Madrid. 21 sep. 20. AmecoPress.- Este sábado ha fallecido en su casa de Washington Ruth Bader, como consecuencia de un cáncer de páncreas con el que convivía desde hacía tiempo. La jueza, nombrada en 1993 por Bill Clinton, deja tras de sí una huella imborrable profesional y personalmente, habiéndose convertido en un icono para los derechos humanos en general y para los de las mujeres en particular.
Hija de padres inmigrantes judíos, Ruth fue la segunda mujer jueza de la Corte Suprema y llegó al alto tribunal tras su reconocimiento en la Corte de Apelaciones de Estados Unidos del Distrito de Columbia, a donde llegó tras la nominación del entonces presidente Jimmy Carter en 1980.
Durante su carrera profesional, se ha destacado su pertenencia al sector progresista estadounidense, así como las diversas funciones que ha realizado a favor del desarrollo y el cumplimiento de los derechos humanos, velando por la libertad y la seguridad de los individuos.
“Nuestra nación ha perdido a una jurista de talla histórica”, ha afirmado John Roberts, presidente del Supremo; “nosotros en el Tribunal nos quedamos sin una querida amiga. Hoy lloramos, pero con la confianza de que futuras generaciones recordarán a Ruth Bader como la conocimos, una incansable y resuelta defensora de la justicia.”
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también ha hecho algunas declaraciones tras enterarse del fallecimiento de Bader: “¿Qué se puede decir? Estuvieses de acuerdo con ella o no, fue una mujer increíble que vivió una vida increíble.”
Además del vacío emocional que supone el fallecimiento de Ruth, su pérdida también tiene importantes consecuencias en el Tribunal, puesto que deja una vacante a menos de dos meses de las elecciones, ofreciendo de forma involuntaria la oportunidad de que se consolide en mayor medida la derecha conservadora que impera en Estados Unidos.
Ruth Baber no coincidía en absoluto con los valores y las ideologías de Trump, y así lo hizo saber públicamente unos días antes de su muerte: “Mi deseo más ferviente es no ser sustituida hasta que un nuevo presidente asuma el poder.”
Bader no solo ha participado en la vida política, sino que debido a las dificultades con las que se encontró para llegar a los estrados, se concentró en el mundo académico y dio clases en la Universidad de Columbia, hasta que en 1972 se convirtió en una de las fundadoras del Proyecto de Mujeres de la Unión para las Libertades Civiles en América, cuyo objetivo principal era lograr una nueva legislación que garantizara la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
Además de su empeño por asentar y normalizar la igualdad de género, Bader ha utilizado su puesto político como herramienta para visibilizar y mejorar desigualdades sociales, raciales, ideológicas y sexuales, constituyendo una figura icónica para colectivos minoritarios y vulnerables que la consideran un referente mundial. Su legado dentro y fuera del estrado permanecerá siempre candente, permitiendo a las futuras generaciones seguir sus pasos como ejemplo.
Foto: cedida por Vogue, ilustración de Karen González
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