La Jornada
En la playa en Niza, cuatro policías ordenan a una mujer desvestirse (24/8/16). Parece que lleva el famoso burkini, el
bañador púdico, preferido por las musulmanas. En realidad es una túnica, unos leggins y un pañuelo. Da igual. Está
demasiado cubierta. Su
prenda excesiva–según algunos alcaldes, que en la atmósfera tras los ataques terroristas prohíben localmente los burkinis imitando leyes nacionales contra hijabs en escuelas públicas (pañuelos que cubren la cabeza, 2004) y niqabs en espacios públicos (velos que cubren la cara, 2010)– es
amenaza al orden público; también es
símbolo religioso ilegal,
violación de valores laicos, e incluso –según el premier Valls–
la traducción de un proyecto político de contrasociedad (¡sic!) fundado en la esclavitud de la mujer(The Guardian, 18/8/16). Bla, bla, bla.
2) La laicidad –el secularismo republicano específicamente francés–
debería ser garante de convivencia entre diferentes religiones y
culturas; en realidad, ya desde los 80 es un vehículo de racismo,
islamofobia y herramienta reaccionaria para disciplinar a la población
musulmana. Étienne Balibar, en contexto de la controversia actual,
señala: a) su grave malinterpretación –“la laicidad es obligación del
Estado de ser ‘neutral’ frente a los ciudadanos, no obligación
ideológica de ciudadanos frente al Estado”–, y b) su preocupante
mutación, el
identitarismo laico–producto de un proceso general de agudización de nacionalismos–, que es
programa nacionaltanto de derecha como de izquierda (Libération, 29/8/16).
3) El nombre de la ideología del capitalismo tardío ya no es la
globalización, tampoco el
neoliberalismo(aunque éste sigue vivo): su nombre es el
identitarismo. El paso del juggernaut capitalista fue tan destructivo (llevando a la implosión de la democracia liberal), la fascinación con la mercancía tan total y alienante que muchos –igual con razón– sienten un vacío. “¡Oigan –dicen los ideólogos–, la Ilustración murió, nada funciona ya, pero aún tenemos el ‘retorno a la tradición’!” Uff.
4) Según Sara Farris, la laicidad –pasando el
testde definiciones weberianas de la
religióny la
Iglesia– es el
verdadero fundamentalismo francés(¡sic!). Lo que vemos en escuelas, espacios públicos y –ahora– en las playas es
la opresión de la religión dominante (la laicidad) sobre la minoría (el islam). Pero el
choque de fundamentalismos(Tariq Ali dixit) oculta otra opresión: la
violencia sistémica del capital–el desempleo, la precarización–, de la cual las mujeres musulmanas son las víctimas más vulnerables (Verso blog, 26/8/16).
5) Los fundamentalismos no son ningunos enemigos del capitalismo. La mayor pesadilla del EI o Boko Haram no es el capital, sino
la penetración cultural de Occidente. Arabia Saudita está integrada perfectamente en el sistema mundial. Una de las principales funciones de los nacionalismos étnico-religiosos en Europa oriental –o en el cada vez más
fundamentalizadoIsrael– es buscar culpables de la desintegración social
afuera del capitalismo. Lo mismo hace el
fundamentalismo laicoen Francia. Y ya lo encontró: es el islam.
6) Alain Badiou, escribiendo hace años de la
ley hijab–presentada por el gobierno de J. Chirac,
a la par con la batalla de Poitiers, con argumentos sin pies ni cabeza:
los velos son símbolo del poder machista padre, hermano; entonces castiguemos a las muchachas que lo llevan para salvarlas de la opresión, que hacía de Francia un hazmerreír mundial agravando su dégringolade (¿...suena familiar?)–, hace una crucial observación: “Esta ley es pura ley capitalista. Estipula que la feminidad tiene que ser ‘exhibida’; que la circulación del cuerpo femenino tiene que estar necesariamente acorde con el paradigma del mercado” (The law on the islamic scarf, Polemics, 2006, p. 103).
7) En tiempos de mercantilización compulsiva, el Estado
francés no tiene problema alguno con el patriarcado capitalista que
desnuda a las mujeres para convertirlas en objetos del comercio. El
cuerpo
necesita productos(cosméticos, suplementos dietéticos, tacones, minifaldas) y el cuerpo
vende productos(publicidad). La mujer
cubierta demasiadoes un palo en las ruedas del capital. El cuerpo femenino, como la economía global, tiene que ser
libre, no restringido.
8) En 2010 N. Sarkozy revive el
debate sobre los velos islámicoscuando pierde las elecciones locales, está en pleno
rescatede los bancos –perdiendo unos 20 mil millones de euros por un
error técnico– y prepara su
reformade pensiones (Le Monde diplomatique, 4/10); en 2016 el burkini-affaire estalla cuando F. Hollande prepara el nuevo lanzamiento de su candidatura en medio de críticas por no saber prevenir más ataques terroristas, combatir el desempleo y manejar la crisis; parte de la clase trabajadora blanca está furiosa por su
reformade Loi Travail (hay que encontrarles algunos
otr@spara odiar).
9) El oportunismo político va a la par con el oportunismo comercial.
Aheda Zanetti, la diseñadora del burkini (marca registrada), capitaliza
la controversia: las ventas de su empresa (Ahiida) se disparan 200 por
ciento; las grandes marcas –Dolce & Gabbana, Marks & Spencer,
H&M, Tommy Hilfiger et al– crean líneas
con inspiración en el islam, lanzándose a conquistar un mercado casi virgen de
moda púdicaque pronto valdrá unos 500 mil millones de dólares (Página/12, 18/8/16). Si las prohibiciones de burkinis estaban condenadas a fracasar no era porque eran racistas o en contra de la ley (finalmente son deslegalizados por Conseil d’Etat): era porque iban en contra de las leyes del mercado.
10) Badiou: “¿(...) no es el business la verdadera
gran religión? En comparación con esto, ¿no son aquellos devotos musulmanes apenas una secta ascética? ¿Y no están los ostentosos símbolos de esta religión en nuestras playeras o tenis con nombres como Lacoste o Nike? Si quisiéramos
pensar en grandehabría que introducir la ley contra marcas comerciales. ¡A trabajar, Chirac! ¡Prohíbe símbolos del capital, no te rajes! (ídem). ¡ Messieurs Valls, Hollande allez-y! ¡Prohíban símbolos de esta
religión que es el capitalismo(W. Benjamin)! ¡Manden a sus policías que ordenen desvestirse a cualquiera que los lleve! ¡¿Acaso no son éstos los símbolos de un verdadero
proyecto de contrasociedad?!
*Periodista polaco
Twitter: @periodistapl
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