6/16/2015

Dos países en tensión

Alberto Aziz Nassif


Es paradójico, los creadores del galimatías electoral se van a tener que comer una sopa de su propio chocolate en casos como el de Colima

El proceso político-electoral que se vivió en estos días expresa una fuerte tensión entre dos países, por una parte quedan las inercias del viejo México que se resisten a irse y, por la otra, surgen novedades que llegan de forma inesperada. Tenemos muchos años frente a esa partitura y cuando pensamos que ya dimos el salto, hay un movimiento que nos regresa, una y otra vez. A esta dinámica la podemos marcar con acontecimientos y fechas, la última es el pasado 7 de junio. Lo importante de esta fecha es que apunta al final del ciclo de tres grandes fuerzas que se abrió con la sucesión presidencial en 1988, es la crisis agravada del hartazgo ciudadano frente a los partidos tradicionales. 
Los comicios no son la parte más importante para definir el escenario, simplemente son un momento concentrado de estos impulsos y tensiones. Antes del 7 de junio hubo múltiples protestas sociales por los expedientes (violencia, corrupción, impunidad) que permencen abiertos, quizá por eso nuestro calendario habla de una memoria de heridas sin cerrar (desde el 68, hasta Ayotzinapa). Al mismo tiempo, llevamos décadas de reformas para que las elecciones sean confiables y equitativas (la clase política está obsesionada por cambiar las reglas del juego) y, sin embargo, hoy, como en los años ochenta, los partidos vuelven a salir a la calle para exigir respeto al voto. 
No deja de ser paradójico y hasta cómico, ver cómo los creadores del actual galimatías electoral se van a tener que comer una sopa de su propio chocolate en casos como el de Colima. Intentaron hacer una organización nacional y pasamos del IFE al INE, pero se quedaron los locales, hoy Oples (Organismo Público Local Electoral) que se encargan de los comicios en los estados. Dos esquemas, dos reglas y la necesidad de coordinarse. Sin duda, un producto de negociaciones caprichosas que lleva el conflicto a la calle. 
El escenario postelectoral deja claroscuros. Por una parte, hay fenómenos nuevos como los independientes, que abren el sistema y hoy ya están en todos los niveles: gobernador (Nuevo León), presidente municipal (Morelia), diputado federal (Clouthier en Sinaloa) y diputado local (Kumamoto en Jalisco). Sólo falta la Presidencia de la República que podría ser en el 2018. De 2015 se queda también la derrota perredista en el DF y el buen comienzo de Morena. En las tres zonas urbanas más importantes del país hay cambios (la capital con una nueva mayoría para Morena; Nuevo León y la zona metropolitana de Guadalajara). Al mismo tiempo, quedan las maquinarias electorales del pasado con sus enormes brazos que capturan los votos de la pobreza y las clientelas; quedan las expresiones fraudulentas del Partido Verde, como la nueva prótesis de un PRI cada vez más chico. 
Cuando revisamos lo que ha pasado con los números electorales entre 2009 y 2015, vemos una caída del voto de los tres partidos tradicionales, una fragmentación y nuevos actores que entran al reparto del pastel. El PAN pasó de 9.5 a 7.6 millones de votos; el PRI de 12.7 a 10.5 millones y el PRD de 4.2 a 3.9 millones. La sociedad castigó al Pacto por México y sus mediocres resultados. Si la coalición gobernante piensa que el 7 de junio le autorizaron seguir, de manera unilateral, con su proyecto privatizador, se equivoca completamente. Lo cierto es que el PRI con su 29% representa en realidad sólo un 12.9% del total de posibles electores del país, y el Verde el 2.5%. Peña y su partido son minoritarios, pero tienen un amplio consenso pasivo, un 53% que no fue a las urnas. La mayoría relativa entre PRI y el Verde estará manchada porque se sustenta sobre un partido que cínicamente violó la ley en todo momento, desde los cine-minutos de 2014, hasta los tweets dos días antes del 7 de junio. Será una mayoría espuria. 
Durante los próximos tres años cada uno de los dos países movilizará todos sus recursos para quedarse con el poder en 2018. En esta ocasión sólo se hizo una grieta al status quo. Todavía falta una gran coalición ciudadana para ganarle el poder al sistema partidocrático (PRI, PVEM, PAN y PRD), a los poderes fácticos y los intereses que no quieren cambio de proyecto de país. Esta historia ya empezó…
Investigador del CIESAS. 

@AzizNassif

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