4/06/2010


Caso Paulette:
vicios, errores e irresponsabilidades

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Editorial La Jornada....
El caso de la menor Paulette Gebara Farah –quien fue reportada como desparecida el pasado 22 de marzo, y hallada muerta en su domicilio nueve días después– ha estado marcado por un desempeño desastroso de la Procuraduría General de Justicia del estado de México (PGJEM). Luego de que el pasado domingo un juez dictaminó levantar el arraigo a los padres y a las cuidadoras de la niña de cuatro años, el procurador mexiquense, Alberto Bazbaz Sacal, sostuvo ayer en una entrevista televisiva que la dependencia a su cargo buscará la ayuda de científicos para determinar las circunstancias y la fecha exacta de la muerte de la menor. Señaló que le evidencia obtenida hasta ahora no es concluyente y se negó a dar un plazo para conocer los resultados de las pesquisas correspondientes.

Tales declaraciones constituyen una confesión de la ineptitud de la PGJEM y permiten ponderar lo enmarañadas que se encuentran las investigaciones, viciadas de origen a consecuencia de errores garrafales: no otra cosa es la decisión de no preservar intacta la habitación de la pequeña, pese a que fue el último lugar en que se le vio con vida, por lo cual debería haber sido considerado un escenario clave en las investigaciones. Por el contrario, las autoridades mexiquenses no sólo no resguardaron el sitio, sino incluso permitieron el desarrollo de entrevistas televisivas en el mismo, en clara muestra de una postura complaciente de las autoridades hacia ciertos medios de comunicación. A lo anterior deben añadirse los choques declarativos en que ha incurrido el propio Bazbaz, quien, tras dar a conocer el hallazgo del cuerpo de la menor, dijo estar seguro de que se trata de un homicidio, y ayer señaló, en cambio, que no se puede asegurar que la muerte haya sido directamente provocada por una tercera persona. Con este comportamiento errático, las autoridades han contribuido a que en la sociedad surja la sospecha de que existe una voluntad de enredar todavía más las investigaciones.

Desde otro punto de vista, la ligereza con que las autoridades mexiquenses han hecho uso de la figura del arraigo en este episodio es sintomática de un empleo abusivo e injustificado –característico de los mecanismos de procuración de justicia en todo el país– de esa medida, que rompe, cabe recordarlo, con el principio constitucional de presunción de inocencia. El carácter intrínsecamente inaceptable del arraigo se agrava con los vicios existentes en las procuradurías estatales y federal, como son la falta de rigor para seguir los procedimientos establecidos –particularmente visible en el caso aquí referido–, la fabricación de culpables o la corrupción, y es necesario, por tanto, que dicha figura sea abolida y erradicada de las prácticas de las corporaciones policiales.

Los hechos comentados exhiben también un doble rasero en los medios y en la sociedad en general, pues mientras la muerte de la niña de cuatro años ha generado una gran cobertura informativa, así como expresiones de repudio generalizado –sin du- da comprensibles y justificados–, muchas otras muertes trágicas de inocentes en todo el territorio nacional han pasado prácticamente inadvertidas por la atención pública y mediática.

En suma, y ante los elementos de juicio mencionados, es claro que el comportamiento actual de la PGJEM da continuidad a vicios y manejos impresentables que persisten en los aparatos de procuración de justicia, y constituyen un lastre fundamental para el cabal esclarecimiento de este caso.

Una responsabilidad principal de la dependencia encabezada por Bazbaz es el esclarecimiento cabal y convincente de esta muerte, y en tanto eso no ocurra, la procuración de justicia en el país profundi- zará su descrédito y el nivel de desconfianza de la población en las instituciones del país.


Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Paulette y el dolor del horror

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Algunos me piden no tocar ya más el tema. Alegan hartazgo. Advierto sin embargo dos sentimientos: uno de revancha de clase, que se jodan los ricos con todo y sus miserias; pero también uno más de temor a lo que viene; como si quisieran tirar un libro por miedo a lo que sigue; como si lo que hasta ahora se ha leído sea apenas soportable; como si ya hubiéramos llegado al límite; porque lo que adivinamos será superior a nuestras fuerzas, a nuestra capacidad de asombro, a la probabilidad de nuestras lágrimas.

Yo no sé usted, pero intuyo que apenas hemos tocado las puertas del infierno. Que esta farsa macabra tiene una segunda parte aún más horrorosa. Que apenas hemos empezado a correr el telón de un segundo acto de una obra denigrante de bajeza humana. Que no hemos visto nada todavía.

Hasta ahora, los ríos de tinta y las horas sin fin de imágenes y voces nos han arrojado a un pantano de desintegración y ruptura familiar. De voraces arenas movedizas de infidelidades, dineros y traiciones que terminó devorando a Paulette con todo y sus molestas incapacidades. Así, sin sentimientos de piedad alguna, sin el menor asomo de compasión. Primero en una infame agonía. Luego muerta. Luego llevada y traída, como un objeto. Como una muñeca rota.
Me dice un criminólogo experto que los niños como Paulette suelen tener crisis nerviosas exasperantes. Que alguien tal vez intentó acallar sus gritos y su llanto. Y la estremeció y la sacudió hasta desnucarla o la asfixió hasta el último aliento. Me explican así un criminal arranque de furia absolutamente inhumano y de cualquier modo injustificable. Menos aun de lo que ocurrió después, el recorrido inimaginable del cuerpo de la pequeña o la tumba efímera e inadmisible en que fue encontrada en su propio cuarto, en su propia cama.

Hay muchas más preguntas que certezas: sobre sus padres y la vida que le dieron a Paulette; sobre Lisette, su madre y sus amigos y los días antes y después del momento que nos negamos a aceptar; todo apuntando a una espeluznante telaraña de complicidades a partir de un cerebro tan frío como ajeno y cercano al dolor inocente. Una trama horrenda y estremecedora para explicar y configurar las piezas sueltas de un rompecabezas inconexo y repugnante.

Más allá de las incapacidades manifiestas de la Procuraduría del Estado de México, me temo que estamos frente a un caso manchado también por la corrupción y la impunidad oficiales. Que nos volverá a perturbar en las próximas horas. Y en el que la única verdad, hasta hoy es que Paulette está mucho mejor allá de como estuvo aquí. Que Dios la bendiga.

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