Investig’Action
Traducido del francés para Rebelión por Carlos Riba García. |
“Se
cuenta que Napoleón reprochó a una compatriota suya el que se ocupara
de la política; ella le respondió: ‘Señor, en un país en el que las
mujeres son condenadas a muerte es completamente natural que quieran
saber por qué’”. Queridas compatriotas, en este Senegal donde las
mujeres son la mayoría de ese 46,6 por ciento de la población que vive
bajo el umbral de la pobreza, donde son la mayoría de ese 50 por ciento
de los menores de 15 años no alfabetizados, donde 392 de ellas son
forzadas a morir por cada 100.000 partos, donde apenas hay dos
comadronas por cada 1.000 parturientas –muy lejos de la norma de la
OMS, que recomienda seis por cada 1.000 nacimientos vivos–, donde cada
día 93 mujeres –más de 33.000 mujeres por año– lloran la muerte de su
hijo de menos de cinco años, donde cuando ellas nacen no pueden esperar
vivir más de 59 años –es decir, menos de 10 años que la media
mundial–... es completamente natural que alguien responda a la pregunta
“¿por qué?”. El destino ha reservado a la mujer senegalesa por lo menos
dos trances amargos: haber nacido en un país semicolonial y haber
nacido mujer.
Haber nacido en un país semicolonial
La verdad es que no hay por qué sacar pecho. La situación de Senegal es
grave. En Senegal, para hacer una diálisis, no hay más que dos máquinas
de diálisis mientras que en otros países con una población similar, la
dotación es de entre 560 y 600 de estas máquinas. Senegal quiere
aumentar su producción de semillas certificadas del 12 al 25 por ciento
de aquí a 2017. En la región de Sedhiou, 116 aldeas de un total de 924
disponen de electricidad, es decir, el 12,6 por ciento. Y el 40 por
ciento de las aulas escolares funcionan en abrigos precarios, es decir,
1.666 de un total de 2.996 aulas.
En este contexto, es
posible ver a una minoría de senegaleses, servidores de la mayoría,
conduciendo los mismos coches en los que se mueven los ministros y
diputados de países con un PIB altísimo o teniendo villas, fortunas,
salarios y cajas de caudales que hacen palidecer de envidia a muchos en
los países desarrollados; todo un escándalo. En fin, este estado de
cosas, a pesar de tanto palabrerío sobre la buena gobernanza, es la
condición para que esta minoría acepte transitar el camino de la
traición antinacional.
El personaje de Ousmane Sembene,
Gulewar, será todavía más desdeñoso después de la donación de 2.300
millones de francos CFA de Japón a Senegal el viernes 13 de febrero de
2015 por la compra de 8.000 toneladas de arroz en el marco de un
programa de ayuda alimentaria. O incluso la recepción el mismo día por
parte de Senegal de una donación de 1.200 millones de francos CFA para
la electrificación solar de 120 centros de salud en el medio rural.
¿Qué decir entonces –algo todavía más reciente– de las 10.000 toneladas
de medicamentos del rey [de Marruecos] Mohamed V?
El colono
francés, cuando fue otorgada la independencia, se las arregló para
colocar en lo más alto de Senegar a aquellos y aquellas de nuestros
conciudadanos que hasta entonces nunca habían pronunciado la palabra
“independencia” y huían de ella si acaso era sugerida. Todo esto con el
objetivo de facilitar el pillaje y la dominación de nuestro pueblo
mediante las políticas liberales, Esos conciudadanos para quienes la
traición resultaba rentable se han afanado –con la ayuda de sus amos–
por mantenerse en el poder todo el tiempo que fuera posible, es decir,
hasta nuestros días. El Senegal digno, con sus batallas ganadas aunque
sin haber ganado la guerra, jamás ha dejado de luchar por el [partido]
“Mom Sa Rew”, a pesar de las novatadas, la marginación, los
asesinatos... He aquí el porqué de que esos políticos neoliberales
–ayer con los planes de ajustes estructurales (PAS) y hoy con los
acuerdos de asociación económica (APE), pero también con otros
mecanismos como el franco CFA– se impusieran a nuestro pueblo con la
complicidad del Senegal indigno.
Son estos políticos los que
privan a nuestro pueblo de los recursos necesarios para que haya
suficientes comadronas, pediatras, ginecólogas y otros trabajadores de
la salud; infraestructura sanitaria, personal de enseñanza e
infraestructura educativa; industrias y un mercado nacional capaz de
consumir lo que ellas produzcan; la necesaria maquinaria agrícola y
subvenciones para la población campesina…
Son estos
políticos los que acaparan el sector bancario y otras áreas
estratégicas. Los que despojan a nuestra gente de su tierra y de los
recursos pesqueros... también de su oro. El presidente de la república
de Senegal acaba de confesar “nosotros no tenemos más que el 3 por
ciento del oro que se explota en nuestro país”. Lo mismo pasará con el
petróleo descubierto recientemente mientras el Senegal indigno esté en
el poder. ¡El capital en detrimento del trabajo! Esta contradicción,
que no es algo exclusivo de Senegal ni de las minas, ha hecho que Odile
Tobner dijera “si bien, según Capital.fr, la actividad africana de
Bollore es de lejos la más rentable del grupo, que representa solo el
25 por ciento de sus cifras de negocios pero produce el 80 por ciento
de sus beneficios, para los pueblos africanos implicados es cualquier
cosa menos jauja. Sin una soberanía de verdad, el crecimiento económico
jamás se transformará en desarrollo de los pueblos”.
El 6 de
mayo de 2015, durante la ceremonia de rehabilitación del programa
“jangando” para la región de Dakar, el inspector académico de Dakar
dijo: “estamos volviendo al reclutamiento a menor costo”. Del mismo
modo que los senegaleses en las piraguas de 2006 o en las barcas de
vela de 2015 son la muestra de un Senegal que se está recuperando de la
Nueva Política Industrial, la Nueva Política Agrícola y el resto de
Planes de Ajuste Estructural, ancestros a su vez de los Acuerdos de
Asociación Económica.
Un kilómetro de pista cuesta entre 20 y
25 millones de francos CFA; un centro de salud bien equipado, 1.500
millones; un almacén de depósito cuesta 80 millones; un profesor y un
ginecólogo cuestan... Esos políticos nos privan de recursos que nos
permitirían hacer frente a nuestras necesidades. ¿Cómo tener recursos
suficientes cuando los teléfonos, el agua, el ferrocarril... son
privatizados? Privatizaciones impuestas por el FMI y el Banco Mundial.
Privatizaciones que benefician a los multimillonarios del Norte.
Para ilustrar esto, volvamos al caso de la región de Sedhiou. Antes del
consejo de ministros descentralizado realizado en Sedhiou, las
necesidades de inversión se estimaron en 856.000 millones de francos
CFA. El primer ministro informa de que el Estado y sus asociados ya han
librado 137.000 millones (por lo tanto, aún restan 719.000 millones).
Ahora bien, el costo de lo más urgente ha sido estimado en 356.000
millones de francos CFA (según Nfaly Badji, director de la ARD de
Sedhiou, en Radio Le Soleil del martes 24 de febrero de 2015). El
consejo de ministros descentralizado del 25 de febrero de 2015 anunció
una ampliación de 13.000 millones realizada por Macky Sall a los
187.000 millones presupuestados por el consejo interministerial el día
anterior. Vale decir, 200.000 millones de inversión en el marco de un
programa especial de inversiones públicas 2015-2017. A continuación, se
informó públicamente de que después habrá un programa trienal 2018-2021
que tomará el relevo de las grandes inversiones.
Esto es
igualmente viable para el resto de las regiones senegalesas, como la de
Kaffrine. Para modernizarse, esta región necesita realizar un programa
de unos 344.431 millones de francos CFA. Solo 19.745 de esos millones,
es decir, el 6 por ciento ya se han librado por parte del Estado y sus
asociados, ha dicho el gobierno.
Para la campaña agrícola de
este año, el gobierno ha informado de que subvencionaría 13.000
sembradoras, 1.040 azadas occidentales y 650 azadas chinas. En Senegal
hay 14.958 aldeas. En el sector de la agricultura, la política de
opresión llevada a cabo contra el pueblo senegalés en general y contra
la porción campesina en particular, significa 0,869 sembradora por
aldea, 0,069 azada occidental por aldea y 0,043 azada china por aldea.
Estas cantidades irrisorias sumadas a la falta de manejo del agua –algo
histórico en la opresión neocolonial– en un año de escasas lluvias como
ha sido 2014, tienen como consecuencia la existencia de 1,5 millones de
senegaleses en situación de inseguridad alimentaria en junio de 2015;
una situación que revela la tragedia del mundo rural senegalés, de la
mujer campesina de Senegal en particular.
Esas políticas
golpean por igual a todos los senegaleses, no importa cuál sea su sexo
ni su edad. Es por eso que a todos los senegaleses, sin distinción de
sexo ni edad, corresponde la tarea de liberar a nuestro país de la
dominación de un sistema que nos impone una situación trágica, que se
muestra inequívocamente por la falta de 4.000 comadronas en un país en
el que solo el 59 por ciento de los partos es asistido por personal
médico calificado.
“Si sentís vuestras cadenas, ya sois la mitad libres”
En estos momentos, el interés de los pueblos de Senegal y de África
exige, con una fuerza especial, la entrada de las mujeres en los
sectores organizados del país y del continente, la entrada de las
dignas combatientes por la liberación de Senegal y de África. Esta
tarea será realizada con más facilidad en la medida que las mujeres
tomen parte en ella; la más importante, la más consciente y la más
voluntaria.
Dado que las organizaciones antiimperialistas
pretenden tomar el poder, es peligroso no actuar en relación con las
masas inertes de mujeres no preparadas en el movimiento de las amas de
casa, las empleadas, las campesinas... carentes del concepto de
colaboración y de prejuicios, y no ligadas por un vínculo cualquiera al
gran movimiento de liberación que es el antiimperialismo. Las mujeres
senegalesas que no participan en ese movimiento constituyen
inevitablemente un apoyo para el imperialismo y sus colaboradores, y un
objetivo para su propaganda semicolonial. La falta de conciencia de las
mujeres puede desempeñar un papel negativo en la lucha de nuestro
pueblo contra el imperialismo y sus efectos.
Todo lo que
acabamos de decir es la tarea inmediata de las mujeres herederas de
aquellas de Nder: extender la influencia del antiimperialismo en las
amplias capas de la población femenina de Senegal y sustraer a las
mujeres de la influencia de las concepciones imperialistas y de la
acción de los partidos que están por la colaboración para hacer de
ellas una auténticas combatientes por la liberación total de la mujer.
En ningún caso, lo que el antiimperialismo dará a la mujer podrá
dárselo el movimiento femenino de la colaboración. Mientras Senegal sea
objeto de la dominación, la liberación de la mujer es imposible.
La paridad no acaba con la dominación imperialista
Todo trato y apoyo de la mujer antiimperialista al feminismo
proimperialista no hace otra cosa que debilitar las fuerzas por la
independencia y retardar la revolución antiimperialista, vale decir, la
liberación de la mujer. Solo liberaremos Senegal y África cuando se dé
la unión en la lucha de todas las mujeres y los hombres
antiimperialistas, y no con la unión de las fuerzas femeninas
pertenecientes a dos campos opuestos (anti- y proimperialistas). De
cara a la cuestión nacional, la cuestión del sexo pasa a un segundo
plano.
La lucha de la mujer contra su doble opresión, la
imperialista y la dependencia familiar y doméstica, es una lucha de los
antiimperialistas de ambos sexos contra el imperialismo y por la
emancipación de las mujeres.
Las raíces de la opresión de las
mujeres senegalesas están en primer lugar en el imperialismo. Para
acabar con esta opresión es necesario un nuevo orden social: un Senegal
liberado del imperialismo.
Lo dicho nos lleva a cuestionar la
paridad hombre-mujer en las funciones electivas senegalesas. ¿Qué ha
cambiado en la gestión de los municipios senegaleses desde el 29 de
junio de 2014, fecha de las primeras elecciones municipales, en las que
se exigía la paridad en la confección de las listas de candidatos? ¿Es
diferente el Consejo Económico-Social y Medioambiental desde que a la
cabeza del mismo se encuentra una mujer? ¿Existe una asamblea nacional
senegalesa de ruptura debido al hecho de la paridad en la constitución
de las listas de candidatos durante las elecciones legislativas de
2012? Para las 33.000 mujeres que cada año pierden a su hijo de menos
de cinco años, para las que pierden a sus hijos o a su marido en las
fosas comunes del Mediterráneo y otros mares o del desierto como
consecuencia de las políticas neoliberales o para aquellas comprendidas
en el 46,6 por ciento que viven debajo del umbral de la pobreza... ¿la
paridad es su prioridad? Del mismo modo que la burguesía engaña al
pueblo tratando de reunirlo bajo su bandera, del mismo modo que la
grande y la pequeña burguesía femeninas se han burlado de las grandes
masas de mujeres atrayéndolas a sus agendas pequeñoburguesas.
La mayoría de las mujeres senegalesas, cada una en su choza, piensa en
aliviar su trabajo doméstico, en tener acceso al agua, anhela poder
trabajar fuera de su casa... Mientras que las otras, en sus palacios,
sueñan con la participación en el parasitismo de nuestros recursos.
En el contexto actual, la lucha por la paridad no puede asimilarse a la
consigna leninista “Cada cocinera debe aprender a dirigir el Estado”,
lanzada en un contexto como el ruso en el que era necesario atraer a
las mujeres rusas, incluso a las más atrasadas, a la vida pública y los
soviets. En Senegal, lo que se enseña es cómo embaucar a sus mandantes,
es decir, al pueblo.
Cambiemos la situación económica y
social de la mujer senegalesa y ella será emancipada. Permitamos que
las mujeres pequeñoburguesas accedan a los puestos electivos y así
permitiremos que ellas se integren en la burocracia burguesa mediante
el acceso a los medios de enriquecimiento personal igual que sus
compañeros masculinos. No es necesario reinventar a G. Deville, cuyas
palabras suenan tan adecuadas: “(...) no empezamos una campaña por la
admisión hoy día de las mujeres a los derechos políticos para que, a
partir de entonces, la fantasía de la candidatura femenina no nos
cuente entre sus partidarios, aunque, ¿están acaso las mujeres en el
más completo pie de igualdad con los hombres en los grupos del partido
obrero? Sabiendo que el derecho al sufragio no es el camino hacia la
emancipación humana, no podemos perder un tiempo precioso en la
persecución de un objetivo que, por imposible de alcanzar, es incapaz
de mejorar la situación de la mujer. Para ellas y para ellos, cuyos
esfuerzos se habrían perdido, sería otra decepción más que se sumaría a
la larga lista de decepciones provocadas por el sufragio universal;
aunque, en este caso, la responsabilidad caería por entero sobre
quienes se habrían abandonado a un sentimentalismo demasiado
irreflexivo. La emancipación femenina está subordinada a la
transformación económica; solo trabajando por esta transformación es
que se hará algo por la liberación de la mujer. Actuar de otra manera
es, concientemente o no, hacerse cómplice de desviaciones perjudiciales
a los intereses que se pretende defender”.
Cabral ya lo
decía: “nuestro partido y la lucha deberían estar dirigidos por los
mejores hijos e hijas de nuestro pueblo”. Lo mismo puede decirse para
los municipios y la asamblea nacional... cuando los antiimperialistas
hayan conquistado el poder.
Haber nacido mujer
En la sección “Sucesos” [de la prensa] se habla de una historia que
tiene lugar en Yang-Yang. Es la de Taubel, una mujer asesinada a
machetazos por su marido el 1 de junio de 2015. Le habría cortado la
carótida y partido el hombro y la rodilla derechos. El 5 de junio, nos
han hablado de Fanta, esta vez en Goudiry, que había sido golpeada por
su marido y después apuñalada. Estos actos de violencia, como otros
practicados contra mujeres senegalesas están muy lejos de ser sucesos
policiales. Es el destino de muchas mujeres senegalesas solo por el
hecho de ser mujer.
En 2014 se han registrado 3.600
violaciones en Senegal. Podríamos parafrasear a Angela Davis: La
violencia debe recordar a la mujer la inmutabilidad esencial de su
condición femenina. En la sociedad falocrática senegalesa, la palabra
“mujer” continúa significando pasividad, aceptación, debilidad,
resignación, inferioridad. Ser humano de una dignidad inferior a la del
hombre y de cuyo cuerpo puede adueñarse el hombre.
La
opresión de nuestras compatriotas por el hecho de su condición femenina
es tal que su cuerpo no le pertenece. Esto está confirmado incluso por
la última encuesta demográfica y de salud (EDS-C, por sus siglas en
francés) El 25 por ciento de las mujeres de entre 15 y 49 años declara
haber sufrido la ablación del clítoris.
El índice de
prevalencia contraconceptiva ha aumentado en ocho puntos entre 2010 y
2014, es decir, ha pasado del 12 al 20,3 por ciento. La mayoría de las
mujeres [senegalesas] no puede utilizar métodos contraceptivos si no
cuentan con el permiso de su marido. Entonces, ¿qué pasa con la
interrupción voluntaria del embarazo? Los guardianes del templo
falocrático están vigilantes.
Hay algo más que ilustra la
opresión que viven las mujeres senegalesas: el 80 por ciento de ellas
no tienen acceso directo a los bienes inmuebles. Solo el 20 por ciento
de las mujeres posee un título regular de propiedad de su tierra. A
esto es necesario agregar que la superficie media de las parcelas
explotadas por un senegalés está en las 6,9 hectáreas, mientras que las
de las mujeres está en alrededor de las 3,4 hectáreas.
Es
imposible no recordar este otro pernicioso ejemplo de la doble opresión
sufrida por nuestras hermanas y madres representada por la práctica
consistente en blanquearse la piel llamada “xeesal”. Incluso existe una
tipología de esta práctica, un verdadero problema de salud pública.
Algunas de nuestras compatriotas no dudan y dicen con orgullo: “Yo lo
único que hago es el ‘leral’”. Dos opresiones a la vez: la racial y la
falocrática. Además de la lucha compartida con el resto de senegaleses,
ellas tienen reivindicaciones específicas.
En la sociedad que
quieren edificar los progresistas senegaleses, la mujer es igual al
hombre. Es por eso que no se detendrá la lucha resuelta que se libra
contra las teorías y prácticas que ponen a la mujer en un plano de
inferioridad.
La transformación social en Senegal pasa por
romper los vínculos con el imperialismo; de no ser así, no habrá
transformación social alguna. Paralelamente, increpamos a los más
temerarios como tan bien lo hizo Sejourner Truth: “Allá, los pequeños
señores vestidos de negro dicen que las mujeres no pueden tener los
mismos derechos que los hombre porque Cristo no era mujer. ¿De adónde
viene el cristo? ¿De adónde viene vuestro Cristo? ¿De Dios o de una
mujer? ¡El hombre no tiene nada que ver con él!”. Y si no están
dispuestos a entender, añadimos: “¡Si la primera mujer creada por Dios
era tan fuerte para dar vuelta el mundo ella sola, las mujeres deberían
ser capaces de volver a ponerlo al derecho!”. No trabajar por la
emancipación de la mujer equivale a mutilarse. Es lo mismo que decidir
usar una sola pierna en lugar de las dos. Ahora bien, Senegal se moverá
con más rapidez si utiliza las dos piernas y no una sola. Lo mismo vale
para la revolución antiimperialista. De ahí lo muy acertado de Sankara
cuando dice: “La revolución y la liberación de la mujer van juntas. No
se trata de un acto de caridad ni de un impulso humanitario sino de la
emancipación de las mujeres. Es una necesidad fundamental para el
triunfo de la revolución. Las mujeres son las portadoras de la otra
mitad del cielo”. Esta mitad, los antiimperialistas de ambos sexos la
conquistarán juntos.
En un Senegal liberado, liberaremos a la
mujer ya que toda acción contra la opresión neocolonial es un progreso
que alivia la situación de la mujer. Incorporemos a la mayoría de las
mujeres senegalesas a la lucha contra la opresión neocolonial. Ellas
constituirán el ejército decisivo que cambiará los fundamentos de
Senegal. Y se dirá de ellas aún más que lo que se dijo de las mujeres
rusas, chinas, cubanas, argelinas, surafricanas... O quizás lo mismo
que un observador burgués de la Comuna [de París] escribía en 1871 en
un diario inglés: “Si la nación francesa estuviera compuesta solo de
mujeres, ¡qué terrible nación sería!”.
Dakar, 7 de junio de 2015
Referencias bibliográficas:
Femmes, race et classe , Angela Davis, 1981
La femme et le communisme , Jean Freville, enero de 1950
La propaganda entre las mujeres , Tercer Congreso Internacional Comunista, junio de 1921
* Guy Marius Sagna es coordinador de la coalición nacional “Non aux APE”, Senegal
No hay comentarios.:
Publicar un comentario