Utopía
¡Tiemblen capos!
Eduardo Ibarra Aguirre
Con esa oratoria que suele emplear y la falta de rigor con el significado de las palabras, el secretario de Gobernación tronó por tercera ocasión: “A los asesinos que han olvidado la humanidad (sic) y que hoy siegan vidas de hombres valientes, les reitero con toda claridad esta promesa: enfrentarán a la justicia. Sométanse o asuman las consecuencias”.
Los capos de los 10 cárteles se pusieron a temblar y padecen insomnios porque saben muy bien que sólo dos de cada 100 detenidos concluyen en una sentencia judicial y que las 450 cárceles del país, incluidas las de máxima seguridad, como la afamada Puerta Grande, de donde en 2001 salió a la luz del día Joaquín Guzmán Loera, uno de los 200 hombres de Forbes, jefes y sicarios viven como en su casa y la droga circula a todas horas.
Si a esa justicia se refiere Fernando Francisco Gómez-Mont Urueta, la oferta resulta tentadora y las piezas más desgastadas de los liderazgos del narcotráfico podrían pensar en los indispensables recambios, en tanto no se atraviesen los intereses de Washington con sus exigencias de extradición y la siempre atenta, servil, disposición de las autoridades mexicanas.
Ya entrado en el discurso, el otrora abogado del Grupo México, por el que el gobierno empeña sus mejores esfuerzos legales e ilegales en contra de los obreros de Cananea, de Pasta de Conchos y del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, regañó a los medios de comunicación porque el compromiso de policías y soldados no puede ser “desconocido en la banalidad o en la crítica ligera”.
Como su jefe Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa, el penalista se empeña también en desacreditar la amplísima y documentada crítica a la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, caricaturizando las propuestas y reduciéndolas a un abandono de la plaza, a no hacer nada, como si los enfoques militaristas, anticonstitucionales, fuesen únicos y universales.
Durante el homenaje a los 15 integrantes de la Policía Federal ejecutados en Michoacán y Chihuahua, y a cuyos familiares este escribidor transmite un respetuoso pésame, el errático orador que se asumió como “clase gobernante”, enseguida lo olvidó y se puso a “exigir” al Legislativo, a la sociedad, como si fuera un ciudadano más y no el segundo del grupo gobernante.
Se entiende que la emoción, la pesadumbre, se impongan en el ánimo del funcionario, así como de Genaro García Luna, el policía número uno de México, mas resulta inaceptable que tras el golpe criminal, repitan el desacreditado discurso sexenal: “estamos debilitando de manera contundente al crimen organizado (…) Esto ha generado división entre las bandas criminales”, como lo postuló en cadena nacional el primer futbolista de la República, transmitido la noche del 15, mientras ésta padece una orgía de muerte, ilegalidad y conculcación de garantías individuales, a manos de los narcos pero también de los encargados de combatirlos, como los integrantes del III Regimiento Blindado de Reconocimiento que, de acuerdo al presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, privaron de la vida a los niños Martín y Bryan Almanza Salazar e hirieron a otras cinco personas en Ciudad Mier, Tamaulipas, el 3 de abril de 2010, como resultado “del fuego directo y discrecional por parte de elementos del Ejército”, que tanto defiende y justifica Gómez-Mont.
A los caídos ahora, de un total de 188 policías federales, se les rendiría un mejor homenaje cumpliendo las obligaciones gubernamentales en salarios, prestaciones y viáticos de los que aún persisten en la brega, y a quienes con frecuencia se les regatean y hasta roban algunos de sus jefes.
Acuse de recibo
Pilar Barbosa Arzate, madre de familia, denuncia que en la escuela Ignacio Allende, de la colonia Valle Gómez, del DF, pretenden cerrar el turno vespertino con el pretexto de “alumnado insuficiente”. Responsabiliza a la inspectora Armida Elizabeth Corona Rogeiro y puntualiza que “El ciclo escolar pasado se reubicó a los niños inscritos a primer grado (arbitrariamente de acuerdo al gusto de la implicada) y posteriormente se negó la inscripción a los aspirantes que la solicitaron después de la imposición de la inspectora. Esto motivó que el presente ciclo escolar no hubiera alumnos de primer grado”… Otra arbitrariedad, ésta mayúscula, la de San Juan Copala, Oaxaca, la comenta Ramsés Ancira: “Ningún país respetable y sin previa declaración de guerra, permitiría, como lo hace el gobierno de México, que miles de personas, en este caso indígenas triquis, estuvieran encarcelados en su propio territorio, sin posibilidad de comerciar con el exterior, sin recibir educación pública y sin que los encargados de contar a la población, representantes del estado mexicano (las minúsculas le van muy bien) pudieran hacer su tarea. Si Felipe Calderón no puede resolver este problema, con qué capacidad va a resolver el de los 15 policías federales asesinados y otros más”… Los lectores de Utopía ya pueden consultarla en www.
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