El índice de popularidad del cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos disminuye.
Es posible que su principal empeño en política interna destinado a reformar el sistema sanitario, sufra una desventura similar a la obtenida por William Clinton durante su presidencia y a la de todos cuantos en 60 años intentaron cambiarlo. Luego el Yes, we can, tan abierto y afirmativo de su campaña se está convirtiendo en la cerrada pregunta Yes, ¿we can?, al paso de seis meses en el cargo, con varios sinsabores que todavía no se sabe cómo ni de qué manera podrá encarar, si es que quiere o puede enfrentarlas.
Otorgándole aún el beneficio de la duda, parece desgastarse en batallas intestinas por el poder o, cuando menos, en diferencias de enfoque en temas domésticos y exteriores. En este último aspecto Barak Obama ha defendido el criterio de sostener relaciones más distendidas con otras naciones y así lo hizo saber en sus encuentros con las autoridades rusas, incluyendo la cumbre en Moscú a inicios de julio, destinada a suscribir las intenciones de ambas potencias para relanzar sus vínculos en todos los terrenos y en cuanto a materializar un nuevo acuerdo en el desarme nuclear.
En ese justo momento y provocando estupor en la parte rusa, el vicepresidente Joseph Biden, dijo ante canal televisivo estadounidense ABC, que Israel tiene derecho a “tomar la decisión soberana” de asestar un golpe militar contra Irán y tan ufano como si conversara sobre margaritas aseveró que EE. UU. no frenaría a Tel Aviv si decidiera tal ataque. La virtual luz verde dada por el vice a los halcones judíos cuando hasta los militaristas de Bush le pusieron riendas a tan trastornado empeño, sabedores de que ese acto desencadenaría una guerra de proporciones enormes, resultó insólita tanto por el momento en que fue expuesta, como por su paranoica magnitud.
Por demás, lo dicho por Biden está en contradicción con todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU para Irán y son contrarias a lo proclamado por el presidente norteamericano sobre el posible arreglo del diferendo nuclear con Irán a través del diálogo y métodos diplomáticos. Pese a estos antecedentes, Hilary Clinton reconfirmó el enfoque-Biden al lanzar una advertencia relativa a que Washington armaría a toda la zona y a quienes actuaran contra el país persa si fuere necesario.
Tantas amenazas en tan corto tiempo son de temer, pero fueron las despampanantes afirmaciones hechas por el segundo al mando en la Casa Blanca al The Wall Street Journal las que darían un acento peor a lo que se vislumbra como diferencias de criterio dentro del gabinete Obama. Biden afirmó que como la población de Rusia sigue disminuyendo y la economía “está podrida”, el sistema bancario y las infraestructuras difícilmente sobrevivirán en los próximos 15 años. Todo eso obligará a que haga Moscú concesiones a Occidente en muchos aspectos de seguridad nacional, incluida la pérdida de “su control” sobre las ex repúblicas soviéticas y la reducción de su arsenal nuclear.
El aparatoso y pésimo porvenir augurado por Biden, obligaría a Moscú a que deje de “aferrarse al pasado”, expresión literal en referencia al espacio postsoviético, particularmente el grupo de países vecinos de la Federación rusa que con aliento y recur$o$ advenedizos emprendieron cuestionables procesos que en nada beneficiaron a sus poblaciones y donde graves divisiones internas se mantienen.
En Ucrania, por ejemplo, la mayor penuria y el desequilibrio político y económico imperan desde la “revolución naranja” incluyendo el enfrentamiento entre antiguos aliados y protagonistas, (así ocurrió también, más-menos, con el sindicato Solidaridad en Polonia, devenido grupos y partidos opuestos), interesados ante todo en favorecer las nuevas castas y sus intereses antes que darle atención a los problemas de la gente, mientras al menos dos grandes comunidades, pro y contra Rusia se debaten por prevalecer.
En Georgia los opositores a Mijail Sakaashvili insisten en exigir su renuncia y la convocatoria a elecciones, pero visitas como la de militares norteamericanos y la propio Biden estimulan al mandatario para mantener una belicosa actitud. El vice estadounidenses se refirió en Tbilisi a la importancia de los nexos entre los dos países, aludiendo al envío de la de tropas a Afganistán por parte de la pequeña república caucásica y debido a la importancia estratégica que tiene ese enclave como corredor de oleoductos explotados por empresas occidentales. Más claro, imposible. De ahí las promesas de su empeño personal para el rearme georgiano, algo que contradice la postura conciliadora de Obama durante su cumbre con Medvedev.
Tales enfoques van incluso contra criterios como el dado por el jefe saliente de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, a quien nadie puede catalogar de blando ni inclinado a Rusia pero dijo que Georgia y Ucrania no están preparadas para el ingreso en la Alianza, debido a la que calificó como complicada y difícil situación política dentro de ambas.
Para Serguéi Prijodko, asesor del Kremlin en Asuntos Internacionales, “La pregunta es: ¿quién determina la política exterior de Estados Unidos, el presidente o los miembros de su equipo, por muy respetables que sean?”,
“Estos comentarios respecto a la reducción de armas nucleares nos dejan perplejos“, adelantó además el experto, quien cree totalmente incomprensible la intención de Biden de relacionar este serio trabajo para reducir los arsenales nucleares “con motivos económicos y no con la responsabilidad que tienen Rusia y Estados Unidos ante la comunidad internacional… “, sobre todo por cuanto las dificultades financieras actuales sea en Rusia o en el resto del planeta “son consecuencia de las acciones insensatas, a veces rozando la aventura, de las instituciones económicas de Estados Unidos durante la presidencia de
George W. Bush“.Si la buena atmósfera lograda durante la cumbre en Moscú “no gusta a algunos miembros del equipo y del gobierno de Obama, que lo digan. Si no están de acuerdo con el itinerario de su propio presidente, deberíamos saberlo”, agregó Prijodko.
Una cosa es llegar al Gobierno y otra cosa es llegar al poder, decía recién el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y tiene mucha razón, sobre todo en lo referido a EE. UU. y particularmente remitiéndonos a los ultra conservadores norteamericanos y a los intentos liberales de Barak Obama, su facultad para hacer lo mejor que haya concebido. Hasta ahora, la suya es una imagen vulnerable que agota el alto crédito público cosechado, pues fuere el cierre de Guantánamo o redefinir el criterio de justicia en el Medio Oriente, ha chocado con las estructuras de un sistema que, lo más probable, concluirá decapitándolo.
El 40% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Obama, según encuesta
Con información de Agencias
Con información de Agencias
El 40% de los estadounidenses tiene una muy mala opinión de la gestión del presidente Barack Obama, y solo el 29% la aprueba con entusiasmo, según una encuesta que divulgó este domingo la firma Rasmussen Reports.
“Esta es la primera vez que los puntajes de Obama han llegado a dos dígitos en territorio negativo”, señaló la firma.
Las actualizaciones que hace la firma Rasmussen de su índice de popularidad presidencial responden a entrevistas telefónicas nocturnas y se compilan en un promedio de tres días.
La encuesta publicada este domingo es la primera de Rasmussen desde que Obama ofreció una conferencia de prensa para explicar su plan de reforma del sistema de cuidado de la salud.
La cifra de quienes aprueban la gestión de Obama, según Rasmussen, se ha mantenido sin cambios desde la conferencia de prensa, pero la proporción de quienes “desaprueban fuertemente” la gestión presidencial subió del 35% el pasado miércoles al 40% este domingo.
“El presidente recibió, en general, pobres calificaciones por su respuesta a una pregunta, durante la conferencia de prensa, sobre un incidente en Cambridge en el cual estuvieron involucrados un profesor universitario negro y un agente policial”, añadió el informe.
En términos generales, el 49% de los entrevistados por Rasmusen indica que “aprueba al menos un poco” la gestión del mandatario, y el 50% la desaprueba “en cierto grado”.
“El 76% de los encuestados ve ahora a Obama como ‘políticamente liberal’”, añadió Rasmussen. “Esto es un incremento de seis puntos en un mes, y 11 puntos desde que fue elegido” en noviembre pasado.
“Si bien los puntajes de Obama han bajado en el último mes, aún el 54% de los encuestados cree que el presidente George W. Bush es responsable principal por los problemas económicos del país”, añadió el informe.
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