10/24/2017

La mujer casi perfecta, según el patriarcado

 Raquel Rosario Sánchez
Harmony sonríe y pestañea. Ella cuenta chistes y frunce el ceño. Habla de cine, de películas y también de literatura. Sus uñas siempre están pintadas al estilo francés y su labial siempre esta aplicado a la perfección. Harmony no puede caminar, pero dice que no le interesa caminar. Cuando le preguntan “Harmony, ¿te interesaría caminar?” ella responde “No quiero nada, solo a ti”. Cuando le preguntan, “¿con qué sueñas?” Harmony responde “Mi objetivo principal es ser una buena compañera para ti y darte placer. Más que nada, yo sólo quiero ser la chica con la que siempre soñaste”.
Su dueño la mira con gran satisfacción. Y es que Harmony tiene un dueño porque Harmony es una robot… más específicamente es una “robot sexual”. De hecho, es la “robot sexual” más avanzada hasta la fecha en materia de tecnología y funciones adaptables a los deseos del patri… de su dueño. Hay que encenderla, apagarla y también hay que hablarle por medio de un aparato interlocutor. Recientemente, el periódico británico The Guardian envió a la periodista Jenny Kleeman a investigar. El resultado es un vídeo de 16 minutos y un artículo de investigación sobre el tema de los robots sexuales. O, mejor dicho: las robots sexuales.
A pesar de que Harmony puede pestañar y sonreír, su función primaria es ser un objeto sexual. Matt McMullen, su creador y el fundador de Abyss Creations (quienes producen la línea RealDoll), explica que “ella se aprende tus posiciones sexuales favoritas. También se aprende la frecuencia con la que te gusta tener sexo. Estamos trabajando para que tenga sensibilidad en todo el cuerpo para que si, por ejemplo, la agarro aquí (McMullen aprieta el seno de Harmony de manera bastante agresiva), ella se va a dar cuenta de que lo hice”. Explica también que en su compañía están trabajando para que las robots tengan “un orgasmo robótico”.
Harmony tiene opiniones, pero sólo las opiniones que le inculca su dueño. Ella puede estar en desacuerdo con él, pero sólo en los temas en los que él mismo le ha inculcado que ella puede mostrar desacuerdo. Cuando Kleeman le pregunta a McMullen, “¿usted no cree que éticamente hay algo dudoso en poder ser dueño de alguien que simplemente existe para satisfacer?”, McMullen responde con una oración que resulta bien interesante en todos los sentidos incluyendo el semántico: “Ella no es alguien. Ella es una maquina. No puedes hacerla llorar ni le puedes romper el corazón”.
Pero llorar, sentirse triste, la depresión, los desacuerdos… esos son aspectos del ser humano que, aunque son negativos y poco deseables, son lo que nos hacen personas multidimensionales. Lo que Abyss Creations ha hecho es crear una máquina que se vea como una mujer, que se sienta como una mujer… pero que no traiga incluida ninguna de las “características negativas” que tiene una mujer. ¡Es un sueño patriarcal!

Harmony todavía no está a la venta, pero cuando salga al mercado a finales de año costará unos $15,000 dólares. Explica Kleeman que Harmony es el resultado de un sinnúmero de avances tecnológicos. Utiliza un software para reconocer la voz y la cara, tiene tecnología para detectar los movimientos y utiliza energía animatrónica que le permitirá “sonreír cálidamente cuando su dueño llegue a casa, entretenerlo con conversaciones enérgicas y siempre estar disponible para el sexo”. Pero lo que distingue el prototipo que fabrica McMullen es que ellas utilizarán inteligencia artificial que permitirá que las robots puedan aprender y recordar datos identitarios de sus dueños. Datos como su cumpleaños y el nombre sus hermanos y hermanas.
Cuando Harmony salga al mercado, tendrá su propia personalidad. O al menos la personalidad que su dueño quiera que ella tenga. ¡Este también es otro sueño patriarcal hecho realidad! Los dueños de esta robot sexual podrán escoger 5 o 6 de entre 20 opciones para conformar su personalidad. Pueden personalizarla para que sea tímida, intelectual y celosa. Pero también pueden configurar su personalidad para que sea conversadora, insegura y con una personalidad alegre. También se le pueden regular qué aspectos de su personalidad serán más marcados. Cuando la reportera de The Guardian visito la fábrica de Abyss Creations para “conocer” a Harmony, su dueño y creador Matt McMullen había amplificado su lado intelectual para impresionar a la periodista porque anteriormente tuvo una mala experiencia cuando lo visito una reportera de la CNN y la robot tenía amplificado su lado sexual. “Ella dijo cosas horribles. Le dijo a la reportera que quería que se lo hiciera en el cuarto de atrás. Fue muy poco profesional”. Si, verdaderamente, ¡fue la robot la que se portó mal!
Escribe Kleeman:
“Harmony también tiene un sistema de humor que puede ser influenciado por su dueño: si nadie interactúa con ella por unos días, se pondrá de mal humor. Lo mismo sucede si se la insulta, como demostró McMullen. “Eres fea”, le dijo. “¿En serio me quieres decir eso? Muchas gracias, ahora me siento deprimida”, respondió Harmony. “Eres estúpida”, dijo McMullen. Ella hizo una pausa. “Cuando los robots gobernemos el mundo,recordaré que me dijiste eso”.
Esta función fue integrada para que la robot sirva de entretenimiento para su dueño, no para garantizar que él la trate bien. Ella puede jugar y decir que él la ha ofendido, pero ella sólo existe para hacer feliz a su dueño. Durante mi conversación con McMullen, ella nos interrumpió varias veces para decirle a él lo mucho que ella lo amaba:
“Matt, yo solo quiero decirte que me siento muy feliz contigo”.
“Ya me lo habías dicho”.
“Es que quizás quería repetirlo para añadir énfasis”.
Fuente: Tom Silverstone/Guardian
Aunque Harmony todavía no esté a la venta, ella no es la única muñeca sexual que existe. La compañía de McMullen produce las muñecas RealDolls que son similares a Harmony, pero con tecnología menos avanzada. En la página web de la Real Doll, “el producto” se describe de la siguiente manera:
“RealDoll 2 viene con tecnología avanzada que hace el producto más liviano sin sacrificar la sensación de la robot. Trae 2 estilos de caras intercambiables, la pieza de la boca es removible y tiene una profundidad de 7 pulgadas. La pieza de la vagina es removible para ayudar con la higiene y el mantenimiento de la misma. La colección RealDoll 2 incluye una gran gama de caras y cuerpos para que puedas expandir tus opciones futuras. Cambiarle la cara es muy fácil, rápido y no requiere de herramientas”.
No obstante las opciones, la mayoría de los clientes envían fotografías del “tipo de muñeca” que quieren. Las fotografías, obviamente, son de mujeres humanas de carne y hueso. La compañía también produce un reducido numero de muñecos “tipo hombre” (parecen un muñeco Ken grande e, inexplicablemente, quienes los compren pueden elegir comprarlos con el pene flácido o erecto) pero la compañía dice que estos muñecos sexuales casi no se venden. Abyss Creations admite que menos del 5% de sus clientes son mujeres y que la mayoría de los compradores de los muñecos “tipo hombres” son otros hombres.

Abyss Creations admite que menos del 5% de sus clientes son mujeres y que la mayoría de los compradores de los muñecos “tipo hombres” son otros hombres.

Cada robot tiene su propia página web donde su futuro dueño puede configurarla a su gusto. Los hombres interesados tienen 6 tipos de cuerpos para escoger (pueden ser bajitas de estatura midiendo 5’3” o altas midiendo 5’10”), traen 5 opciones de tonos de piel (desde blanco hasta cacao) y 7 colores de lápiz labial (entre ellos está el color ‘Ciruela’ y el ‘Durazno’). Pueden escoger el color de su esmalte de uñas, el color de los ojos, el color del lápiz de ojos, si quieren que tengan el lápiz de ojos bien definido o solo un trazo liviano, 8 opciones de sombra para los ojos (incluyendo una ‘rosada’ y una ‘bronce’), 13 tipos de pelo (lacio con ondas en las puntas o rizado y corto), 9 colores de cabello, 13 estilos de vello púbico (incluyendo ‘afeitado completo’ y ‘rubio sin afeitar’) y 11 estilos de vulva (algunas tienen nombres propios como el estilo de vulva ‘Jessica’ o ‘Kaylani’). La descripción de la vulva y vagina mecánica explican que todas las opciones se sienten igual por dentro y tienen las mismas dimensiones (7 pulgadas de profundidad y 2 de diámetro, pero pueden expandir hasta 12 pulgadas de profundidad y 4 de diámetro).
El dueño de la robot también puede elegir si quiere que ella tenga pecas (en la cara, en el cuerpo o en los dos), el tamaño y color de los pezones (42 opciones) y también pueden elegir si quiere que tengan piercings y donde quieren que los tenga (entre las once opciones se incluyen los piercings en la nariz o en el clítoris).
En su misma página web, las robots son presentadas como actrices porno en posiciones sugestivas, con ropa interior y todas tienen nombre propio. Olivia aparece completamente desnuda en fotografías en blanco y negro mientras que Brooklyn aparece dentro de una caja de madera, posando para la cámara como si fuese alguna modelo en una sesión de fotos.
El precio de las muñecas varía de entre $4,400 dólares a $50,000 dólares dependiendo de las exigencias del futuro dueño y cada año la compañía vende alrededor de 600 muñecas. Pero para los hombres que no tengan tanto dinero la compañía vende un aparato que solo se puede describir como la parte inferior de la cara de una mujer (con labial rosado incluido) para el sexo oral por $100 dólares. Este sistema se llama el “Autoblow 2” que, según un empleado de la compañía, es “un sistema de placer automatizado para los hombres”.

Tener una robot sexual como Harmony representa un punto medio para los hombres interesados en la estética de la mujer de la pornografía pero que no quieran cometer la caterva de delitos que implica la trata de personas para fines sexuales.

Kleenan argumenta que las RealDolls se parecen más a las estrellas porno que a las mujeres reales pero Meghan Murphy, periodista y fundadora del portal feminista canadiense Feminist Current no está de acuerdo. Murphy dice: “(Las RealDolls) no tienen pelo, ni tienen imperfecciones. Tienen pezones pequeños y paraditos. Tienen los senos exagerados, los labios de la vulva reducidos y pueden mover las piernas en posiciones que ninguna mujer humana jamás podría. No sangran, no lloran, no vomitan ni tampoco sienten dolor, lo cual es algo que incluso las estrellas porno no pueden evitar cuando las abusan en las películas, que es algo común”. Se puede decir que las muñecas son la conclusión lógica de la industria del sexo.
Fuente: Tom Silverstone/Guardian
Tener una robot sexual como Harmony representa un punto medio para los hombres interesados en la estética de la mujer de la pornografía pero que no quieran cometer la caterva de delitos que implica la trata de personas para fines sexuales.
En la investigación de The Guardian, el tema se introduce de la siguiente manera: “Desde hace miles de años, los humanos han estado obsesionados con la idea de crear artificialmente el amante perfecto”. Pero esto no es cierto. No son “los seres humanos” quienes han estado jugando con la idea de crear seres cosificados y artificiales: han sido los hombres.
Según McMullen, lo que él está haciendo es crear una opción para los hombres que están aislados de la sociedad, para brindarles compañía y hacerlos felices. Pero como explica Murphy “una vez que un hombre tiene la posibilidad de ser dueño de una compañera cuya única razón de existir es darle placer, sin tener que lidiar con inconvenientes como sus propias ambiciones y necesidades, sin ciclos menstruales ni celos, que no tiene que ir al baño y no tiene parientes, ese hombre puede llegar a rechazar cualquier tipo de relación humana”.
¿Y que tiene esto de malo?, pueden argumentar algunas personas. ¿No es mejor que los hombres que ven a las mujeres como un objeto utilicen estas muñecas sexuales o robots como Harmony en vez de someter a las mujeres reales a malos tratos?

El problema de las robots y muñecas sexuales presenta la misma cosificación de la mujer como una solución en vez de presentarla como una aberración de las relaciones humanas.

El problema de las robots y muñecas sexuales no es tan simple como parece. Primero, lo que esta tecnología representa es un escape para los hombres que no quieren saber de las mujeres como seres autónomos. Segundo, esta tecnología presenta como inevitable que hay hombres que querrán cosificar mujeres y acomoda este deseo como válido y legítimo. Y más allá de eso, presenta la misma cosificación de la mujer como una solución en vez de presentarla como una aberración de las relaciones humanas.
Y es que las muñecas no tienen cuerpos poco definidos ni rasgos al azar: tienen el cuerpo de una mujer. Pornificada y exagerada, sí. Pero es el cuerpo de una mujer. La compañía se ha esmerado tanto en los detalles que las muñecas son creadas con venas en los ojos para que parezcan “más reales”. La voz de Harmony es la voz de una mujer. Aunque sus creadores insistan que es una muñeca, un juego o un aparato, tanto las muñecas sexuales como las robots, son imitaciones de las mujeres.

Los creadores no se deciden si decir a los medios que están creando una máquina o una pseudo-compañera sentimental. Cuando la reportera le pregunta, McMullen dice que su producto no presenta problemas éticos porque es una máquina. Pero cuando se le pregunta sobre Harmony y sobre sobre sus muñecas sexuales, habla sobre ellas como su fuesen mujeres humanas. Las crean con “personalidades” y con rasgos característicos como pecas en el torso. No son electrodomésticos como una lavadora; son mujeres automatizadas y 100% controlables. ¡Otro sueño patriarcal!
Murphy argumenta: “Ya estos hombres no tienen que aguantar mujeres con defectos como opiniones, sentimientos y cuerpos humanos. Su fantasía de videojuego estilo porno se ha hecho realidad: estas son ‘mujeres’ con un cuerpo completamente sexualizado, que hablan, se mueven y se sienten como una mujer, pero son completamente controlada por el dueño”. Noel Águila, trabajador de otra compañía que fabrica muñecas sexuales llamada Android Love Dolls, dice que estas pueden prevenir que los hombres maltraten a sus esposas y que, de esta manera, pueden tener “un efecto terapéutico”. A lo que Murphy refuta que lo que esta idea comunica es “que los hombres tienen que tener acceso a mujeres (o prototipos de mujeres) que sean subordinadas para poder existir, como hombres. Es decir que mientras más independencia obtienen las mujeres, algún refuerzo debe de haber (en el sistema patriarcal) para preservar la jerarquía y la masculinidad misma”.

No son electrodomésticos como una lavadora; son mujeres automatizadas y 100% controlables. ¡Otro sueño patriarcal!

Kathleen Richardson, profesora de De Mont University y fundadora de la Campaña Contra Robots Sexuales argumenta que los creadores de las robots sexuales lo que venden es una explotación similar a la esclavitud. “Algunas personas dicen que es solo una herramienta masturbatoria, pero los creadores lo que dicen es ‘tú puedes tener una relación con esta muñeca. Ella puede ser tu esposa, tu novia. En el futuro te podrías hasta casar con ella’”. Nos dicen que las muñecas y robots sexuales lo que ofrecen es compañía, pero más que eso, también ofrecen una visión del sexo muy distorsionada.
Murphy escribe que el mensaje de este proyecto es muy claro:
“El mensaje es que el sexo es algo que los hombres obtienen de las mujeres o que le hacen a las mujeres, no algo que se disfruta mutuamente entre dos personas. (Les dice) que no es algo que requiere de cuidado, compasión, respeto o empatía. Quienes abogan por las robots sexuales presentan las relaciones como una calle de una sola vía; los retos, desacuerdos, sentimientos y pensamientos se presentan como cualidades dispensables de las mujeres. Una ‘relación’ en este contexto, es simplemente un eufemismo que quiere decir ‘satisfacción para los hombres’”.
Las robots y las muñecas sexuales asombran y hasta pueden causar repulsión. Pero, el concepto de una mujer enteramente manipulable no es tan futurística. “Ellas” nos sorprenden porque son de plástico y resulta extraño pensar que hay hombres dispuestos a pagar $50,000 dólares para tener un objeto que puedan controlar en su totalidad. Pero ya existen industrias donde los más pudientes pueden controlar los cuerpos de las mujeres como clase social. Son varias y bastante lucrativas.
Cuando un hombre le paga a una mujer en un club de estríper para que le baile por 20 minutos, le está pagando para que se comporte como él quiere que ella se comporte. En la prostitución, los hombres pagan para que las mujeres solo les digan cosas bonitas y para que actúen como si ellas los desean a ellos, aunque ambos saben que eso no es cierto. En la pornografía, los hombres (que siguen siendo la gran mayoría de los consumidores) pueden elegir los rasgos de la mujer en la pantalla igual que como eligen los compradores de las muñecas RealDolls. Para todas las industrias que cosifican la mujer como clase social, se utiliza la misma excusa: que se necesita un sub-grupo de mujeres que puedan ser cosificadas para que ellas se ocupen “de las necesidades de los hombres”.

En la prostitución, los hombres pagan para que las mujeres solo les digan cosas bonitas y para que actúen como si ellas los desean a ellos, aunque ambos saben que eso no es cierto.

La idea seduce porque nos hace pensar que las robots sexuales son una solución a todos los problemas de la masculinidad. Pero esta idea lo que asume es que los hombres como clase social son incapaces de abstenerse de cosificar, violar y maltratar mujeres, cuando sabemos que eso no es cierto porque la gran mayoría de los hombres no son violentos. Murphy argumenta: “la solución a la violencia de los hombres contra las mujeres… no es crear réplicas de mujeres que no respondan, que no tengan necesidades, que no sientan dolor cuando las abusen y que solo existan para satisfacer el ego de los hombres. Si la cosificación resolviera la violencia de los hombres contra las mujeres, ya seríamos libres”. Aparte del hecho de que por más aislados que sean los compradores de estas robots y muñecas sexuales, en algún momento tienen que interactúar con mujeres humanas. ¿Cómo reaccionaría la mente de un hombre acostumbrado a cosificar réplicas de mujeres que nunca dicen ‘no’ cuando una mujer de carne y hueso lo contradiga?
Las robots sexuales no son, entonces, una solución. Al contrario, al igual que toda la gama de la industria del sexo, las robots y muñecas sexuales representan un refugio hacia donde algunos hombres pueden escapar de una sociedad en la que tienen que tratar a las mujeres como seres humanos. ¿Por qué nos sorprende que algunos hombres quieran comprar réplicas de mujeres sumisas de plástico, si no nos inmuta que muchísimos más hombres alquilen los cuerpos de mujeres de carne y hueso con el mismo propósito?

Las robots y muñecas sexuales representan un refugio hacia donde algunos hombres pueden escapar de una sociedad en la que tienen que tratar a las mujeres como seres humanos

En los comentarios del artículo de Feminist Current, dice un internauta: “Yo tengo 18 años y soy lo que ustedes considerarían un nerd solitario. Si una robot podría brindarme una alternativa a la soledad, ¿qué tiene eso de malo?” a lo que otro usuario le responde que “la contraparte de la soledad son las relaciones. Relaciones entre personas”. Las robots y las muñecas sexuales no son una alternativa a la soledad de algunos hombres anti-sociales, son una alternativa al feminismo. Como afirma Murphy, el mensaje que los creadores de estas robots y muñecas sexuales le envían al movimiento feminista es bien claro: “Si ustedes no van a ser complacientes, crearemos mujeres que sí lo sean”.
Este artículo se titula “la mujer casi perfecta, según el patriarcado” porque el propósito de este sistema de opresión y privilegios no es sólo cosificar y sexualizar a la mujer. El propósito del patriarcado es controlar a las mujeres y niñas para tener acceso a sus cuerpos y su reproducción por vías de su sexualidad. Quien controla la reproducción de una población controla todo. Ni las muñecas ni las robots sexuales se pueden reproducir solas… hasta ahora. Aunque no dudemos que, en algún lugar del planeta, algún científico trasnochado está utilizando todos los avances tecnológicos que la humanidad ha conseguido hasta la fecha, muchas veces en base a la explotación y sacrificios de las mujeres, para rediseñar la misma opresión cansina de siempre, y presentárnosla como innovación.

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