión pública favorable.
Frente a ese hecho, lo peor que se puede hacer es lo que está haciendo el gobierno: negar el hecho y sobre todo no hacer algo convincente para poner fin a esta especulación. Es el mismo error de quien, ante un rumor, en vez de informar y actuar, responde diciendo que es falso.
En vez de esconderse o negarlo, debiera haber una respuesta nacional inequívoca. Un no políticamente contundente. Aceptar la tesis estadounidense sería tanto como aceptar la derrota nacional; el fin de la soberanía.
Una respuesta contundente pasa por una reorientación oportuna y suficiente de la conducción nacional antes de que la crisis y la violencia la desborden y quede atrapada en la tesitura del Estado fallido.
La mejor forma de decir no al Estado fallido es poner a trabajar al Estado. La mejor forma de parar la presión es: que las autoridades civiles y militares muestren que son capaces de hacer frente a la violencia, la crisis, el empobrecimiento y la gobernación. Y eso sólo se puede lograr mediante una reorientación de la lucha antinarco conforme al interés nacional de reducir la violencia; una respuesta de verdadera emergencia a la crisis económica; un amarre político social que amplíe el sustento del régimen; y una ofensiva diplomática en Estados Unidos, donde se sustituya esa presión sobre México, con la exigencia firme y sustentada de controlar el tráfico de armas. El tema nos incumbe a todos; la responsabilidad, aunque en distintos grados, también. En cualquier circunstancia, digamos ¡no! a la tesis del Estado fallido.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
Ricardo Raphael
La maestra va de nuez
L os comicios que se celebrarán este año confirmarán a Elba Esther Gordillo Morales en su carácter de mexicana invulnerable. Así lo perfilan ya sus acuerdos con esta clase política mexicana que se presume tan plural y que al mismo tiempo es tan poco diversa en sus mezquinos intereses.
El principal responsable de este refrendo es el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa. No es el único, sin embargo. Con gran maña en el uso y abuso del poder, la maestra ha sabido hacerse indispensable para la gran mayoría de los políticos del país.
Durante la primera parte de su mandato, el Ejecutivo federal ha tratado a la maestra como si ella fuera su más entrañable aliada. Tan sonoro ha sido su espaldarazo que ni un rasguño han recibido sus incontables privilegios. Con Calderón la maestra no ha hecho otra cosa que crecer en influencia y poder.
Invertido a fondo como se encuentra en la guerra contra el crimen organizado, y más recientemente, sorteando las consecuencias domésticas de la crisis económica global, el mandatario mexicano decidió conscientemente enviar al último lugar de sus prioridades el desmantelamiento del feudo gordillista que tan nocivo es para el sistema educativo mexicano.
Habrá supuesto —como también lo hicieron sus antecesores— que el difícil contexto mexicano no estaba en condición de soportar más complicaciones. A la inestabilidad provocada por la violencia y el desempleo, no habría querido añadir los polvos cortantes de un movimiento magisterial descabezado.
Otro argumento para proteger a la intocable —probablemente el más sincero de todos— supone que al tenderle la mano a la líder del magisterio, Elba Esther se abstendría de apoyar a los adversarios. Muy en concreto al priísta Enrique Peña Nieto y al perredista Marcelo Ebrard Casaubón.
Razones siempre hay para justificar toda decisión relativa al poder. Particularmente cuando los políticos viven su oficio como si su sobrevivencia estuviera permanentemente en riesgo, y con ella, la del país entero.
Bien advierte Javier Marías que en el intento por sobrevivir, uno hace todo lo que parece necesario. El problema comienza cuando al dirimirse el conflicto se cree que todo lo realizado es indispensable. Sin duda, más de lo requerido ha hecho el Presidente en beneficio de Gordillo Morales.
Para decepción del Presidente, tal y como ocurre desde los comicios del 2000, el aparato dirigido por Gordillo no concurrirá próximamente a las urnas en alianza exclusiva con ningún político. Mientras en Sonora acompañará al PRI, en Nuevo León hará su aparición con el PAN y en el DF tratará de no estorbar al sol azteca.
Sólo un análisis cándido permitiría suponer que el millón 600 mil trabajadores afiliados al SNTE votará según los arreglos y componendas de su líder. A menos que su plaza esté directamente en riesgo, los profesores mexicanos difieren en casi todo con la señora Gordillo.
Ella pesa electoralmente por otras razones. Cuenta con una red de operadores —alrededor de 50 mil— muy bien refaccionados en lo económico con recursos públicos, e inmejorablemente distribuidos en todo el territorio nacional. Secretarios de sección, delegados, supervisores, directores de escuela y, sobre todo, integrantes del CEN del SNTE que sirven con eficacia para hacer promoción a favor de sus candidatos y también para contar (o mal contar) las boletas dentro de las casillas.
En 2009 los recursos que son de todos pagarán una vez más la nómina de esta red de operadores. Y la maestra volverá a poner al servicio de sus aliados del momento su capacidad para proveer triunfos. En retribución, los políticos agradecidos otorgarán luego lo que la maestra les exija.
Al ciudadano le queda ahora decidir si con su voto refrendará los privilegios de esta líder sindical, sabiendo que al hacerlo otorga a la vez razón, a quienes creen que México no tiene compostura.
Analista político
Periodistas de EL UNIVERSAL
Bajo Reserva
Gobernar es un infierno: Felipe Calderón
Durante su visita al Foro Económico Mundial de Davos, el presidente Felipe Calderón fortaleció sus lazos con Ernesto Zedillo; se reunieron en privado, compartieron varias mesas. En una de ellas, Calderón cambió el “catarrito” económico de México por “neumonía”. Fue allí donde bautizó como “efecto Big Mac” a la actual contingencia global. Pero aquello ha terminado. En casa, mientras, Vitro y Cemex entraron en un tobogán que pone miles de empleos en riesgo; arreciaron las ejecuciones por el narco y la violencia por asaltos; las perspectivas sobre las variables económicas nacionales se descompusieron. Y en las calles del país se sintió la presión social de los inconformes con el desempeño de la economía; miles, de norte a sur, salieron a protestar. Calderón está de regreso para confirmar, con creces, lo que también comentó a Zedillo en Europa: que gobernar es un infierno.
Por cierto, en su último libro, el premio Nobel Paul Krugman ironiza sobre Carlos Salinas de Gortari, su política social y una de sus visitas a Davos. Según la reseña del periódico Barron’s, Krugman anota que en 1994 Salinas cantaba loas a la economía mexicana en una conferencia impartida en Davos, “justo tres meses antes de su implosión”. El texto es de lectura obligada. The return of depression economics and the crisis of 2008 (Norton & Co. 224 páginas) no se ha traducido aún para el mercado mexicano.
Y hablando de ex presidentes: Hasta en el PAN repudiaron los consejos de Vicente Fox a los alcaldes en Querétaro. Cada día se toman con menor seriedad sus declaraciones, pero el ex mandatario sí convocó a sus correligionarios a hacer activismo político aunque dejen “encargadas sus oficinas, tal como yo lo hice durante los seis años de mi gobierno”. Por un lado, no se olvida que, en voz de los actores políticos y las autoridades electorales, Fox estuvo a punto de descarrilar el proceso de normalización democrática de México en 2006; nadie ve con buenos ojos que quiera intervenir. Por el otro, el ex mandatario no fue electo (a pesar de su famosa frase “¿Y yo por qué?”) para “dejar encargada la oficina” y hacer campaña en favor de su partido. Varios panistas metieron la cabeza en la arena.
A propósito de crisis y presidentes, Rusia y Francia viven en estos días intensas movilizaciones por la caída del empleo. El hemisferio norte está molesto con el modelo económico. Las barbas de muchos están en remojo. A Nicolas Sarkozy y a Vladimir Putin los acechan ya las tijeras.