La historia de Margarita Peñailillo podría ser la de miles
de argentinas nacidas y criadas en centros urbanos que desconocen sus
raíces originarias. Nacida en Bahía Blanca, vive en La Matanza y es
dirigente de la organización Pueblos Originarios en Lucha. En este
reportaje cuenta cómo fue el encontrarse con su identidad originaria,
muestra la lectura que hace de la situación actual de los pueblos
indígenas y la importancia de la organización colectiva.
Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- ¿Cómo fue tu camino para encontrarte con tu identidad originaria?
En primer lugar tengo que decirte que en el año 92 por primera vez
viajé al Encuentro de Mujeres que se realizó en Neuquén. Ahí vi a las
abuelas mapuches que dieron la bienvenida a todas las mujeres y eso me
emocionó mucho, sentía algo dentro mio que me llegó hasta lo más
profundo del alma, no entendía qué me estaba pasando. Luego me encontré
a un grupo de mujeres que rodeaban a otra mujer… esa mujer era Luisa
Calcumil, me acerqué y le pedí un autógrafo; ella –Luisa- me preguntó
mi nombre y cuando se lo dije ella me dijo: “Te voy a firmar porque vos
sos mi paisana”. Quedé asombrada, nunca había escuchado esa palabra y
le pregunté qué quería decirme y me respondió: “Vos sos originaria, india, ¿entendes? Tu apellido, tu rostro tu piel lo dicen todo”.
¿Qué pasó a partir de ese momento?
Me firmó y me fui. En todo el viaje de regreso me daban vuelta en mi
pensamiento esas palabras. Desde ese momento empecé a buscar mis
raíces, fueron largas horas hasta que encontré la punta de mi historia:
me enteré que soy mapuche y mi descendencia es de los Curra (piedra).
Desde entonces he trabajado cada minuto de mi vida en estudiar,
investigar todo lo que tenga que ver con las diferentes naciones y
pueblos originarios de este país.
¿Cuál fue la reacción de tu familia?
No fue fácil para mí porque ni mi madre, ni mis hermanos, me
apoyaron en este camino. Fueron mi compañero de vida y mis compañeros
de lucha los que me han ayudado y por eso les estoy muy agradecida. De
esta manera comenzó mi reconocimiento y encontré mi identidad, y desde
entonces siempre me presento como lo que soy: una Lamngen (hermana)
mapuche.
¿Qué inquietudes fueron surgiendo y cuál es el camino que te planteaste seguir?
Como te dije anteriormente fue un camino difícil, tenía muchas
preguntas sin respuestas por parte de mi madre principalmente, ella me
retaba cuando yo le decía que era mapuche. Sus respuestas siempre
fueron “vos estás loca, la política te llenó la cabeza con esta
estupidez, mirá que vas a ser una india”. Yo no podía entender cuáles
eran los motivos o razones que mi madre tenía, creo que con el tiempo y
estudiando la verdadera historia de nuestros antepasado me di cuenta y
entendí a mi madre, fueron muchos años de sufrimiento, discriminación y
atropellos que sufrieron nuestros mayores, esta negativa es común entre
muchos de nuestros hermanos, no es fácil decir “yo soy indio”.
¿De dónde fuiste sacando la fortaleza para seguir a fondo en esto?
Fue el camino de la lucha y haber tenido la oportunidad de recorrer
este país y poder hablar con las abuelas de las diferentes comunidades
que reafirmaban con las historias que me contaban, me daban fuerzas. Me
plantee seguir luchando para que cada uno de mis hermanos originarios
se reconozca, que encuentren su verdadera identidad. Mi camino es poder
unir a las 36 naciones y pueblos originarios de este país, para avanzar
en nuestra lucha, principalmente recuperar nuestra tierra y el
territorio, y poder recuperar todo lo que durante más de 520 años nos
han robado.
¿Qué diagnostico haces de la situación de los pueblos
originarios? Desde tu organización has podido recorrer el país ¿qué te
has encontrado?
La situación de las naciones y pueblos originarios que
habitamos en este país -hoy llamado Argentina- no se puede explicar
sólo con palabras, hay que ver cómo vivimos los hermanos, como sufren
la opresión, la discriminación…. vivimos hundidos en la más profunda
pobreza, somos los últimos de la pirámide, sufrimos la perdida de
nuestras tierras, nos quitan nuestra identidad, cultura,
espiritualidad, nuestra lengua, etc. Al igual que a nuestros hermanos del pueblo argentino, somos
miles los que tenemos que emigrar a las grandes ciudades, a vivir en
las inmensas villas donde pasamos a ser un desocupado más, sin
vivienda, salud, educación. También nos obligan a vagar por campos que antes eran de nuestros abuelos; nuestros
niños y ancianos siguen muriendo por desnutrición, por enfermedades
evitables, nuestros jóvenes caen en el flagelo de la droga
destruyéndolos y también a muchas de nuestras familias.
¿Cuál es la responsabilidad de estado argentino en esto?
Nuestros pueblos están sufriendo un nuevo genocidio por parte del
gobierno de Cristina Kirchner y de sus gobernadores; un genocidio que
pretende ser silencioso, pero los pueblos originarios lo estamos
enfrentando en unidad con el pueblo argentino con masivas y grandes
multisectoriales en todo el país, estamos empezando a “dar vuelta el
viento”, como decía nuestro hermano qom Mártires López que en 2011
murió en un dudoso accidente. Este gobierno dice ser nacional y popular
pero en esta década ganada fueron asesinados más de 20 hermanos originarios por defender nuestras tierras. Nos persiguen, encarcelan, nos procesan, nos matan, para hacer los grandes negociados inmobiliarios, petroleros, mineros. En muchos casos nos venden las tierras con comunidades enteras adentro, invadiendo nuestro territorio para entregárselo a grandes terratenientes o imperialismos como el estado chino que instaló una base espacial militar en Neuquén, en territorio mapuche.
En Chaco, por ejemplo, le quieren entregar más de 200 mil hectáreas a
Arabia Saudita en el Impenetrable; tierras que son de nuestros hermanos
wichi.
Se habla de triple opresión de las mujeres originarias ¿Cómo se expresa?
En primer lugar como nación originaria, las mujeres somos parte de
la opresión del estado de la nación argentina, cuyo dueños son
distintos imperialismos, la burguesía intermediaria de ellos y los
grandes terratenientes a ellos asociados. En segundo lugar, como
mujeres originarias obreras, campesinas, artesanas, trabajadoras
domésticas, estudiantes, etc. sufrimos la explotación y la opresión en
el ámbito privado o estatal por parte de esas mismas clases. Y en
tercer lugar, en un país oprimido por los imperialismos y con un
sistema social capitalista dominante vivimos la opresión de género por
parte de nuestros hombres.
¿Cómo se expresa la opresión al interior de las comunidades?
En muchos lugares, en muchas comunidades, es más débil esta opresión
de nuestros hombres porque mantenemos vida comunitaria, resabio de la
descendencia del linaje de madre. El mantenimiento de las principales
tareas económicas de la comunidad, como el tejido, la crianza de
animales y la horticultura está en manos de las mujeres de la
comunidad… esto nos da fuerza en la lucha frente a esta opresión del
hombre. Sin embargo, en las ciudades y en las villas donde vivimos la
opresión del hombre es más visible poniendo a las mujeres en la crianza
de los hijos y las tareas domésticas. Sufrimos como muchas
mujeres del pueblo argentino violencia de género y sobre todo
violaciones, muertes y acosos sexual por parte, no sólo de hombres
originarios, sino principalmente de hombres criollos de las clases
dominante de un determinado lugar.
¿Cómo se han ido empoderando?
Las mujeres originarias hemos avanzado a través de nuestro gran
protagonismo en las masivas luchas que estamos llevando tanto en el
campo como en la ciudad. Tiene una gran importancia la participación de
nuestras ancianas que nos dan fuerza y sabiduría, para que nuestra
participación sea mayoritaria en casi todos los movimientos en los que
participamos; también esto nos ubica a la par del hombre que tiene que
reconocernos en este lugar que ocupamos.
Sos una de las organizadoras del Encuentro Nacional de
Naciones y Pueblos originarios ¿cómo fue creciendo la participación de
las mujeres?
Desde el primer encuentro, que se realizó en el Monumento a
la Bandera, en Rosario, en el año 2007, la participación de las
mujeres originarias fue mayoría. Esto es el reflejo de lo que te vengo contando, siempre con tres componentes: ancianas, jóvenes y de edades intermedias.
También las mujeres hoy somos líderes en las comunidades y
organizaciones en las que participamos… nosotras como originarias
creemos en la dualidad mujer – hombre, como hijos de la tierra.
¿Qué impacto crees que tuvo la creciente participación de las originarias en los encuentros nacionales de mujeres?
En primer lugar, hemos logrado mantener un solo taller, que siempre es grande con más de 500 hermanas.
Siempre hemos tenido una encarnizada lucha política porque en el taller
no sólo estamos las originarias sino las hermanas del pueblo argentino,
siempre se produce un debate por posturas que tienen algunas hermanas
originarias contra la participación de hermanas no originarias, pero la
mayoría pelea la unidad. Allí fuimos poniendo en común nuestras
problemáticas.
¿Crees que la lucha de las mujeres originarias puede ir de la mano de la lucha del conjunto de las mujeres argentinas?
Creo que hasta ahora la lucha de las mujeres originarias y las
hermanas del pueblo argentino han caminado a la par en unidad, en las
diferentes luchas que estamos llevando en todo el país. El día 3 de
junio las mujeres originarias estuvimos junto a las hermanas no
originarias en todo el país contra la violencia hacia nosotras,
diciendo “Ni una menos”.
Nota central:
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