Astillero
Julio Hernández López
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
■ Los fantasmas de Felipe
■ El paredón de la discrepancia
■ La oficina sin cabeza
La reconversión felipista en materia económica (de la fanfarronería a la depresión) está pasando por una aguda fase de hipersensibilidad frente a los reparos y objeciones de la oposición pejelagártica. Instalado en lo que él mismo definió en las tandas del quebrado circo de Davos como un infierno, el pretenso gobernante de México (es decir, supuesto, no que esté en etapa previa a un problema de tensión política arterial) está empeñado en confrontar lo mismo a los partidos que en el Congreso votaron contra sus propuestas de reforma energética (tratando de azuzar electoralmente a los ciudadanos de los estados donde no se construirá la famosa refinería única contra quienes le habrían impedido edificar más, cuando el citado Felipe no planeaba originalmente construir ninguna, sino entregar todo a extranjeros previamente pasados por las básculas mouriñistas) que en convertir en motivo de sus acritudes cotidianas al presuntamente debilitado e insustancial López Obrador y su movimiento protestante callejero. Felipe revanchista y obsesionado, que va por la vida protocolaria institucional echándole pleito a las bancadas legislativas no panistas o empanizadas (el Congreso dispone, pero el presunto presidente se opone, podría ser el lema de la República del Calderón Hirviente) y que se afana continuamente en mantener en primera línea de la discusión política a su incombustible fantasma personal, el tabasqueño que recorre el país con su etiqueta polémica de presidente legítimo y al que la crisis económica y el mal manejo felipista de la vertiente nacional estarían resucitando y dándole nuevas perspectivas rumbo a 2012, según el diagnóstico reciente, ajeno a partidismos izquierdistas, de The New York Times.
Ayer, el perol en aumentativo (una media esfera metálica, pero grandota, que sirve para cocer cosas) utilizó el Templo de la República, de Yunquétaro, donde recientemente le había antecedido el cardenal Bertone en la pronunciación de sermones politizados, para volver a subir a los altares de la controversia pública de primer nivel a su repudiado adversario tropical. En la lucha cotidiana de máscara contra máscara, el portador del tan impugnado fajín de campeón peso mapache (elaborado en oro de 0.59 kilates) insiste en subir al ring a quien presuntamente ha sido derrotado, descalificado y borrado del ranking de aspirantes a peleas electorales de desquite. Frente al cartel con fueros (que conste que se ha escrito sin acento: cartel), al que suele llamarse clase política, el michoacano delicadamente rudo que técnicamente preside el país se fue con todo contra aquellos malos mexicanos, virtualmente dignos de paredón, que en mala onda, ¿ves?, se atreven a conjugar el feísimo verbo “discrepar” y a practicar el deporte de alta traición a la patria, de ser catastróficos y alarmistas al hablar de la crisis económica, que el siempre optimista felipismo carstense había diagnosticado primero como catarrito y ahora acepta ya como innegable neumonía con peligro de complicaciones mayores. Felipe el Blindado dijo, sin establecer medida, ley o jurado que establezca cuándo se tocan esos terrenos que él subjetivamente condena, que se puede discrepar, “pero no deliberadamente falsear, dividir y enconar; opinar distinto, pero no atentar contra el Estado mismo”, mucho menos buscar laureles (¡Oh, César de Jesús Calderón, los que van a discrepar te saludan!) a partir de “socavar las instituciones democráticas del país”.
El paisaje surrealista del ocupante del infierno gobernante que envidia y maldice a los opositores por estar en el paraíso de la discrepancia se enriquece con las declaraciones del neoespiritista Gustavo Madero, coordinador de los domesticados senadores panistas y presidente de la directiva de la Cámara sexenal, quien hizo ayer la declaración, de múltiples interpretaciones, de que el licenciado Calderón sí está en su oficina, lo que pareciera, en un sentido, una pretensión de espantar las suposiciones populares de que Los Pinos es una oficina sin cabeza o que quien parece estar sentado en la silla principal de esa demarcación volátil sí existe y funciona de verdad y no sólo como apariencia o videojuego de terror político y económico. Sin embargo, el Madero de Xicoténcatl lo que realmente pretendía era contrapuntear las recomendaciones foxistas de que los funcionarios dejen sus oficinas para andar de promotores electorales.
Astillas
A propósito de la visita de Calderón a la capital de Querétaro, Edith Rincón reporta que “desde las 10 de la noche del miércoles ya estaban colocadas las vallas de seguridad a lo largo de las calles de Juárez y Corregidora, además de los retenes conformados por la PFP, Estado Mayor Presidencial, ejército y policía estatal. Los del ejército traían sus carros blindados para dispersar manifestantes; además, varios comandos conformados por un carro de la policía estatal seguido de tres camionetas de la municipal, llenas de elementos que estuvieron recorriendo la capital durante la noche. Desde las siete de la mañana del jueves cerraron casi todas la calles del Centro Histórico, provocando un caos vial intenso, y no contentos con eso, varios helicópteros sobrevolaron la ciudad”… Luis Arturo Jiménez se pregunta si “la noticia de que el padre Maciel tenía una pareja y por lo menos un hijo, puede ser una estrategia para ir preparando su juicio sucesorio cuyo acervo, me imagino, debe ser bastante cuantioso (…) A través de la divulgación de la existencia de sus descendientes, pueden irse acumulando notas periodísticas que actúen como presunciones que sirvan de base para la realización de maniobras jurídicas (por ejemplo, la tramitación de una información testimonial) que adminiculadas a esas ‘evidencias’ logren acreditar el parentesco y, por tanto, el derecho a heredar lo que fuera el patrimonio de ese ‘gran hijo de Dios’”… Y, mientras el IFE procesa que ha sido convertido en mero floor manager del poder televisivo, ¡feliz fin de semana, con el Banco de México alimentando directamente los todavía imparables banquetes especulativos de los bancos en su mayoría nada nacionales!
Dinero
Enrique Galván Ochoa
Enrique Galván Ochoa
■ Los mexicanos afectados por la pirámide Madoff
■ Paran las subastas, sigue el secreto
■ Los catastrofistas
Sólo dos familias mexicanas figuran en el directorio de clientes de la pirámide de Bernard Madoff. Aparentemente una es de Celaya, integrada por Alicia Hernández de Barrón, Beatriz Eugenia Hernández y Georgina Hernández Gallego y la familia Bessoudo, una persona reside en el Distrito Federal y otra en Zapopan. El directorio no suministra datos sobre la cuantía de su inversión, tampoco si eran clientes en el momento en que se cayó la pirámide, o ya se habían salido. Las familias Hernández y Bessoudo son mencionadas por su nombre, pero podría haber más mexicanos que aportaron dinero pero sus nombres están ocultos tras la fachada de los esquemas de inversión. Es un gran talento el señor Madoff. Sus habilidades serían muy apreciadas en México y además aquí gozaría de cabal impunidad. En estos días se designará a un vicegobernador del Banco de México, a dos consejeros independientes de Pemex, amén de que nunca falta un profesional en el Fobaproa/IPAB o la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Madoff sí sabría cómo hallar en un tris a los sacadólares, igual hasta fueron sus clientes.
Se apagó la luz
Para responder a las voces pidiendo que las subastas de dólares de la reserva internacional se hagan con mayor transparencia, ya que hasta principios de semana sólo informaban el nombre del banco y la suma de dólares que adquiría, así como su precio, la Comisión de Cambios –integrada por Hacienda y el Banco de México– decidió apagar la luz. Ayer anunció que “se vendieron dólares directamente en el mercado cambiario a través del Banco de México. Esto con la finalidad de proveer liquidez y atenuar la volatilidad que se ha observado en días recientes. Las ventas de dólares que se realizan bajo este mecanismo se verán reflejadas en los estados de cuenta semanales del Banco de México”. Sigue creciendo la percepción de que son políticos del panismo y empresarios amigos los que están saqueando las divisas: ya se esfumaron 17 mil millones, más o menos.
El Niño Muerde
La gente del gobierno se niega a detener el alza del precio del diesel. Sin embargo, continúa el despilfarro de dinero. El Niño Muerde gastó 30 millones de pesos el año pasado en camisetas con propaganda electoral, aunque no era año de campaña. Es dinero que recibió del IFE, es decir, de los contribuyentes. ¿Dónde tendrá el tianguis?
Economía Moral
Julio Boltvinik
Julio Boltvinik
■ Crisis del capitalismo mundial / V
■ Keynes muestra que desempleo y recesión son ‘normales’
Aunque sólo he abordado algunas de las ideas más generales de la teoría de las crisis de Marx (entregas de enero 23 y 30), dejo pendiente profundizar en su análisis y exploro a partir de hoy las ideas de John Maynard Keynes, el otro autor central en el esclarecimiento de las crisis. La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de Keynes, publicada en 1936, cambió radicalmente las concepciones de los economistas de la corriente dominante y sentó los fundamentos para un cambio drástico del papel de los gobiernos en la economía capitalista.
Es muy importante entender que la experiencia de una depresión prolongada cambia, para todas las personas. muchas cosas por mucho tiempo. Quienes vivimos la larga depresión de la economía mexicana de los años 80, sabemos eso en carne propia. La experiencia traumática del mundo desarrollado durante la gran depresión de los años 30 ha sido captada por John Kenneth Galbraith en el capítulo “La psicosis de la depresión” de American Capitalism (1952 y 1956):
La gran depresión de los años 30 nunca llegó a su fin. Simplemente desapareció en la gran movilización de los años 40 [provocada por la Segunda Guerra Mundial]. Para una generación entera se convirtió en la vida normal en tiempos de paz en EU: lo que hay que temer y esperar. Medida por su huella permanente en las acciones y actitudes, la depresión se sitúa junto con la Guerra Civil como uno de los dos eventos más importantes de la historia de EU desde la revolución [de independencia]. La depresión no sólo contribuyó profundamente a la inseguridad con la que los estadunidenses ven su economía, sino también tuvo una importante influencia en la conducta económica.
Esta depresión podría haber quedado sólo como un accidente si las ideas no hubiesen situado la depresión como el patrón normal de comportamiento del capitalismo no administrado, continúa Kenneth Galbraith. Las ideas las proveyó Keynes, añade Kenneth, quien iguala la influencia de la Teoría general a las de la Riqueza de las naciones, de Adam Smith, los Principios, de David Ricardo, y El capital de Marx.
Keynes destruyó los argumentos de la famosa Ley de Say que sostiene que la oferta crea su propia demanda, que los ingresos generados y distribuidos por la producción siempre permiten adquirir exactamente la producción, por lo cual la sobreproducción y las crisis son imposibles. Éste era el credo dominante entre los economistas neoclásicos en los años 30, a pesar de la evidencia empírica de las crisis y de que Marx había mostrado el absurdo de la Ley de Say en el capítulo III del Libro Primero de El capital en 1867 (¡69 años antes que la Teoría general!):
“… lo que se pretende probar es que el vendedor lleva al mercado su propio comprador… Nadie puede vender si no hay quien compre. Pero no es necesario comprar inmediatamente después de haber vendido. La circulación [que utiliza el dinero como medio] derriba las barreras temporales, locales e individuales del intercambio de productos [trueque] y lo hace precisamente porque escinde, en la antítesis de venta y compra, la identidad directa existente aquí [en el trueque] entre enajenar el producto del trabajo propio y adquirir el del trabajo ajeno … Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se completan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia, y ésta se agudiza hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso violentamente por medio de una crisis… Por eso estas formas entrañan la posibilidad, aunque sólo la posibilidad, de crisis. Para que se convierta en realidad tienen que concurrir un conjunto de condiciones que no se dan todavía dentro de la órbita de la circulación simple de mercancías. (Combino las traducciones del Fondo de Cultura Económica y de Siglo XXI editores.)
“… lo que se pretende probar es que el vendedor lleva al mercado su propio comprador… Nadie puede vender si no hay quien compre. Pero no es necesario comprar inmediatamente después de haber vendido. La circulación [que utiliza el dinero como medio] derriba las barreras temporales, locales e individuales del intercambio de productos [trueque] y lo hace precisamente porque escinde, en la antítesis de venta y compra, la identidad directa existente aquí [en el trueque] entre enajenar el producto del trabajo propio y adquirir el del trabajo ajeno … Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se completan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia, y ésta se agudiza hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso violentamente por medio de una crisis… Por eso estas formas entrañan la posibilidad, aunque sólo la posibilidad, de crisis. Para que se convierta en realidad tienen que concurrir un conjunto de condiciones que no se dan todavía dentro de la órbita de la circulación simple de mercancías. (Combino las traducciones del Fondo de Cultura Económica y de Siglo XXI editores.)
Marx distingue el trueque, la circulación simple de mercancías, que utiliza el dinero como medio, pero persigue el propósito de satisfacer necesidades, y la circulación capitalista de mercancías cuyo único sentido es el lucro. Las crisis corresponden sólo a esta última forma. Marx hace notar que James Mill, Say y, en general la “economía apologética” igualan las tres formas, ocultando sus diferencias y, por tanto, derivando la falsa conclusión de la imposibilidad de la crisis.
John Strachey (El capitalismo contemporáneo, Fondo de Cultura Económica, 1960) dice que este pasaje de Marx contiene el germen del concepto de preferencia por la liquidez que Keynes utiliza para explicar las crisis en su aspecto monetario. Lo hizo así porque observó que la teoría monetaria había sido una parte insatisfactoria y separada de la economía ortodoxa, lo que estaba asociado a su incapacidad para explicar las crisis.
En el modelo neoclásico el ahorro y la inversión se equilibraban a través de la tasa de interés. Si las intenciones de ahorro son más altas que las de inversión, la tasa de interés bajaría desestimulando el ahorro e incentivando la inversión, hasta que ambas se igualaran. Dice Kenneth Galbraith que Keynes proveyó una teoría de la tasa de interés que no la hace depender de la oferta y demanda de ahorros, sino que está basada en el deseo de mantener dinero líquido (la preferencia por la liquidez) y que, aunque esta nueva teoría de Keynes no es del todo plausible, al argumentar a su favor logró persuadir a muchos de que la teoría neoclásica era inadecuada. Y que fue este ataque el que destruyó la vieja fe en el equilibrio con pleno empleo. Rota la conexión entre la tasa de interés y los ahorros, explica, un aumento en el ahorro (que no se traduce en inversión) podría resultar en una insuficiencia del poder adquisitivo para comprar el volumen de bienes producidos. Keynes pensaba que al aumentar el ingreso subía la propensión a ahorrar y bajaba la propensión a consumir en las sociedades (véase gráfica). Otra razón por la cual la economía no necesariamente genera pleno empleo en su visión es la rigidez a la baja de los salarios nominales. Strachey explica cómo la dinámica de la crisis según Keynes se puede originar en una disminución en la propensión de los ricos a invertir (expectativas de ganancias a la baja serían la explicación); esta disminución desencadena los siguientes acontecimientos: aumenta la preferencia por la liquidez y una parte de sus ingresos de los ricos no se gasta ni en consumo ni en inversión, es decir, los ricos intentan atesorar. Pero esta operación se autoanula porque disminuyen la demanda y la producción, comienza una depresión y los ingresos caen a tal nivel que los ricos, que intentaban atesorar, ya no pueden hacerlo. Gastan en consumo o inversión su, ahora, más bajo ingreso. Se igualan ahorro e inversión, pero a un nivel más bajo de ingreso y empleo.
México SA
Carlos Fernández-Vega
Carlos Fernández-Vega
■ Presidente que devalúa, se devalúa
■ Calderón viola sus propias reglas
Presidente que devalúa, se devalúa, reconocía José López Portillo en plena debacle política y económica de su cierre sexenal, y 27 años después, en este contexto, Felipe Calderón agrega a su propia devaluación política la brutal depreciación del tipo de cambio del peso frente al dólar, cuya proporción lo sitúa como el cuarto mandatario en orden de importancia en esas lides, sólo después de Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo (a quien “ahora comprendo mucho mejor”) y el propio JLP.
No sin razón, desde el “cielo” de la oposición los panistas se dieron vuelo criticando a los sucesivos sexenios tricolores que devaluaron. Hoy, desde “el infierno” (o “suelo” como dice Presidencia que dijo) simple y sencillamente callan. Cuando más, aducen las mismas “circunstancias” de los gobiernos priístas para justificar el desplome de la moneda. En tiempos no muy lejanos los blanquiazules apoyaron a quienes en la especulación encontraron “la única forma posible de proteger su patrimonio”. Ahora, en voz de su “líder nato”, a esos mismos especuladores les exigen “lealtad a la patria”.
Cuando en 1982 López Portillo infructuosamente se dedicaba a “defender el peso como un perro”, los panistas hacían suyos los reclamos empresariales y sociales por la debacle económica. Hoy exigen “rechazar todos el catastrofismo sin fundamentos, particularmente ahora llevado a extremos absurdos que dañan sensiblemente al país, a su imagen internacional, que ahuyenta inversiones y destruye los empleos que los mexicanos necesitan… Hagamos a un lado el alarmismo, que ignora los esfuerzos que todos hacemos por superar nuestros desafíos… acotar los personalismos e intereses, que medran con infundadas profecías de desastre que sólo generan desaliento”.
La historia se repite con alarmante puntualidad. El capricho lopezportillista de mantener el tipo de cambio como símbolo gubernamental de fortaleza política y económica le costó al país algo así como 20 mil millones de dólares en reservas internacionales, consumidas en unos cuantos meses y sin resultado alguno; de nueva cuenta lo hizo Miguel de la Madrid con sus tres devaluaciones; procedió igual Salinas de Gortari, que en su último año de gobierno sacrificó una proporción superior en pos de un tipo de cambio ficticio; a ello las destinó Zedillo y Fox apostó al “superpeso”. Todos terminaron su mandato política y económicamente en el suelo.
Ahora Calderón viola sus propias reglas del juego y ordena quemar cualquier cantidad de reservas para que el tipo de cambio no rebase la barrera psicológica de los 15 pesos por dólar. De octubre a la fecha, el gobierno mexicano ha destinado más de 20 mil millones de esas reservas (La Jornada, Roberto González Amador) para “fortalecer” la moneda nacional, según dice. El resultado es igual al de ejercicios anteriores: en ese periodo la devaluación acumulada se aproxima a 50 por ciento, y el embate especulativo se robustece.
Ante el panorama especulativo, en octubre pasado la Comisión de Cambios (Banco de México y Secretaría de Hacienda) retomó el “mecanismo automático” de subastar cotidianamente 400 millones de dólares si el tipo de cambio se depreciaba 2 por ciento o más. No ha funcionado, y a partir del pasado miércoles el banco central descaradamente se convirtió en agente de ventas de billetes verdes, pues ofrece y “coloca” dólares directamente en los bancos, es decir, en la cueva de los especuladores más activos e insaciables.
En su último informe de gobierno López Portillo se quejaba amargamente: “de afuera, y aún de adentro, porque convenía a la oportunidad hacer negocios con nuestro auge, motivando nuestra inseguridad y desconfianza, se empezó a especular con nuestro peso, a partir de análisis parciales exagerados, amañados y aun perversos de nuestros problemas económicos, similares a los de todo el mundo; pero subrayados para lograr el efecto especulativo o incluso desestabilizador. De afuera venía la noticia, luego era cierta, se resignaba Doña Malinche. Adentro lo confirmaba la insidia del rumor. La base del negocio era crear la desconfianza y explotar el afán de seguridad. Logrados los motivos, presionaron explicablemente a nuestro peso. La ambición desmedida de los especuladores de siempre y de los novatos, hicieron el resto. El acoso al peso empezaba en las mismas ventanillas de los bancos en las que se aconsejaba y apoyaba la dolarización. A todo el mundo le consta. Tal vez lo consideraban deber con su clientela. Lo destaco, no lo califico. Pero eso es una cosa, y otra la especulación financiera irrestricta. Ni México, ni ningún otro país tienen recursos para nutrir y resistir indefinidamente la especulación. Contra la fuga de capitales no hay fondos suficientes que alcancen, ni aquí ni en ninguna parte. Ningún gobierno, y mucho menos el de un país con las carencias de México, puede darse el lujo de incluir en sus planes de acción a las fuerzas especulativas… Apostar contra el peso se convirtió en el mejor de los negocios”. Y aseguraba lo mismo que hoy se escucha: “la economía mexicana es hoy no sólo más grande sino intrínsecamente más fuerte…”.
Eso decía, y hoy se ratifica: no existe presupuesto que soporte el embate especulativo, mucho menos si desde el gobierno mismo se nutre esa especulación. No hay sorpresas, porque ellos mismos ayudaron a construir el monstruo; lo alimentaron, lo procuraron y lo hicieron crecer, y hoy, totalmente fuera de control, ya no saben qué hacer con él.
Las rebanadas del pastel
Fox los llamó “amarillistas” y Calderón “catastrofistas”, pero lo cierto es que el horno no está para bollos. El profesor José Luis de la Cruz Gallegos (
Luis Javier Garrido
El sketch
El gobierno de facto de Felipe Calderón no ha tenido ni tiene más proyecto político que desmantelar al Estado mexicano y entregar el poder económico y político del país a los grandes poderes trasnacionales y es por ello que no ha acertado en los meses recientes a oponerse al señalamiento de que México es un Estado fallido.
1. El costosísimo viaje que hizo Felipe Calderón acompañado de una enorme comitiva a Davos (Suiza) en días pasados para asistir al Foro Económico Mundial, la cumbre anual de empresarios y gobernantes neoliberales, no fue para hacer valer los derechos de los pueblos latinoamericanos ante los grandes poderes económicos, ni mucho menos para contrarrestar la imagen de un México en proceso de pakistanización, a la que él mismo ha contribuido con su simulación de guerra contra el narcopoder y el clima de violencia que instauró durante varios meses, sino para presentar a nuestro país como un verdadero protectorado de Estados Unidos en el que las inversiones privadas son bienvenidas en todos los ámbitos, incluso el petrolero, a sabiendas de que esto es mentira.
2. Las secuelas del sketch, de dudoso gusto, representado el jueves 29 de enero por Ernesto Zedillo y Felipe Calderón en Davos, están resultando, sin embargo, negativas para ambos protagonistas y para el proyecto de reconversión del Estado en México, pues lejos de alcanzar el efecto buscado de mostrar la identidad neoliberal de los dirigentes priístas y panistas y su colaboración en el intento de imponer el proyecto monetarista a México, lograron evidenciar una vez más que Calderón no es otra cosa que “un patiño” de los priístas que lo mantienen en Los Pinos, y que “la alternancia” no fue más que una simulación.
3. Estos dos gobernantes, que son vistos abiertamente en artículos y libros como dos delincuentes de Estado sin que ellos parezcan darse cuenta, lograron un repudio pocas veces visto en las columnas de los diarios por su cinismo y falta de respeto a los mexicanos al dedicar su participación en un foro, que, se dijo, iba a traer una reconsideración de los neoliberales ante el fracaso estrepitoso que su proyecto está mostrando en el mundo y que no condujo a nada nuevo, para justificar primero el rescate financiero de los bancos mexicanos en 1995 mediante el Fobaproa, que fue un atraco histórico sin precedente al pueblo de México, y luego para el ridículo final: la propuesta de Calderón de crear “un Fobaproa” para el mundo, a fin, desde luego, de salvar a los grandes consorcios.
4. El sketch, ensayado la víspera durante una cena en la lujosa estación de esquiar de los Alpes suizos, y que llevó a Calderón a fungir al día siguiente como “el patiño” de Zedillo, en un diálogo vergonzoso en el pésimo inglés de ambos, que los mostró como lo que son, dejó claro, sin embargo y una vez más, por dónde se dio y por cómo se dio, que las cúpulas del PAN y del PRI siguen teniendo un profundo desprecio por el pueblo de México y que existe una complicidad absoluta entre priístas y panistas para imponer en México, hasta sus últimas consecuencias, el modelo neoliberal.
5. El gobierno de facto de Calderón, como se vio en la estación de ski suiza, sigue haciéndole el juego a las grandes corporaciones trasnacionales que se están adueñando de México, al tratar de impulsar no sólo los cambios legales y de facto que hagan posible que éstas intervengan en áreas que constitucionalmente les están vedadas, sino en algo tan grave como lo anterior: la imposición del modelo político que éstas reclaman para tener todas las seguridades para sus inversiones, y que no difiere en lo esencial del que Estados Unidos ha tratado por otras vías de imponer en Irak o en Afganistán, pues trata de convertir a México en un verdadero satélite estadunidense.
6. La campaña en los medios de ambos países para imponer la imagen de México como un “Estado fallido”, que habría sufrido un proceso de pakistanización y constituiría un peligro para Estados Unidos, ha proseguido, por consiguiente, de manera persistente en las primeras semanas de la administración de Obama con la complacencia del gobierno panista, por lo que no puede haber duda de su objetivo central: crear las condiciones para justificar la integración de México a un sistema de seguridad de América del Norte controlado por Washington, que le permitiría a los cuerpos policiales y militares estadunidenses una intervención mucho más abierta en territorio mexicano de la que ya disponen por la complacencia del gobierno panista de facto, cancelándose así de manera absoluta el principio de soberanía nacional.
7. Las emisiones noticiosas de Televisa podrían ser un ejemplo muy claro de cómo se magnifican y distorsionan los hechos para crear mayor miedo de ambos lados de la frontera. El martes 3, por ejemplo, Gregorio Meraz, uno de sus corresponsales en el país vecino, insistía en el hecho de que para altos oficiales de seguridad de Estados Unidos las organizaciones mexicanas de narcotraficantes tendrían infiltradas a las más de 20 mil pandillas de mexicanos que se dice hay en las ciudades estadunidenses –con supuestamente “un millón de miembros”–, las que, entre otros actos delictivos, harían fluir armas a México, como en el caso del grupo Mexicanemi, que se dice opera en El Paso (Texas), utilizando un mecanismo que parece irreal: cambiando armas robadas a las fuerzas armadas de Estados Unidos por droga con la que inundarían el mercado estadunidense.
8. La violencia que Calderón desató en este país no se va a terminar por decreto y el escenario es muy comprometido para el futuro inmediato. La ejecución del general Mauro Tello, en Cancún, el martes 3, así lo demuestra.
9. El sketch de Davos mostró que la complicidad de los tecnócratas del PRI y los panistas para imponer el nuevo modelo no se va a detener y que los miembros de la elite gobernante están, como nunca antes en la historia de México, de espaldas al pueblo y a sus necesidades, ignorando que no son más que los representantes de una minoría.
10. Ese fracaso de los neoliberales en Davos para cuestionar un modelo que está fracasando en el mundo entero, aunado a los traspiés de la administración de Barack Obama en Estados Unidos, cada vez más sometida a los republicanos e incapaz para diseñar otro proyecto que no sea el de rescatar a las grandes corporaciones, subraya, empero, la importancia que tiene lograr definir un proyecto para nuestros países y hacer valer la soberanía de la nación.
Jorge Camil
“Trono” de oro
http://www.jorgecamil.com
Se necesita ser estúpido, o desvergonzado, o ambas, para defender a capa y espada los bonos que por 4 mil millones de dólares John Thain, ex patrón de Merril Lynch, otorgó a sus ejecutivos con dinero del rescate bancario. En un mundo que arrojó 75 mil desempleados el mes pasado, este insensato declaró a CNBC que “si no le pagas bien a tu gente se va”. ¿Adónde, grandísimo idiota, si nadie está contratando, sólo despidiendo? Eso nos da la medida de la arrogancia de este torpe, con cara de extraviado, que sufre un alarmante caso de autismo corporativo. ¡Que se larguen todos!, como él mismo fue despedido con cajas destempladas por el consejo de Bank of America al sospechar que había maquillado las cifras de Merrill Lynch antes de la fusión, e incurrido en gastos por más de un millón de dólares para redecorar sus nuevas oficinas.
Desempleado, y cuestionado por los medios, el cara de bobo alegó en su defensa que la oficina asignada por Bank of America no estaba a la altura: “era muy diferente a la decoración a la que estaba acostumbrado en Merrill Lynch”. Y en esas condiciones “le resultaba difícil trabajar”. Por eso decidió remodelar “a como diera lugar”.
Se necesita ser estúpido, o desvergonzado, o ambas, para defender a capa y espada los bonos que por 4 mil millones de dólares John Thain, ex patrón de Merril Lynch, otorgó a sus ejecutivos con dinero del rescate bancario. En un mundo que arrojó 75 mil desempleados el mes pasado, este insensato declaró a CNBC que “si no le pagas bien a tu gente se va”. ¿Adónde, grandísimo idiota, si nadie está contratando, sólo despidiendo? Eso nos da la medida de la arrogancia de este torpe, con cara de extraviado, que sufre un alarmante caso de autismo corporativo. ¡Que se larguen todos!, como él mismo fue despedido con cajas destempladas por el consejo de Bank of America al sospechar que había maquillado las cifras de Merrill Lynch antes de la fusión, e incurrido en gastos por más de un millón de dólares para redecorar sus nuevas oficinas.
Desempleado, y cuestionado por los medios, el cara de bobo alegó en su defensa que la oficina asignada por Bank of America no estaba a la altura: “era muy diferente a la decoración a la que estaba acostumbrado en Merrill Lynch”. Y en esas condiciones “le resultaba difícil trabajar”. Por eso decidió remodelar “a como diera lugar”.
Maureen Dowd reveló la semana pasada en The New York Times algunos de los objetos adquiridos por este débil mental para sus nuevas oficinas con dinero de los contribuyentes: cortinas de 28 mil dólares y dos sillas antiguas por 87 mil. En su comedor privado, el mentecato instaló un candil de 13 mil dólares y seis sillas que costaron 37 mil. Sintiéndose rey, y seguramente orgulloso de haber evitado, merced a la fusión con Bank of America, las demandas de los miles empobrecidos por Merrill Lynch, este Amo del Universo (como se conocía a los altos ejecutivos de Wall Street en el antiguo régimen del capitalismo salvaje) decidió que para presidir dignamente como jefe de “banca global” en su nueva empresa necesitaba un “trono” a la medida de su estupidez. Sí, un “trono” que sirviera de símbolo de una vida miserable. Así que adornó el baño de sus nuevas oficinas con un excusado antiguo montado sobre patas rococó. Ahí, regodeándose en el incienso de su propia inmundicia, en un asiento de 35 mil dólares, el alto ejecutivo esperaba pasar las horas cavilando cómo justificar el bono que seguramente exigiría al terminar 2009. (Ojalá algún acucioso reportero investigue la genealogía de esta pieza de museo: ¿qué ilustres traseros habrán precedido al de John Thain en esa bacinica de lujo?) Hay que quitarse el sombrero. El “trono” fue, por lo menos, una manera realista de reconocer lo que es, y para lo que sirve. En eso hubo consistencia.
En Citibank tampoco cantan mal las rancheras. Los ejecutivos del grupo ordenaron la compra de un nuevo jet corporativo de 50 millones de dólares, tras haber reportado pérdidas por 28 mil millones en 2008, y participado en el paquete de ayuda financiera por 345 mil millones. Ésa fue la gota que derramó el vaso. Timothy Geithner, nuevo secretario del Tesoro, los obligó a cancelar la compra del avión. Y Barack Obama, desde el sancta sanctorum de la oficina oval, despotricó contra quienes se repartieron 18 mil millones de dólares en bonos corporativos con dinero del rescate bancario. “Éste no es el momento para buscar bonos ni privilegios”, sentenció el nuevo mandatario, con lenguaje blando de moralista, y no de presidente. Maureen Dowd se sorprendió de que no hubiese mostrado una ira incontenible, estrellando su inseparable BlackBerry en protesta por la conducta de estos remedos de mercaderes bíblicos. (The Las Vegas Sun mostró un cartón de Mike Smith en el que aparece Obama leyendo asombrado la nota de los descomunales bonos corporativos con dinero público, mientras su principal asesor le aconseja al oído: “deberíamos conservar la prisión de Guantánamo”.)
Para quienes continúan adorando al becerro de oro en el templo de Davos, y creyendo la fábula de “la mano invisible del mercado”, abundan ejemplos de los peligros que entraña la desregulación. Está científicamente comprobado que, además de codicia, produce arrogancia y estupidez en grado superlativo. Y para aquellos que, como Ernesto Zedillo, siguen obnubilados por la globalización y el neoliberalismo, habría que repetirles la pregunta que se hizo el Nobel Paul Krugman en The New York Times (02/02/09): “¿qué pasa cuando pierdes enormes cantidades de dinero de los demás?” Y la respuesta: “recibes a cambio un regalo del gobierno federal, con algún reproche del presidente al entregarte el cash”. ¿Eso fue lo que sucedió en Fobaproa? Un rescate bancario que Krugman mismo hubiese calificado en su momento de “socialismo de limón”, donde “los contribuyentes pagan los errores, y los accionistas y ejecutivos disfrutan los beneficios”.
Estoy en desacuerdo con Lula, Chávez y los demás presidentes que asistieron al Foro Social Mundial en Belem. El capitalismo salvaje no ha muerto. ¡Qué va! Con dinero de los contribuyentes está vacacionando en alguna isla paradisiaca del Caribe, esperando regresar por sus fueros a reclamar el “trono” de oro que dejó vacante John Thain en Merrill Lynch.
Víctor M. Quintana S
.
Ingobernabilidad
Ingobernabilidad
Obregón estaría muy extrañado. Doscientos cuarenta cañonazos de mil millones de pesos cada uno no fueron suficientes para doblegar la resistencia campesina. Al contrario: a mayor presupuesto para el agro, mayor la indignación de los más cuando ven que los recursos sólo fluyen para unos cuantos. Indignación que se volvió a mostrar en la marcha del 30 de enero en el Distrito Federal, en el Puente Internacional de Ciudad Juárez y en varios estados de la República.
Ya no es un simple malestar recurrente lo que revelan las movilizaciones campesinas de enero. Ni la protesta cíclica de tiempos electorales, como lo tratan de descalificar algunos políticos gobiernistas. Lo que sucede es que la ingobernabilidad se está adueñando del campo mexicano.
La gobernabilidad puede entenderse como eficacia en la acción de gobierno; como la capacidad de respuesta de la misma a las demandas sociales, o como la estabilidad social generada por una combinación de las anteriores.
En el sector agroalimentario la ineficacia del gobierno federal es evidente: a pesar de que se gastan más de 200 mil millones de pesos en el sector, la balanza comercial del mismo alcanza un déficit histórico de 4 mil millones de dólares. Pese a que existen decenas de programas, nuestra dependencia alimentaria del extranjero llega ya a 35 por ciento. Y la miseria y desigualdad rurales se siguen burlando de presupuestos astronómicos y programas tecnocráticos.
En cuanto a la gobernabilidad como legitimidad ganada con base en la respuesta adecuada a las demandas sociales, basten los siguientes ejemplos:
Los productores de leche, que han intensificado sus protestas, se declaran al borde de la quiebra. Denuncian la competencia desleal de las importaciones de leche de Estados Unidos a precio dumping. En la zona más productiva de Chihuahua, producir un litro cuesta arriba de cinco pesos, mientras que importar la leche en polvo y rehidratarla aquí cuesta sólo tres pesos con cinco centavos. Por esto, sólo de enero de 2008 a enero de 2009 las importaciones del lácteo aumentaron 23 por ciento. Muchos perdedores de ambos lados de la frontera. El puñado de ganadores: los grandes consorcios lecheros y las megacooperativas estadunidenses.
Los porcicultores nacionales también están a punto de colapsar. Por más cabildeo, por más exhortos del Congreso de la Unión –seis para ser precisos– que han emprendido ante ante la Secretaría de Economía, no han podido evitar la importación de puerco del extranjero. Tan sólo el año pasado las importaciones crecieron 50 por ciento.
Los productores de maíz de Sinaloa y Chihuahua altamente productivos y tecnificados expanden su producción, pero enfrentan la incompetencia de funcionarios de Sagarpa y Aserca, y la codicia de los engordadores y monstruos lecheros. En un primer caso, la liquidación anticipada de coberturas por parte de las grandes compradoras los ha puesto en riesgo de perder mil 300 millones de pesos. Por su parte, los maiceros chihuahuenses se enfrentan a que los grandes compradores pretenden incumplir el contrato signado por ellos y liquidarles el dólar a sólo 12.30 pesos porque los negocios no les resultaron como calculaban. Si se salen con la suya, los agricultores habrán perdido 500 millones de pesos. Estamos hablando no de campesinos estrictamente, sino de productores medianos y ya no tan medianos. Los próximos damnificados de la política agropecuaria. Y los eternos beneficiados, los grandes consorcios como Leche Lala que liquidaron sus coberturas pensando que iban a hacer el negocio de la vida, pero al seguir a la baja el precio del maíz, pretenden ahora que el gobierno y los productores les financien sus pérdidas: un fobaproíta maicero, el fobamáiz.
Los algodoneros también se indignan: hasta el año pasado les pagaron a 16 mil pesos la tonelada de buena fibra. Pero la invasión de fibra de mala calidad procedente de Estados Unidos les ha derrumbado el precio hasta 12 mil 600 pesos. Tan sólo en Chihuahua esto puede impactar en que se dejen de sembrar 70 mil hectáreas y se pierdan más de 2 millones de jornales. Aquí no sería un paro técnico como en la industria, sería un paro total.
Porque el gobierno ni ha sido eficaz para producir alimentos ni empleos ni responde a las demandas de las mayorías y sólo acciona para los oligopolios, la tercera vertiente de la gobernabilidad tampoco se da en el campo: la estabilidad. Y no hablamos sólo de las variopintas movilizaciones rurales. Hablamos también de los espacios rurales que el Estado abandona para dejarlos a merced de la delincuencia organizada, del despoblamiento de comunidades, de la quiebra de sistemas-producto completos.
No lo dicen los gringos, lo gritan los campesinos: para ellos cuando menos el gobierno, si no es que todo el Estado, es claramente fallido.
Porfirio MUñoz Ledo
Bitácora Republicana
Vacancia presidencial
Entre los dislates a los que Fox nos tiene acostumbrados, el último es particularmente revelador respecto al abandono de la institución presidencial: “Yo encargué por seis años la oficina de Los Pinos a alguien. Muy poco estuve ahí; se puede hacer eso”. Confesión retrospectiva que ilustra el descabezamiento del Estado.
Llevado por el impulso de su verdadera vocación —de vendedor ambulante—, a poco de acceder al gobierno de Guanajuato se dio a recorrer el mundo y a urdir fábulas sobre inversiones foráneas inexistentes. Pronto confió a sus allegados que, siendo aburrido e infructuoso el oficio de gobernar, prefería ausentarse para intentar una nueva aventura electoral.
Quien fuera secretario particular de la Presidencia, Alfonso Durazo, ha descrito tanto la incapacidad del mandatario para concentrarse en una reunión de trabajo como su regocijo pueril al dejar la oficina y decirle: “Ahí te encargo el changarro.” También las nefastas consecuencias de un “activismo presidencial sin dirección ni visión de conjunto”.
En su libro Saldos del cambio subraya la ausencia de un concepto de Estado y la práctica casuística, publicitaria y parroquial de la autoridad. “En ese páramo —afirma— Marta Sahagún y Ramón Muñoz se convirtieron en la brújula intelectual del gobierno y en sus ideólogos de cabecera”. Más tarde, en los depositarios efectivos del Poder Ejecutivo federal.
La declaración es oportuna. Exhibe la degradación ontológica de los gobiernos panistas y esclarece el extravío aberrante de su heredero en las montañas de Davos. Acudir en solitario a un encuentro que concentra las prepotencias financieras generadoras de la crisis no es sólo escapismo necrófilo sino contumacia reaccionaria. Postularse como exégeta tardío de las más nocivas prácticas neoliberales es signo de un insondable desamparo cultural. Erigir a Zedillo en alternativa teórica de Keynes es un grito de orfandad. Proponer como receta del futuro la réplica global de Fobaproa es una afrentosa apología del despojo. Tal vez no fue por error tipográfico que la agencia austriaca de noticias lo llamó “Felipe Caldillo”.
Se ha dicho con razón que es faena de “pozolero económico” mezclar restos de cadáveres sociales insepultos para seguir alimentando la injusticia. Desde esa temperatura moral es explicable la desesperada autocondena: “Gobernar es un infierno”. Llamar a sus diminutos colaboradores “jinetes en la tormenta” y calificarlos como “el mejor equipo del mundo” es síntoma de autismo o de desequilibrio mental.
Lo es también la pretensión de hablar a nombre de “nuestros hermanos de América Latina”, cuando los más conspicuos dirigentes de la región asistían —en búsqueda diametralmente opuesta— al Foro Social de Belem do Pará. Resulta más ominosa la propensión a evadirse para confirmar, en la ausencia recurrente del país, la vacancia del Ejecutivo. Textualmente: “Cargo o empleo que está sin ocupar”.
La reforma perpetrada por el PAN y sus cómplices autoriza el abandono del país por el presidente sin control parlamentario. La limitación de siete días consecutivos es una torpe coartada, ya que bastaría que volviera a pisar el territorio para continuar viajando indefinidamente. En rigor, sólo necesitaría permanecer en México 54 días al año para ajustarse a la ley.
Hasta el trágico avionazo era claro que la suplencia presidencial correspondería al primero en la jerarquía del gabinete, en el afecto y en la confianza: el secretario de Gobernación. Ahora y habida cuenta de la militarización del país, el encargado de facto sería el secretario de la Defensa, lo que entraña una defección inconsciente o deliberada del poder civil.
Cobran relevancia los pronunciamientos de las agencias duras del gobierno de EU en el sentido de que México y Paquistán “son hoy las mayores amenazas” a su seguridad. Con la diferencia de que aquél es un país geográficamente distante y el nuestro es “colindante” y que mientras en la nación asiática impera “un régimen castrense” en el nuestro todavía no ha ocurrido. El debate sobre el “Estado fallido” no es una veleidad académica sino una clasificación internacional que podría desencadenar una “intervención justificada”. La soberanía nacional, del modo más estricto, se encuentra en grave riesgo.
Es esta circunstancia definitoria para la supervivencia de la nación. Razones sobradas hay para una movilización de la conciencia pública que, como en 1913, tendría por objetivo común la deposición constitucional del gobierno espurio y la reconstrucción, desde sus cimientos, del Estado mexicano. No podríamos fallar a esa misión.
Editorial La Jornada
Los críticos, ¿enemigos del Estado?
En la ceremonia por el aniversario 92 de la Constitución Política, el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, tras mencionar “la acción destructiva de la delincuencia”, se refirió a las voces discordantes que “demeritan” en lugar de “aportar”; al “catastrofismo sin fundamento, particularmente ahora llevado a extremos absurdos, que daña sensiblemente al país, a su imagen internacional, ahuyenta inversiones y destruye los empleos”; “al alarmismo”; a “los personalismos e intereses que medran con infundadas profecías de desastre que sólo generan desaliento”; a las “actitudes protagónicas y egoístas”; a quienes, dijo, buscan “laureles a partir de socavar las instituciones democráticas”; a quienes “quisieran ver debilitada a la nación y a las instituciones”; “a quienes insistentemente buscan ignorar las capacidades del Estado, quienes quieren ver su fracaso y apuestan a él” y “trabajan cotidiana e infructuosamente por lograrlo a partir de las mismas libertades” que el Estado les garantiza y “denigran sus atribuciones, su fortaleza y su viabilidad”.
Los abundantes y enconados señalamientos contra lo que debe entenderse como una gran diversidad de voces opositoras al calderonismo son por demás preocupantes porque dan la impresión de que se ha confundido el adversario y que ahora el gobierno federal mete las posturas discordantes en la misma categoría que la delincuencia organizada. La perspectiva inocultable de tal confusión es el intento de supresión de la libertad de expresión para los disensos que resulten incómodos o molestos y la tolerancia únicamente para aquellos que, a juicio del Ejecutivo, realicen una “crítica que orienta soluciones” y un “análisis que alerte responsablemente sobre riesgos latentes”.
Por lo demás, es pertinente considerar que, en un panorama nacional sembrado de conflictos nuevos y antiguos, asediado por la criminalidad, la crisis económica exógena y endógena, la desigualdad, la miseria, la corrupción y la impunidad, las simples descripciones de la realidad suenan a crítica: la mención de los miles de muertos que ha costado la política de seguridad pública vigente, la cita de las cifras de la infiltración de los cuerpos policiales que aportan las mismas autoridades, la referencia a los cientos de miles de desempleados y a los otros tantos casos de personas que han caído en cartera vencida, el señalamiento de los inveterados mecanismos de apropiación privada de la riqueza pública, entre muchas otras cosas, podrían ser considerados, en la lógica del orador central en la conmemoración constitucional de ayer, como una forma de “atentar contra el Estado”.
Si se habla de las cesiones de grandes sumas de las reservas internacionales que no han servido sino para alimentar a los especuladores cambiarios; si se alerta sobre los riesgos que corre la soberanía nacional por los huecos legales que quedaron en la reciente reforma energética y que podrían permitir el control efectivo de grandes bloques del territorio nacional; si se señala la improcedencia y los peligros de abusar del recurso militar para combatir el narcotráfico; si se insiste en el riesgo de estallidos sociales generados por un manejo económico insensible y lesivo para los bolsillos de la mayoría de la población, ello podría ser tomado como “catastrofismo sin fundamento” y, en consecuencia, como un afán por “socavar las instituciones democráticas”; si se señalan los vicios y las falencias de las oficinas encargadas de la seguridad pública y de la procuración de justicia, podría interpretarse que con ello “se daña al país y a su imagen internacional”.
México, como lo han señalado múltiples, diversas y cualificadas voces nacionales y extranjeras, atraviesa por una circunstancia crítica que desde luego no pone en riesgo la viabilidad del país pero que sí puede ser el prolegómeno de fenómenos de inestabilidad e ingobernabilidad y de una tragedia social mayor que la que ya se vive. En tal circunstancia, el empeño por intimidar el ejercicio crítico de la ciudadanía equivaldría al designio de cerrar los ojos ante los problemas, lo que conllevaría una ineficiencia gubernamental aún mayor que la presente y el agravamiento irremediable de los conflictos. Pero, con o sin crisis económica, de seguridad, de legitimidad y de confianza, el afán por acallar la discrepancia, de reducirla a una crítica a modo o incluso de criminalizar la opinión disidente, no tiene cabida en un gobierno que se pretenda democrático.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario