2/22/2010


Horizonte político
José Antonio Crespo

“Pluris” versus “unis”

Uno de los puntos a discutir en las iniciativas de reforma política es el tamaño del Congreso y su integración. Diversas encuestas señalan que muchos ciudadanos piden reducir el número de legisladores, reflejo de la creciente indignación y molestia hacia ese órgano. Pero eso no significa que dicha medida sea en realidad trascendente: el ahorro monetario sería simbólico, y la mayor agilidad que se busca es quimérica (pues los acuerdos se dan, no entre todos los legisladores aislados, sino fundamentalmente entre las cúpulas legislativas, desciendo a la “tropa” que, con excepciones, se disciplina).

Pasar de 500 a 400 diputados resulta, pues, esencialmente irrelevante (hacerlo también lo es). Lo que más importa es la fórmula de integración de cada Cámara. Muchos ciudadanos desearían eliminar a todos los diputados de representación proporcional (los “pluris”) electos en listas partidarias (una medida esencialmente populista), en tanto que el PRD propone lo contrario; eliminar los de mayoría relativa (uninominales o “unis”). Iríamos para atrás en ambos casos.

Lo más adelantado en materia de representación es la fórmula mixta, inventada por los alemanes en la Segunda Guerra y adoptada por México de forma embrionaria en 1964, e integral en 1979 (aunque permitiendo la sobrerrepresentación del partido mayoritario). El sistema de mayoría relativa busca aproximar al representante con sus representados en una relación más personalizada, emanada de una demarcación territorial (el distrito). Pero genera dos efectos que van contra la pluralidad.

A) una tendencia al bipartidismo, como en Estados Unidos e Inglaterra;

B) una gran sobrerrepresentación del partido mayoritario. Por ejemplo, suponiendo que en 2009 hubiéramos tenido sólo los 300 distritos de mayoría, el PRI, con una votación de 39%, ganó 184 distritos, es decir, 61% de las curules; 22% de sobrerrepresentación.

Podemos suponer también que quienes quieren eliminar de tajo a los pluris son convencidos de la reelección legislativa, pues ese es justo el sentido original de la figura; estrechar el vínculo entre ciudadanos y sus representantes, dando a los primeros la posibilidad de premiar o castigar a los segundos. Irónicamente, quienes desean eliminar los “pluris” alcanzan niveles de 80 a 90% según diversas encuestas, pero también porcentajes parecidos se oponen a la reelección. Es una contradicción, pues quedarnos con los diputados directamente electos (los “unis”) sin reelección, provoca el mismo efecto que si tuviéramos puros “pluris”; la dilución del compromiso y control entre representantes y representados. ¿Están conscientes de todo esto quienes proponen la desaparición de los pluris?

Por otro lado, la ventaja del sistema de proporcionalidad pura es que equipara el porcentaje de votos obtenidos por cada partido con su porcentaje de curules, lo que permite una distribución equitativa de la representación, además de favorecer el pluralismo por encima del bipartidismo. Hay otra ventaja: existen buenos cuadros especializados en diversos temas que podrían hacer excelentes legisladores, pero que no tienen aptitudes para ganar el aplauso en los foros públicos y, por tanto, los votos necesarios para ganar. Tales cuadros pueden muy bien ingresar al Congreso a través de la vía proporcional, pero mucho ayudaría que se hiciera con las listas abiertas (como se propone para el Senado), para así evitar que en su lugar entren juanitas o sobrinos, esposas, hijos y hermanos de los poderosos en turno.

En su propuesta de reforma electoral, el PRD propone eliminar a todos los diputados de mayoría, dejando los actuales 500 diputados bajo fórmula de representación proporcional, esquema que, dice, “ha demostrado ser el que de mejor forma se corresponde con el ideal de representación-población”.

Sin embargo, no es estrictamente necesario tener un sistema puro de proporcionalidad para lograr ese ideal de equiparar votos con escaños; nuestro actual sistema lo permite si se cambia la fórmula de integración (eliminando toda sobrerrepresentación). Bajo esa fórmula, en 2009 el PRI, que logró 39.5% de votación efectiva, tendría 197 diputados en lugar de los 237 que detenta; el PAN, con su 30% de votación, tendría 150 curules en lugar de los 143 de hoy, y el PRD, con su 12%, hubiera quedado con 60 asientos en lugar de los 71 que detenta actualmente (está sobrerrepresentado en dos puntos porcentuales). Pero ese mismo resultado se hubiera dado bajo el esquema de proporcionalidad pura que ahora propone el PRD.

No es estrictamente necesario tener un sistema puro de proporcionalidad para lograr ese ideal de equiparar votos con escaños.

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