1/03/2013

El país de la inconformidad



Alberto Aziz Nassif

De forma paulatina han aparecido las expresiones del México inconforme, el país de los movimientos sociales, el de los tejidos rotos y las víctimas de la violencia; el de los jóvenes universitarios que luchan por una democratización mediática; el de los zapatistas que volvieron a salir en silencio a las plazas en Chiapas. Ese universo de múltiples expresiones está presente, organizado y con demandas que necesitan ser atendidas. Es muy importante no perder de vista a ese México que será uno de los contrapesos fundamentales frente al regreso del PRI a la Presidencia.

Los movimientos sociales son los que le pueden dar al mundo de la política institucional, de los partidos y los congresos, de los excesos y la sordera, del poder sin reciprocidad ni rendición de cuentas, una cara diferente para que los pactos y arreglos, las reformas y las nuevas reglas incluyan al país olvidado y relegado. Los movimientos son los que pueden generar una resistencia a la partidocracia y a la mediocracia y, sin duda, jugarán un papel importante en los próximos meses y años frente al regreso del PRI.

Las primeras semanas del nuevo sexenio han llegado con muchas novedades. Cambios, nombramientos, buenos discursos, pactos legislativos, consensos políticos y también iniciativas largamente demandadas (reforma educativa y autonomía al IFAI). Lo que se ha empezado a producir es un nuevo clima político. Se ha construido una enorme escenografía para la política que trae cantos de sirena, consensos, ofertas y reformas y, al mismo tiempo, reacomodo de intereses. Una de las hipótesis que suena con fuerza es con el gobierno que se inició el primero de diciembre llegó una especie de neosalinismo a Los Pinos. Pero, ¿qué quiere decir esta situación? Si recordamos que el salinismo redefinió de forma importante el reparto del poder económico y le dio al Estado su actual dimensión, ¿será el gobierno peñista una edición más acabada de ese proyecto?

Algunos comentaristas hablaron del quinazo del siglo XXI cuando vieron venir la reforma educativa. Un golpe a una líder sindical poderosa, ahora sin cárcel, pero con restricción de privilegios. Con los acontecimientos violentos del primero de diciembre regresaron los extraños humores de un caldo de confrontación, provocadores, presos inocentes, responsables libres y falta de claridad sobre quiénes fueron los provocadores y los responsables del vandalismo. Por lo pronto, hay una afectación al movimiento #YoSoy132, los más moderados consideran salirse ante la llegada de grupos más radicales; la posibilidad de tener infiltración puede ser una forma de inhibir acciones; y la represión de los viejos estilos del PRI que se actualiza. Para fines prácticos queda un mensaje adverso.

La otra parte de la inconformidad apunta hacia la complicada situación que dejó el gobierno panista de Calderón, las víctimas de una guerra absurda que destruyó una parte del país y creó una industria de muerte. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad tiene mucho qué hacer por delante para darle voz a las víctimas, a los cientos de miles que quedaron atrapados en la violencia, recuperar la memoria de los que murieron y desaparecieron, los que tuvieron que refugiarse en el extranjero, las víctimas que demandan justicia. De la mano de la pacificación del país —una tarea de primera importancia—, veremos cómo se traduce en resultados la nueva estrategia de seguridad del gobierno de EPN.

Del México profundo, como escribió Guillermo Bonfil, vuelve a salir la cara indígena del zapatismo que llena las plazas y regresa en la presencia de miles que caminaron en silencio. Una presencia que cumple 19 años del aquel estallamiento que le declaró la guerra al Estado mexicano el primero de enero de 1994. La voz de su comunicado más corto se hizo presente de forma real y simbólica con la llega de un gobierno del PRI. Frente al silencio de miles el mensaje fue una alerta: “¿ESCUCHARON?”. Como dicen los mismos zapatistas, ellos, como el PRI, nunca se fueron.

El México de la inconformidad y las víctimas llega otra vez para acumular energía social y hacer presencia. La memoria regresa para que el ruido del triunfalismo no ensordezca de satisfacción a un país que necesita atender las voces de la inconformidad. En ese filo veremos si el peñismo es o no es un neosalinismo. Habrá dos tesituras en las que se podrán medir los rumbos de este nuevo gobierno, con el tipo de respuesta frente a la inconformidad de los movimientos sociales y frente a los intereses que han capturado al Estado. Lo demás, será lo de menos…

@AzizNassif
Investigador del CIESAS

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