12/11/2019

Columnas y opinión de periodistas del periódico La Jornada


Hace un par de meses Genaro García Luna conversaba al mediodía con otras dos personas en el restaurante Los Canarios del Hotel Marquis Reforma. Ocupaban una mesa junto a la ventana que asoma a Paseo de la Reforma, de la Ciudad de México. Uno era estadunidense. Hablaban en inglés, García Luna también, pero champurrado. Tenían planos y documentos que extendían sobre la mesa. Fue una conversación muy larga; entrada la tarde seguían ahí. El policía mayor, primero de Vicente Fox, como jefe de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y luego de Felipe Calderón, como secretario de Seguridad, iba y venía despreocupadamente de Florida –donde residía– a México. Se tienen noticias de que posee una visa greencard y gestionaba la ciudadanía estadunidense. Ayer se le acabó la suerte. Temprano la periodista Ginger Thompson, del portal @Propublica y ex corresponsal de The New York Times, anunció en Twitter que García Luna, de 51 años, había sido detenido en Grapevine, Texas, acusado de varios delitos, por órdenes de la fiscalía de Nueva York. No tardó en llegar a redes sociales el documento completo de la fiscalía que sirvió de base para su aprehensión. De acuerdo con la agencia Associated Press, durante el juicio a El Chapo Guzmán (2018), el “ex miembro del cártel de Sinaloa Jesús Zambada declaró que entregó personalmente por lo menos 6 millones de dólares a García Luna, por encargo de su hermano mayor, el capo Ismael El Mayo Zambada. El dinero fue entregado durante dos encuentros en un restaurante de México entre inicios de 2005 y finales de 2007. En un comunicado en el que anunció los cargos contra García Luna, el fiscal federal Richard P. Donoghue acusó al ex secretario de Seguridad de proteger al cártel cuando controlaba la policía federal mexicana y era responsable de garantizar la seguridad pública en México.
Cárcel de por vida
La fiscalía señaló que otros testigos que cooperaron en el caso confirmaron que el cártel de Sinaloa pagó a García Luna decenas de millones de dólares a cambio de permitirle mandar toneladas de cocaína y otras drogas a Estados Unidos. Si es declarado culpable del cargo de conspiración para traficar drogas, García Luna enfrenta una sentencia mínima obligatoria de 10 años de prisión y un máximo de cadena perpetua. En caso de que librara la cadena perpetua allá, la terminaría de cumplir en México. La Fiscalía General de la República anunció que está integrando una carpeta de investigación contra Genaro G por la probable comisión de delitos de conspiración para traficar cocaína, declaraciones falsas, cohecho, coparticipación en diversos delitos contra la salud y delincuencia organizada.
La detención de Genaro García Luna constituyó un golpe muy fuerte a las intenciones de continuidad política y electoral del grupo (cuasi) familiar encabezado por Felipe Calderón Hinojosa. La fatigosa consecución de apoyos ciudadanos para formar un partido, más la persistente memoria colectiva que le ubica como responsable del baño de sangre que se produjo desde su fraudulenta llegada al poder, han dado poca viabilidad a México Libre, la marca con la cual Calderón y su esposa, Margarita Zavala, pretenden competir con el obradorismo desde una plataforma escindida en origen (aunque podría terminar como aliada) del derechista Partido Acción Nacional.
García Luna fue un personaje de intocado poder ejecutante durante todo el sexenio ocupado por Calderón Hinojosa. Acompañado de un temible grupo forjado en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (el Cisen, creado en 1989 por Carlos Salinas de Gortari como ocupante de la Presidencia de la República), García Luna ocupó la dirección de la Agencia Federal de Investigación (AFI) con Vicente Fox como presidente de la República (en ese lapso, en diciembre de 2005, ordenó el montaje televisivo de la captura en vivo de Florence Cassez e Israel Vallarta). Con otro panista, Felipe Calderón, llegó al punto cumbre de su carrera político-policiaca, como todopoderoso secretario federal de Seguridad Pública.
El aniversario 70 de la anacrónica OTAN fue un sonoro fracaso que expuso su inherente fragmentación cuando ya no sabe qué nuevo enemigo seleccionar entre China, Rusia o el etéreo terrorismo.
Dos de sus principales baluartes exitosos durante la guerra fría fueron el thatcherismo y el reaganomics que orillaron a la disolución de la URSS gracias a la legendaria candidez del locuaz Gorbachov, quien fue mejor publicitando pizzas y la tarjeta American Express, que el mandatario de una superpotencia.
Hoy en la fase del nacionalismo económico del Brexit/trumponomics, que sustituye a la burbuja especulativa del thatcherismo/reaganomics del falleciente neoliberalismo global y/o globalismo financierista, la OTAN exhibe sus profundas fracturas, su falta de rumbo y quizá hasta su irrelevancia.

Parece que funcionaron el inagotable optimismo del subsecretario Jesús Seade (estoy muy contento) y la carta a Santa Claus que el gobierno mexicano envió al panzón, porque ayer –en aparencia de la nada–en Palacio Nacional se congregaron los representantes de las tres naciones involucradas en el T-MEC y firmaron el protocolo modificatorio de dicho mecanismo comercial.
Lo anterior no quiere decir que los congresos estadunidense y canadiense de manera obligatoria ratifiquen ese tratado (el Senado mexicano dio luz verde en junio pasado, aunque ahora deberá analizar y, en su caso, aprobar el citado protocolo), pero bien podría decirse, como los clásicos, que ese arroz ya se coció.
Según Marcelo Ebrard, gracias a la política y el diálogo, las tres partes encontraron la manera de entendernos, comprendernos y vamos a compartir nuestro futuro, no sólo por lo geográfico, sino como diseño económico y social las próximas décadas. Entonces, son muy buenas noticias. Es un mérito de todo el equipo (del presidente López Obrador) y lo único que le decimos es el día de hoy: misión cumplida (Enrique Peña Nieto dijo lo mismo, luego de la recaptura de El Chapo: misión cumplida, lo tenemos).
Todos contentos, pues, pero bien a bien no se sabe qué acordaron, en qué consiste el protocolo modificatorio y en qué cedió cada parte. En los discursos fueron más los agradecimientos, reconocimientos, felicitaciones y alabanzas que los detalles de lo negociado, de tal suerte que si allá en las alturas llegaron a un acuerdo los mexicanos de a pie no conocen el alcance de los cambios.



Editorial 
El arresto de Genaro García Luna por cargos de narcotráfico, realizado ayer por autoridades de Estados Unidos, en ese territorio, da actualidad a los innumerables señalamientos que advirtieron que en el sexenio de Felipe Calderón, cuando el detenido fue titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y era operador central de la guerra contra la delincuencia, se protegió al cártel de Sinaloa desde los niveles de gobierno más altos; que se hundió a México en un baño de sangre sin un propósito claro –o sin que el objetivo real coincidiera con el que se esgrimía desde Los Pinos– y que la corrupción de los altos mandos hacía inútiles los mortíferos empeños del poder público contra sectores de la criminalidad organizada.

Mediante un comunicado, la Secretaría del Trabajo, responde a los dichos del pastor Arturo Farela, aclarando que en el padrón de tutores del programa social Jóvenes Construyendo el Futuro no existe ninguna organización religiosa y se trata de un programa público y laico donde se respetan todas las creencias y religiones. El desmentido responde a declaraciones y videos que circulan en Internet, en que Farela afirma atender a 7 mil becarios, bajo las siguientes premisas: a) el programa Jóvenes Construyendo el Futuro es una oportunidad que se presenta a las iglesias evangélicas para salir del tempo y obedecer la gran comisión de Jesucristo: Id y predicar el evangelio y llegar a esos jóvenes; b) ese es el plan del gobierno federal: que una hora se les instruya con la palabra de Dios. ¿El gobierno promueve la evangelización y el adoctrinamiento de los jóvenes? En otras declaraciones y entrevistas el pastor Farela, presidente de una red de iglesias evangélicas llamada Confraternice, asegura que la revolución de AMLO es esencialmente espiritual. Sin embargo, en esta ocasión el propio Presidente, en la mañanera del 4 de diciembre, negó que su gobierno haya autorizado o solicitado a pastores evangélicos intervenir en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
El hallazgo, bien publicitado, de un superpozo de petróleo y gas, de concretar las suposiciones adelantadas, dará un severo golpe a la desconfianza de opositores y rumorólogos al programa de inversiones en Pemex. Las famosas y multicitadas calificadoras tendrán que dar marcha atrás a sus filtraciones y dichos preventivos de riesgo. Alentadas, dichas agencias, por la constante crítica, estaban a punto de cumplimentar sus amenazas de catástrofe. La baja en la capacidad de la petrolera mexicana para honorar su deuda –filtraban con frecuencia– era inminente. Y con ello se ponía, aseguraban, en riesgo todo el crédito del gobierno y el de las demás instituciones privadas. Una cuasi hecatombe financiera en ciernes. Pues ahora tendrán que echar las campanas en reversa. La aportación que ese solo nuevo yacimiento hará, en el muy próximo futuro, tanto para cimentar nuevas inversiones en la petrolera como en la hacienda pública, es más que considerable.
Buenos Aires. Por undécima ocasión en 75 años de existencia, el peronismo se dispone a lavar las heridas de un pueblo empobrecido y desangrado por sus oligarquías, junto con los paladines de la república que, con indisimulado frenesí, subastaban una y otra vez el ubérrimo territorio nacional al mejor postor.
El jueves pasado La Jornada publicó que un comando, aparentemente del cártel de Santa Rosa de Lima, entró por la fuerza al Centro de Rehabilitación de Adictos Dios es Nuestro Salvador, en la ciudad de Irapuato, y raptó a 26 jóvenes, aparentemente con la finalidad de reclutarlos. Afortunada­mente, al par de días apareció otra no­ticia que informó que las fuerzas de seguridad de Guanajuato habían logrado liberar al menos a 13. Aunque se mostraron renuentes a denunciar los motivos del rapto, aparentemente los adictos fueron raptados para identificar puntos de venta de droga en la ciudad. Por otra parte, la noticia no dejó en claro cuántos de entre los plagiados siguen cautivos.
El 6 de agosto de 1979, Paul Volcker tomó posesión como nuevo presidente de la Reserva Federal (Fed). En la década que estaba concluyendo, la economía estadunidense había estado afectada por un proceso de estancamiento con fuerte inflación.

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