Julio Hernández López: Astillero
Cual si se tratase de esos momentos de relajamiento acostumbrados en ciertos espectáculos o representaciones, algunos segmentos de académicos, opinantes y periodistas parecieran estar más empeñados en la degustación analítica de pasajes y episodios secundarios que en el fondo de los casos que estarían provocando esos respingos de pudor selectivo. Entre el caos pareciera más atractivo discutir sobre los efectos nocivos de lo secundario que ir a la raíz y ejercer una crítica vigorosa al poder y sus efectos desastrosos, entre ellos las fotografías y los textos que no se ajustaran a los nuevos Manuales de Carreño en tiempos de guerra y bazbazidades.
Así, entre las atrocidades diariamente conocidas, entre la creciente constancia de actos criminales cometidos por soldados, entre las decenas diarias de muertos sin proceso ni ley, se reprocha al reportero non, Julio Scherer García, que haya acudido a un encuentro con un periodísticamente interesante jefe del narcotráfico, que haya publicado sus declaraciones (¿periodismo o propaganda?, se preguntan algunos de quienes siempre se han regido por el boletín o la orden de la superioridad) y que en la portada de Proceso el director-fundador haya aparecido en una desafortunada fotografía con el súbitamente mediático Mayo Zambada. La cosecha textual lograda por don Julio fue poca (al menos, lo que se publicó de esta sesión con el Mayo; habrá que ver si además se produjo la medio anunciada entrevista con el Chapo) porque el declarante se encerró en una cortedad de palabras inexplicable si se toma en cuenta que él fue el interesado en el encuentro. Pero Scherer consiguió la estampa de un poder hasta ahora nunca antes visto tan de cerca por ningún periodista y escuchó, sin grabadora funcionando, las consideraciones políticas, policiacas e incluso periodísticas de un factor fundamental del México que hoy vivimos.
Sabido es que ni Scherer ni Proceso han participado de arreglos con poderes como para deslizar la tesis de que pudieran servir de propagandistas o encubridores de intereses mafiosos, y el encuentro Scherer-Zambada fue un ejercicio periodístico de gran valor, en las circunstancias en que fue planteado. Pero los mismos que diariamente practican un periodismo de complacencia frente a los verdaderos responsables del desastre del país (Felipe Calderón, Fernando Gómez Mont, Genaro García Luna y otros jefes policiacos y militares, por citar algunos casos) se convierten en fiscales temerosos de que uno de los pocos ejemplos de periodismo crítico en el país (otro es, evidentemente, La Jornada) se haya contaminado del peligroso, fatalmente peligroso, virus de la relación con el narcotráfico.
En otro cómodo inter-medio de ética y periodismo se ha avivado una discusión de superficie acerca de la reproducción de fotografías de asuntos criminales en espacios periodísticos relevantes (en el caso, la imagen de la niña Paulette en la primera plana de Milenio de ayer). En un país vertiginosamente instalado en los límites extremos de la crueldad humana, con acciones diarias de creciente innovación aterradora que ganan presencia en los medios porque son hechos periodísticos que documentan lo que está sucediendo, de pronto se pone de moda cuestionar la pertinencia de dar testimonio gráfico de detalles de casos de elite, como sucedió con el jugador de futbol Salvador Cabañas, de quien se reprodujo una fotografía de él en el piso que luego tuvo cierto valor indagatorio porque vestía una camiseta de color distinto al que se le veía en los dosificados videos oficialmente dados a conocer o, ahora, en el caso de la niña muerta en circunstancias que obscenamente pretenden las autoridades y los padres convertir en naturales, cuando a buenas conciencias de lo secundario les parece que debería ocultarse una gráfica que muestra la manera exacta en que fue encontrado el cuerpo de la menor en su extraño e increíble retorno a casa e instalación en un nicho de madera y colchón que produjo el fenómeno de la muerte por asfixia de un cuerpo que además no produjo olores de descomposición ni otros signos naturales de putrefacción. El inter-medio analítico de lo fotográfico quita la vista de lo sustancial: la podredumbre del poder político en general y en particular en el estado de México, las ligas familiares, económicas y sociales de la pareja Gebara-Farah, la evidencia descompuesta del tipo de justicia que un procurador como Bazbaz ha ejercido en muchísimos otros casos, y el grosero atole con el dedo que ese conjunto de poderes pretende dar a la opinión pública en este caso muy maloliente.
Otro tipo de comunicación, la que se ejerce en las redes sociales, ve con preocupación que en Facebook se multiplican los incidentes que afectan a quienes en ese sistema ejercen crítica, sobre todo al calderonismo. En diciembre de 2009, varias personas crearon el grupo llamado A que en 30 días juntamos 1,000,000 que quiere que renuncie Calderón. El optimismo original no se ha cumplido, pues llevan 294 mil 371 adhesiones electrónicas, pero evidentemente han realizado un gran esfuerzo político y social. Sin embargo, ayer fueron dadas de baja las cuentas de tres de los administradores de ese grupo, y ya antes han sufrido cancelación otros opinantes igualmente contrarios a quienes ejercen el poder formal en México. Cierto es que en estas redes existen opciones para que ante quejas de usuarios inconformes con los contenidos se puedan suprimir las páginas polémicas, pero entre los afectados crece la sensación de que en el feisbuc hay una tendencia a censurar lo que afecte a los poderes político y económico.
Astillas
Varios lectores atentos y amables reportaron ayer que habían confirmado lo denunciado aquí desde el lunes pasado respecto al falso contador de registros de teléfonos celulares. Hubo quienes, con dedicación profesional, enviaron a esta columna análisis técnicos que detalladamente explicaban los pasos dados en el Renaut para aparentar la cauda de registros. A todos, gracias... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero
Como suele suceder en este país, una vez que la clase política tomó conciencia de que la negativa de los usuarios de teléfonos celulares ha evolucionado a una expresión de desobediencia civil, movió sus fichas para obtener ganancias. Ayer se decidiría si el Senado respaldaba el acuerdo adoptado antes del puente por la Cámara de Diputados para prorrogar un año el plazo (expira el sábado a medianoche). Antes de pasar a votación del pleno tendría que ser avalado por la Comisión de Comunicaciones que encabeza (ojo) el priísta Ángel Aguirre. Llegó el director de la Cofetel, el panista Héctor Osuna, a defender que no se moviera el plazo. El senador Aguirre, guerrerense, por cierto, tras la reunión anunció que no había apoyo del PAN y el PRD para llevar el tema a la asamblea plenaria, por lo que se descartaba. Para esto, don Beltrone, que no ha asomado las orejas, había dado instrucciones a su chalán Carlos Navarrete para que el perrechuchismo hiciera alianza con los panistas para acabar de empinarlos. En otras palabras, el PRI se lavó las manos, dejó a la responsabilidad de los panistas la decisión de cortar el servicio a millones de clientes de telefonía celular, lo cual produciría una catástrofe económica y el enojo de los ciudadanos en un año en que hay elecciones en más de una docena de entidades. Quizá fue hasta horas después de que salió con su pírrico triunfo en las manos, que el presidente de la Cofetel se dio cuenta de que se había metido un autogol. Tan fácil que hubiera sido negociar, no un año, simplemente un mes de prórroga, y todos contentos. Ya anoche andaba viendo cómo corta los servicios, pero de mentiritas. Hay muchos intereses económicos de por medio, probablemente los potenciales clientes de la lista de celulares están presionando mucho. En fin, esto del Renaut ya se convirtió en un atascadero.
Carlos Fernández-Vega: México SA
Dice el inquilino de Los Pinos que su pretensión es dotar de dientes a la Comisión Federal de Competencia para que el imaginario combate a los monopolios, duopolios y oligopolios sea eficaz y trascienda el discurso. Dientes, y no un par de elementos más al sur, es lo requerido para que el motor económico nacional de nueva cuenta funcione, según la tesis oficial plasmada en la correspondiente iniciativa de ley tardíamente enviada a la Cámara de Diputados, donde nada les preocupa, salvo la grilla electoral.
Pues bien, más allá de la escasa posibilidad de avance real que tiene la llamada ley antimonopolios (especialmente en tiempos electorales, si no quién paga las campañas), todo indica que ya apareció el fabricante de la prótesis dental requerida por Felipe Calderón, el cual no es más que la sempiterna fuente de inspiración del gobierno mexicano, con sus cinco gerentes, para infinidad de propuestas para el desarrollo y, desde luego, para la referida iniciativa, es decir, el mismísimo Banco Mundial, cuyo objetivo es la desaparición de los monopolios estatales y la regulación de los privados.
Si se comparan los textos de la reciente iniciativa calderonista con los análisis y propuestas del organismo financiero multilateral, se encontrarán más que simples coincidencias, especialmente sobre privatización energética, siempre con la idea de facilitar el progreso. Por eso vale el ejercicio de recorrer las recomendaciones y observaciones del Banco Mundial en la materia, con el fin de encontrar algún sentido práctico a la propuesta de ley antimonopolios del inquilino de Los Pinos, quien mañosamente la presenta para lavarse las manos y presumir que ya cumplí (como en el caso del empleo).
Así, el Banco Mundial asevera que un elemento que debe reconocerse desde un comienzo es la presencia de intereses creados, que luchan por impedir que los cambios se materialicen, pues la existencia de un régimen de impuestos bajos y alta dependencia de ingresos petroleros funciona a favor de las personas más adineradas. Por ello, urge “llevar a los monopolios encargados de la prestación de servicios públicos, incluyendo los monopolios de facto, a reducir sus costos y aumentar su eficiencia, mediante la implementación de modificaciones a la ley de competencia, el establecimiento de regulaciones más sólidas e independientes y la eliminación de lagunas como el uso excesivo de los amparos”.
Una de las reformas sugeridas por el Banco Mundial es que Petróleos Mexicanos permita capital privado en sectores reservados (constitucionalmente), pues si bien la condición de Pemex como monopolio del Estado está consagrada en la Constitución, sería necesario encontrar alguna forma de asociarse con otras compañías (privadas) para realizar actividades de exploración, a fin de evitar problemas de seguridad energética en el futuro y generar incentivos al trabajo eficiente en el sector; (la paraestatal) carece de recursos técnicos y financieros para realizar actividades de exploración más intensas.
La existencia de monopolios, tanto de personas como de empresas, genera desigualdad, desacelera el crecimiento económico y profundiza la desigualdad en el país, advierte el Banco Mundial: “en la actualidad los grupos poderosos en México se benefician del estatus y no tienen incentivos para cambiar su conducta; hasta la fecha se ha observado un equilibrio político en el que estos grupos reciben rentas sustanciales a costa del dinamismo del crecimiento… una característica particular de la estructura económica de México que limita su competitividad es el grado de concentración de los mercados en sectores económicos claves, y la existencia de monopolios públicos y privados… Las reformas introducidas durante los años noventa (…) llevaron a una mayor concentración de los mercados y no lograron mejorar la competitividad de la economía… En muchos casos las privatizaciones sólo significaron un cambio de propietario, sustituyendo los monopolios públicos por privados, y sin contar con un marco regulatorio funcional y organismos sólidos que pudieran hacer cumplir condiciones de mayor competitividad” (México: más allá de la captura del Estado y la polarización social, 2007).
Gracias a décadas de acceso privilegiado al poder y a la protección del gobierno, “ciertas elites económicas de México consiguieron posiciones únicas. La clara tendencia de la concentración de la riqueza y la desigual distribución de los beneficios económicos (y de la influencia política correspondiente) ha creado un terreno de juego altamente desigual en términos políticos, donde un número limitado de elites empresariales bien dotadas y conectadas logran obtener concesiones preferenciales del gobierno (normalmente en forma de protección de mercado)… Las privatizaciones y las reformas para la apertura comercial indican la persistencia de una fuerte influencia de los empresarios en la política, aunque con algunos cambios en las identidades de las elites involucradas y el tipo de interacción entre el gobierno y las empresas… El extraordinario nivel de concentración de la riqueza en una economía en la que las manos del Estado aún son visibles, podría ser motivo de preocupación para la incipiente consolidación democrática del país. Con su concentración de la riqueza y sus cercanos contactos con elites políticas, los intereses económicos de México tienen una capacidad única para influir en los resultados políticos.
“Resulta evidente que en el pasado la influencia de las elites ha sido grande, (pero) la evidencia circunstancial sugiere que podría haber aumentado desde la apertura política. En primer lugar, las elites empresariales de la actualidad son mucho más ricas que sus equivalentes de antaño. (Además) las relaciones entre gobierno y empresariado en México han mejorado desde principios de los 90… Podría esperarse que las relaciones más llevaderas de la actualidad mejoren el acceso de las elites económicas a la toma de decisiones del gobierno… El dinero es capaz de influir en la política de muchas maneras y el papel del dinero en la política es, posiblemente, más pronunciado en los sistemas políticos en los que las elites políticas y económicas han mantenido relaciones simbióticas estrechas, como en México… Los multimillonarios mexicanos en general no heredaron su riqueza, la ganaron mediante conexiones políticas y acceso privilegiado a los mercados”.
Las rebanadas del pastel
En pocas palabras, de nada servirá una ley antimonopolios (en el hipotético caso de que la aprueben) si paralelamente no se limpia el chiquero completo. Entonces, dientes, sí, pero un par de cosas más.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Pedro Miguel: Navegaciones
En la administración del mercado de La Lagunilla, el perito forense Sánchez Lora logró dar con un responsable de objetos perdidos, y después de algunos cuartos de hora de tanteos y ofrecimientos discretos, logró que le enseñara los correspondientes a una fecha determinada. Era increíble la cantidad de credenciales de elector (12 en aquel día) que la gente tiraba inadvertidamente o que dejaba olvidadas en los puestos del mercado. Había también algunos documentos del Seguro Social, sobres de papel manila con expedientes humildes, tres pasaportes (¿para qué vienen con pasaporte a La Lagunilla?, se preguntó) y hasta una identificación oficial de un coronel del Ejército. Entre todos esos papeles, destacaba una credencial metida en un pequeño estuche de acrílico transparente, en colores blanco, verde e índigo, y repleta de logotipos que le eran desconocidos. Nagovi, leyó, y se corrigió de inmediato: No, Navigo. La observó por el otro lado y vio la foto de una mujer muy guapa, y abajo, un nombre escrito a mano en un pequeño recuadro: Jacinta DIONEZ. Era el único documento que correspondía a una joven y de inmediato llamó su atención.
En la administración del mercado de La Lagunilla, el perito forense Sánchez Lora logró dar con un responsable de objetos perdidos, y después de algunos cuartos de hora de tanteos y ofrecimientos discretos, logró que le enseñara los correspondientes a una fecha determinada. Era increíble la cantidad de credenciales de elector (12 en aquel día) que la gente tiraba inadvertidamente o que dejaba olvidadas en los puestos del mercado. Había también algunos documentos del Seguro Social, sobres de papel manila con expedientes humildes, tres pasaportes (¿para qué vienen con pasaporte a La Lagunilla?, se preguntó) y hasta una identificación oficial de un coronel del Ejército. Entre todos esos papeles, destacaba una credencial metida en un pequeño estuche de acrílico transparente, en colores blanco, verde e índigo, y repleta de logotipos que le eran desconocidos. Nagovi, leyó, y se corrigió de inmediato: No, Navigo. La observó por el otro lado y vio la foto de una mujer muy guapa, y abajo, un nombre escrito a mano en un pequeño recuadro: Jacinta DIONEZ. Era el único documento que correspondía a una joven y de inmediato llamó su atención.
El Correo Ilustrado
Aclaración de Juan Luis Calderón Hinojosa
En relación con la nota titulada “Hermano de Felipe Calderón, en puja por potabilizadora“, publicada el miércoles 7, señalo lo siguiente:
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Aclaración de Juan Luis Calderón Hinojosa
En relación con la nota titulada “Hermano de Felipe Calderón, en puja por potabilizadora“, publicada el miércoles 7, señalo lo siguiente:
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Octavio Rodríguez Araujo: ¿Nunca tendieron la cama?
Escribo sobre el caso Paulette Gebara Farah porque me gustan las novelas policiacas, no porque crea que sea el único caso hasta ahora impune de niños muertos en este país.
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Marcos Roitman Rosenmann: Memoria histórica y justicia en España
En lastre de la monarquía parlamentaria española es su continuidad con el régimen fascista del general Franco. El cordón umbilical que unía la sucesión monárquica con la dictadura no fue roto tras su muerte. No pocos de los actuales diputados y senadores de la derecha, de cuello y corbata, vistieron el uniforme de la Falange, entonando himnos y practicando el saludo fascista. Ministros y cargos públicos, antes de tomar posesión juraban lealtad al caudillo, a las leyes del movimiento y a los ideales en la cruzada contra el comunismo internacional. Un ejemplo recae en el presidente de honor del Partido Popular (PP), senador Manuel Fraga Iribarne. Y otro en el rey Juan Carlos I, quien se abstuvo de jurar la Constitución vigente de 1978 para no cometer perjuro. En su defecto estampó su firma.
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Margo Glantz: Tumores
algo del palacio de Jaipur donde he visto maravillas, joyas, espadas, hachas de doble filo, armas con puño de oro, muy estilizadas por los orfebres pero con su utilidad específica, unas servían para cazar tigres, otras leones, flechas para matar halcones al vuelo; espejos con marcos garigoleados, retratos de mujeres depositando ofrendas a las diosas para no quedarse viudas, la mayor desgracia que puede ocurrirle a una mujer en la India; muchas cunas hermosas con ángeles de la guarda; palanquines cada vez más elaborados y suntuosos, miniaturas, estatuas, puertas de bronce y madera recamada, hermosas vistas del valle desde los múltiples balcones construidos para que el marajá en turno y sus concubinas gozasen del paisaje; enfrente bellas fuentes con surtidores de agua, y casi todo pintado color de rosa, el color del sentimiento, de la juventud primera –¿no se visten las quinceañeras de rosa?–; además, bellísimos patios con muros tapizados de espejos y botellas en bajo relieve al estilo de Giorgio Morandi, ejecutadas 200 años atrás (lo he mencionado a menudo en este mismo espacio, me impresiona su regularidad, la perfección del trazado y cierta semejanza con algunos de los cuadros de los mexicanos que formaron el grupo sin grupo de la Generación de la Ruptura, Vicente Rojo, por ejemplo, quien abruptamente rompe esa simetría con un dibujo irregular que se sale del contexto y descuadra el orden aparente de las cosas).
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algo del palacio de Jaipur donde he visto maravillas, joyas, espadas, hachas de doble filo, armas con puño de oro, muy estilizadas por los orfebres pero con su utilidad específica, unas servían para cazar tigres, otras leones, flechas para matar halcones al vuelo; espejos con marcos garigoleados, retratos de mujeres depositando ofrendas a las diosas para no quedarse viudas, la mayor desgracia que puede ocurrirle a una mujer en la India; muchas cunas hermosas con ángeles de la guarda; palanquines cada vez más elaborados y suntuosos, miniaturas, estatuas, puertas de bronce y madera recamada, hermosas vistas del valle desde los múltiples balcones construidos para que el marajá en turno y sus concubinas gozasen del paisaje; enfrente bellas fuentes con surtidores de agua, y casi todo pintado color de rosa, el color del sentimiento, de la juventud primera –¿no se visten las quinceañeras de rosa?–; además, bellísimos patios con muros tapizados de espejos y botellas en bajo relieve al estilo de Giorgio Morandi, ejecutadas 200 años atrás (lo he mencionado a menudo en este mismo espacio, me impresiona su regularidad, la perfección del trazado y cierta semejanza con algunos de los cuadros de los mexicanos que formaron el grupo sin grupo de la Generación de la Ruptura, Vicente Rojo, por ejemplo, quien abruptamente rompe esa simetría con un dibujo irregular que se sale del contexto y descuadra el orden aparente de las cosas).
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Olga Harmony: Horas de gracia
Tiene razón Juan Tovar cuando identifica a Agustín de Iturbide y a Antonio López de Santa Anna como fallidos émulos de Napoleón, aunque cuesta trabajo imaginar al primero como un héroe trágico según propone en entrevista con Alegría Martínez el autor y según se desprende, sobre todo visualmente, en Horas de gracia, la obra que eligió la Compañía Nacional de Teatro para su Ciclo de teatro mexicano en el bicentenario de la Independencia. Curiosa elección en esta celebración y en este México acechado por la reacción y la entrega al extranjero. Tovar no edulcora a su protagonista en la víspera de su fusilamiento en que un encuentro onírico con López de Santa Anna le sirve para hacer un recuento de su vida, pero no recurre a contrapuntos que desnuden su verdadero ser como sería el fray Servando Teresa de Mier que Flavio González Mello propone con agudeza en 1822, el año en que fuimos Imperio en contraste con el hombre cuyos dones diplomáticos consumaron la Independencia, tras 11 años de luchas, para colocarse una corona imperial en la cabeza. La onirofarsa de Juan Tovar está documentada, pero el tema es extremadamente delicado en tiempos de embates reaccionarios y la propuesta del director José Caballero linda con una reivindicación de quien combatiera a los insurgentes, criollo arrogante que desdeñara a los indios y soñara con una corte tipo europeo.
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