Eduardo Ibarra Aguirre
¿Quién se lo iba a imaginar? Transcurrió un mes del golpe de Estado en Honduras, bajo cobertura de la Corte Suprema y el Congreso, y el gobierno de Roberto Micheletti Bain sigue en pie y mal que bien gobierna el país.
Se revelaron como insuficientes todas las decisiones tomadas en forma unánime para condenar a los golpistas y aislarlos de parte de la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas…
Toda la comunidad internacional no puede con el gobierno ilegítimo de Honduras. Y no podrá mientras las cartas diplomáticas y políticas de Estados Unidos tengan tanta preeminencia y le dé respiración de boca a boca al gobierno de facto.
Allí está Hillary Rodham Clinton desempeñando el papel estelar de cuidadora de los intereses del imperio en la región, mientras Barack Hussein Obama se envuelve en la bandera de los principios del derecho internacional y los discursos de gran reformador, pero que no convencen a los ciudadanos que le retiran, paulatinamente, el apoyo conquistado en las urnas.
Nadie lo explica mejor que Michelletti Bain, en calidad de articulista de The Wall Street Journal: "Estados Unidos debería continuar las sabias políticas de la señora Clinton. Ella está apoyando los esfuerzos del presidente Arias para mediar en los temas". Esfuerzos, por cierto, que el golpista boicotea al oponerse al retorno del presidente legítimo –de Honduras, por supuesto-- José Manuel Zelaya Rosales.
El espurio le recuerda a Washington que Honduras es "uno de los aliados latinoamericanos más leales de Estados Unidos" y que las sanciones económicas sería lo peor que la Casa Blanca podría hacer por su impacto sobre "los más pobres".
Justamente fue la condición de "más leal", la que sufrió alteraciones bajo el depuesto Zelaya Rosales con la adscripción de su país a la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América. Y la jefa del Departamento de Estado no está dispuesta a permitirlo, como lo asumió sin rubor públicamente, mostrando que "Aunque la mona (el imperio) se vista de seda, mona se queda".
Por medio de la exprimera dama, se busca encajonar al presidente legítimo en las fracasadas negociaciones de San José de Costa Rica, con las que se desplaza a un segundo término a la OEA, y alejarlo del Frente Nacional de Resistencia, al que los represores ya le asesinaron dos activistas.
Es en el terreno de la movilización popular, misma que no conduce a la guerra civil, como auguran los golpistas y la misma Clinton, donde aún faltan por producirse capítulos estelares que podrían inclinar la balanza en las encerronas con Óscar Arias Sánchez.
Un mes de marchas y "contramarchas blancas" –de 500 lampiras por asistente, unos 370 pesos mexicanos--, pone en relieve que los hondureños opuestos al golpe militar camuflado de relevo civil, todavía no dicen la última palabra. Conscientes de sus limitaciones, los propagandistas de Micheletti pasaron de la histeria antichavista al coco de moda para justificar los despropósitos del autoritarismo hecho gobierno: "las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia financian" la resistencia civil hondureña.
La toma de distancia de Zelaya respecto del discurso de Hillary Rodham y la exigencia para que "actúe firmemente contra la represión que sufre Honduras", es un deslinde tardío pero necesario. Sobre todo si se toma en cuenta la proclividad del primero a sobrestimar sus fuerzas y subestimar las del adversario. Como la noche del 27 de junio en que, según Arturo Cano, aseguró: "No te preocupés, todo está bajo control", cuando alguien le advirtió de los preparativos para un golpe en su contra, horas antes de que se produjera. Y ante la insistencia de otro colaborador, replicó: "No caigas en rumores, ¡ya ganamos!"
Acuse de recibo
A Incompetentes y corruptos (27-VII-09), el asiduo lector Luis Enrique Torres Prieto añade: "Desde 1983 entregamos a través del entonces diputado del verdadero Partido Social Demócrata, ingeniero Luis Sánchez Aguilar (qpd), y a través de la fracción del PRD (…) una propuesta (…) acorde con los postulados de nuestra Constitución sobre iniciativa popular, revocación de mandato, plebiscito y referéndum. Pero nuestros flamantes diputados de aquellas épocas le hicieron el vacío. Ahora veremos si nuestro actual diputado electo Jaime Cárdenas Gracia la presenta y cuál es la actitud del Congreso"… La Red de Defensores No Institucionalizados de Colombia reporta que "Aumentan las protestas sociales durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez", el principal aliado del gobierno mexicano en América Latina. Y explica: "A lo largo de los seis años y medio (…) la movilización social ha venido creciendo, hasta alcanzar, en 2007, el mayor auge observado desde 1975. En el periodo 1958-1974, la media anual de luchas sociales fue de 173 (Archila, 2003, 347); entre 1975 y 1990 asciende a una media de 476 por año; entre 1991 y 2001 baja ligeramente a 429 por año, y entre 2002 y 2008 se aprecia un considerable aumento, al llegar a una media de 643 por año".
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