No
uno sino varios méxicos se revelaron en las elecciones del domingo 7 de
junio pasado. Elecciones federales de medio término para renovar la
Cámara de Diputados. Comicios para elegir gobernadores, ayuntamientos, o
renovar congresos en 17 de las 32 entidades federativas del país. Se
eligieron además jefes de cada una de las 16 delegaciones en que está
dividida la Ciudad de México. Todo este proceso electoral les costó a
los contribuyentes mexicanos mil 400 millones de dólares, 21 mil
millones de pesos, más que nunca en la historia.
Los
resultados numéricos pueden ser muy engañosos: el partido del presidente
Peña Nieto, el PRI, junto con sus aliados, los verdes del PVEM y el
corporativo sindicato de maestros, con las siglas del Partido Nueva
Alianza, mantienen la mayoría en la Cámara de Diputados. En segundo
lugar, viene el derechista Partido Acción Nacional. El otrora insignia
de la izquierda, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), corroído
por divisiones internas, alianzas con Peña y múltiples casos de
corrupción, ve derrumbarse su votación casi en la mitad. Mientras que la
nueva formación de izquierda, MORENA, el partido encabezado por Andrés
Manuel López Obrador, en su primera incursión electoral, obtiene casi el
9% de los votos, le gana al PRD la mayoría de los diputados en la
Ciudad de México y se lleva 5 de las 16 delegaciones de esta
demarcación. De los diez partidos registrados corren el riesgo de
perder dicho registro por no alcanzar el 3% de la votación, el Partido
del Trabajo y el Partido Humanista.
En cuanto a los
estados de la República, hay cambio de partido en la gubernatura en
varios de ellos: Sonora, Nuevo León, Querétaro, Guerrero, Michoacán. En
total, hasta el momento, el PRI se lleva cinco gubernaturas por dos del
PAN y una del PRD. En Nuevo León, el estado más industrializado y uno
de los más ricos del país, un candidato independiente, Jaime Rodríguez,
“El Bronco” se alza con la victoria con un caudal de votos que supera a
los del PRI y del PAN reunidos.
El fenómeno de las
candidaturas independientes, junto con el ascenso del MORENA, es la
noticia de estos comicios. Por primera vez fue posible que se
presentaran formalmente candidatos independientes, reconocidos por los
organismos electorales. Aunque sólo tres obtuvieron el triunfo: “El
Bronco” y dos candidatos a diputados federales, la vía se abre para que
el electorado, harto de la partidocracia, y de una clase política
arrogante, busque nuevas opciones que no vengan a engordar a la ya muy
obesa y arrogante clase política.
Es precisamente por esto
que llama la atención el ascenso del MORENA. A pesar de haber
realizado campañas muy austeras, con un mínimo de gasto por voto
logrado, se colocó como la principal fuerza política en la Capital de la
República y consolidó una fuerte presencia en más de la mitad de los
estados. Buena plataforma de lanzamiento para la tercera candidatura
presidencial de López Obrador, en 2018.
Los perdedores
netos de la jornada del 7 de junio son el PAN y el PRD. Aun a pesar de
haber ganado dos gubernaturas el primero y una el segundo, su caudal de
votos disminuyó significativamente. Más en el caso del PRD donde obtuvo
la peor votación desde 1991 y siente los pasos de MORENA en la azotea.
La obsesión perredista por ser una “izquierda civilizada”, la captura
del partido por los grupos de interés, su cercanía a Peña Nieto y varios
escándalos de corrupción lo han sumido en la agonía.
Sin
embargo, las esperanzas que puedan suscitar los independientes y MORENA
son todavía muy relativas porque Peña Nieto, el PRI y sus aliados
seguirán controlando la Cámara Baja y proseguirán las “reformas
estructurales” que han entregado los hidrocarburos, el territorio y las
telecomunicaciones a las empresas trasnacionales y a los oligopolios
nacionales. Seguirán respaldando una política económica que, a pesar de
las promesas de Peña Nieto, no ha logrado reactivar ni el empleo ni el
ingreso. Proseguirán también la guerra contra el crimen organizado
iniciada desde la presidencia de Felipe Calderón que le ha costado mucha
sangre y mucha muerte al país.
El continuismo del
PRI-Gobierno-Aliados se basa en la impunidad. Impunidad en el manejo de
los recursos públicos para financiar las campañas electorales.
Impunidad del Partido Verde a pesar de haber violado la ley electoral
un día sí y otro también, con la complacencia de las autoridades
electorales y el respaldo del duopolio televisivo. El hecho de que las
autoridades, el Instituto Nacional de Elecciones y el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación no hayan podido ni querido poner
fin a estas prácticas fraudulentas que despojan de equidad y certidumbre
a los comicios es señal inequívoca que el sistema electoral de México,
tal vez el más costoso del mundo, se está colapsando.
Porque,
por más que se diga que el gobierno de Peña Nieto pudo no sólo llevar a
término las elecciones, sino continuar dominando la Cámara de
Diputados, el modelo de elecciones y de representatividad política está
en su fase terminal. Esto, por dos vertientes: de un lado, por la
fuerza que están tomando las candidaturas independientes que ya
obtuvieron la gubernatura de Nuevo León y, de alguna manera, la alcaldía
de Guadalajara, la segunda ciudad del país.
De otro lado,
por las explosiones violentas que rodearon este proceso electoral. En
los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán hay una insurgencia
social que cuestionó las elecciones e incluso buscó boicotearlas. Los
múltiples agravios, como la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, la
represión a los maestros, la colusión de gobiernos y partidos con el
crimen organizado, la persistencia de la extrema pobreza estas que son
las entidades de más alta marginalidad del país, activaron un cúmulo de
manifestaciones violentas, que llegaron incluso al incendio de varias
sedes partidarias y la destrucción de papelería electoral. Sólo la
militarización de esos estados, el virtual estado de sitio en los mismos
hizo posible la celebración de los comicios. Pero la violencia no sólo
afectó a estas entidades: a lo largo de todas las campañas fueron
asesinadas en todo el país 21 personas ligadas a los procesos
electorales: pre candidatos, candidatos, coordinadores de campaña,
activistas. Además, hay estados donde el control territorial del crimen
organizado tornó imposible que ciertos partidos realizaran campañas en
algunos municipios o que siquiera fueran visitados por los candidatos.
Es el caso de Chihuahua y Tamaulipas.
Por esto el proceso
electoral que se acaba de vivir en este país lo que más revela es los
varios méxicos que en él se expresan: el México de las inercias, de la
transición democrática atorada, de la apatía ciudadana. El México que
rompe con ellas y se expresa a través de candidaturas independientes u
opciones como MORENA o partidos “tomados” por la participación
ciudadana. Y el México donde la violencia institucional y la violencia
criminal, casi siempre coludidas, no le dejan al pueblo otro camino más
que la violencia de respuesta.
La gran interrogante es, ¿cuál de estos méxicos va a predominar en las elecciones presidenciales de 2018?
- Víctor M. Quintana S. es asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador/profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
http://www.alainet.org/es/articulo/170357
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