Prevalece violencia en parejas de AL: UNFPA
Por la Redacción
México, DF, 14 feb 11 (CIMAC/Cerigua).- Muchas mujeres consideran la coacción sexual en las relaciones de pareja como parte de una interacción sexual “natural”, sin embargo el sentimiento de asco y repugnancia suele ser similar al de una sobreviviente de la violencia sexual cometida por desconocidos, reveló el documento Violencia Sexual en América Latina y el Caribe, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Medir la prevalencia real de la violencia de género es una tarea compleja para los gobiernos; las estadísticas disponibles por intermedio de la policía, las organizaciones de mujeres y otras instituciones del Estado, usualmente subestiman los niveles de violencia y muerte, debido a la escasa notificación de casos o a la poca cultura de la denuncia.
Los procesos sobre violaciones o violencia sexual son los menos conocidos, debido al estigma y a los estereotipos propios de las sociedades donde ocurren.
En Brasil las autoridades decidieron definir la violencia como el hecho de obligar a una pareja a tener relaciones sexuales, compararla con otras mujeres, burlarse de su cuerpo, desempeño sexual o usar la presión psicológica para tener relaciones.
En Guatemala, la Ley contra el Feminicidio define la violencia sexual como acciones de violencia física cuya finalidad es vulnerar la libertad e identidad sexual de la mujer, incluyendo la humillación sexual, la prostitución forzada y la negación de usar métodos de planificación familiar.
De acuerdo con estimaciones elaboradas por la Fundación Sobrevivientes, hasta septiembre de 2010 se habían registrado aproximadamente 8 mil denuncias sobre agresiones sexuales, violencia sexual y violación contra niñas, jóvenes y adolescentes, pero el sistema de justicia sólo había dictado 124 sentencias.
Otro de los puntos medulares en dicha temática está relacionado con la violencia sufrida en el seno del hogar. Muchas mujeres y hombres consideran la coacción sexual en relaciones con parejas íntimas como parte de una interacción sexual “natural” o incluso como el “derecho” del hombre, señala el análisis del UNFPA.
La evidencia indica que la prevención de la violencia sexual depende de la transformación de las estructuras jerárquicas de género y de las normas sociales hacia modelos más igualitarios de las relaciones entre mujeres y hombres, por ello las estrategias de prevención centradas en cambiar comportamientos, actitudes y valores son una prioridad para los distintos actores en el continente, concluye el documento del Fondo de Población.
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