2/21/2010

Una renuncia costosa Si la renuncia al PAN de Fernando Gómez Mont fue un berrinche tendrá un costo mucho más elevado de lo que el mismo se imagina, entre otras cosas expone la inviabilidad del gobierno de Calderón.

Más allá de la implicación simbólica, este acto político hace evidente la brutal lucha política dentro del PAN que no solamente le ha costado haber perdido prácticamente todas las elecciones desde que Calderón llegó al poder, sino que aumentara la debilidad del partido en los procesos que están por venir, lo que funcionara como referéndum presidencial.

El Secretario de Gobernación, puesto que todavía detenta Gómez Mont, es el personaje político más poderoso del gabinete, en la ley está catalogado como jefe de gabinete justo después del presidente. Durante muchos años del largo dominio del PRI, en virtud que las necesidades eran políticas, normalmente este secretario llegaba a la presidencia, y por eso hasta la fecha quién ocupa esa silla se ve como pre-candidato natural.


Este secretario supone tener magníficas relaciones con el presidente de la república, contar con todas sus confianzas e inclusive habla por él, cuando alguien acuerda con él se supone que lo está haciendo con el mismísimo presidente, de ahí el tremendo peso de su palabra y firma.

Una de las funciones del secretario es el vínculo con el poder legislativo, promueve leyes, logra acuerdos y establece la relación entre ambos poderes. Desde la llegada de los neoliberales al poder el secretario de Hacienda se apoderó de algo de este poder, y los cabilderos de mucho, pero en términos relativos el secretario de gobernación sigue siendo definitorio en muchos temas.


El secretario establece la relación política con los gobernadores y presidentes municipales, por medio de esto le imprime rumbo a la política. Controla el contenido de los medios masivos de comunicación incluyendo el cine, con lo que en sus manos está cuidar los intereses más profundos del régimen.


Aunque deberíamos congratularnos porque el secretario empiece a ser neutral en éstas y otras áreas, porque aparentemente se ha despojado de los intereses de partido, paradójicamente, justo por esto deja de serle útil al presidente.


No quedan claras las causas de la renuncia porque ese es el estilo de los políticos: actúan a espaldas de la sociedad ocultando sus intenciones y acciones.


Pero si usamos la versión más difundida cuyo origen posiblemente está en la oficina misma del secretario, este se fue del PAN porque no pudo obligar al partido a cumplir con los compromisos que el dio cuando hablaba en nombre del presidente.


El se comprometió con el PRI que no habría alianzas en Oaxaca a cambio del voto del PRI en el congreso, la alianza (PAN-PRD) muestra o que el presidente cambió de opinión, lo que en política tiene un costo elevado; que el secretario no consultó con el presidente y se comprometió en algo que no podía cumplir, de ser así utilizó mal la representación presidencial y esto se paga caro en política.


Cualquiera que sea la opción, el secretario de gobernación perdió su capacidad de interlocución y la credibilidad y mejor haría en irse, de aquí en adelante no puede acordar nada porque no garantiza poder cumplir lo que prometa.


Es evidente que no será candidato a la presidencia, no solo porque quedó sin partido, sino porque los panistas se sienten agraviados.


De ser congruente renunciaría pero entonces pierde todo su poder, su grupo político pierde la capacidad de negociación y él ve esfumados sus sueños de grandeza.


Calderón queda atrapado una vez más. Gómez Mont no le sirve pero no lo puede quitar, porque estaría haciendo una declaración de fe partidista distorsionando en el discurso público su neutralidad partidista como presidente, carecerá de un factor de negociación y logro de consensos sin los cuales difícilmente se gobierna. Si lo mantiene le quita puntos al presidente del PAN que tendrá que lidiar con un secretario que le declaró la guerra.


Si Gómez Mont trató de golpear al presidente del PAN golpeo al presidente de la república, con lo cual, Calderón que no controla ni el congreso ni el senado, será simplemente una figura decorativa que cada día comete más errores como se vio recientemente en el tema de Ciudad Juárez.


Tal vez convendría decretar la desaparición de poderes y adelantar la elección presidencial, seguro tendrá un menor costo político para el país que mantener a éstos incompetentes otros tres años.


samuel schmidt

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