Samuel Schmidt
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Ven la tempestad y no se hincan. Tenemos una crisis encima que causada entre otras por la especulación grosera del capital financiero pero los políticos dan palos de ciego. Personajes de derecha como el francés Sarkozy sostienen que ese tipo de capitalismo, el de la especulación, debe terminar para dar lugar al que se sostiene en la producción: o sea que de regreso al pasado cuando la ganancia se derivaba de la producción y las finanzas debían sostener al aparato productivo.
Con la crisis actual reventó la burbuja financiera que no era otra cosa más que la especulación sobre cosas que no existen y la motivación de una ambición depredadora y rapaz. Veamos como funciona:Una empresa coloca acciones en la bolsa de valores y consigue capital para operar. Esa entrada de dinero le ayuda a consolidar sus operaciones y ampliar su producción, pero luego esas acciones empiezan a cambiar de manos y a modificar su precio y mucha gente gana con ese intercambio de papel, aunque eso es irrelevante para la producción porque el nuevo dinero ya no entra al proceso productivo, el dinero original se integro inicialmente y las modificaciones del precio de las acciones tiene muy poco que ver con los productos.
Pero como la cosa no es tan sencilla, resulta que muchas empresas –o sus dueños- no se contentan con la ganancia que les deja la producción y se ponen a jugar en la bolsa de valores, así ganan más dinero y fortalecen o debilitan su posición, la paradoja está en que el dinero que se ganó produciendo cosas se llega a perder al jugar contra papel y llega a debilitar a la empresa, es conocida la formula de empresarios ricos y empresas pobres. Algunas de las empresas mexicanas quebradas arriesgaron el capital productivo en un juego de riesgo que terminó por devorarlos.
El otro factor que se ha ignorado es el de la fuerza de trabajo, esa que justamente produce las cosas que se convierten en fuente de ganancia y de riqueza. Con el argumento testarudo y soez de que el salario es un factor de inflación en México se ha congelado –y deteriorado- el salario real desde hace varias décadas. Esto ha contraído el mercado de consumo. Frente a esta realidad las empresas sostienen que hay que buscar el mercado internacional para lo que hay que bajar todavía más el salario, eso supuestamente logra competitividad aunque arruina al mercado. No les importa que los gobiernos tengan que destinar enormes recursos para paliar los efectos de ese empobrecimiento.
En Estados Unidos el gasto del gobierno de beneficencia (welfare) consume gigantescos recursos y México ha apostado a expulsar a sus pobres para que envíen dinero a sus familias.El gobierno estadounidense le prestó atención a la crisis después que los bancos entraron en problemas –aunque la corrupción de los banqueros nunca la han atendido- supuestamente porque los pobres dejaron de pagar sus hipotecas.
Ignoró los despidos de personal durante nueve meses consecutivos porque solamente se trataba de obreros. De esta manera se protege lo que no crea riqueza y se sacrifica a los creadores. La salida a la crisis por lo tanto es falsa.En México donde las acciones normalmente se copian tarde y mal, el gobierno no termina de aprender la lección y continua por el camino erróneo. Todo indica que los salarios del año entrante continuaran siendo bajos sin alcanzar a la inflación. La UNAM recién otorgó un 4.25% de incremento salarial a sus empleados y este aumento es el patrón a seguir para el año siguiente.
Hacienda continua haciendo estragos al imponer una política recesiva.La solución a la crisis está en el mercado, ahí donde se producen e intercambian productos. Mientras se debilite la posibilidad de compra de los trabajadores nunca nos levantaremos del hoyo. Podrán salvar a los bancos pero no salvarán a las fábricas. Llegó el tiempo en que alguien le indique a los gobernantes donde están los espacios productivos, tal vez así entiendan donde se encuentra la fuente de la riqueza, aunque no sea ahí desde donde se les financien las campañas electorales.
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