Una Reforma Acotada y Resistencia en Las Calles.
Rosalá Vergara
La aprobación de la reforma energética dejó más divididas a las facciones del PRD e incluso provocó fisuras en el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, las acotaciones que lograron imponer a la reforma hicieron que las distintas corrientes aceptaran que se necesitan unas a las otras, y la resistencia civil sigue alimentándose de los resquicios legales que el gobierno de Calderón, el PRI y el PAN mantuvieron abiertos para la privatización del petróleo.
Rosalía Vergara
El debate y la negociación parlamentaria sobre la reforma energética, y las movilizaciones contra la misma a causa de que -según sus detractores- deja resquicios a la privatización de la industria petrolera, agudizaron las diferencias entre el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Andrés Manuel López Obrador. En principio, la bandera era la misma: conseguir que en la reforma no se permitiera la entrega de la industria petrolera al capital extranjero mediante contratos. Pero no se pusieron de acuerdo en la forma de hacerlo. El disenso que provocó la aprobación, el jueves 23, de la propuesta de reforma energética del Frente Amplio Progresista (FAP) -consensuada con expertos, intelectuales y extrabajadores petroleros- dio como resultado una división que afectó incluso al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, como reconoció López Obrador.
Ese día, en el mitin frente a la Torre del Caballito, donde sesionaron los senadores, el "presidente legítimo" señaló que la mayoría de los senadores perredistas avaló los siete dictámenes que negociaron con el PRI y el PAN. "Lo reiterado es la división de nuestro movimiento, porque hubo legisladores que tuvieron otro parecer", dijo López Obrador, pero pidió no entrar en esa discusión.
En días previos, en el PRD adjudicaban el "triunfo" a los senadores Graco Ramírez, Arturo Núñez y al coordinador Carlos Navarrete, encargados de cabildear la propuesta de su partido. Paralelamente, López Obrador enumeró desde el 15 de octubre los seis puntos en los que no estaba de acuerdo: "La creación de filiales de Pemex; los contratos de riesgo, ni abiertos ni con disfraces; el nuevo régimen de excepción administrativo; que se asignen bloques o áreas exclusivas de territorio o aguas nacionales para exploración y perforación de pozos petroleros a empresas nacionales ni extranjeras; que Pemex compre fianzas y seguros, y que, además, se sometan sus decisiones a tribunales internacionales, porque se estaría perdiendo la soberanía nacional". Estas discrepancias se mantuvieron de modo que el jueves 23, después de la votación del Senado, los legisladores de NI celebraban la aprobación de la reforma junto a intelectuales, académicos y perredistas de otras corrientes.
Por el contrario, López Obrador y su movimiento de resistencia civil siguieron denunciando "la trampa" y el "chanchullo" en las modificaciones constitucionales. En entrevistas por separado, dirigentes del PRD admiten que con este debate se profundizaron sus diferencias, pero insisten en que éstas no son nuevas, sino naturales en la historia de la izquierda, por lo que descartaron una ruptura en el partido.
Por ejemplo, Guadalupe Acosta Naranjo, presidente sustituto del PRD, y Jesús Zambrano, ambos de NI, resaltan el triunfo de su partido sobre los "intentos privatizadores" del gobierno de Calderón, pero desaprueban las acciones de resistencia civil de las brigadas lopezobradoristas, si bien dicen respetar esa forma de lucha. Acosta Naranjo acota que "es necesario" mantener frentes políticos con López Obrador, con quien hay coincidencias y diferencias.
La secretaria de Planeación del Comité Ejecutivo Nacional y dirigente de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN), Dolores Padierna, también reconoce que la defensa del petróleo profundizó las pugnas entre las dos principales tendencias del PRD. No obstante, apunta Padierna, ni los lopezobradoristas ni los chuchos quieren dejar el partido, porque no es conveniente irse a un partido pequeño o empezar de cero después de 30 años de lucha por un lugar en la política nacional.
Más conciliador, el secretario de Asuntos Internacionales del CEN y miembro de Movimiento por la Democracia, Saúl Escobar, se pronuncia por que la resistencia civil continúe respaldando otras demandas, y dice que ya es hora de lograr acuerdos para resolver las diferencias entre las distintas expresiones de izquierda. Jaloneo interno El domingo 19 ya se habían elaborado los siete dictámenes de la reforma energética cabildeada por senadores perredistas. Faltaba el aval del PRD, de los intelectuales y del llamado "gobierno legítimo", que había convocado a las brigadas de mujeres del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo a una asamblea informativa en el Monumento a la Revolución.
La semana comenzó con una reunión en la sede del PRD. El coordinador de la bancada en el Senado, Carlos Navarrete, le informó al presidente del partido, que milita en su misma corriente, sobre los avances de la negociación; aseguró que estaban en "una ruta triunfante". Acosta Naranjo sostuvo que se habían logrados los acuerdos necesarios para la aprobación de la reforma e inició el proceso de consultas con los principales liderazgos y órganos de dirección del partido. Incluso se atrevió a decir que las únicas manifestaciones en las calles serían "para festejar que el petróleo sigue siendo mexicano".
La tarde del lunes 20 Acosta se reunió en el hotel Sheraton de la Ciudad de México con los gobernadores perredistas para hablar de los avances de la reforma, la cual fue avalada por los mandatarios. Por su lado, López Obrador convocó a los brigadistas en el Monumento a la Revolución como el día anterior hizo con las mujeres del movimiento. Allí les informó que los legisladores del FAP estaban en las mesas de discusión y elaboración de dictámenes para impedir la privatización. Esperaban "el último llamado", dijo. Esa noche el excandidato presidencial tuvo una junta en el piso 13 de la Torre del Caballito con el Comité Asesor del FAP. Asistieron Rolando Cordera, Carlos Tello, Mario Di Costanzo, Alberto Montoya, Octavio Cortés, Gregorio Vidal y Jorge Eduardo Navarrete. Hablaron de los dictámenes. Navarrete, Di Costanzo y Montoya se pronunciaron en contra de la creación de filiales, así como de los contratos de exploración y producción en bloques y áreas exclusivas, que si bien no están permitidos por la ley, tampoco están expresamente prohibidos. Cordera y Tello propusieron redactar un comunicado de prensa en el que se avalaran las iniciativas de los legisladores; pero los tres primeros asesores se opusieron tajantemente.
Pese a esto, el martes 21 Cordera, Tello y Vidal se reunieron con los senadores Carlos Navarrete, Graco Ramírez y Arturo Núñez, de las comisiones unidas de Energía y Asuntos Legislativos, con quienes armaron un comunicado del Comité de Intelectuales "para dar espaldarazo a los senadores". Di Costanzo y el asesor Víctor Padilla les pidieron esperar a la revisión final, porque había dudas en la redacción de los artículos sobre los bonos ciudadanos, los contratos y las filiales. "Por honestidad intelectual" no se pueden avalar ahora, dijo Di Costanzo, pero Cordera se molestó y no aceptó esa postura. El boletín se dio a conocer sin las firmas de Di Costanzo y de Padilla. En este comunicado una parte del comité aseguró que la reforma "conjura el peligro privatizador", pero el movimiento deberá mantenerse alerta y en pie de lucha para frustrar otros intentos de entregar la industria petrolera al capital privado. En el Hemiciclo a Juárez, donde López Obrador convocó nuevamente a los brigadistas, el expresidente del PRD capitalino Ricardo Ruiz declaró "alerta máxima" porque "a este movimiento nadie lo engaña"; aseguró que los legisladores del FAP esperarían la decisión del movimiento sobre la iniciativa de reforma. López Obrador informó que se reunió con los senadores para conocer el contenido final de los siete dictámenes que se votarían el martes en el pleno del Senado. Ahí les pidió una semana más para analizarlos, pero sólo consiguieron retrasar la votación de la reforma para el jueves siguiente.
Según fuentes que estuvieron presentes en la reunión, los legisladores le informaron que votarían a favor de los dictámenes, a lo que el tabasqueño respondió: "¿Y yo cómo quedo, como el loquito del Periférico?". En la asamblea del Hemiciclo a Juárez, ante sus seguidores, López Obrador reconoció por primera vez los avances de la reforma, pero aclaró que había "ambigüedades" en lo relativo a los contratos, los bonos y las filiales, que era necesario analizar antes de avalar la iniciativa. Señaló que si eran ciertas las declaraciones de priistas y panistas en el sentido de que no se privatizaría el petróleo, entonces deberían prohibir explícitamente que se entreguen contratos de exploración y producción para bloques o zonas exclusivas. No obstante, propuso consultar a los intelectuales y técnicos sobre el contenido de los dictámenes y que al siguiente día, miércoles 22, dieran a conocer públicamente la postura del movimiento, al igual que los senadores.
Estalla la resistencia Al terminar el mitin del martes, al filo de las 20:00 horas López Obrador se reunió otra vez con el grupo asesor ampliado del FAP -especialistas, técnicos e intelectuales que participaron en el foro energético del Senado- en el piso sexto del hotel Marbella. Ahí Jaime Cárdenas, Di Constanzo y Alberto Montoya reiteraron su rechazo a la propuesta por las "ambigüedades" contenidas en los dictámenes sobre bonos, filiales y contratos. David Ibarra, Víctor Flores Olea, Héctor Vasconcelos, Fluvio Ruiz y Carlos Huerta apoyaron el trabajo de los senadores, y al final Porfirio Muñoz Ledo sugirió que se votara en contra de todos los dictámenes, porque no se podía hablar de triunfo cuando los priistas y panistas "dieron lo que quisieron en esta reforma".
Se trató, dijo, de un "medio acuerdo". La sesión concluyó con la percepción de que se había eliminado de la reforma la creación de filiales, propuesta por el PRI, y que habían desaparecido los contratos de riesgo, pero quedó pendiente el asunto de los bloques. López Obrador informó que lo platicó con los senadores, quienes le dijeron que si bien esa asignación no estaba expresamente prohibida, tampoco estaba expresamente permitida. Sin embargo, el "presidente legítimo" manifestó su preocupación por que quedara así la redacción de los dictámenes y posteriormente salga a la luz que se otorgó ese tipo de contratos a empresas extranjeras, como Shell, aprovechando una ambigüedad legal.
Al filo de la medianoche, indicó que sometería a votación los avances de los senadores en la reforma petrolera y, sin dar más detalles, propuso que el legislador Pablo Gómez le informara a los brigadistas sobre la negociación en el Senado. También se decidió que el embajador Jorge Eduardo Navarrete diera la postura de los intelectuales, y Francisco Ocampo la de los especialistas. López Obrador les pidió que fueran muy claros al informar de los avances conseguidos. Con tono irónico, les advirtió: "No vayan a perder la votación". Algunos interpretaron esto como el aval del tabasqueño a los dictámenes, ya que incluso propuso crear un observatorio ciudadano permanente para vigilar que se cumpliera la ley.
El miércoles 22, en una reunión del grupo parlamentario en Xicoténcatl, todo cambió. La mayoría de los senadores perredistas votó por avalar la reforma, con las abstenciones de Rosalinda López y Yeidckol Polevnsky. Rosario Ibarra de Piedra y Ricardo Monreal ni siquiera se presentaron. Al mismo tiempo, el Hemiciclo a Juárez comenzó a llenarse de brigadistas. Al mitin asistieron legisladores federales y locales, así como intelectuales y miembros del "gobierno legítimo". El embajador Navarrete, Pablo Gómez, Felipe Ocampo y López Obrador celebraron el freno a los intentos privatizadores de la industria petrolera, pero enfatizaron que las omisiones en los dictámenes podrían abrir una rendija a la privatización.
López Obrador advirtió que las brigadas no se desmovilizarían, pues continuaría la lucha contra la carestía y en defensa del salario. Enseguida anunció que habría una consulta sobre el contenido de la reforma. Si la asamblea la avalaba, se crearían comités para vigilar que no hubiera privatización ni corrupción en Pemex. De lo contrario, el jueves encabezaría una marcha hacia el Senado para impedir que se aprobaran los dictámenes. Ahí advirtió que no inclinaría la balanza de la decisión de sus simpatizantes. Entonces declaró un receso para instalar 111 casillas de votación y acomodar cientos de boletas con dos preguntas: 1) aceptar lo logrado hasta ahora, vigilar que se cumplan los compromisos y seguir luchando para evitar cualquier retroceso que signifique violar la Constitución, privatizar o que continúe la corrupción en Pemex, o 2) iniciar desde mañana mismo, antes de la aprobación de las reformas en materia de petróleo en el Senado, las acciones de resistencia civil pacífica hasta lograr que se incluyan las demandas pendientes. Detrás de cada boleta se puntualizaron seis logros del movimiento sobre la reforma privatizadora, así como tres temas pendientes.Dos horas después, Octavio Romero, "secretario de Honestidad y Austeridad Republicana" del "gobierno legítimo", dio a conocer el resultado: de 17 mil 337 personas, 11 mil 999 votaron por iniciar la resistencia civil. La resistencia inició el jueves a las 7:00 horas. López Obrador y sus simpatizantes marcharon hacia el Senado. Ante el cerco, los legisladores se fueron a sesionar al piso 5 de la Torre del Caballito, adonde los brigadistas llevaron la protesta. Cuando se enteraron de que los siete dictámenes habían sido aprobados, López Obrador convocó a una asamblea el domingo 26 para tomar decisiones sobre el rumbo del movimiento.
El martes 29 se votará la reforma en la Cámara de Diputados, donde también habrá un mitin. Este día, dijo el "presidente legítimo", el movimiento obtuvo un triunfo al poner al descubierto "la trampa para entregar parte de nuestro territorio a empresas extranjeras". Añadió que quienes aprobaron la reforma energética tuvieron que acudir a una sede alterna a hacer su "chanchullo". l
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